RECUERDOS ENTERRADOS
Butch y Vishous Fated
Hoy tenía ganas de sexo con su macho, como siempre, eso no había cambiado entre los dos, desde el minuto que tuvieron la primera relación sexual pero hoy quería algo diferente, algo fuera de lo llamado normal pero llevando yo la batuta. Por fortuna no había chupado talcos y estaba limpio, esperaba que mi macho estuviera de humor, porque de no ser así me iba a dar igual. Me despedí de los demás hermanos y salí corriendo hacia el Pit, llegue, teclee el código y entre cono un huracán al salón.V estaba repantigado en el sofá, viendo uno de los partidos grabados, de un golpe seco cerré la puerta, me quité el abrigo tirándolo sobre uno de los sillones y mande todo mi armamento al suelo.Me cuadre y me cerní sobre mi macho como una amenazadora sombra cuando lentamente y los ojos llenos de lujuria y puro deseo camine hacia él. Tantee mis bolsillos traseros y vi que lo tenía todo. Saque el pañuelo de seda negra y lo estiro mientras Vishous me mira como si se me hubiese ido la olla y sonrió cabrón.
— Tendrás que confiar en mí esta noche macho y eso significa no hablar, no protestar y dejarte hacer lo que a mí me dé la gana y para tu información me importa una mierda lo que pienses—.Antes de que te des cuenta estoy detrás del sofá y con el pañuelo que estaba en mis manos tapándote los ojos. Detengo sus manos cuando va a quitárselo.—No, las manos quietas. — Otro pañuelo las inmovilizo y siseo en su oído. — Escúchame cabrón, vas hacer lo que te diga y como te lo diga...hoy Vishous mando yo. Y como ya te dije no tienes ni voz, ni voto vampiro.
Dios, esto de estar fuera de rotación es un muermazo de cojones. ¿Cuántas veces he visto este partido? He perdido la jodida cuenta. Cuando voy por la mitad de la grabación, la puerta del Pit se abre y por mi visión periférica veo que es mi macho, pero noto que se lleva algo entre manos, algo que de bien seguro no me va a gustar una mierda. Mis sospechas se ven confirmadas cuando tira la chaqueta de cuero sobre uno de los sillones y deja caer sus armas al puto suelo. ¿Cuándo hace eso? Una de dos: o está cabreado por algo o tiene ganas de guerra y no precisamente voy a ser yo el que le dé por culo, eso seguro. Saca un pañuelo y me tenso por completo. Oh. Mierda. Santa. Lo que suelta me pone aún más de los jodidos nervios. —¿Qué cojones...? —Me obligo a morderme la lengua cuando me dice que hoy es él el que tiene el jodido control. Bien. De putísima madre...—. ¿Ahora he de llamarte Lheage? —me medio burlo.
No me acordaba de lo hijo de puta y chulo que podía ser mi macho, pero si algo había aprendido cuando jugaban en el ático era a ser dominante, había tenido un buen maestro. No pude, ni quise evitar que mis voz sonara grave, profunda y muy cabrón, muy de mi primo cuando se ponía en el papel de Rey, que lo era.
No me acordaba de lo hijo de puta y chulo que podía ser mi macho, pero si algo había aprendido cuando jugaban en el ático era a ser dominante, había tenido un buen maestro. No pude, ni quise evitar que mis voz sonara grave, profunda y muy cabrón, muy de mi primo cuando se ponía en el papel de Rey, que lo era.