jueves, 27 de abril de 2017

MI OCEÁNO...4ª


                                                                    MI OCÉANO



Vishous y Butch Fated

Hemos dejado al humano en el salón, mientras nosotros estábamos en el comedor. No podía dejar de pensar en él y en como los engranajes del destino se habían puesto en marcha de la mano de la hija del hermano fallecido Darius. Mis putas visiones nunca se equivocaban y prueba de ello, era la presencia del poli. Su nombre real era Brian O´Neal, pero lo llamaban Butch y por castigar a los que atentaban contra los de su propia raza, lo habían castigado a él. Su actual trabajo pendía de un hilo. Y su vida no era nada amable, ni aplacible.

Trague vodka y volví mis pensamientos al humano. Venían días de cambios. Meses de estructurar lo viejo y añadir lo nuevo, si queríamos sobrevivir. Y aunque aún no entendía muy bien qué coño pintaba ese humano en particular en nuestra hermandad, mis visiones me hacían ver que era necesario y que no se iría de aquí. Nunca volvería al mundo que él conocía. Y su valor no tenía precio. Hoy era la segunda vez que se tiraba a por mí, sin medir las consecuencias y sin saber lo que somos. Lo hubiese aplastado igual que a una cucuracha.

Cuando las ruedas del destino cabrón giran para colocar las cosas en su sitio, cualquier cosa podía pasar. Por mi vista periférica vi que Z se levantaba y salía. Una alarma se encendió en mi cabeza. Solté el vaso y empuje mi silla ruidosamente contra el suelo. Mis zancadas fueron largas y rápidas. Si Zsadist quería sangre, no sería la del humano, que saliera en busca de otra prostituta humana. Thor me paro en la salida.

— ¿Dónde está el fuego?

— En ningún lado.

— Oye V, ¿Cómo el humano recordó hasta nuestros nombres?

Lo mire con los ojos entrecerrados hasta ser dos líneas y gruñí.

— ¿Vuelves a poner entredicho mi capacidad? Yo no me opondría a ofrecer un Rhyter.

— Tranquilo hermano, no lo hago y no quiero ni que me golpeen, ni golpear a uno de los míos.

Me apreté con dos dedos el puente de la nariz y respire hondo.

— La noche que le limpie la mente, note un no muy leve impulso de negación a que lo que le hacía no sucediera. Tiene una mente fuerte. Y a pesar de lo que al final lo conseguí, me costó y se ve que esos recuerdos se quedaron flotando a la espera de un choque que los hiciera ordenarse y pasar por sus ojos como una película.

— Traer a la hija de Darius y vernos, fue el choque.

— Afirmativo Thor. Y ahora — sin más preámbulos fui hacia el salón.

Abrí la puerta y vi a Z detrás del humano, animándolo a que huyera y el salir en su caza. Sería la gota que Wrath necesitaría, en su vaso de la paciencia para el hermano psicópata, para matarlo por incumplir la orden de no tocar al amigo de Beth.

— Zsadist, déjalo en paz. Wrath quiere al humano vivo, de momento. Y se están rifando papeletas para ver quién te despelleja y te pone al sol para que te achichares.

— Tú y ¿cuantos más?

— Yo y mi mano.

— Inténtalo. Solo inténtalo. Prefiero cazarte, que cenar con ellos — le murmuro amenazante al humano.

Al pasar por mi lado me empujo con su hombro y me gruño. Me quede donde estaba mirando la espalda del poli.

— No me gusta tener a ese loco de enemigo. Gracias.

— Le gusta asustar a los humanos, es su pasatiempo preferido. Mientras Wrath no de una orden contraria estas a salvo.

— Supongo que cuando dices humanos, te refieres a personas — se giró y me miro— si vuelves a hurgar en mis recuerdos o vuelves a jugar con mi cabeza o me vuelven a dar esas migrañas que me partían la cabeza cuando intentaba recuperar lo que paso esa noche…¡TE MATO!

— Lo podrías intentar.

— Te matare.

De repente se pegó a mí y empezó a olfatearme como un perro. Antes de que le preguntara que cojones hacía, el olor de océano me llego alto y claro. ¡Marissa!

— Huele a océano y no eres tú, jode mentes.

Su mirada fue hacia la figura de la mujer que entraba por la puerta. Cerré los puños con fuerza y gire sobre mis talones saliendo del salón. La hembra se hizo a un lado y me dejo pasar. Por unos segundos nuestras miradas se encontraron.

— Es una de las nuestras, si la tocas o le haces daño morirás humano.

—Seré un caballero jode mentes.

Fui al comedor y agarre una botella de vodka. Odio a las hembras. Odio a Marissa.

Genial encerrado en el salón mientras esos delincuentes hacían fiesta. Volví a pasearme por el habitáculo, que no era nada pequeño, a este paso haría un agujero en la cara alfombra. Me pare mirando los troncos que se apilaban en la chimenea y me imagine sentado delante del fuego en invierno y tomando un ponche que me traería el amable mayordomo. Sería un agradable y cómodo inverno. Esta fantasía me llevo a preguntarme ¿qué diablos hacia esa pandilla de bastardos delincuentes en un lugar como este?

Volví a mirar hacia la puerta principal, por enésima vez y nada de Beth.

Camine hacia la ventana y un loco pensamiento de estrellar una silla contra el gran cristal para hacer un hueco y escapar. Llamar a José y a la artillería pesada y traerlos hacia la misma puesta de estos hijos de puta. Era una idea loca, pero que iba tomando forma. Agarre el respaldo de una de las sillas delante de mí y de repente me quede helado cuando una voz, la más fría que me había oído en mi vida, me susurro al oído:

— Espero que decidas huir.

Me gire y me di de morros con el tío de la cicatriz y los ojos sin alma. No lo había oído entrar y por muy ensimismado que estuviera en mis pensamientos, algo hubiese oído.

— Adelante, dame el placer de cazarte. — Parecía un tiburón a punto de zamparse una presa— rompe la ventana, salta al jardín y corre a pedir ayuda. Pero estaré detrás de ti y antes de que puedas salir por las enormes puertas de hierro, te habré cazado y serás mío.

Trague saliva con dificultad. No soy fácil de asustar, pero pensar en ese loco corriendo tras mi culo y dándome caza, me tenía frenado y acojonado. Una voz firme y seca, me saco del aturdimiento y volví a respirar. Me di la vuelta para apoyarme en la silla que utilizaría como arma si fuera necesario.

Lo sentí caminar hacia el que había hablado y oír una conversación de lo más delirante y loca. Allá ellos, no me iba a meter para salvar el culo de nadie, ya había tenido bastante de eso con estos locos.

— Zsadist, déjalo en paz. Wrath quiere al humano vivo, de momento. Y se están rifando papeletas para ver quién te despelleja y te pone al sol para que te achichares.

— Tú y ¿cuantos más?

— Yo y mi mano.

— Inténtalo. Solo inténtalo. Prefiero cazarte, que cenar con ellos.— me murmuro amenazante el cabrón.

Oí como salía y ahora si respire de seguido mientras mi cuerpo se calmaba y la adreladina bajaba.

— No me gusta tener a ese loco de enemigo. Gracias.

— Le gusta asustar a los humanos, es su pasatiempo preferido. Mientras Wrath no de una orden contraria estas a salvo.

— Supongo que cuando dices humanos, te refieres a personas — me gire y lo mire averiguando quien era y me cabree en serio— si vuelves a hurgar en mis recuerdos o vuelves a jugar con mi cabeza o me vuelven a dar esas migrañas que me partían la cabeza cuando intentaba recuperar lo que paso esa noche… ¡TE MATO!

— Lo podrías intentar.

— Te matare.

Me pegue al jode mentes y empecé a olfatearlo como un perro.

— Huele a océano y no eres tú, jode mentes.

Por el rabillo del ojo, vi como una impresionante hermosa mujer entraba al salón. Esbelta, elegante, ataviada con un vaporoso vestido y su hermoso cabello rubio suelto hasta las caderas. Mis manos hormiguearon por meterse en esa mata de pelo color oro. Era delicada perfección y sus ojos eran de un azul tan claro como el cristal.

Lo último que le oí al jode mentes fue:

— Es una de las nuestras, si la tocas o le haces daño morirás humano.

— Seré un caballero jode mentes — le conteste si aparta mis ojos de la bella mujer.

Vi que hizo un gesto de salir detrás del jode mente y no lo podía permitir.

— No, no te vayas. No voy hacerte daño.

— ¿Cómo puedo estar segura?

Extendí las palmas de mis manos hacia arriba y le sonreí.

— Soy policía.

Ella recogió su vaporosa falda del vestido para irse y por una vez en mi vida suplique.

— Por favor. No estoy aquí en misión. No llevo ni mi pistola, ni mi placa. Pero te prometo que no te hare daño.

Soltó el vestido. Enderezo sus finos hombros. Cruzo sus manos delante. Y me miro.

Tocaba ser un caballero. Esa mujer se merecía toda mi caballerosidad.

¿Qué sentimientos eran estos? ¿Qué me importaba a mí lo que hiciera el humano o con quién? Nunca había considerado a Marissa digna para el Wrath, pero no por ella, por el capullo de hermano que tenía. Íbamos a su clínica, que era para nuestra raza y los humanos, cuando nos herían de gravedad y eso no le gustaba nada al doctorcito de mierda. No era un vampiro limpio y se cortaba el aire con el odio que sentía por nosotros, cuando estaba en nuestra presencia.

¿Sería esa la hembra destinada como su hellren? ¿Sería la misión del humano mezclar ambas sangres y crear mejores guerreros? Puta ostia me volvía loco cuando mis visones eran menos claras de lo habitual.

Extraños pensamientos y sentimientos se mezclaban en mí y no sabía cómo etiquetarlos, si es que había una etiqueta. Una visión nítida de la hija de Darius y el hermano Wrath como macho y hembra emparejados se cruzó con otra del humano siendo aceptado en nuestra hermandad. Me estaba volviendo más loco de lo que ya estaba.

Un vocero de Wrath y Rhage me saco de mis locos pensamientos y absurdas visiones. Hollywood entro echo una fiera y despotricando al comedor de lo aguafiestas que era el gorila del hermano Wrath y no dejarlo divertirse con el humano para luego clavarle una daga.

— ¿Os lo podéis creer? El jodido humano estaba hablando y tocando a Marissa ,la heren del hermano y el no hacía nada grrrrrrrrr. Ni siquiera me dejo rajarle la garganta.

— Marissa no es la sheren de Wrath,lo es la hija del fallecido Darius.

Que Marissa pudiera ser el algo del poli, me repateaba el único huevo que me colgaba, pero eso no lo confesaría, ni que me fuera la vida en ello. El silencio cayo con mi sentencia como una nube negra amenazante.

—¿Visiones? Vishous. — me pregunto Thor.

— Sí.

— Siendo hija de quien es, será una buena unión.

— Con esa unión vienen cambios.

Thor me miro y se sonrío.

—El día que cuentes una de tus visones de un tirón, me beberé una caja de esa mierda transparente como el agua, que bebes.

Encogí mis hombros y me hice un liado. El silencio continuo. Y el reloj marco los minutos.

No era consciente del tiempo que iba pasando mientras hablábamos y no me importaba. Esa bella mujer me iba cultivando por momentos, pero una brutal duda me asaltaba y mil preguntas se iban disparando en mi cabeza. Su olor me tenía subyugado y cada vez que respiraba y lo absorbía, se expandía en mi cerebro creando un corto circuito.

Todo en ella, era irreal. Limpio. Puro. O eso quería creer, porque luego venían las preguntas que me hacían desconfiar y pensar que ese papel de mujer pura y su papel de prostituta en esa casa, me tenían loco. Al principio pensé que era una mujer secuestrada por estos bastardos para el comercio sexual...personalmente yo pagaría lo que no tengo por una noche con una mujer como esta. Desistí de esa idea, al ver como hablaba de ellos. Los conocía. Lo que me llevo a pensar que era el juguete sexual de esos delincuentes.

Nos presentamos y el mundo se evaporo. Toda mi atención se centraba en ella. En cómo me sentía con ella y en lo que daría porque fuera mía. Fuere lo que fuere, ella me hacía volar y sentir cosas que nunca había sentido.

Su cálida voz, me saco de mi cabeza y me volvió al mundo real.

— Butch, me miras como si estuvieras sediento. Yo creía que los humanos no se alimentaban.

— Si, nos alimentamos — su cara fue de pura sorpresa —pero eres tú la que produce mi sed.

Sin poder parar mi mano, esta subió hasta su bella cara y marco con uno de mis dedos sus labios carnosos, sin exceso. Cerré mis ojos y disfrute de contacto. Mi cuerpo se balanceo y yo mordí mi labio inferior. Si el deseo ardiente llevaba dolor, era eso lo que sentía en ese momento.

De repente, una voz fuerte y amenazante, acompañadas de la figura del rubio que me pego el puñetazo cuando busque pelea, me sacaron de mi dulce sueño.

— ¡¡Quita tus sucias manos de ella!!

— ¡Rhage, espera!

Al ver su daga en la mano escondí a Marissa tras de mí y me coloque en posición de defensa para pelear y defender con mi vida si llegaba el caso, a esa mujer. Sin más y como de la nada, el bastardo que intentó estrangularme y que llamaban Wrath, corrió para frenarlo. De repente toda la escena dio un giro inesperado. El llamado Rhage, entrego su daga al otro y sonrió con una frialdad que me helo los cojones.

—Adelante, mi señor. Toma mi daga y darle muerte a este humano, por poner las manos encima de quien no debe hacerlo. Pero antes deja que juguemos con él, un rato.

— Regresa a la mesa Hollywood.

— Eso, con público será más divertido.

— Otro día hermano —vi cómo le devolvía la daga y el rubio gruñía —Ahora déjanos.

— Maldito aguafiestas aburrido.

El bastardo enorme, se paró frente a Marissa, que ya había salido tras de mí, aunque me costó mantenerla segura. Y empezaron hablar en un idioma desconocido. Al principio había mucho acaloramiento y gesticulación, pero poco a poco los ánimos se fueron calmando. El hombre le hizo una pregunta a la mujer y la última frase si la pude entender.

— Que así sea.

Algo que yo desconocía, se había decidido. Con un movimiento rápido que no vi llegar, el bastardo asesino y traficante me volvió agarrar de la garganta. Marissa grito y se acercó a nosotros. Hablándole al bastardo en el idioma de antes.

— Ella parece sentir interés en ti –el aliento del asesino quemaba mi cara— por eso te permitiré seguir respirando. Pero hazle daño y con un poco más de presión, romperé tu cuello y daré tu cuerpo muerto a mis hermanos. ¿Me has comprendido?

— Ella no tiene que nada que temer de mí. En cambio tú, esa es otra historia diferente.

— Que así sea.

Me soltó. Aliso mi camisa y me sonrío. Su sonrisa llamo mi atención.

—Veras a Beth en un rato. Ella está bien y a salvo, aunque tú opines lo contrario. Cuidado detective, ahora estas en mi mundo. Y las amenazas no son bien recibidas.

— A la mierda contigo —iba a tirarme a por ese bastardo cuando sentí que me sujetaban el brazo.

— Butch, por favor, no lo hagas.

— Ella es feliz en tu compañía, solo por eso conservas tu vida. Además ella se merece esa felicidad que tú le das. No la dañes o no volverás a ver la luz del sol.

Abrace a Marissa y la lleve al sofá. La puerta del salón se cerró con suavidad y nos volvimos a quedar solos.

Wrath entro en el comedor con una gran sonrisa de satisfacción y eso me descuadro del cuadro que era, la sonrisa no conocida del hermano. También nos hizo abrir las bocas como un buzón los que nos explicó después. Algunos de mis hermanos se quedaron en shock . Nos volvimos adentrar en nuestras conversaciones de peleas cuando una figura femenina entro en el comedor.

Toda conversación cesó. Todos giramos las cabezas. Los ojos fijos en ella. La música del rap que había terminado poniendo, mato el silencio sepulcral. La hembra di un paso atrás en el momento que Wrath se levantó y fue en su busca. La intensidad en la mirada del hermano y la falta de palabras al llegar a la altura de ella, hablaba de que mi visión se había cumplido.

Lo que vino después, nos dejó a todos, bueno menos a mí, con la boca tan abierta que les llegaba al suelo. Yo subía mi lado superior a una esquina, en una sonrisa un poco cabrona.

Wrath, ese macho que nunca mostraba afecto en público. Que nunca dejaba traslucir lo que pensaba. Abrazo con delicadeza a la hembra. Hundió su rostro en su largo cabello. Mientras recorría con su gran y ruda mano su espalda, le murmuraba la palabra leelan. Beso sus labios y la sonrío con ternura.

Joder los caretos de mis hermanos bien valía unas ruidosas carcajadas, pero nadie parpadeaba o respiraba ante la escena. La hembra sonreía y nos miraba por un lateral del hermano, con curiosidad.

—¿No vas a presentarme?— le pregunto a Wrath.

El hermano coloco un brazo sobre sus hombros y se giró con ella de frente a nosotros.

— Esta es la Hermandad de la Daga Negra. Mis hermanos. Mis compañeros guerreros. A Rhage y a Thor ya los conoces. El de la perilla y la gorra de los Red Sox es Vishous. El Rapunzel de tu lado es Phury. Y Zsadist se presentó antes a sí mismo — el gruñido que soltó, se oyó más que la música.— Caballeros, os presento a Beth.

Y en nuestro idioma empezó a contar a los hermanos que no lo sabían quién era. La transición que había pasado. Y que era su hellern. Después de unas ruidosas exclamaciones por nuestra parte y salir a buscar algo de comida para la hija de Darius, ella se quedó a solas con nosotros.

Era valiente, a pesar del miedo y respeto que sentía por estar a solas con nosotros, no salió huyendo. Y camino hacia la silla de Wrath, eso fue para todos nosotros como una señal.

Arrastramos nuestras sillas hacia atrás. Nos levantamos al mismo tiempo. Caminamos hacia ella y la rodeamos en un círculo. Sacamos nuestras dagas. Caímos de rodillas. Clavamos las dagas en el suelo, a sus pies e inclinamos las cabezas. Unos minutos de silencio.

— Hmmmm. Gracias.

Alzamos las cabezas. Nuestras caras eran de total de reverencia y respeto. Hasta Z. Wrath entro con el chocolate en la mano.

— Ya viene el tocino. Oye, les gustas.

— Gracias a Dios.

Todos volvimos a la mesa, después de recoger nuestras dagas. Y seguimos en una muy buena armonía. Después de saciar el hambre de su hembra, esta le pidió a Wrath que la llevara donde el humano.

— Acabar y seguirnos. Hay decisiones que tomar.

La feliz pareja desapareció por la puerta camino del salón.

Me encontraba en una cálida conversación con Marissa, después de haberla acusado de ser una prostituta, jugar a inocente damisela. Llevarme un buen bofetón. Darme ella explicaciones y yo pedirle mil perdones por mi error. Cuando una sombra se proyectó en el suelo, subí la vista y sonreí al ver Beth.

— ¡Beth! — me levante corriendo hacia ella y la agarre en un abrazo de oso, haciéndola reír cuando la gire en el aire — ¿estás bien?

— ¡Bájame! Y si estoy muy bien, como nunca he estado. Gracias por traerme Butch, me salvaste la vida.

La deje en el suelo y oí un gruñido. Mire y el bastardo asesino estrangulador estaba a unos pasos tras de ella.

— No pareces drogada.

— Porque no lo estoy. De verdad, estoy genial.

— Debo marcharme — la voz suave de Marissa me volvió a la realidad.

—No, no te vayas.

Fui hacia ella y entrelace mi mano en la suya, volviendo hacia Beth.

— Marissa, quiero que conozcas a una muy buena amiga, Beth Randall, ella es Marissa.

Observe muy atento lo que pasaba entre las dos mujeres. No me paso de largo, que el bastardo hacia lo mismo que yo.

— Eres la hembra de Wrath, la que él quiere.

— Sí, creo que lo soy.

Un tenso silencio y sin más preámbulo ambas mujeres se sonríen. Se dan la mano y se hacen una, mutuamente, leve inclinación de cabeza.

— Ha sido una muy buena elección.

— La tuya Marissa, también.

— Os dejamos para que sigáis hablando.

El bastardo se agacho y le murmuro algo a Beth en el oído.

— Eso puede esperar. Además quiero conocer un poco más al resto de tus hermanos.

Sonreí al ver como la pequeña Beth empujaba hacia la puerta al enorme mastodonte y lo sacaba cerrando la puerta. Sonriendo mire a Marissa y volvimos al sofá para seguir hablando.

Tenía la extraña sensación que para mí y para Beth empezaba una nueva vida, donde no tenía cabida, la que habíamos llevado hasta ahora.

No tenía ni idea de hasta qué punto eso era verdad.

No sé el tiempo trascurrido, pero no me importaba, aunque ella ya tenía que irse. Quedamos en vernos mañana en la noche y sin más se evaporo. Mi grito se tuvo que oír en toda la casa, prueba de ello fue como se abrió la puerta y como entraron todos después de Beth y su novio.

Mi cara tenía que ser un poema.

La feliz pareja volvió al comedor y esta vez nosotros no paramos las conversaciones. Era curioso como parecía natural lo que observábamos. Un aire de nostalgia y de una envidia que no sería dañina floto sobre los hermanos. Eran los mismos sentimientos que cuando veíamos a Thor con Wellsie.

Venían de Phury y de Rhage, querían lo que estaban viendo, pero ambos lo daban por imposible. Un sueño que jamás se cumpliría. Hasta Z disparaba de soslayo miradas de envidia.

Hasta a mí se me iban los ojos por mi vista periférica.

Habíamos terminado de cenar y nos disponíamos hablar de que iba a pasar con el humano, cuando un grito que venia del salón nos alertó y nos hizo salir corriendo. Los primeros en entrar fueron Beth y Wrath, luego a empujones y preparados para lo que fuera, el resto.

El humano invitado estaba desencajado y con las orbitas de sus ojos buscando algo.

— Mierda, mierda y mierda — nos miró — ¿lo habéis visto?

La hembra de Wrath llego hasta él y le pregunto.

— ¿Estas bien? Butch.

— ¡No!, una mierda.

— ¿Dónde está Marissa?

— ¿Cómo voy a saberlo? ¡Desapareció en un instante! La tenía delante de mi…mi mano en la suya…sonreía…y se esfumo. La física no dice que alguien se pueda evaporar como humo, no señor, no se puede.

Me dieron ganas de reír, el pobre poli humano aún no había descubierto que estaba entre vampiros. Si se ponía así de loco con solo ver a una de las nuestras hacerse humo, como se pondría al descubrir toda la verdad y nuestra existencia.

Estábamos a punto de saberlo.

— ¿Puedo contárselo?

— Te diría que no, que es nuestra norma por el bien de nuestra especie. Pero si considero lo que acaba de ver, sería lo mejor.

— ¿Contarme qué? ¿Qué sois un hatajo de…?

— Vampiros.

Habría que ir llamando a un manicomio, la cara del humano hablaba por él. Esto se iba poniendo muy interesante. Y con solo dos salidas, bueno cuatro para el humano amigo de Beth.

Borrachera. Manicomio. Muerte. Aceptación.

Aun sentía el contacto de la palma de su mano y el olor de su perfume y Beth me salta con la absurda historia de que esa manada de delincuentes con un fetichismo raro por el cuero, eran vampiros.

— Sí, claro y yo soy Batman. Inténtalo de nuevo dulzura.

Beth miro y empezó a hablarme de cosas que no podía creer. Que parecían sacadas de una película de terror, pero de las baratas. Mi maldito instinto, el único que nunca me fallaba, me decía, me gritaba que mi amiga no mentía, pero me era muy difícil de aceptar.

— Para mí también fue difícil de entender y comprender quien era mi padre.

Empecé a pasear por la habitación y de repente recordar que algo me había llamado la atención en los dientes del llamado Wrath cuando me sonrío. Me volví a parar frente a ella.

— Abre la boca.

Un ruido sordo y muy desagradable salió de detrás de mí. Al mismo tiempo una corriente de aire frio me azotaba la espalda.

— Wrath, déjalo, cálmate.

Separo los labios, dejando ver dos largos caninos que antes a buen seguro no estaban ahí. Miedo y curiosidad se abrazaron. Extendí una mano para tocar los dientes. Una gruesa mano sujeto mi brazo y lo bajo.

— Ni lo sueñes…ni lo intentes.

— Suéltalo Wrath. Son reales. Todo este asunto es real.

— ¿La mordiste para convertirla?

— Eso no funciona así. O naces de nuestra especie o no lo eres.

—¿Mataste a esas mujeres? — me deje caer en el sofá.

— La sangre de los de tu especie no nos sirve ni de aperitivo.

— ¿Me estás diciendo que no tuviste nada que ver con esas muertes? En todas las escenas de los crímenes encontré estrellas arrojadizas como las que te confisque a ti.

— Yo no las maté, detective.

— ¿Y al hombre que voló en su coche?

—Era nuestro hermano. El padre de Beth. Mis presas no son humanas. Aunque si tengo que matar alguno para que mi especie no se vea descubierta lo hago y lo hare. Mi lucha nada tiene que ver con tu mundo. Y el asesinato de nuestro hermano ya ha sido vengado.

Por primera vez en toda la noche desde que me confinaron en el salón mire al resto de la banda. Ellos me miraban como un insecto que sería expuesto en una vitrina o en el mejor de los casos como un chuletón a punto de ser trinchado.

Una noche de lo más divertida y sin beber una gota. Hablando de beber, alguno de ellos puso una botella de whisky en mi mano. Di las gracias al aire y di un largo buche

En nada le ofrecería una botella de whisky, pero antes un poco de diversión que no mata a nadie o puede que al humano si, nunca se sabía. Es buena la opción de una borrachera.

— ¿Ya podemos matarlo?

— Retrocede V.

— ¿Por qué? Es solo un humano.

— Y mi shellan , a la que tú has presentado esta noche tu respeto y lealtad, es medio humana. Ese hombre no morirá por no ser uno de nosotros.

Ya empezaban los cambios a rodar. Mi mejor cara de poker y a jugar.

— Santo infierno, has cambiado.

— Y tú, como todos tendrán que hacerlo también si queremos que nuestra raza tenga una oportunidad en este siglo.

Me puse de pie y camine hacia donde estaban esos dos, discutiendo sobre mi muerte. Ya que yo era el protagonista. Yo tendría la última palabra.

— Aprecio tu apoyo — aparte como pude a Wrath— pero no lo necesito.

Me gire hacia el de la gorra calada, el jode mentes, aferrando el cuello de la botella por si tuviera que romperla en la cabeza de alguno. Que ese mal nacido bastardo estuviera hablando de matarme cuando me tuvo por casi tres semanas con una migraña que me tenía loco por joder mi mente, tenía su guasa, aunque yo no se la viera en ese momento.

—Me encantará vérmelas contigo jode mentes. Sé que terminare perdiendo pero como buen irlandés, peleo sucio, así que hare que sufras mientras me matas— calle porque algo me llamo la atención en la gorra de ese bastardo, vaya que sorpresa— Aunque detesto moler a golpes a otro fanático de los Red Sox.

Deje de oír la voz de Beth pidiendo a Wrath que detuviera esa locura y el resto de las otras voces también.

— Humano, ¿dices la verdad sobre los Sox?

— Nacido y criado en el sur. Aficionado desde que tengo uso de razón.

— Detesto a los humanos como tú, no me gustan.

— Yo tampoco me vuelvo loco por los chupasangres y los jode mentes como tú.

Me acaricié la perilla y entrecerré los ojos hasta ser unas delgadas líneas.

— ¿Cómo se llaman a veinte tipos viendo la Serie Mundial?

— Los Yankees de Nueva York.

No lo pude evitar y aunque no era mi costumbre. Las carcajadas salieron solas y con ganas. Me quite la gorra y la golpee contra mi muslo riendo fuerte.

Volví a empezar a respirar. Más tranquilo porque la tensión había desaparecido y el aire se volvió más cálido. Bebiendo otro buche, pensé que era la noche más extraña de toda mi vida.

— Dime que Curt Schilling no era un dios — le pregunte al humano.

Un refunfuño colectivo. Uno de ellos murmuro.

— Si empiezan hablar de Varitek, me largo.

Pase de ellos y le conteste.

— Schilling era un verdadero guerrero – me eche otro buche y le ofrecí al jode mentes la botella.

— Amén a eso — le conteste tomando la botella ofrecida y bebiendo.







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