miércoles, 26 de julio de 2017

REGRESO DE JANE...11 yª


                                                             REGRESO DE JANE




Vishous y Butch Fated

Lo qu
e tanto m
e temía había terminado por suceder…la pesadilla se había vuelto visión y eso era otra cosa y harina de otro costal, no podía saber quien era, ni la fecha. Solo que era de noche y poco más. Vaya puta mierda con las visiones. La visión siempre terminaba cumpliéndose, quisiera yo o no quisiera.

Mire el reloj y aún quedaba una hora para que la noche cayera sobre la ciudad. Una hora y mi hembra ya viviría de fijo conmigo y con el resto de la casa. Aunque eso de que anduviera entre los dos mundos, no era algo que me gustara mucho. Pero para poder llegar al día de hoy he tenido que claudicar y permitir que ella siguiera en su puesto en el hospital de humanos y también en el pequeño hospital que se montó en la mansión.

Saque mi móvil y marque al poli. Era una suerte que tuviéramos un humano irlandés cabrón entre nosotros. Era nuestros ojos cuando amanecía y eso era de agradecer.

— Hace cinco minutos que me llamaste V.

— Grrrrrrr… ¿el maldito humano cirujano sigue ahí?

— Yo también te quiero — el poli se reía con ganas a mi costa — Sigue aquí echando una mano llevando las cajas al coche. Y déjame decirte que el término humano ya empieza a ser cargante y ofensivo.

— Bésame el culo poli.

— Ya te gustaría mamón.

— No le quites los ojos de encima.

— Con mi vida compañero.

Cerré la comunicación y me encendí un liado empezando a dar vueltas sin parar. Las putas manillas del reloj parecían ir más lento de lo habitual.





Charlaba con el cirujano Manello y la doctora. El tipo me caía bien, no era un pijo estirado y aunque Vishous y él no se tragaban, se soportaban con respeto por Jane. En nada el jode mentes estaría por aquí marcando su territorio como si fuera un perro. Menos mal que a partir de mañana se acabó aguantar a mi amigo como una vieja amargada y protestona cuando ella se iba a trabajar y muchas noches se quedaba en la que aún era su casa.

Y hablando del diablo, su nombre se marcó de nuevo en la pantalla de mi móvil que había empezado a sonar. Descolgué separándome del dúo y al minuto la electricidad estática que producía el cuerpo de V empezó hacer de las suyas.

— Hace cinco minutos que llamaste.

Gruño y pregunto por el cirujano. Una corta explicación y una guasa irlandesa por mi parte le dije sonriendo que la palabra humano ya estaba empezando hacer cargante y ofensiva. O no se daban cuenta o yo era tan de ellos ya, que olvidaban que yo era de la raza de los humanos.

Mis carcajadas reventaron por “ese bésame el culo poli” y los dos doctores me miraron. Les guiñe un ojo y después de decirle que la cuidaría con mi vida, la comunicación se cortó. Típico de V. Volví donde ellos estaban.

— ¿Has molestado a mi hombre? — la sonrisa de la doctora era luminosa.

— Tu hombre se molesta por el aleteo de una mosca.

Fui a por una cerveza. Mire el reloj de la cocina y mi sonrisa se hizo grande al imaginar a mi compañero haciendo un profundo hoyo en el suelo de las vueltas que estaría dando. Volvi con la pareja.

— ¿Estaba tranquilo?

— ¿Cuándo esta V tranquilo?

Nos reímos y seguimos hablando.


Por fin la maldita noche cae y salgo disparado al jardín. Cuando estoy a punto de desmaterializarme un dolor en el pecho me ataca dejándome sin aire. Apoyo mi culo en la pared doblándome por la cintura y frotando con mi mano enguantada ahí donde el dolor no me deja coger aire. Es tan agudo que tardo unos minutos hasta que se calma y puedo evaporar mis células para formarlas unas manzanas de la casa de mi hembra y en un paraje deshabitado. Camino ya tranquilo y preguntándome que había sido ese dolor desconocido en mí pecho. Antes fuerte y ahora de forma más leve. Entro por el camino y a través del ventanal del salón veo al puto humano abrazando a mi hembra. Gruño y salgo como una flecha hacia ese cabrón para matarlo, romperle el alma y sacarle el corazón y no en ese orden, por tocar a mi leelan.

Estaba tranquilo en el jardín echando un vistazo por la seguridad de la doctora. Ventajas de poderme mover en la luz del día. Aunque habiendo caído la noche V estaría por llegar. Rodee la casa y termine girando para salir al jardín delantero y vi a mi compañero. Levante la mano para saludarlo cuando un frio helado bajo de mi nuca por toda mi columna vertebral, era mi señal de que se avecinaba un peligro y lo tenía delante de mi yendo hacia el cirujano para matarlo. Se había puesto en modo celoso y posesivo al estilo vampírico y eso no era nada bueno. Yo lo había visto en la casa más de una vez y era muy peligroso. Corrí hacia el como un condenado huyendo de la horca y lo embestí haciéndole un brutal placaje y empujándolo hasta estar sobre la hierba.

¿De donde cojones había salido el poli? Y como cojones podía arrastrarme para alejarme del humano hijo de puta como lo estaba haciendo. Era un movimiento arriesgado y peligroso. Meterse entre un vampiro enamorado y celoso y su objetivo podía costarle la vida a quien lo hiciera. La culpa de lo que iba a pasar a continuación la tenía el poli por ser un entrometido bastardo irlandés. Le enseñe los colmillos. Eche mi cabeza hacia atrás y le di un tremendo cabezazo a mi mejor amigo.

Puto perro rabioso eso había dolido. Pero como buen irlandés estaba acostumbrado a las peleas. Sacudí mi cabeza para despejarla. Prepare mi puño y le lance un gancho que lo alcanzó de lleno en la mandíbula inferior, haciendo que sus dientes castañearan. Con ese golpe de vuelta de mi parte, se desato el infierno en la tierra.

— Mhis, puto imbécil — le grito al jode mentes — rodea este sitio con esa jodida niebla antes de empezar la pelea en serio. ¡¡Hazlo!!

La bruma llego y nos lanzamos a pelear como dos perros sedientos de sangre. La sangre nos corría por las narices y bocas. Los golpes eran brutales y se daban con ganas y saña. Minutos después nos quedamos tirados sobre la hierba, hombro con hombro. Jadeando en busca de un poco de aire. Cubiertos de sudor. Con los brazos entumecidos y los nudillos en carne viva. De los dos, yo era el más perjudicado por los golpes. Mi amigo en horas estaría como nuevo, yo en cama.

— Necesito un liado.

— Yo una bolsa de hielo y un tubo entero de analgésicos.

— Gracias, necesitaba algo así — me gire y escupí sangre volviendo a quedarme tendido de espaldas en la hierba.

— De nad… — gruñí y me limpie la boca con el dorso de la mano y luego en el vaquero — cabrón ¿tenías que enseñarte con mi hígado? Ya lo maltrate yo con el whisky.

— Siempre me olvido de que eres humano.

— Pues para ser un jode mentes inteligente hoy tienes cero puntos en la prueba de listillo, pero mil en la prueba de estupidez.

— Habría matado a ese cabrón humano.

— Lo sé, por eso corrí a detenerte. Solo era un abrazo de despedida entre dos buenos amigos, nada más. Esa mujer te ama y te respeta.

Nos incorporamos sentados al tiempo y nos miramos. La mano enguantada de V toco mi labio inferior partido.

— Vaya pintas, poli.

— No creas que tu estas mejor.

Me levante rotando mi cuello y hombros. Le tendí mi mano al poli y lo ayude. Cuando me levante del todo ayudado por V, mi cuerpo estaba rígido y mi pierna derecha cojearía por unos días.

— Marrisa y Jane nos van a matar cuando vean nuestras fachas por liarnos a puñetazos.

— Demonios, eso no vas a doler en serio.

— Nos van arrancar la cabeza V.

— Poli.

— Mmmmm.

— ¿Cómo pudiste frenarme?

— No lo sé, mi fuerza se ocupó de mi para detener un asesinato y un divorcio a lo vampiro a la vez.

— Gracias. Ahora vete a casa y descansa.

 — De nada. Y una mierda me voy, no me fio de ti. Lo hare cuando Manello se vaya. Anda quita la niebla y prepárate para dar explicaciones al compañero de tu mujer, de cómo nos peleamos en su nariz y no vio nada.

— Que se joda.

En el momento que todo fue visible vimos el coche del cirujano ir calla abajo y ambos respiramos profundo. Pero al mirar al frente, una Jane con una pequeña caja entre las manos nos miraba con el ceño fruncido y muy cabreada.

— Os merecéis — dejo la caja en el suelo y señalo con un dedo a Vishous — tu, te mereces, que te despelleje o te deje al sol unas horas y tu — esta vez ese mismo dedo me señalo a mí — y tú te mereces unos cuantos golpes más, pero de ti ya se ocupara Marissa . Parecéis niños de colegio. No se os puede dejar solo ni un minuto.

— El poli…

— Mantén tu boca cerrada V.

— El jode me…

— Cállate poli. Voy a dejar esta caja en el coche y vosotros vais a entrar en casa.

— Si señora— dijimos los dos a la vez y entramos obedientes a la casa, eso sí sin quitarle el ojo de encima.

— Cinco minutos y te vas poli.

— De acuerdo, pero mañana les cuentas a las dos mujeres lo que sucedió y el porqué de la pelea.

— Cobarde.

— Para nada, pero amo mis joyas instaladas en la zona sur de mi cuerpo.

Mi hembra echo andar hacia la casa y de repente mi cuerpo se enfrío y empezó a temblar. Antes de que pudiera hacer nada un restrictor salió de detrás de unos árboles y disparo a mi hembra por la espalda pero a la altura del pecho, no hubo ningún ruido de detonación lo que decía que la pistola llevaba un silenciador. La visión. Salí de la casa corriendo seguido por el poli. Intente cubrirla al llegar a ella y hubo un segundo disparo que salió por delante y se incrustó en mi brazo al tiempo que la agarraba para que no cayera al suelo del golpe. La sangre de ella pronto lleno mis manos. Mi pecho se abrió en canal de dolor, el mismo que sentí antes de llegar a la casa de mi hembra. El poli salió corriendo tras el desgraciado asesino y luego supe que lo mato con saña de venganza.

Ya no solo mis manos estaban empapadas se sangre, mi camisa y pantalón también. La vida se le escapaba a mi nalla entre suspiros de agonía.

— No me muevas — le costaba hablar y sus ojos estaba llenos de lágrimas —y no…me dejes…me…queda po…co tiempo.

— ¡¡NO!! Te llevare junto a Havers.

— Vishous…soy médico…la arteria que toco no se puede coser…te amo.

— No, no me puedes dejar ahora…¡¡no!!

— No quiero pero…Te am…

— ¡¡¡NOOOOO!!!

No quería recordar lo que siguió después de que sus ojos perdieran la luz. Me negaba. Tampoco quería recordar mi encuentro con la Virgen Escribana en la Tumba y el daño que había intentado causar a mi mano cubierta por el guante. Me saque la bala del brazo antes de que la herida sanara porque lo me lo impuso Wrath y amenazo con atarme para sacármela.

El dolor me ahogaba y yo que nunca había llorado ni en los peores momentos de mi vida en el campamento, ahora no dejaba de hacerlo. Y ahora entendía el dolor del hermano Thor cuando asesinaron a su hembra y a su hijo nonato. Era un dolor lacerante, que te dejaba sin aire. Sin ganas de vivir. Mis visones habían vuelto de forma fija de nuevo ¡¡yupi!! Y con su vuelta mi agonía se hizo más dolorosa. De nuevo viendo el futuro del resto. El dolor de mi mano herida no era comparable al que sentía en mi alma. Mi corazón parecía no latir. Y yo solo quería acabar con el resto de la sociedad restrictora, iba hacer un azote para ellos. Y sin aun no me había metido el cañón de una pistola en la boca y lo había disparado, era por Butch. El poli se volvería loco y no era justo para él.

Quería ayudar a mi amigo, estar con él, pero no se dejaba y no quería ver a nadie. Lo entendía. Si hubiese sido Marissa estaría roto de dolor y pateando las calles en busca de restrictores y no dejando títere con cabeza. La casa estaba a oscuras y todos en sus habitaciones con sus mujeres. Esperando el nuevo día. Mi mujer dormitaba en mis brazos después de tomarse un calmante y yo solo pensaba en V y en la necesidad que tenia de estar con él. Pero respetaría su dolor.

Me seque las mejillas al mirar hacia la puerta desde mi cama y me levante. La Virgen escribana ya me había tocado los cojones en la Tumba, que buscaba ahora.

— Iré directa al propósito de mi visita y no te molestare más. Tengo un regalo para ti.

 — No quiero ningún regalo.

— Este sí. He venido a devolverte lo que el Fade se llevó.

— Eso es imposible.

— Veo que el dolor no te deja pensar con claridad. Fui yo quien trajo de vuelta a la hembra del guerrero Rhage y lo he vuelto hacer.

Abrió la puerta de mi habitación y Jane entro. Era como una especie de figura, más una aparición trasparente que una persona.

— No me des las gracias. Y no tendrás que hacer ningún sacrificio por tu parte. Solo debes saber que lo tu consideras una maldición — señalo mi mano enguantada y herida— será la única forma en que podrás tocarla.

No note cuando la Virgen Escribana se fue, solo tenía ojos para Jane, estaba de vuelta en mi vida. Eso era lo único que me importaba. La abrace y su cuerpo transparente se volvió sólido. Teníamos toda la noche para contarnos lo que había pasado, pero antes necesitaba amarla.

Mañana sería un día movidito y lleno de explicaciones para el resto de la casa.

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