miércoles, 23 de septiembre de 2020

PAYNE...34ª



                                                            PAYNE


                                        



Vishous y Butch Fated

Estábamos en la sala de descanso jugando al billar y los dardos cuando oímos alboroto fuera en el hall. La voz de Wrath tronó sacudiendo los cimientos de la casa cuando gritó llamando a Jane. Algo malo ocurría, soltamos los tacos y dardos saliendo fuera. El rey cargaba a una hembra en sus brazos que no era la reina.

La doc apareció y lo dirigió con ayuda hacia donde estaba el pequeño hospital que habíamos montado. Los seguimos en silencio con el alucine escrito en nuestras caras. Puso a la hembra sobre una camilla. El rey le daba a la doctora las explicaciones de lo sucedido y todos por fin le poníamos cara a la hembra guerrera. Algo llamó mi atención.

— ¿Es de vuestra raza? —pregunto Jane.

— Si — contestó Wrath — recuerda que hay cosas que nuestro organismo no cura.

— Lo sé. Ahora salir todos fuera y dejarme hacer mi trabajo. Llama a una Elegida por si necesito vuestra sangre.

Salimos todos y la dejamos hacer.

— Me estoy volviendo loco o es mi mente que me juega una mala pasada.

— ¿Qué dices poli? —me preguntó Rhage.

— ¿Nadie más ha visto el parecido?

— Ve directo al grano Butch — me ladró el rey.

— Esa hembra es la copia femenina de mi macho, quítale sus atributos de mujer, su pelo largo y podría ser Vishous quien estuviera sobre esa camilla. Mismo color de pelo negro azabache. La misma piel dorada. Los mismos ojos platas que pude ver hasta que se desmayó. Misma complexión y altura. La misma mano enguantada.

— ¿Estas borracho? — me preguntó Z.

— No lo está. Todos hemos visto lo mismo y nos hemos dado cuenta del enorme parecido —soltó muy tranquilo Thor.

— Como dos gotas de agua— soltó Phury.

 — Como si fueran gemelos — susurró Rhage.

— ¡Puta ostia! He estado luchando con la hermana de V. Esto va hacer una peligrosa bomba para el hermano. Y por respeto tendré que ofrecerle un Rythe. La Virgen Escribana no se callaría algo así.

— Si lo haría — soltó Zhasdit — cayó lo del Omega y tardó siglos en decirle a Vishous que era su hijo.

Nos miramos y quedamos en silencio esperando la llegada de V y lo que podría suceder cuando viese a su hermana, porque nadie ponía en duda el parentesco.

Encendí un liado cuando me materialicé en el jardín delantero de la Mansión. Me recosté contra la pared y fumé. Me percaté que había mucho silencio en la casa. Consumí el cigarro y entré. El pequeño mayordomo me recibió, algo que me extraño porque aún no era la hora de la cena.

— Buenas noches señor Vishous.

— Buenas noches Fritz, ¿dónde están todos?

— En el hospital de la casa.

— ¿El poli?

— No señor. Será mejor que vaya.

Corrí por el túnel hasta llegar donde estaban todo ellos con cara de preocupación y algo más que no supe descifrar. Me fui directo a Butch y lo besé.

— ¿Quién está herido? ¿Los críos?

— No — esta vez lo besé yo— quiero que estés tranquilo y no hagas ninguna locura.

— Estoy muy tranquilo poli, ¿qué pasa?

— Recuerdas que Wrath luchaba en el Otro Lado con una hembra.

— Si, es un secreto a voces.

— Esta noche han vuelto a pelear y ha habido un accidente y la ha traído mal herida. Jane la está revisando.

— Perfecto. ¿Qué hacéis todos aquí? Si es una Elegida mi madre la reclamara y problema solucionado.

— No es tan fácil mi macho. Entra y lo veras por ti mismo.

Lo llevé hasta la puerta, toqué antes de entrar y con un gesto Jane nos dio permiso, hasta ella se había dado cuenta del parecido. Lo conduje hasta la camilla y Ehlena se apartó para dejarle el sitio y viera lo que todos.

Me dejé llevar pensado que el poli se había vuelto loco y lo jodido que estaban todos por preocuparse por una hembra de mi madre. Mi mundo se volvió oscuro y se paró al mirar el rostro en la camilla…era la versión femenina de mi yo masculino. Sus ojos se abrieron como si pudiera saber que yo estaba en la habitación y vi que eran color brillante como los míos, volvió a caer en la oscuridad. Sus facciones eran masculinas y marcadas para ser una hembra. Estaba desnuda bajo la sabana pero se notaba su constitución delgada y fuerte. Músculos, lo que veía en sus brazos, marcados como los míos. Alta como yo y con un guante en la mano derecha. La trenza larga y abundante era del mismo color y grosor que mi pelo. Era mi hermana, mi gemela.

Mi padre había dejado bastardos y bastardas por todo el mundo pero solo ella y yo teníamos los ojos color plata y la mano derecha cubierta con un guante…los dos éramos hijos del Sanguinario y la Virgen Escribana. Mismo pahpen y misma mahmen. Su Santidad, la madre de toda la raza…y una perra mentirosa y maldita hija de puta que me había mentido mirándome a los ojos cuando le pregunté si guardaba algún secreto más sobre nuestra “distinguida” familia.

Salí de la habitación de reconocimiento con la idea de matar al rey y luego a la zorra de mi madre. El primero por herirla y la segunda por mentirme en mi puta cara. El poli se puso frente a mí y me hizo mirarlo. Tuve que apoyarme contra una de las paredes porque las fuerzas de mis piernas fallaron. Me faltaba el aire.
— Trescientos años y me entero que tengo una hermana.

— Y no vas a matar a nadie por eso y mucho menos por un accidente.

El cabrón irlandés me conocía muy bien y leía en mí como en un libro abierto. Supo de mis intenciones que se esfumaron cuando lo sentí cerca de mí. Otro me hubiese abrazado pero él sabía que eso no era lo que yo necesitaba, no en público y delante de todos. Con sentir su calor cerca de mí, mis demonios se calmaban.

— Te pido perdón hermano por herir a tu hermana y te ofrezco un Rythe en compensación por el daño causado. Sabía que peleaba con una hembra pero pensé era una Elegida. Tu hermana es una muy buena guerrera — Wrath habló con respeto y sinceridad.

— No sabias que era mi hermana y los accidentes cuando luchamos entre nosotros para prepararnos suceden. No necesito un Rythe, pero gracias. Vuestras peleas eran consentidas, no obligadas y de mutuo acuerdo. En cuanto a mi madre, eso es otra cosa.

— Está bien que le pidas explicaciones pero no le des pie a que te mate cuando acabas de encontrar a tu hermana y te va a necesitar.

— Touché, hermano.

— Debes tener la cabeza fría cuando vayas hablar con ella, no quiero perderte mi vampiro.

— La muy puta me prometió que no había más secretos y se calla el más importante y que no hubiese sabido si el rey no la hubiese herido.

— Te mintió y lo hizo con descaro, pero ella y yo te vamos a necesitar vivo. Te amo Vishous.

Lo miré y volví a besar. Luego el silencio esperando noticias.

Media hora después Jane salió con una cara que no aventuraba nada bueno.

— Lo siento pero no tengo buenas noticias. He hecho todo lo que está en mi mano pero no es suficiente.

— Habla Jane.

— Está paralizada. Tiene una fractura de columna. No tiene sensibilidad por debajo de la cintura, ni en sus piernas. Necesita una operación que yo no puedo llevar a cabo pero conozco quien puede operarla.

— ¿Qué necesitas doc? — preguntó el rey.

— Traer a mi antiguo colega Manny Manello, es el mejor en ese campo y con el tendrá una posibilidad.

— En tu mundo estas muerta.

— Cierto Vishous, como el poli, pero habéis confiado en su antiguo compañero.

— ¿Confías en ese maldito humano?

— Pondría mi vida en sus manos. Sé que no me fallará. No puedo perder más tiempo, va en nuestra contra, necesito ir a por él y hacerlo ya. También necesito unos aparatos que no tenemos.

— Rahge,Phury y Zasdhit irán a por esos aparatos y dejaran el dinero en su lugar. Butch ira contigo Jane y cualquier problema nos llamas — declaró Wrath y los hermanos se pusieron en marchar cuando la doc les dio la lista.

— De acuerdo. Vishous necesito te quedes con ella y controles todo lo que le he puesto.

— Así lo haré y tener cuidado ahí fuera, para ese mundo vuestro ya no estáis vivos.

— Se llama Payne y tiene momentos de conciencia.

Los vi irse y cuando fui abrir la puerta para entrar en la habitación mi mano tembló, que bien me hubiese venido una botella de Grey Goose. Respiré hondo y cuando dejé de temblar abrí la puerta entrando. Apreté los puños y los dientes llenando los pulmones de aire. Ehlena salió junto con las Elegidas que eran enfermeras y me quedé solo con ella.

— Vishous.

Cerré los ojos un instante al oír esa voz suave y ronca.

— Sí. Soy yo.

Crucé la sala y me acomodé en el taburete con ruedas que estaba al lado de la camilla. Mi hermana estaba inmovilizada, con la cabeza entre dos planchas y un cuello ortopédico desde la barbilla hasta la clavícula. Tenía dos vías intravenosas y dos bolsas además de un catete.

Mi hermana fijó sus ojos en los míos.

— No siento nada.

— Lo sé — cambie del idioma habitual a Lengua Antigua.

La boca de ella se torció en una mueca, la misma que yo hacía antes para sonreír.

— Puedes hablar en la lengua que quieras. Hablo con fluidez muchos idiomas— tan inteligente como yo.

— ¿Quieres más analgésicos para el dolor?

— No, gracias. Esos medicamentos me hacen sentir extraña. ¿Has sabido algo de la doctora?

— No, aún no.

 Nos quedamos un buen rato en silencio hasta que ella lo rompió.

— Vishous, no tenemos mucho tiempo.

Ella tenía razón. Las lesiones de columna sino se trataban a tiempo las posibilidades iban disminuyendo. Más valía que ese puto humano fuera tan bueno como decía Jane.

— ¿Vishous?

— ¿Si?

— ¿Habrías preferido que tu hermano no me trajera aquí?

— Ese hermano con el que has estado luchando es el rey de la raza y no seas idiota, claro que te quiero conmigo, aunque ha sido toda una sorpresa saber que tengo una hermana gemela.

Me estaba ahogando por sentirme tan inútil. Podríamos curarnos rápido pero con lesiones así no éramos inmortales. No quería perderla antes de llegar a conocerla. Miré los monitores y su presión arterial estaba por los suelos. El pulso era débil e irregular. La alarma del oxímetro saltaba cada momento por lo que le baje el volumen. Mi hermana estaba muy grave.

Payne cerró los ojos y por segunda vez en mi puta vida supe lo que era el miedo.

— Tienes que aguantar hermana.

Respiré cuando volvió abrir los ojos.

— Esto ha sido demasiado para ti hermano.

— No te preocupes por mí. Soy un sobreviviente.

— Es lo único que he hecho en la vida.

Quedó manifiesto que ella si sabía de mi existencia.

— Yo desconocía tu existencia pero tú la mía no.

— En el Otro Lado todo se sabe. Pregúntame cuanto tiempo estuve bajo la supervisión de nuestra madre.

— Deberías guardar energías.

— Pregúntamelo.

— ¿Cuánto tiempo? — tozuda como yo. Y algo mandona.

— ¿En qué año estamos aquí? — Se lo dije y abrió los ojos con asombro— entonces llevo cientos de años presa de nuestra madre. Varios siglos.

— Ahora eres libre.

— ¿Lo soy? Esta es otra prisión donde vivir.

— Te curaras.

— No lo sabemos. Te he dicho que no puedo vivir así. ¿Comprendes lo que te digo?

Asentí mientras mis entrañas se congelaban y yo dejaba de respirar.

— Ese humano amigo de Jane te ayudará.

— Vishous, hermano, no tengo a quien más acudir y aunque mi mano tenga el mismo poder que la tuya, no sé si me faltará el valor para hacerlo si la operación no sale bien. ¿Lo harías por mí?

Mi pecho ardió y el sudor perlo mi frente. Era un asesino por naturaleza, por formación y entrenamiento, pero no era una habilidad que me gustaría usar contra mi propia sangre, exceptuando a mi perra madre y al cabrón de mi padre que ya estaba muerto.

En el fondo de mi ser, en lo más profundo de mi corazón sentí que vibraba algo muy íntimo. Una sensación que tuve cuando conocí a Jane y a Butch.

— Si, te digo que sí. Lo haré.

— Gracias hermano mío.

El silencio volvió entre nosotros y yo la deje descansar. El tiempo seguía corriendo.

Manello no estaba en el hospital. Cogí mi móvil y marqué su número, saltó el contestador, dejé un mensaje con nombre falso y volví al coche con Butch.

— Vamos a su ático.

— Nada.

— Nada de nada. Su ático es el último lugar donde mirar.

Una vez en su casa me paseaba nerviosamente de un lado al otro. Maldita sea. Saqué mi móvil y le dejé otro mensaje, iba a guardarlo cuando mi pantalla se ilumino marcando el número de mi amigo. Conteste sin poder hablar.

— ¿Hola? — Manny — ¿Señorita Whit? — Al fondo se oyó el silbido de un tren— ¿Hay alguien al otro lado de la línea? ¿Hannah?

Ya sabía dónde estaba, corté la comunicación y baje como un fantasma hasta llegar al coche del poli.

— ¡Joder Jane! No me pegues esos sustos.

— Vamos al cementerio Campo de Pinos. Ahí estoy enterrada y ahí está el.

Veinte minutos después caminaba hacia mi tumba y respiré aliviada de verlo delante de ella.

— Mantén la distancia poli.

— Seré un fantasma…perdón quise decir…

— No te preocupes, te entendí.

Caminé hacia él y cuando estuve a su altura lo llamé con suavidad.

— Manny —formé mis moléculas hasta formar mi cuerpo sólido y hablé más alto — Manny.

Oí que me llamaban y al volverme de forma brusca y ver lo que vi solté un grito, me tropecé con la lápida y caí sentado en el suelo.

— ¿Qué…diablos…haces…aquí? Tú estás muerta y enterrada en esta tumba — fui pasando del horror al desconcierto y finalmente la incredulidad.

— Lo siento.

Me puse de pie de un salto y recorrí el cuerpo de Jane de arriba abajo varias veces, hasta que la miré a la cara y mi ira estalló.

— Que lo sientes. ¿Esto es una broma macabra?

— No. Lo siento.

 — Deja de decir que lo sientes. Yo te enterré y tú solo sabes decirme que lo sientes… ¿Qué coño es toda esta mierda?

— Manny, no tengo tiempo de darte explicaciones. Te necesito.

— ¡Y una mierda! Apareces después de tres años de estar muerta diciéndome que me necesitas.

— No sé qué decirte.

— Aparte de que se te olvido decirme que estabas muy viva. ¿Tienes idea de lo que significo perderte?

— Sí. Yo también te perdí…perdí mi vida contigo y la vida en el hospital. Pero aunque hubiese habido una forma de volver contigo y a mi vida no lo hubiese hecho porque encontré otra mejor y diferente. Pero te merecías saber que estaba viva para que tú pudieras seguir con tu vida.

— ¿Por qué fingiste tu muerte?

— Ahora no puedo explicártelo. Lo haré pero no ahora.

— Entonces, qué quieres de mí?

— Tengo una paciente en estado crítico y quiero que tú te hagas cargo de ella. No puedo decirte donde vamos y no te puedo dar muchos detalles pero su vida depende de tus manos. Sé que no es justo…pero te necesito y ella también. Llevo horas buscándote, así que se le está agotando el tiempo a la paciente. Sé que estas furioso y confundido y no te culpo. Enójate conmigo más tarde… ahora ven conmigo… ¡por favor!

— ¿Qué tipo de lesión tiene?

— Fractura de columna. Entre la sexta y la séptima vértebras torácicas. No tiene sensibilidad por debajo de la cintura.

— Mierda Jane…es un encargo muy jodido.

— Entiendes ahora porque te necesito con tanta desesperación y urgencia. Solo tú puedes hacer esa operación y salvarla.

— Vas a quedar en deuda eterna conmigo por esto. Y después de la operación me vas a explicar qué coño paso contigo.

— No me importa. Lo haré, tienes mi palabra.

 Hice una señal al poli para que se acercara.

— Manello este es Butch.

Nos dimos la mano en señal de respeto y una cálida sensación familiar recorrió mi cuerpo y noté que al cirujano le paso lo mismo.

— Vendrás con nosotros y cuando acabes te traigo de vuelta a tu coche.

— No hay problema. Oye, ¿nos conocemos?

— Es la primera vez que nos vemos.

Negué y me subí al coche, una vez dentro me fije que Jane se había casado.

— ¿Te has casado?

— Si, con un doctor — de vampiros, pero no era el momento de dar mas detalles. — Nos ayudará en la operación.

— ¿Eres feliz?

— Mucho.

— Al menos uno de los dos pudo seguir con su vida.

— Debí decirte que vivía y que siguieras con tu vida. Lo siento.

Durante el trayecto solo hubo silencio.

Me parecía estar entrando en otro mundo cuando el coche cruzó la última verja después de pasar por tres más. La propiedad estaba rodeada por un enorme muro de casi ocho metros de alto y con carteles de advertencia de que estaba electrificada. Empezamos a descender por un túnel subterráneo y de repente una idea loca cruzó por mi cabeza…instalaciones de los militares o el gobierno americano, solo ellos podían tener unas instalaciones como esas y se podría entender el engaño de la muerte de Jane.

El túnel terminaba en un aparcamiento también subterráneo. Salimos del coche y una puerta de acero se abrió dejando ver a un tío enorme con perilla. Mi cabeza estalló en una fuerte y dolorosa migraña. El dolor era tan agudo que me tuve que apoyar contra una pared, estaba a punto de desmayarme. Jane le dijo algo al hombre que no pude oír, solo quería que ese maldito dolor desapareciera. Luchaba por abrir los ojos pero no podía, la luz me molestaba. Quería vomitar de dolor.

— Tienes que liberar sus recuerdos.

— ¡Y una mierda!

— ¿Cómo diablos crees V que va a operar así? No podrá.

Súbitamente el dolor desapareció y todo malestar se evaporó. En su lugar mi cabeza se llenaba de recuerdos. El paciente de la perilla, que era de Jane. Un corazón de seis cavidades. Un tío llevándose los archivos del hombre con perilla y que hablaba y mostraba la anomalía de ese corazón raro. Abrí lo ojos y me lo topé de frente con el llamado Butch a su lado y Jane entre los tres.

— Te conozco maldito cabrón.

— Me importa una mierda y no has venido hacer amigos. Te llevaremos hasta la accidentada.

Los seguí hasta que nos detuvimos frente a unas puertas giratorias. Jane me paso una bata con mi nombre y mi estetoscopio, la habría cogido de mi despacho y me quité la chaqueta poniéndomela. Ella se puso la suya.

— Vas a operar en el quirófano que tenemos aquí que está cubierto de todo lo que necesitas. Hay resonancia magnética, tac, rayos x, láser, sierra y placas. Instrumental quirúrgico y todas las medicinas y antibióticos que puedas necesitar. Mi esposo y yo te ayudaremos y contamos con una jefa de enfermeras muy buena y unas excelentes enfermeras.

Respiré hondo y asentí. Dejé de lado las mil preguntas que tenía para mi colega de profesión, la sensación de sorpresa y desconcierto y me centré en lo que me iba a encontrar detrás de esas puertas. Pero antes… miré hacia atrás por encima de mi hombre y fije mi mirada en la del perilla.

— No quiero público. Así que te haces a un lado y te quedas en el pasillo.

Obtuve por respuesta un gruñido como si fuera un perro y me enseñó un par de caninos tan largos como su brazo. Su amigo se interpuso entre los dos y le hablo muy cabreado.

— Esta bien, esperáremos aquí. Vishous, mírame, ¡ahora! —Tardó pero lo hizo — vamos a dejar trabajar al cirujano y lo haremos tranquilos. Y guarda de una puta vez tu armamento canino que ya has lucido bastante.

Entramos a la sala y me quedé paralizado. La paciente yacía sobre la mesa quieta e inmovilizada pero era la criatura más bella que había visto en mi vida y al ver el parecido supe que era la hermana gemela del perro con perilla. Sus ojos llamaron mi atención porque eran como un par de diamantes.

— Manny.

Jane me llamó pero la oí muy lejos. El mundo se había parado y solo existía ella y esos ojos que me observaban desde la camilla. Finalmente el milagro había sucedido, metí mi mano por debajo de la camisa y agarré el crucifijo que llevaba al cuello, dándole las gracias a Dios. Nunca me había enamorado, ahora lo sabía, ni de Jane y no lo había hecho porque estaba esperando por este momento, esta época y esta mujer que era mía. Era un pensamiento machista y sin sentido pero la convicción era tan fuerte que no puse en duda que esa mujer era para mí.

— ¿Tú eres el sanador?

— Sí, soy el médico y estoy aquí por ti. —tiré la chaqueta sin importarme una mierda donde caía.

— Mis piernas…siento como si se estuvieran moviendo y duelen, pero sospecho que no es así.

— Son dolores y sensaciones fantasmas. Era de esperar. Voy hacerme cargo de ti y quiero que confíes en mí.

Eché un vistazo a su cuerpo que estaba cubierto por una sábana. Era una mujer tan alta como yo, metro ochenta. Constitución fuerte y poderosa y esbelta. Parecía un soldado, una luchadora. La parálisis para alguien como ella sería una sentencia de muerte que yo no iba a permitir. Tomé con delicadeza la mano que no estaba cubierta por un guante y tan pronto como nuestras manos se tocaron todo mi cuerpo pareció encenderse, como si ella fuera la adecuada para mí. Una lágrima furtiva escapo de sus ojos hasta la sien. Por un instinto impulsivo alargué la mano y la atrapé con un dedo. Le sonreí con y ella me devolvió la sonrisa en una ligera mueca.

Otro gruñido se escuchó desde la puerta y fue como un aviso. Cuando vi al perilla tuve ganas de gruñirle yo a él. Sería una puta merecida repuesta.

— Jane, saca a ese maldito cabrón de la sala. Y quiero ver las radiografías y exámenes ahora mismo. ¿Todavía sigues aquí?

— Tengo todo el derecho a estar aquí.

— No. Y te quiero fuera ¡ya!

El llamado Butch lo agarró dl pecho y le dijo algo al oído. Luego se dirigió a mí.

— Te tienes que tranquilizar Manello y hablarle con respeto o dejaré que te convierta en carne picada para perros. La que está ahí es su hermana.

— Lo entiendo pero la operación será bajo mis condiciones y a mi manera. No lo quiero dentro del quirófano, sólo los que me van ayudar. Se sale al pasillo o se buscan otro cirujano. — Eso era un farol como una casa, no iba a dejar a esa mujer en manos de otro médico.

Se desencadenó una acalorada discusión donde Butch intentaba evitar que matara al puto humano.

— Vishous, debes dejar que él se haga cargo de todo. Estaremos ahí fuera, a un paso.

— ¡Y una puta mierda poli! Quiero estar con ella, puedo ayudar.

— Ya hay bastante gente aquí dentro, solo serias una molestia. Por una vez en tu puta vida deja de ser el ombligo del mundo. Estamos perdiendo un tiempo valioso que ella necesita.

Silencio hasta que llamado Vishous levanto un brazo y me apuntó con uno de sus dedos enguantados, curioso defecto el de los hermanos, cual quiera que fuera el que tuvieran en la mano derecha.

— Si ella muere, tú no vivirás.

— No hay problema. Trato hecho. Pero tú te largas de aquí. No voy a permitir que tus estupideces me distraigan.

El puto humano no estaba bromeando. Se mantuvo firme frente a mí sin dejarse intimidar ni por mi tamaño, ni por mi fuerza.

— Trato hecho humano.

Y al fin me dejaron solo con mi paciente.

Antes de preparar a la mujer le explique cómo iba hacer la operación.

— Mi nombre es Manny Manello. Pegaré las piezas dañadas de tu columna vertebral. Tengo que ver en las placas si tu médula no está seccionada. Pero solo estaré en condiciones de conocer los daños reales una vez que te abra, no antes.

— Mi nombre es Payne y confío en ti sanador.

— Te dejo en buenas, manos mientras voy a prepararme para empezar la operación.

Después de desinfestarme manos, brazos y uñas con los brazos en alto pase las puertas giratorias. Miré las placas que le habían hecho y un escalofrió recorrió mi columna vertebral, fui derecho a los monitores y el corazón me dio un vuelco. Mire hacia el pasillo de fuera donde había mucha gente que esperaba en silencio y con la preocupación escrita en la cara. Pude verlos por los dos ojos de buey que había en las puertas y lo supe…no eran humanos. Ella tampoco. Joder y pensar que había creído que el corazón de seis cámaras del cabrón de la perilla era único.

— Jane, ¿cuántas semanas han pasado desde que se lesionó?

— Seis horas.

— ¿Había una lesión anterior? — imposible.

— No.

— ¿Por qué no le han quitado el guante?

— Porque…

No espere una explicación de mi colega, se lo quite y guarde en uno de mis bolsillos.

No me podía creer lo que estaba viendo, al igual que el poli y yo, Manny podía tocar la mano de Payne sin hacerse daño ninguno, aunque no estaba en “funcionamiento” siempre era un peligro. Será que mi amigo, negué con mi cabeza y me centré en lo que estaba.

— ¿Qué está pasando aquí? Esa no es la resonancia de un ser humano. ¿En que estas metida? ¿En qué me has metido a mí?

— En nada ilegal te lo prometo. Pero ayúdala, por favor.

De repente recordé las putas migrañas, algo de lo que nunca me había sentido y que empezaron el día después de operar al perilla y siguieron con el accidente y muerte de mi amiga. Y supe que habían hecho algo con mi cabeza.

— Si alguno de esos hijos de puta toca mi cabeza y me vuelven las cabronas migrañas lo mataré con mis propias manos. Vamos a empezar la operación. ¿Alguna alergia?

— Ninguna — Manello no era tonto y estaba atando cabos muy rápido.

— ¿Algo más que deba saber?

— No. Todo lo que ellos pueden usar esta aquí.

 Estiré el brazo y acerqué la lupa quirúrgica para ponerla en posición y empezar abrir la espalda para operar.

Abrí mis ojos y lo primero que vi fueron las manos de mi sanador y luego su cara hermosa. Podría ser humano pero despertaba mi curiosidad como hembra.

— Hola.

— No siento…nada.

— Te he puesto medicamentos para el dolor pero aún es pronto para que sientas.

— Dime como fue todo y no me engañes.

— Ha ido todo muy bien. Reacomodé las vértebras y vi que la médula espinal no está del todo comprometida. Es pronto para saber cómo evolucionarás, es cuestión de tiempo. Pero voy a estar contigo en cada paso que des.

— Tú no tienes la culpa.

— Me hubiese gustado darte mejores noticias.

— Demos su lugar al tiempo como has dicho.

— Eso haremos.

Su expresión era de extrañeza y tenía el ceño fruncido. Supe al momento el porqué de su descontento. Me había abierto y visto por dentro. Sabía que era muy distinta a él. Él tenía que saber la verdad…que era de otra especie, de otra raza.

— Lo que estas imaginando no es errado. Háblame sanador.

Esbocé una sonrisa y quité el ceño fruncido. Solté el aire que había estado reteniendo mientras me hacía mil preguntas silenciosas. Me pase una mano por mi pelo negro y desvié mi mirada hacia su mano cubierta por el guante de nuevo. Volví a mirarla.

— Me estaba preguntando si debía hacer caso omiso de lo que he visto, hacerme el loco y volver a mi vida como si nada o exigir la verdad de lo que he visto.

— La verdad. Siempre la verdad.

— ¿Qué eres?

 — No me puedo exponer a la luz del sol. Mi proceso de recuperación es mucho más rápido que el tuyo. Necesito alimentarme de sangre. Soy una vampira — estuve atenta a su cara y las señales de su cuerpo — no pareces sorprendido.

— Al ver tus placas y resonancia lo supe de cuando ayude a operar a tu hermano y vi su corazón. Al abrirte vi que no eras igual que yo o cualquiera de mi raza. Gracias a Dios tu columna vertebral no es tan distinta a la mía. ¿Todos los de ahí fuera son como tú?

— Sí. Menos Jane.

Nos miramos sonriendo.

— ¿Tienes pareja Payne?

— No, ¿y tú sanador?

— No. ¿Cuál es tu edad?

— Trescientos años. ¿La tuya?

— Los llevas muy bien. Treinta y cinco. No sé cómo le sentará a tu hermano y a esa panda que te pida una cita y te invite a cenar cuando puedas andar, pero lo haré.

— Iré a cenar contigo Manny. ¿Puedo pedirte un favor?

— Claro.

— Deshacedme la trenza por favor.

Extrañado por la petición y con las manos temblorosas lo hice. Mi puto pene se puso duro cuando el olor de su pelo llegó a mis fosas nasales y al notar la suavidad de esas fuertes pero suaves hebras negras entre mis dedos. Me demoré porque lo estaba disfrutando y porque me vi en un futuro cepillando esa cascada de pelo que le llegaba más debajo de la cintura. Se lo coloqué de forma que no le molestará. Su hermano me hubiese clavado los caninos en el culo si me hubiese visto hacer lo que hice.

— ¿Mas cómoda?

— Si, gracias.

— Yo no lo hubiese permitido.

— ¿Puedes leer mi pensamiento?

— Con poca claridad porque estoy débil, pero sí. Pero me ha ayudado tu olor corporal que ha cambiado como cambia el de mi raza en según qué momentos y con quien estén. Es curioso, él tuyo se volvió más intenso cuando me ayudabas con la trenza.

— Payne, ¿me darías un beso?

— Si me enseñas como hacerlo.

— ¿Lo de tu especie no se besan?

— Somos una raza y si nos besamos pero yo nunca he estado con ningún hombre humano y tampoco con ningún macho de mi raza. Tu olor se ha vuelto más fuerte.

Jamás me había importado si una mujer tenía un pasado con otro hombre o con varios. Pero con ella sin importaba y mucho, quería que fuera mía en todos los sentidos y quería ser el primero en enseñárselo. Me había vuelto muy territorial en todo lo que se refería a ella.

Payne sacó la punta de su lengua rosa y mojó sus labios. Sus colmillos blancos se alargaron. Poco a poco bajé mi cabeza y mi lengua paseó por esos colmillos, gemí antes de abrirme paso hacia su boca caliente. Mi polla se puso más dura cuando su lengua se enredó con la mía y empezamos a danzar. Sus suaves y seguidos gemidos me traían loco y con ganas de subirme sobre ella y hacerla mía. Tuve que parar el beso y apartarme un poco de ella buscando la calma antes de hacer una locura que no era propia de mí. Sonreí con cariño al ver sus mejillas encendidas y sus labios hinchados.

Salvado por la puerta que se abrió dejando paso a un enorme vampiro con gafas y una bella mujer colgada de su brazo.

— Cirujano debes salir y dejarnos a solas con ella. —no era una sugerencia, era una orden.

— ¿Qué le vais hacer?

— Nada malo Doctor — la mujer me habló con voz dulce y tranquilizadora — debe alimentarse.

Sabía muy bien a lo que se refería y como se suponía yo no sabía nada debía salir y lo hice. Salí yendo directo al baño a mojarme la nuca para mi erección se bajara de una puta vez. Una vez logrado me reuní con el resto y esperé sin mirar hacia dentro por los ojos de buey.

Una hora después la pareja se reunió con los demás y me tocó a mí hablar aunque me pudiese costar la vida.

 — Mañana pediré una excedencia de dos años en mi trabajo en el hospital. Cerraré el ático y me vendré a vivir aquí. Quiero estar lo más cerca posible de mi paciente mientras dura su recuperación. La operación salió muy bien pero es cuestión de tiempo saber si podrá caminar o no y no sé si será en seis meses o en un año o en dos. — miré a Butch — tendrás que ir a por mí coche y traerlo hasta aquí y con cuidado que es un Porsche y es muy delicado — le tiré las llaves que recogió en el aire — Traeré algo de ropa y también tendré que salir a ver a otra paciente querida— por ahora no diría que tenía un caballo — Si alguno vuelve a jugar con mi cabeza juro por Dios que lo mato. Y vuestro secreto está a salvo conmigo, seré una tumba.

— Cirujano, soy yo quien da las ordenes aquí y antes de tomar decisiones tendrás que hablar conmigo. Yo decidiré si vives o no aquí. ¿De qué secreto hablas?

— Voy a dar por hecho que eres el jefe de esta panda de macarras locos por el cuero— gruñidos llenaron el lugar — vale, seres raros y locos — otra tanda de gruñidos.

— Me está costando mantener a raya a mis hombres, así que habla con respeto.

— De acuerdo. Tengo el recuerdo de operar el corazón del perilla y no era un corazón humano. He abierto a esa mujer y no es por dentro como el resto de los mortales o yo mismo. Sois otra raza, vampiros para ser más exactos.

Silencio y miradas entre ellos.

— No te preocupa saber lo que somos — me pregunto afirmando el jefe.

— No, lo único que me preocupa es mi paciente y no me voy alejar de ella hasta que vuelva a caminar.

— Poli llévate a Rhage y trae su coche hasta aquí. Cirujano si abres la boca sobre nuestra existencia yo mismo te mataré. Tendrás libre albedrío pero con normas. Payne debe alimentarse de sangre cada tres horas para que su interior se regenere, de eso nos ocupamos nosotros.

— Es para lo que entraste — por algún motivo eso me molestó y casi me hizo soltar uno de sus gruñidos.

— Podrás salir cuando lo necesites pero estarás vigilado hasta saber si podemos confiar en ti. Fritz te traerá algo de comer y acomodaremos una cama pequeña del hospital en la misma habitación de Payne. Luego se te asignará una habitación en el piso superior continúa a la suya. Puedes darte una ducha y ponerte un chándal que hay en los armarios del pasillo. Un paso en falso humano y no saldrás con vida de aquí.

— Me parece justo.

 Volví con Payne y le di las buenas noticias.

— ¿Te has vuelto loco Wrath?

— No, Vishous. Tu hermana lo necesita y los tiempos están cambiando. O cambiamos con ellos o seremos presa fácil para nuestros enemigos.

— Es un puto humano.

— Como lo fue tu macho y como lo fue mi hembra o lo es la de Rhage. O lo fue Jane antes de volver de la muerte.

— No me gusta.

— Pues te jodes porque va a vivir con nosotros hasta que tu hermana se recupere. Luego ya veremos qué hacemos con él. Mantente lejos del médico, es una orden. Ahora todos a cenar y a descansar, es otra orden.

Gruñía como el cabrón que era cuando una visión se cruzó delante de mí… mi hermana a lomos de un caballo negro como su pelo, sonriendo feliz mientras cabalgaba con el pelo al viento y disfrutando de la brisa de la noche. Al tiempo la palabra hermano cruzó con la misma intensidad que mi visión en mi cabeza. Me tuve que agarrar a una pared hasta que la visión desapareció y volví a gruñir.

Miré a mi hermana por los ventanales y se notaba que el rey le había dado a beber de su vena. El humano salía del baño mojado y poniéndose una camiseta. Reviso todo los aparatos a los que estaba conectada Payne que parecía dormir y se sentó en uno de los sillones sin quitarle los ojos de encima…la palabra hermano volvió a rugir en mi cabeza.

 



     

2 comentarios:

  1. Muy emocionante este capitulo. Gracias. Besos.

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  2. Era de ley poner como se conocieron el y su hermana. De no ser por lo largo que fue el capitulo hubiésemos afinado un poco mas. Mil saludos.

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