miércoles, 8 de marzo de 2017

UN RECUERDO LIMPIO...2ª


                                                     UN RECUERDO LIMPIO 



Butch y Vishous Fated

Una vez dentro del coche y de camino donde la prostituta Muñeca había sido asesinada, volví a intentar recordar que había pasado después de una formidable mamada y mi cabeza agudizo su dolor. La agarre entre mis manos y gemí. Apoye la cabeza en el respaldo y respire profundo.

— Brian, por tu bien intenta recordar que paso esta noche pasada.

— ¡Joder! De la Cruz, que crees que intento, pero mi puta cabeza se niega hacerme llegar que hice — cuando mi compañero y mejor amigo me llama por mi nombre real, la cosa pintaba jodida.

—Tú no eres un asesino, eres un buen policía.

—Díselo a Muñeca, apuesto mis cojones a que no estaría de acuerdo. Y en cuanto asuntos internos se entere estaré enterrado en vida y para siempre.

—Ni asuntos internos, ni nadie va a saber nada por ahora, mantén esa bocaza cerrada y todo irá bien.

— Hasta que vayan al ZeroSum y empiecen a preguntar por los clientes de Muñeca.

— No eres el único poli que va de putas.

— Ya, pero no todos se llaman Butch de apodo el duro y tienen la fama de saltarse las normas por los huevos. Y muchos menos estar siendo investigados por los cabrones de asuntos internos.

Paro el coche en seco en medio de la carretera. Se giró y me miro.

—Escúchame bien porque no te lo voy a repetir. Eres un buen policía, el mejor. No serás políticamente correcto y te da por golpear a la escoria cuando te encabronas, pero eso no es malo, algunos se lo merecían, la gran mayoría. Pero tienes instintos. Eres un buen compañero y antepones tu seguridad por encima de la mía propia. Eres quien más caso resuelves y si algo no te huele bien, nunca te equivocas. No eres un asesino por muy borracho que estés. Alguien te quiere fuera de juego o es casualidad que el siguiente cliente después de ti fuera muestro asesino de prostitutas. Sea como sea, vamos a descubrir que ha pasado y en algún momento los recuerdos volverán y sabremos la verdad de toda esta mierda.

Durante todo su discurso las bocinas de la larga fila de coches que se había creado tras de nosotros, no dejaron de sonar. Trague saliva, no queriendo demostrar las emociones que me corrían por el cuerpo por sus palabras y asentí porque no tenía voz…bueno la tenía pero temía quebrarme. Nadie a parte de mi hermana, había creído nunca en mí.

Volvió a poner el coche en marcha y veinte minutos después llegamos al escenario del crimen. Nos bajamos y me fui directo donde yacía el cuerpo de Muñeca. Levante la sabana y ahí estaba. Con el cuello degollado, parecía que su sangre se había salido de su cuerpo, pero a tenor de la herida no por ahí. Gire su cara y vi mordidas en un lado de su cuello. Cerré sus ojos ya sin brillo y en silencio rece una plegaria por ella. Me levante y mientras José hablaba con quienes la habían encontrado, empecé a inspeccionar la zona. Algo brillo entre dos cubos de basura del apestoso callejón, vaya ironía, me agache y saque un guante de mi bolsillo trasero. Me lo puse y recogí lo que brillaba. Era una estrella. La metí en una bolsa de pruebas. Y me la metí en el bolsillo del vaquero.

Me levante y respire hondo. Vi llegar a Beth y camine hacia ella. Nos saludamos con un beso y note que me escondía media cara con su pelo largo y suelto. Le explique lo que nos habíamos encontrado y que estábamos como al principio, sin una sola pista. Lo que había descubierto me lo guardaría por ahora.

— Oye Butch,¿De la Cruz esta por aquí?

— Anda interrogando. ¿Lo necesitas? O te valgo yo.

Le gire la cara con delicadeza para que me mirara y aunque se opuso al final conseguí mi propósito. Ver la cara de una mujer golpeada nunca me había gustado, pero si era Beth era perturbador porque era mi amiga y me gustaba. Labio inferior inflamado. Un cardenal que ya se había formado en la mejilla derecha, empezaba a destacar por debajo del maquillaje que se había puesto. El pañuelo que cubría su cuello se había movido dejando ver otros profundos cardenales. Iba a preguntarle qué había pasado. Cuando mi compañero llego hasta nosotros y la abrazo.

— No quiero te preocupes mas Beth, esos cobardes están en las dependencias de la comisaria y me ocupare personalmente de llevar tu caso.

— Gracias De la Cruz.

— ¿Quiénes la atacaron y porque te lo callaste?

— No quería que te metieras en más líos compañero.

— ¡Y una mierda!

Sin una palabra más, me fui a buscar un taxi que me llevara a la comisaria. José iba detrás de mí y yo lo ignoraba.

— Butch no hagas más gilipolleces, vuelve cabrón. Joder, estas con la soga al cuello no te ahorques tú mismo.

Subí al taxi que pare y sin mirar a mi compañero, le di al taxista la dirección de la comisaria.

— No quiero se meta en más líos por mi culpa.

—Ya es tarde para eso…puto irlandés cabeza de mulo.

— Tenía que haberte esperado en tu oficina José.

De la Cruz se acercó y la volvió a rodear con sus brazos, como un padre a una hija.

— Más temprano que tarde se hubiese enterado. Te voy a dejar con Smith, te ayudara con lo que necesites para que des la noticia de una nueva prostituta asesinada y me voy hacia la comisaria, espero llegar a tiempo de evitar el desastre que esta por pasar.

— Gracias De la Cruz.

A zancadas fui hacia el coche después de dejar a Beth en buenas manos y queme rueda intentando llegar antes de que Brian jodiera definitivamente su carrera como detective de homicidios.

Si los milagros existían, era un buen día para que quien fuera encargado de hacerlos, hiciera hoy su magia.

Llegue a la comisaria y no cerré el motor cuando baje, ni siquiera aparque el coche en su lugar y bien. Corrí hacia los calabozos y pregunte al cabo de guardia por mi compañero. Me contesto que había estado ahí con un detenido que tuvo que ser llevado a la enfermería. Gire y corrí a su oficina. Abrí de golpe la puerta y supe lo que había hecho cuando lo vi con la mano derecha entera metida en la papelera que estaba llena de hielo. Nos miramos. Entre y me apoye contra la puerta cerrada.

— Ahora sí que estoy jodido compañero.

— Estoy viejo para esto compañero.

Y sin más nos echamos a reír con unas carcajadas ruidosas. Pasado unos minutos, nos volvimos a mirar y dejamos de reír.

— Estas loco cabrón — dijimos a la vez.

Durante el trayecto no dejaba de pensar en las rápidas visiones que me vinieron del humano. Ser una bola andante del futuro no era un regalo, era una gran putada y una gran mierda. Sacudí negando mi cabeza al bajar del coche aun en marcha y entrando ya por la puerta del garaje. Con pasos a zancadas me fui preparando un liado y en cuanto el humo penetro en mis pulmones, mi calma llego…una calma pasajera, pero calma al fin y al cabo.

Fui directo al salón y espere por el resto y por Wrath que no tardó en aparecer.

— ¿Y el resto?

— Llegando.

El cabreo del hermano se olía de lejos. Algo había pasado. Los demás fueron entrando y ocupando lugares al azar. Wrath miro a Phury.

— ¿Dónde está Z?

— No soy su niñera.

Hubo miradas retadoras entre los dos y los demás nos preparamos por si había un enfrentamiento. Minutos que parecieron siglos y Wrath hablo.

— ¿Quién era el joven vampiro asesinado?

— El hijo de un importante señor de la raza — Thor era quien siempre daba las explicaciones.

— Parece que esas ratas se reproducen con mucha rapidez. — Nos miró uno a uno — ¿Qué sabemos del asesinato del hermano Darius?

— Fueron ellos, estamos en busca de los culpables.

— Quiero los corazones de esos putos cobardes en tinajas y en la Tumba. Hay otra cosa — hizo una pausa — han vuelto asesinar a otra prostituta.

Se acercó al hermano Phury hasta estar pecho con pecho. El poco aire que corría entre los dos era electrizante. El resto nos pusimos en tensión y alerta.

— Si llego a descubrir que tu hermano Z está detrás de esos asesinatos, lo matare con mis propias manos y daré a comer sus restos a los perros. Hazle llegar mi tan amable mensaje ya que no ha tenido la decencia de venir a la reunión.

— Nos ayudó en la pelea y luego desapareció, pero mi gemelo no es un asesino.

— Es un maldito psicópata. — camino hacia la chimenea y nos dio la espalda — ir a comer algo y descansar. Thor necesito hablar contigo.

Iba a salir por la puerta y dejar a esos dos solos cuando Thor me nombro.

— Vishous, quédate.

Wrath se giró y me miro con una ceja alzada.

— Como sabes a V le toco patrullar solo y en plena pelea un humano entro a echarle una mano.

— ¡¡ Un jodido humano!!

— Le borre los recuerdos de la pelea y de nuestra existencia.

— ¿Cuál es el problema entonces?

— Que te lo diga el.

Mire a ambos y apague el liado, guardando la colilla. Nada se le escapaba al hermano Thor.

— Tuve visiones rápidas con el humano y nosotros.

— Al grano V, mi paciencia es limitada — gruño Wrath.

— Lo vi luchando de nuestro lado y por nuestra causa.

— Es imposible que un maldito humano sea amigo nuestro y mucho menos luche a nuestro lado. Pero tus visiones siempre se cumplen. Averiguaremos quien es. Ahora déjame solo con Thor.

Salí y busque una habitación donde poder descansar. Solo esperaba que las putas visiones no volvieran. De camino al cuarto pensaba que porque no le había dicho a Thor y Wrath lo último que vi.

Sonreí con una sonrisa lobuna, como soy un cabrón que sea una sorpresa. En nada ese humano estaría entre nosotros.

Una vez en el cuarto me desnudé y me di una ducha rápida. Salía del baño cuando unos golpes ligeros sonaron en mi puerta. Cubrí mi culo con una toalla y abrí de mala leche.

— Perdón señor, me fije que no se quedó a la última comida y me tome la libertad de subirle una bandeja bien surtida y una botella de Gloose.

Me aparte y lo deje pasar. Era Fritz, el mayordomo del hermano fallecido Darius. Parecía un ratoncillo asustado, pero era listo como un lince, discreto y perpizca. Además de estar siempre pendientes de cada uno de nosotros, desde que su señor vivía. Dejo todo en una pequeña mesa bajo la gran ventana y con una inclinación de cabeza salió. Me quede sin saber que decir, no estaba nada acostumbrado a decir gracias.

— No se preocupe señor, es un placer servirle a usted y a los demás. Buenos días.

Fue entonces cuando me di cuenta que había cerrado las cortinas, señal que iba a empezar amanecer. 

El mayordomo salió muy discretamente y cerró la puerta sin hacer ruido.

Me saque la toalla y me metí en la cama. Agradecía el gesto del hombrecillo, pero no tenía apetito. Necesitaba dormir y llegar a mi ático se me hacía pesado y por eso me había quedado en una de las muchas habitaciones de la Mansión.

¿Cómo había pasado de estar en la Mansión, en mi ático y en compañía del humano? Sin mediar palabra me subí a mi cama, pegué mi espalda al cabecero de metal negro. Con sumo cuidado subí al humano hasta estar metido entre mis piernas. Un brazo subió mi mano sin guante hasta su pelo húmedo y le acariciaba el pelo para calmar su ansiedad y limpiar su sudor. La mano cubierta con el guante negro hacia caricias por debajo de su ombligo, la zona que quedaba antes de bajar a chupar una polla, aunque ese no era mi estilo. Yo era un amo dominante duro, la ternura no era para mí. Pero aquí no había nada sexual, se trataba de salvarle la vida al cabrón humano entrometido.

De repente la visión se evaporo y no me dejo ver más. Mi ojo derecho volvió a su lugar y desperté del todo. Sin prisas me levante y abrí con los dientes el tampón del vodka y le di un buen y largo trago. Sabía que darle vueltas a lo que había visto, no me daría las respuestas.

Volví a la cama y me quede sentado, puse el almohadón libre detrás de mí y seguí bebiendo.

No dejaba de pensar qué coño pintaba el humano en nuestras vidas y en mi ático. Todos suponían que viva en algún lado, pero nadie sabía que tenía un ático, solo mis sumisos y sumisas. Nadie más. Y para mantener mi santuario en paz, pagaba muy bien por una sección de sado para dominar y mantener a raya mis demonios. Dejaba mis tatuajes de peligrosa advertencia siempre a la vista, para que supieran lo que podría pasar si se iban de la lengua alguna vez y mi pantalón de cuero puesto. Nadie debía saber nunca que no era un hombre completo y que ese hecho era un tortuoso recuerdo que me atormentaba noche tras noches.

Pero de todo lo visionado, el hecho de que pudiera tocar al humano con mi mano enguantada y no le pasara nada, no era normal. Esa mano mía era peligrosa y todo yo en mi mismo cuando me encendía.

¿Qué cojones era lo que pasaba con ese maldito humano en particular?

Paramos de reír de golpe cuando el interfono interior de comisaria sonó de seguido y de forma martilleante. Di al botón y esperamos.

— O¨Neal a mi despacho…¡¡YA!!

Cerré y mire a mi compañero que había fruncido el ceño.

— El capitán está muy cabreado Butch.

— ¿Cuándo no lo está?

Me levante y salí por la puerta sin mirar atrás. Unas zancadas después estaba entrando por la puerta de un muy cabreado capitán, que ni siquiera me dijo adelante cuando toque en su puerta o me ofreció asiento, eso solo significaba una bronca de cojones o entregar la placa y pistola por tiempo indefinido.

— Llevas el tiempo conmigo suficiente para saber que por menos de los que tú has hecho con los delincuentes que atrapamos, significa una patada en el culo y una amonestación de una semana o dos a lo más —  me miro y se hizo hacia hacia atrás en su sillón de cuero — mira puedo entender tu cabreo y tu forma de actuar porque todos aquí dentro apreciamos y estamos enamorados de la dulce Beth, pero estas bajo el ojo de asuntos internos por lo que paso con aquel traficante hace un mes y no se te ocurre otra cosa que venir a golpear al hijo de un senador que solo es presunto violador con su amigo... joder detective di algo.

— Yo solo le pedí explicaciones sobre lo sucedido y de camino al calabozo tropezó y se cayó contra las escaleras al subir.

— Si claro y yo soy Blancanieves .

Se me escapo una sonrisa al pensar en mi jefe con tal disfraz. Tosí y la disimule.

— Solo quería sacarle una confesión y un sincero arrepentimiento de lo moretones que le hizo a Beth.

— A puñetazos y poniéndolo en el calabozo de traficantes y asesinos, además de hacer correr el rumor de que el nuevo y su amigo eran violadores. Si Tom no hubiese oído nada, esos chicos estarían muertos.

— Violadores, no chicos. Aquí no vale el tanto monta, monta tanto jefe, son dos violadores en potencia, que no lo lograran hacer con Beth, no significa que no lo vuelvan a repetir en un futuro, si los dejamos sueltos.

— Lo sé, pero resulta que uno de esos cabrones es hijo de otro cabrón importante. Butch, no quiero hacer lo que voy hacer, eres el mejor poli que tengo, pero el senador ha tocado puertas y debo hacerlo. Además asuntos internos no te quiere cerca de aquí, hasta que acabe la investigación.

— No te preocupes capitán, lo entiendo. ¿Cuánto tiempo esta vez?

—Tres semanas suspendido de empleo y sueldo.

— ¿A partir?

— Del Lunes.

— ¿Cómo va lo investigación de los buitres?

Se hizo hacia delante apoyando sus codos en su mesa y me miro sonriendo.

— Lo bueno para ti, es que no tienes dinero en otras cuentas. Que vives en un cuchitril y tu coche es de segunda mano, por ese lado estas limpio como el culo de un bebé. Pero lo de tu manía de sacar las confesiones a golpes, no están muy claras las cosas.

— Apechugare con lo que venga.

— No quiero perderte Irlandés, eres el mejor que he tenido.

— Gracias Capitán.

— Los chicos declararán a tu favor y ninguno de los que estaban de guardia en los calabozos esos días, se acuerdan de verte golpeando a nadie. Dile a de la Cruz que se coja el resto el día libre y que no se separe de tu culo hasta el Lunes.

— De nuevo gracias Capitán — le di la mano y gire abriendo la puerta. Sus palabras me detuvieron en seco.

— Aun así, esta vez lo tienes muy jodido amigo.

Asentí tragando saliva y sabiendo muy bien lo que esa frase significaba. Llegue a mi despacho y entre cerrando la puerta con un duro golpe. Abrí el último cajón del archivador y saque la botella de whisky que escondía ahí. Saque el tapón y le di un trago potente que me quemo la garganta. Dando el segundo trago me encontró mi compañero José.

— ¿Malas noticias?

Lo mire y me senté en mi silla tras mi mesa sin soltar la botella.

— Suspendido de tres semanas de empleo y sueldo a partir del Lunes. Serás hasta entonces mi guadaculos y lo de asuntos internos pinta muy pero que muy jodido para mí. Como ves todas buenas noticias para los delincuentes.

— Suelta esa botella. Vamos a emborracharnos juntos.

Una hora después estábamos en el ZeroSum ,llenando nuestros hígados de whisky, cuando entro un grupo de tíos, vestidos de cuero de pies a cabeza y con aspecto amenazante en sus gestos, miradas y forma de controlar el sitio cuando se sentaron.

— Maggi te va a matar por emborracharme irlandés.

Asentí a lo que mi compañero, ya borracho decía, sin quitar ojo a la mesa de recién llegados. Algo me era familiar en esos fulanos, pero no sabía que. Pensé en sacar mi móvil y hacerles una foto, pero el flas me delataría y a buen seguro para la hora de la cena estaría muerto.

De repente mi cabeza empezó a gruñir de dolor. Los malditos recuerdos de la noche pasada, volvían a intentar salir a la superficie, pero si forzaba mi cabeza, el dolor me mataba. Mierda.

Seguí tomando con De la Cruz, pero sin quitar ojo a esa mesa. Todos me llamaban la curiosidad, pero sobre todo el que llevaba una gorra de los Red Sox calada de tal forma que intentaba ocultar algo. Un flash cruzo rápido traspasando la muralla de los recuerdos que no querían asomar en mi cabeza y me vi frente al fulano de la gorra hablando con él. Abusando de mi buena suerte, forcé mi cabeza y volvió el dolor.

Gruñí, tome un trago y me dirigí a la mesa de esos matones. No fui consciente de que todos los empleados del Reverendo, otro delincuente que no había logrado cazar, se ponían en guardia. Que uno de ellos avisaba al de la gorra que yo iba para la mesa y que el ambiente se había vuelto crispado y con estática en el aire. Llegue, apoyé mis manos frente al de la gorra calada y casi le grite.

— ¿Nos conocemos hijo de puta?

Lentamente levanto su cabeza y su mirada hacia mí. Esos ojos no eran humanos. Ni el brillo, ni el color. Me echo a la cara una calada de su cigarro.

— ¿De qué tendría que conocerte huma… a ti? Por cierto, creo que tu madre y la mía son la misma, así que si me llamas hijo de puta, te estas retratando a ti mismo.

Me fui a por él y una férrea y grande mano detuvo mi avance.

— Detective, creo que su amigo necesita que lo lleven a casa.

Nos retamos con la mirada y por fin me fui a por mi compañero que no se mantenía ya en la banqueta. Di las buenas noches al Reverendo que fue quien paro mi asalto a ese cabrón y volví a retar a con la mirada a ese chulo vestido de cuero.

Hoy era noche libre y aunque lo que más me apetecía era irme a mi ático y llamar a una de mis sumisas, Wrath había insistido en que nos tomáramos la noche libre e hiciéramos lo que más nos gustara. Hasta Thor se había unido por unas horas.

Llegamos al local del Reverendo, traficante, chulo y symphath. Pero en su local se estaba seguro de lo que se bebía, se consumía y se follaba. Todo era de buena calidad y sin adulterar. Y su club era el mejor en toda la zona y si me apuras en todo Cadwell.

Fui el último en entrar y en cuanto lo hice y sin saber porque, un escalofrío me recorrió la columna vertebral. No era miedo, más bien era al contrario. La marea de gente se abría ante nuestra presencia. Los que eran vampiro como nosotros, agachaban la cabeza en señal de respeto. Lo más osado nos retan a pelear en el callejón del club y siempre salían mal heridos si caíamos en sus provocaciones. Los humanos nos tomaban por una banda de narcotraficantes asesinos a sueldo. Y eso nos venía muy bien, pero como en los vampiros había descerebrados que se creían mejor que uno y esos con un pequeño susto salían por patas.

Volví al escalofrío y me centre en ver de dónde venía y porque. Nunca me había pasado esto y menos en el Zero Sum. De camino a la mesa, no vi nada fuera de lugar, pero la inquietud persistía.

— ¿Todo bien V?

Asentí a Thor y me levante para ir al baño. Hice mis necesidades, lavé mis manos y salí y entonces lo vi. Al humano que me echo una mano en la pelea sin pedírselo, en la barra junto a otro humano. Había intentado obtener información y lo poco que obtuve me llamo la atención. Era detective de homicidios, irlandés, aficionado a las putas y al buen whisky. Estaba siendo investigado actualmente por agresión a un delincuente.

Encendí un liado y le eche una última mirada, antes de volver a la mesa. Mil preguntas me rondaban sobre ese humano en particular y no es que me importara lo que le pasara, pero si tengo visiones con algo o alguien, no suelo pasármelas por los huevos, bueno huevo. Y se me seguían repitiendo todas las noches, pero de todas las preguntas que me rondaban, era una el particular la que no me dejaba descansar, ¿Cómo era posible que mi mano maldita no lo chamuscara? Si lo hiciera ahora seguro que si, según mis visiones sería más adelante, cuando fuera uno de los nuestros.

Negué y volví a la mesa. Pedí una botella de vodka y entre en la conversación con mis hermanos.

— La semana que viene vamos a por los que mataron al hermano Darius.

— ¿Por qué no esta noche o mañana? — pregunto Rhage .

— Por que Wrtah ha descubierto a la hija mestiza de Darius y quiere traerla a la mansión y se haga cargo de su herencia. Pero primero tiene que contarle quien era su padre, que ya no está y quienes somos nosotros.

— ¿No sería mejor uno de nosotros, en vez de Wrath? — pregunto Phury

Nos miró y sonrío como si el supiera algo que nosotros no.

— Porque Darius eligió que fuera Wrath quien lo hiciera.

— El hermano había perdido la cabeza antes de morir — sentencio Rhage.

— No lo creo –le rebatió Thor — tu Hollywood,te tiras todo lo que se menea y que lleve tetas. Phury es célibe pero tiene un hermano, Zsadist, que si se presenta delante de la muchacha saldría corriendo. Vishous está metido en su mundo y los humanos no son de su agrado, la humanidad entera no es de su agrado, hasta a los suyos odia. Yo estoy casado y tengo que cuidar a mi mujer y a mi futuro hijo. Así que el único “sensato y cabal” que quedaba era Wrath.

Hubo un tenso silencio y sin más, carcajadas ruidosas de los nombrados.

— Ostia decir que Wrath es sensato y cabal es el mejor chiste del mes Thor — tercio Phury sonriendo.

Bebimos cuando paramos de reír y las conversaciones basaron en torno a cómo íbamos a cazar a los perros que mataron al hermano Darius.

De repente el aire se cortó y una carga eléctrica nos rodeó. Se volvió pesado el ambiente y todos nos pusimos en guardia. Revisamos y vimos que toda la gente que tenía el Reverendo de seguridad estaba tan alerta como nosotros mismos. Por mi vista periférica vi que el humano policía venia hasta nuestra mesa al tiempo que Phury me lo marcaba avisandome. Thor también lo había visto y alzo una ceja a modo de pregunta que no puede contestar porque el cabrón se plantó delante de mí. Note su furiosa mirada y me centre en mirar a la mesa. No quería pelear con él. Ni que los míos lo atacaran o los de seguridad del Reverendo lo sacaran a patadas del local.

— ¿Nos conocemos hijo de puta?

Pero…lentamente subí mi cabeza y la vista. Di gracias al infierno de que mi gorra estuviera bien calada y lo mire, con chulería, desafiante y alzando la ceja derecha. Di una calada a mi liado y le eche el humo a la cara.

— ¿De qué tendría que conocerte huma… a ti? Por cierto, creo que tu madre y la mía son la misma, así que si me llamas hijo de puta, te estas retratando a ti mismo.

Hizo el gesto de atacarme pero la mano del reverendo en su hombro y el aviso de que su amigo necesitaba ayuda, lo contuvieron. Se levantó en su estatura y me desafío con la mirada. Le respondo el desafío de la misma forma. Y el guante quedo echado.

El Reverendo se disculpó, Phury le dio las gracias y Thor empezó hacerme preguntas una tras otra.

— ¿No le habías borrado la mente? ¿Por qué se acordó solo de ti? ¿Por qué fue a por ti? ¿Qué mierda has hecho mal?

— Se la borre. Ni puta idea de porque vino a encararme solo a mí, o porque se acordó de mí. Y yo no hago nunca nada mal. Nos vemos mañana en la casa de Darius.

Me levante sin dar más explicaciones. Salí y camine hacia el callejón. Me volatice hasta mi ático y solo encendí una vela cuando abrí la puerta de la terraza con la mente. Me quite el abrigo de cuero tirándolo al suelo y me fui a por la pequeña cocina a por una botella de Gloose. Saque mi móvil y llame a un sumiso vampiro con unas características específicas y que aguantara el dolor. Di un largo trago y saque mi camiseta tirándola junto al abrigo.

El sumiso llego y pidió mi permiso para entrar, se lo di y lo observe desde el rincón oscuro donde estaba. Un metro ochenta, hombros cuadrados. Cuerpo musculado y duro. Ojos color miel y pelo castaño. Acento en el inglés.

— Desnúdate del todo.

Lo hizo y me regocije en lo que veía.

— Al potro.

Di otro largo trago a mi vodka, deje la sobre una pequeña mesa negra. Salí de la oscuridad y ate las muñecas y tobillos del sumiso al potro. Me fui hacia la pared donde estaban los látigos y cogí el que tenía unas pequeñas púas al final. Volví a los pies del sumiso.

— No quiero ir ni una queja. Tú palabra de seguridad será Negro.

Asintió a la palabra de seguridad y sin más preámbulo di el primer golpe con el látigo de púas contra sus nalgas. Finos hilos de sangre empezaron a salir. Y aunque salto ante el golpe inesperado, no emitió ningún sonido. Algo que se podía llamar rabia empezó a subir por mis pies hasta cubrir mi cuerpo y volví a castigar al sumiso. El principio de una larga noche antes del amanecer. Maldito humano.

Después de dejar a mi compañero en su casa y llevarnos ambos una buena bronca de la dulce Maggie, me monte en mi coche y me puse a conducir sin un destino concreto. Estaba seguro que si me metía en la cama ahora iba a dar más vueltas que una noria y no dormiría nada de nada. Y encima no estaba borracho. Ese mamón con la gorra calada, lo conocía de algo, pero intentar recordar que, me hacía estallar la cabeza en un dolor insoportable y no estaba por la labor. Además estaba el jodido flash de haber estado hablando con él, pero ¿Dónde y cuándo? En fin pensar no solucionaba nada y menos saber lo que me esperaba al final del fin de semana. Estaba jodido, eso era un hecho. Dios me ayudara.

Di un volantazo y me dirigí hacia donde estaban las prostitutas haciendo la calle. Pare a la altura de Cherry Pie,por lo que sabía de ella de una noche que la detuvieron, su nombre real era Mary Mulcahy y solo llevaba dos años pateando calles y follando por dinero, por lo que su belleza y frescura aún estaban frescas. Pare el motor y baje la ventanilla del pasajero a mi lado. Se apoyó sobre sus codos dejándome ver sus generosos senos. Me sonrió.

— Vaya, vaya, pero quien está hoy por aquí. ¿Te perdiste o buscas compañía? Chico duro.

— Busco compañía.

— Eso quiere decir que te cansaste de usar tu mano izquierda.

— Eso nunca.

Se rio y entro en el coche. Lo puse en marcha y lo metí bajo un puente a orillas del rio,donde había escaza luz. Volví a pararlo y saque dos cigarros, los encendí y le pase uno.

— ¿Cómo te va, Cherry?

— No me quejo.

— ¿Estas teniendo cuidado?

— Lo dices por el asesino de compañeras.

— Si, por eso y lo demás.

— Nos estamos cuidando entre nosotras y no vamos más lejos de este puente. Un ex mercenario nos vigila con su amigo, que es su pareja, a cambio de nada.

— Hablas del hermano de Muñeca.

— Sí.

— ¿Guardas aun mi tarjeta?

Abrió el bolso y un bolsillo pequeño, sacó mi tarjeta. Asentí sonriendo y la volvió a guardar. Tiro el cigarro por la ventana y con mano diestra desabrocho los botones de mi pantalón vaquero y metió la mano agarrando mi polla que estaba medio dura. Hice lo mismo con mi tabaco, la agarre del cuello y la atraje hasta mi boca. Hice el asiento hacia atrás y la senté a horcajadas sobre mis muslos. El aire envolvió a mi polla cuando la saco del todo del pantalón. Nuestras bocas se separaron y devoro mi cuello. Mis manos fueron por debajo de su corta falda y agarre sus nalgas. Aparte su tanga y me metí en su sexo con brusquedad y hasta el fondo. Empezó a cabalgarme y de vez en cuando azotaba sus nalgas. Mi boca se comía sus gemidos y la de ella los míos. Nuestros cuerpos empezaron a sudar y gracias a las ventanillas medio abiertas no se condesaba vapor dentro del auto. El orgasmo empezó a construirse en la parte baja de mi columna vertebral. Agarre su cara y la mire. Mordió su labio inferior y se vino. Su orgasmo atrapo el mío y se desato la lujuria. Volví a mirarla a los ojos y en cuanto los destellos de la pasión pasaron, sólo había cansancio. Y sin más unos ojos color plata se colaron entre esa mirada y mi cabeza. Un recuerdo, sin avisar y sin dolor de cabeza…era el de la gorra calada y esos ojos eran de él. Un gusto amargo se acomodó en mi boca, mi corazón estaba tan vacío como esa mirada del hombre de la gorra calada y al que rete esta noche en el ZeroSum.

— Chico duro, cuando quieras que te lo haga gratis y toda la noche, ven a buscarme. Eres un hijo de perra muy bien parecido y me haces correr.

El recuerdo se evaporo como humo, ella se salió de mí y le señale que en la guantera había toallitas húmedas. Las cogió, me paso unas cuantas y nos adecentamos.

— ¿Por qué nunca usas preservativos conmigo?

— Por tu trabajo os hacéis cada cierto tiempo analíticas y sé que no pegaras nada. Además contigo tengo orgasmos y eso no pasa nunca.

Puse el asiento en su lugar. Saque mi billetera y le pague. Nos dimos otro caliente beso y la mire.

— ¿Cuánto me cobras por pasar todo lo que quede de noche, hasta el amanecer, conmigo?

— Nada, ya te lo dije.

Puse el coche en marcha. Paramos para avisar a los dos ex mercenarios que nos íbamos y la chica estaría fuera toda la noche. El hermano de Muñeca me reconoció y asintió.

Al menos esta noche no estaría solo. Mañana volvería a mi vida de mierda.

De camino a casa no dejaba de pensar en esos ojos y en esa mirada.

Después de estar un rato marcando el cuerpo del sumiso con el látigo de púas, en sitios que podía dañar sin hacer daños permanentes y peligrosos, me volví hacia la negra pared donde estaban todos los juguetes que utilizaba con los sumiso y sumisas que me traía. Pase la mano libre por ellos y si sintió bien el tacto bajo mis dedos. Me decante por una mordaza con bola. Una fusta dura y unas esposas.

Volví donde estaba el sumiso. Amordacé su boca. Y libere sus manos y tobillos. Sin hablar y señalando con la fusta le marque donde estaban los ganchos de colgar. Camine hacia él. Puse sus manos delante de mí y cerré las esposas en sus muñecas. Subí sus brazos y enganche la cadena de las esposas en los ganchos.

Observe el cuerpo del obediente sumiso. Finas tiras de sangre corrían por todo su cuerpo. Su polla ya estaba dura. Saque de mi bolsillo un anillo compresor y lo cerré en la base de su pene para que se corriera cuando yo quisiera. Lo mire y como buen sumiso mantenía la vista baja.

— ¡Mírame! — mi voz sonó dura y seca.

En cuanto mis ojos chocaron con esos ojos color miel, la imagen del humano entrometido se coló en mi cabeza. Mordí mi labio inferior con tanta fuerza que no deje de hacerlo hasta que mi propia sangre bajo por mi barbilla. Me la limpie con los dedos y gruñí.

— ¡Baja la vista!

Y con ese gesto llego el primer golpe de la fusta. En sus nalgas, donde había heridas del látigo.

Mientras castigaba al macho, mis demonios me iban atacando, pero esta vez no eran los de mi pasado. Mis demonios de esta noche giraban en torno a un humano que no sabía porque me afectaba tanto. ¿Por qué esos ojos color miel, me hacían tener sueños que no deseaba? ¿Por qué ese cuerpo que se escondía bajo la ropa, me tenía al borde de la locura? ¿Por qué había tenido visiones con él? ¿Por qué no se iba de la mente? ¿Que tenía que ver un inspector de policía con nuestra raza, con nosotros? ¿Qué significado tenía su ligera opresión a que le borrara lo que paso en el callejón?

Muchas preguntas y nulas respuestas…por ahora.

Seguí golpeando al macho. Notaba como mi polla dura empujaba contra la cremallera del pantalón de cuero, pidiendo liberación y fiesta. Le quite la mordaza, solté la fusta, al sumiso de los ganchos y lo empuje contra en potro con el culo en pompa. Abrí mi cremallera, posicione mi polla y me metí de una brutal embestida en el culo del sumiso. Se agarró a los patas del potro y lo folle con dureza.

En cada embestida estaban esos ojos color miel y esa mirada retadora.

Le quite el anillo que oprimía su polla y le di permiso para que se corriera. Agarre con fuerza sus caderas, me metí hasta el fondo, empujé más fuerte mis caderas y me corrí. El orgasmo fue brutal. Erizo toda mi piel y durante toda mi corrida esos ojos miel estuvieron presentes. Cuando al fin finalizo, me salí del macho y guarde dentro de mi pantalón mi polla. Levante al macho, le quite las esposas y no tuve que decirle que podía utilizar el baño y luego irse, una vez que le pagara.

No era de dormir abrazado y mucho menos tener toda la noche a un macho en mi cama. Lo mío era lo que era y punto. Llamaba, venían, cumplían su trabajo, se aseaban, pagaba y se iban.

Veinte minutos después y ya solo, me duche. Cogí una botella de vodka y me senté con la espalda pegada al cabecero en la cama. Encendía un liado cuando mi móvil sonó. Por el indicador de llamadas, vi que era Thor.

— Thor.

— Vishous quería disculparme por mi comportamiento de esta noche. Jamás he dudado de que hagas tu trabajo más que bien.

— No te preocupes. Ni yo entiendo aun como ese humano me reconoció o al menos se acordara de mí.

— Tendremos que averiguarlo.

— Deja eso en mis manos. Ese humano es problema mío, no de la Hermandad. Fue de mí de quien se acordó y no de los demás.

— Entendido, lo dejo en tus manos. Hasta mañana.

Colgué sin decir nada más, apague la vela y cerré la puerta de la terraza con la mente. Pase las persianas y la oscuridad más absoluta me engullo. Bebí hasta que mi liado se acabó. Puse la colilla apagada en el cenicero y me escurrí hasta estar acostado.

En esa oscuridad ojos color miel se hicieron notar y de mi garganta salió un ronroneo. Puta mierda, yo no ronroneo, gruño como la bestia que era.

Golpee la almohada y la agarre para dormir. Suplique por unas horas de sueño tranquilas.

































No hay comentarios:

Publicar un comentario