martes, 14 de mayo de 2019

AL OTRO LADO...43ª



                                                       AL OTRO LADO
                                            
                                           
                            




Vishous y Butch Fated

El ambiente de la reunión de la Hermandad en el despacho del rey era tenso. Había que hablar del tema que estaba sobre la mesa y que no se había vuelto a tocar en 48 horas. Miré a Vishous que estaba recostado contra las puertas dobles y que miraba de frente con los ojos vacíos y la mirada perdida.

La mía era la de un zombi, un muerto en vida. El maldito día había llegado y yo me sentía como un recipiente vacío y roto.

La voz de mi primo resonó en el espeso silencio.

— Vishous.

V levantó la cabeza y lo miro.

— ¡Qué!

— Esta tarde tienes que ir al Otro Lado, ¿no es así?

— Sí.

— Tienes que ir con un representante de la Hermandad y doy por hecho que será Butch, ¿no?

Silencio de mi macho. Lo miré y le pregunté.

— ¿Te importa?

Ni negó, ni asintió. Wrath volvió hablar.

— ¿Te importa a ti, poli?

— No, ¿qué tengo que hacer?

— Es el equivalente a lo que los humanos llamáis padrino de boda. Hoy será la ceremonia de presentación y luego vendrá el ritual, que será mañana.

— Ceremonia de presentación…como si la mujer fuera una yegua o un cuadro— ese pensamiento se me escapo en voz alta y enseguida noté todas las miradas sobre mí — lo siento pero tengo que ser sincero, esto de las Elegidas me parece de una época muy arcaica y antigua. Es como volver a un tiempo en que las mujeres no tenían valor alguno y no me gusta.

— Antiguas reglas. Antiguas tradiciones. Todavía hay un mundo que cambiar y mucho pero ese territorio es de la Virgen Escribana, no el mío. En fin, hoy no hay rotación todos a descansar.

Salimos del despacho entre las brumas del silencio yendo cada uno a su habitación y nosotros al Pit. El puto silencio no termino cuando entramos. Nos sentamos en el sofá y vimos el tiempo correr.

Había llegado la hora de la verdad. Una vez en mi habitación me puse un pantalón flojo de seda negra y una camisa a juego, holgada y del mismo material. Me colgué al cuello el puto medallón del Gran Padre y salí de mi cuarto fumando un cigarro.

No había cerrado la puerta tras de mi cuando oí al poli maldiciendo, paseando como un tigre enjaulado y soltando una retahíla de groserías con una interesante variación de la palabra puta que no tenía desperdició y tenía que apuntar.

— ¿Qué sucede?

— El puto portátil…el disco duro está muerto grrrrrrrr.

— ¿Dónde está?

Se dobló por la cintura sobre el filo del cabezal del sofá dejando a mi vista ese duro culo enfundado en un estrecho vaquero que me hizo salivar. Me lo puso delante mantenido por sus manos y mientras lo revisaba soltaba un amago de sonrisa.

— ¿Puedes hacer algo?

— No, definitivamente ha muerto. Hay cuatro más de paquete en el armario que esta fuera del despacho de Wrath. Coge uno y a mi vuelta te lo organizo.

Lo mire mientras ponía el aparato fallecido sobre la mesa y apagaba el liado.

— Gracias. Voy a prepararme para acompañarte.

— No tienes que ir.

— Quiero ir. Necesito ir.

— Puede ir otra persona.

— No te voy a abandonar…

— No sería un abandono — me acerqué al futbolín e hice girar una de las barras. Miraba los muñecos dando vueltas mientras hablaba — no sé qué va a pasar en Otro Lado y no debemos olvidar que estamos emparejados y de sobra sabes como reaccionamos y no es bueno, además…si tú vas parecerá demasiado real y no puedo estar preocupándome por ti mientras ves ,¡mierda! Lo que vas a ver.

— ¿Quieres que alguien más te acompañe?

Volví a girar la barra que hizo un zumbido. Tenía claro que al tener una relación tan estrecha con él me iba a ser más difícil enfrentarme a la presentación y al maldito ritual. Necesitaba a mi lado un hermano que no estuviera tan apegado a mí o que tuviera menos confianza. Y sabía quién podía ser.

— Nada me gustaría más que fueras tú pero no puedo llevar a cabo el ritual contigo delante, no habría hermanos para detener que cometieras un asesinato que te llevara a la muerte.

— Nunca te haría daño.

— Hablo de la zorra de mi madre. Deja tu incomodidad e inseguridad. Eres mi macho y de no ser porque fui concebido para esta mierda nunca hubiese estado ni con otro, ni con otra. Lograste que dejara mis sumisos y sumisas.

Me olvidaba conque facilidad tenía empatía con mis sentimientos y como podía sentir lo que yo sin decirle nada.

— Mientras sepas que estoy contigo, no importa lo que suceda. Bueno si importa pero confió en ti.

— Sé que eres una roca pero con corazón — saqué el móvil y marque un número — y no quiero que presencies como me follo a la Elegida por mi madre. Yo no podría hacerlo si estás ahí.

— ¿Estas segu…?

— Si — levante un dedo para que guardar silencio — Phury ¿te importaría acompañarme? Butch se va a quedar, es lo mejor. Gracias hermano.

— Nunca has estado muy unido al gemelo de Z.

— De eso se trata mi macho. Voy a subir a su habitación.

— V…

— Cállate, Bucth. Regresare en un par de horas.

— Como desearía que no tuvieras que ir.

Se lo que estaba intentando el poli y no iba a funcionar. Aunque me lo estaba poniendo difícil.

— Lo sé pero da igual. Mi destino, mí puto destino no va a cambiar.

— ¿Estas absolutamente seguro de que no quieres que vaya?

En dos zancadas veloces estuve frente a él y lo bese.

— Nada me gustaría más pero no sería bueno para ninguno de los dos. Limítate a esperarme aquí con una botella de vodka. Voy a necesitar un trago y a ti y no por ese orden.

Salí de la guarida y mientras caminaba por el túnel intente pensar que solo era un trabajo más por el bien de la Hermandad. Solo se iba aparear mi cuerpo y mi sexo con otro cuerpo y otro sexo. Bombear hasta que mi simiente quedara dentro de ella. Mi falta de excitación se acabaría con los remedios de mi “querida madre”. Ella se iba asegurar que sobrevivan los mejores linajes de la especie. Tenía gracia el chiste, nunca quise hijos y ahora estaba condenado a tenerlos. Puta suerte de los vampiros que a diferencia de los humanos no podían fecundar in vitro.

Diablos no quería pensar en la cantidad de mujeres con las que iba a tener que yacer. No podía pensar en eso o me iba a volver más loco de lo que ya estaba. No podía pensar en eso porque si lo hacía iba a…

Me detuve en mitad del túnel. Abrí la boca y grite hasta que quedé sin voz.

Me disponía a correr tras Vishous cuando su agónico grito traspaso los muros del Pit y a buen seguro los de la Mansión y lleno el largo túnel de su lamento. Me frené en seco y apoye mi frente contra el frio de la puerta al tiempo que mis puños golpeaban la pared. Pare cuando vi rojo sobre esta por el rabillo del ojo. Me gire apoyando mi cansado cuerpo contra la puerta y resbalé hasta que mi culo toco el suelo. Doble mis rodillas, abracé con mis brazos mis piernas y enterré mi cabeza en el hueco llorando.

Llore y maldije en silencio con la misma agonía que su grito que se quedó clavado en mi alma.

No sabía cuánto había estado en esa posición pero los puños estaban latiendo rabiosos de dolor y al mirar vi que empezaban a chincharse. Me levante yendo a la cocina y saque del congelador dos bolsas de hielo que solté en el fregadero. Cerré con el tacón de la bota el congelador y enterré mis manos entre los cubitos. Gruñí por el dolor pero era eso o quedarme por días con las manos engarrotadas.

Las mantuve un buen rato dentro y al sacarlas ya no estaban tan hinchadas. Las seque en mi vaquero y me fui al ropero a por tres botellas, dos de whisky y una de vodka. Me fui con ellas al salón y coloque dos sobre la mesa. Una de whisky la abrí y empecé a beber no queriendo pensar en lo que podía estar pasando. Lo mejor para mi seria perder el conocimiento pero eso no iba a pasar. Privilegio de ser un medio vampiro.

Ir al Otro Lado no mejoro mi mal humor. Cuando Phury y yo nos materializamos lo hicimos en un patio blanco lleno de vegetación y con una fuente en el centro cubierta por un árbol donde se posaba una bandada de hermosos pájaros que emitían melodías cantarinas.

 — Guerreros.

La voz de la que iba a ejercer de “chulo mío” sonó a nuestras espaldas y mi piel se enfrió. Nos giramos y la miramos, bueno la mire yo el hermano bajo la vista.

— Virgen Escribana.

— Poneos de rodillas.

Mientras que a mi acompañante no le costó nada y se hinco como nada a mi costó un mundo poder hacerlo. Tanta pleitesía a una hija de puta como esta ya me estaba tocando los cojones.

Mantuvo una breve conversación con el guerrero hasta que se dirigió a mí.

— Hijo, ¿no saludas a tu madre? o ¿prefieres saludar a la Virgen escribana?

— Me niego a reconocerte como madre.

— Tu reticencia a aceptar mi maternidad no cambia nada. Un libro sin abrir no altera su tinta.

Sin que me hubiese concedido permiso me levanté y la mire directamente a los ojos. Nos medimos las fuerzas en silencio.

— Terminemos con esto “mamá”, quiero volver a mi vida con…

En una fracción de segundos me encontré de espaldas en el suelo sin poder respirar y como si tuviera el peso de una enorme piedra sobre mí. Phury se estaba quedando blanco y cerraba impotente los puños porque sabía que no podía hacer nada o moriría. Notaba mis ojos a punto de salirse de sus órbitas y boqueaba en busca de aire para mis pulmones. Ella floto hacia donde yo estaba y la capucha cayó a su espalda sin mover las manos en ese gesto.

— Quiero tu promesa de que te comportaras con el debido respeto hacia mí delante de mis Elegidas. Acepto te tome algunas libertades pero no dudes que te condenaré a un destino peor que el que quieres evitar si me faltas el respeto en público, ¿estamos de acuerdo?

De acuerdo y una mierda. A lo largo de mi puta larga vida había descubierto que yo no tenía ningún libre albedrio. Que mi maldita vida se había programado mucho antes de ser concebido.

Solté aire lentamente. Relajé los músculos del cuerpo y me entregué a la sensación de asfixia. Y mientras comenzaba a morir le sostuve la mirada y pensaba en el poli. Mi cuerpo quiso reaccionar para respirar pero apreté los dientes y los labios, cerré la garganta para neutralizar el reflejo de respirar y me dispuse a dejar de vivir.

— ¡Por Dios! — no pude evitar exclamar ante lo que sucedía delante de mis ojos. A Dios gracias que Butch no había venido. Era una dantesca escena entre una madre y un hijo. Estos dos llevaban el odio de un hijo hacia un primogénito al siguiente nivel de la locura.

Cuando estaba a punto de perder el conocimiento el peso de la piedra despareció y el aire entro por la nariz hacia mis pulmones, como si una mano me lo hubiese metido a la fuerza. Mi cuerpo tomó las riendas y en contra de mi voluntad absorbí el oxígeno y me doblaba hacia un lado respirando grandes bocanadas y esperando mi visión se aclarase.

— ¿Seguimos con la presentación? o ¿tal vez quieras recibir a tu compañera en el suelo de mi patio?

Me senté mareado y dando las gracias al infierno de que el poli no me hubiese acompañado o estaríamos muertos los dos. Miré a mi hermano que se había puesto de pie, Phury estaba aterrado, con los ojos amarillos abiertos y la piel pálida. La disputa familiar no le había sentado bien.

Me puse de pie y él se acercó por detrás en el preciso momento que empezaba a escorarme hacia un lado. Me agarró y me sostuvo hasta que los mareos cesaron y a una señal mía me soltó.

— Seguidme.

Caminamos tras ella. Yo con la sensación de ser un cordero directo al matadero.

Seguimos a mi odiada madre que flotaba sobre el blanco y frío mármol hasta llegar a unas enormes puertas doradas que tenían una inscripción en una Lengua Antigua muy primitiva que venía a decir que “que ese era EL Santuario de las Elegidas, dominio sagrado del pasado, presente y futuro”. Las puertas se abrieron sin accionar ningún mecanismo dejando paso a la vista un paisaje esplendoroso que en otras circunstancias me hubiese dado tranquilidad y paz. El suelo estaba cubierto por una alfombra roja que se manifestaba por encima del color blanco impoluto que había en todo ese lugar. Al llegar a la cima del camino apareció delante de nuestros ojos un anfiteatro donde estaban todas las Elegidas.

Eran muchas hembras, un sudor frío bajo desde mi nuca por mi columna vertebral. Parecían copias las unas de las otras. Vestían túnicas blancas. Pelo recogido en un moño. Guantes altos. Cuerpos esbeltos. Morenas, rubias y pelirrojas. Eran semejantes a las cariátides de Grecia. Se situaban en dos filas a los lados del anfiteatro. Mientras las observaba pensaba si dentro de esos cuerpos corría sangre caliente o latía un corazón, porque parecían más estatuas que ni pestañeaban que personas.

Ese era el problema en el Otro Lado, había vida…pero sin vida.

— Adelante. La presentación espera.

El aire me volvió a faltar de mis pulmones. La mano del hermano cayó sobre mi hombro izquierdo y me habló en tono bajo, sólo para mi oído.

— ¿Necesitas un minuto?

— Necesitaría siglos y aun así no podría cambiar el puto destino. Cuanto antes empecemos antes acabaremos. — el guerrero asintió dándome con su silencio apoyo y compañía.

Y antes de que mis pies giraran para correr vino a mi memoria el recuerdo del ultimo vampiro civil asesinado por los cabrones talcos y con él, el pensamiento de que la Hermandad aún estaba corta de guerreros contra esos mal nacidos. De nuevo me puse en marcha.

Frente a nosotros había una silla y un sillón dorado a modo de trono, que ironía lo que había pensado era un enorme muro de ladrillos blancos, sólo era una cortina del mismo color que el lugar y de terciopelo que como todo estaba quieta, inmóvil.

— Tú siéntate en el sillón. Guerrero Phury en la silla.

La orden de la Virgen Escribana vino con tono molesto cuando se dirigió a mi persona, como si estuviera harta de mí. Nada preocupante, yo sentía lo mismo hacia ella y estaba hasta la polla de tanta mierda. Hubiese matado por un liado. Su santidad floto hacia la derecha y quedo como otra estatua más a un lado del escenario dirigiendo el drama shakesperiano que ella había orquestado bajo la batuta de unas leyes obsoletas y desde antes de mi nacimiento.

A una palabra suya la maldita cortina se abrió por la mitad, deslizándola hacia los lados para dejar ver el centro y en este a una hembra con un vestido blanco lleno de joyas y la capucha que cubría su cara. Estaba flanqueada por dos Elegidas más y fruncí el ceño al notar que parecía estar atada, ya que estaba de pie pero muy inclinada hacia delante. Poco después y supongo a que a una orden silenciosa de mi madre se puso derecha o me pareció ver que la ponían. Me parecía una hermosa mariposa pinchada para ser observada. A buen seguro la muy perra estaría pensando en los privilegios por ser la primera Elegida para el hijo de la Virgen Escribana.

Odiaba todo lo que se escondía debajo de ese esplendor.

A una orden de mi madre empezaron a desabrocharle el vestido y se hizo muy evidente que estaba atada a un trozo de madera, que bien podía ser una mesa. Quise gruñir, pero me contuve. Mire sin interés maldito cuando abrieron el vestido y debajo de un velo transparente se descubrió un cuerpo hermoso, increíblemente hermoso. Su cabeza aún estaba cubierta por la capucha, lo que interesaba en ese momento era saber si la hembra me excitaba hasta el punto de que mi polla respondiera y la verdad era que ni frio, ni calor, no era el poli.

— ¿Ella es de tu agrado?

— Me da igual.

— ¿Tal vez quieras elegir mejor tus palabras?

— Ella está bien.

Mientras el ritual continuaba yo me hice hacia delante en el sillón y note que el velo que cubría a mi supuesta prometida estaba húmedo. Destetaba esta puta farsa.

Toda esta situación no me era grata, pero había decidido estar al lado del hermano V y aguantaría hasta el final. La voz de su Santidad me saco de mis pensamientos.

— Vishous, tu testigo no ha visto la ofrenda. Phury hijo de Ahgony, debes mirar a la Elegida que se ofrece en esta ceremonia y que culminara en la siguiente generación de guerreros de la Hermandad.

Me negaba a levantar la mirada de respaldo del trono dorado. Esa hembra no se merecía semejante humillación. Todo esto era demencial, era un gran error. Era una costumbre arcaica, era cruel. El poli tenía razón, era como estar en un mercado para que te vendan la mejor pieza de carne, solo que no era carne…era una hembra.

La Virgen Escribana volvió a pronunciar mi nombre pero esta vez en un tono que no admitía una falta de respeto por mi parte. Levante los ojos y mire a la Elegida. Mi cerebro dejo de funcionar y mi polla tomo el relevo poniéndose dura. Pedí permiso silencioso para levantarme y cuando me lo dio del mismo modo me coloque detrás del trono antes de que mi pantalón blanco se hiciera una tienda de campaña visible para todos. Tenía asombro y vergüenza a partes iguales. Asombro porque mi pene no solía reaccionar así ante el cuerpo de una hembra y vergüenza porque me había excitado con la hembra de un hermano. Bastante tenía por sentirme como me sentía por tener sentimientos por la hembra de mi hermano Z.

— ¿Cómo la encuentras guerrero?

— Espléndida. Digna de la mejor tradición de las Elegidas.

Primera y segunda palabra me salieron del alma, la siguiente de la frase me pareció una aberración.

— Esa es la repuesta apropiada. Como la ofrenda ha sido aceptada, declaro a esta mujer como la Elegida del Gran padre.

De repente y cuando las mujeres empezaron a cantar percibí un olor que emanaba de la hembra expuesta…era el olor de un sentimiento de terror puro sin matices. Mi mirada se cruzó con la de Vishous. Mi erección se bajó de golpe y me puse a su lado cuando se levantó de un salto y grito.

— ¡Detened la maldita ceremonia!

La Virgen Escribana se giró y nos miró con furia.

— Tiene que terminar.

— Por encima de mi cadáver.

Mi hermano me freno cuando fui a caminar hacia él iba. Lo vi ir hacia la hembra, abrocharle el vestido, quitar las ataduras y cogerla en sus brazos. Me miro y grito.

— Phury, te veré en casa.

Y sin más un viento huracanado que provenía de la Santidad empezó arrasarlo todo. Vishous me volvió a gritar.

—¡¡Phury…lárgate de aquí!!

Antes de irme mire a la mujer en brazos de mi hermano y parecía desmayada algo que no me extrañaba con la que se estaba liando en ese momento. Corrí hasta el patio y directo al despacho del rey.

Se llevó un buen susto cuando me vio llegar.

— ¿Qué haces aquí, Phury?

— Mi rey nada ha salido bien…bueno luego no, al empezar sí, pero luego V salto y todo se torció.

— Cálmate, toma aire y habla en orden.

— Al llegar madre e hijo se enfrentaron hasta el punto que ella lo intento matar hasta que vio que el hermano no se rendía y no le importaba morir con tal de eludir su macabro destino. Lo soltó y seguimos con la ceremonia y todo iba como la seda hasta que de la Elegida mano un olor a puro terror que llego hasta nosotros haciendo que Vishous parara el ritual…ahí la Virgen Escribana se molestó y empezó un huracán a destrozar todo. Un caos.

— ¡Santo Cristo! Voy a llamar al resto.

— ¿Omito la parte del enfrentamiento al poli?

— No, es su macho y tarde o temprano se va a enterar.

Iba por la segunda botella de whisky cuando mi primo ladro y con su ya habitual amabilidad nos reunió en su despacho. Fui el último en llegar y no era un ambiente muy festivo el que había. Unos minutos de silencio y Phury empezó a relatar lo sucedido mientras yo me preguntaba dónde estaba mi macho. Mi cabreo subió desde mis pies a la cabeza y mi vena de macho vinculado se hincho.

— ¡¡Hija de puta!! Lo sabía, lo sabía, tenía que haber ido yo y no tú — gruñí y maldije mil veces — esa puta lleva el nivel de suegra bruja a su máximo nivel…¡¡la mato!! Juro ¡¡que la mato!! ¿Dónde está Vishous?

— En el Otro Lado. — me contesto Wrath.

— ¿Y qué hacemos aquí?... ¿Por qué no vamos a por él?

— Sabes que este mundo se rige por tradiciones muy antiguas y tenemos que esperar. Si al llegar la noche no ha vuelto,Phury y yo iremos a por él, tienes mi palabra. La Virgen Escribana no matara al Gran Padre y mucho menos a su hijo.

— Mas te vale que tengas razón o yo mismo la matare con mis manos y eso te lo juro por mi Dios.

— Mantengamos la tranquilidad Butch.

Y nos quedamos todos en el despacho esperando que las putas horas pasaran e ir en su busca.

Una vez que vi como el guerrero corría y desaprecia de mi vista me enfrente a mi puta madre que estaba pareciendo un huracán más que su Santidad.

— ¡Déjala donde estaba y continua con la ceremonia o cumpliré mi palabra de quitarte la vida!

— Ya te he dicho que sobre mi cadáver. Y cuidado con cumplir tu puta promesa porque te quedas sin Gran Padre.

— Buscare otro. Y si te quito la vida, tú humano se queda solo.

Una carcajada broto de mi pecho y la mire desafiante.

— Es mestizo. Es Dhestroyer. Y recuerda lo que me dijiste la noche que lo encontré y lo lleve de vuelta a su casa, con los suyos… mi mano su luz. Si el muere yo lo sigo al Fade y a la contraria. Lo siento mami pero en esta partida de ajedrez gano yo. Dime donde la puedo llevar.

El viento huracanado ceso y me señalo una puerta de color plata. Con la hembra en mis brazos traspase la puerta que se abrió como la anterior y la deje sobre la cama. Busque un cigarro entre los bolsillos y lo encendí sin dejar de mirar a la hembra.

Al fin la hembra despertó de su desmayo o de su miedo.

— ¿Quieres quitarte eso? Relájate, no voy hacerte daño. — Aun notaba y olía el terror en ella — Voy a quitarte la capucha para que puedas respirar…abre los ojos. Así mejor, te dije que no te iba hacer daño — n podía dejar de reconocer que era muy hermosa — ¿Cómo te llamas?

 — Elegida.

— Eso es lo que eres, lo que te pregunto es tu nombre.

—C…Cormia.

— Cormia — encendí un cigarro y le di una larga calada — no tengas miedo, ¿vale?

— ¿Vas a…?

— Diablos no.

— Pero entonces, ¿Cómo…?

— Habla más alto, no puedo oírte.

— Entonces, ¿Cómo has hecho para interceder ante su Santidad?

— Eso no importa. Cormia, tú no quieres aparearte conmigo ¿o sí? Vamos contesta con total libertad — el silencio de esa hembra me ponía los nervios de punta. Pase la mano enguantada por mi pelo y di la última calada. Guarde la colilla en el bolsillo y volví acercarme a ella — Te he dicho que no voy hacerte daño. ¡¡Maldición!! ¿Qué crees que soy? ¿Un monstruo?

— Nunca antes había visto un macho. Yo no sé qué eres.

Esa declaración me dejo helado y con ganas con de pegarme un tiro. La zorra de mi madre, rizando el rizo.

— He subestimado por completo lo difícil que podía resultar esto para ti y hasta había pensado que serias feliz por los privilegios que tendrías por ser la madre de mi primer hijo y prometida.

— Pero te has puesto en mi lugar.

— Tú, ¿deseas este emparejamiento? — Guardo silencio — no me hace falta que contestes, en tu cara leo la contestación. Estas asustada y con ganas de salir corriendo de lo que vamos a tener que hacer.

— No puedo soportar la idea de decepcionar a las Elegidas y a la Virgen Escribana. Yo…yo cumpliré con mi deber por el bien de todas.

— Estamos en la misma situación. Tú con tu deber para con tus hermanas y yo para mi deber como… — callé y gire la cabeza al notar que no estamos solos. — Tú, detrás dela columnas. Sal. ¡Ahora!

Otra Elegida salió de detrás de la columna con su túnica y la cabeza gacha.

— Señor.

— ¿Qué estás haciendo aquí? Sera mejor que hayas venido a consolarla y si no es así ya te estas largando.

Santo Dios, tanta sumisión y servilismo me tocaba los huevos o el huevo. Curioso cuando antaño era lo que pedía a mis sumisos y sumisas.

— He venido a ofrecerle consuelo. Estoy preocupada por ella.

— ¿Cómo te llamas?

— Elegida.

— ¡Por Dios! Tu nombre real.

— Amalya.

— Bien Amalya, quiero que la cuides hasta que yo regrese. Es una orden del Gran Padre. — mire a Cormia — te veré dentro de dos días y no volverás hacer atada y mucho menos vamos a cumplir el ritual con el resto de las Elegidas mirando. Eso te lo aseguro.

Me marché sin mirar atrás y rezando para no encontrar a mi madre de camino al patio. Por fortuna así fue. Me materialice hacia la Mansión y el primer sitio que fui fue al despacho del rey. Entre sin tocar y fui recibido con suspiros fuertes de alivio, Butch abrazándome mientras insultaba a mi madre en irlandés y palmadas en mi espalda y un choque de puños de Phury y Wrath.

— Bienvenido hermano.

— Gracias…entiendo que ya estas informado de todo como rey.

— Todos.

— Bien porque lo único que necesito ahora es vodka y sexo con mi macho y no en ese orden.

Lo agarre de su mano y tire de él como un troglodita llevándose a su pareja a la cueva para follar y follar. El resto nos vitoreaban y se reían.









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