sábado, 3 de octubre de 2020

RABIA... 35ª


                                                                 RABIA


                                      



Vishous y Butch Fated

Que buena broma mami de los cojones. Genial, insuperable. Yo que creía que tenía superado los problemas con mis putos padres. Pero por desgracias solo uno estaba muerto, si la perra de la Virgen escribana siguiera el mismo camino yo hallaría la paz y el equlibrio.Sin embargo tal y como estaban las cosas en este momento me estaba volviendo…no había palabras para definirlo.

— Creo que el pasillo no es demasiado largo, ni esta lo suficiente lejos para mantener apartado de Manello.

— Estas comenzando a hartarme poli.

— No me estás diciendo nada nuevo y para tu información me importa una mierda. Tú no eres el problema ahora mismo, ni tampoco la solución. Debes hacerte a un lado y dejar hacer. Y lo más importante aclarar tus ideas, pensar y no reaccionar visceralmente una y otra vez.

— Es un puto humano desafiante y me pone tenerlo a solo una puñalada en el corazón o un simple apretón con mis manos en su cuello.

— Vaya novedad. Yo entré igual y fíjate has acabado amándome te guste o no. Y el único que debería ponerte soy yo o te golpearé hasta que mis nudillos estén en carne viva. Y si, es una amenaza.

— No puedo perderla.

— Y no lo harás si dejas al Doctor hacer su trabajo.

— Tengo que salir de aquí, necesito aire.

— De acuerdo.

Bendito poli que siempre sabía darme mi espacio. Abrí la puerta del Hueco y salí al patio. Mi mano brillaba de forma muy intensa…estaba a nada de perder el control así que me desmaterialicé al único lugar que iba siempre que me ponía así. Y aunque no quería ese destino es lo que había.

Al fin en mi ático todo cubierto de negro, hasta las velas. Lo había comprado hacia diez años cuando aún estaba en construcción. Siempre había mantenido un lugar alejado de la Hermandad. A lo largo de muchas décadas no solo había desarrollado una reputación entre mi raza sino que también había reclutado un rebaño de machos y hembras que necesitaban lo que yo podía darles. Les hacía sangrar. Les hacía gritar. Les hacía llorar. Y los follaba.


Estiré mi mano enguantada y agarré las gruesas correas de cuero que había usado para mantener a mis esclavos donde quería que se quedaran quietos y obedientes. A veces la única manera de saber lo lejos que has llegado es regresando al lugar de donde saliste. Miré hacia la pared y ahí estaba mi colección de juguetes: látigos, cadenas y alambres de púa. Grilletes, mordazas, cuchillas y velas. Flagelos, fustas y máscaras que solo dejaban al  descubierto la boca y los agujeros de la nariz para poder respirar. Cuerdas, consoladores con electricidad y esposas. Collares, electro estimulación, azotadores y pinzas para pezones y genitales. Rueda wartenberg, mordazas con bola y palas. Bolas chinas y dilos. Jaulas de acero y velas. Mis juegos nunca habían sido para los miedosos, ni curiosos, ni principiantes. Para los sumisos y sumisas de verdad había una fina línea entre el placer sexual y la muerte. Y yo era un gran maestro, capaz de llevar a los demás a donde necesitabañ llegar e incluso les hacía cruzar la línea de lo prohibido o de lo prudente.

Pero ese era mi pasado… ¿o no? Pensé que me había transformado pero era un error. Todavía tenía dentro de mí el interruptor de perverso y ahora estaba en modo encendido.

Vishous estaba tardando y pensar que estuviese con uno de sus putos esclavos me tenía de los nervios. No iba a esperar a más. Tenía una llave del ático. Salí, me subí en el Escalade y puse rumbo a su refugio. Joder, que bien me hubiese venido beberme una botella de Whisky antes de salir. Tamborileaba el volante y me pasaba los semáforos en rojo, no saber qué me iba a encontrar me tenía de los putos nervios.

Aparqué y dando las buenas noches al portero entre en el ascensor privado. Metí la llave más pequeña y me paseé por el habitáculo como si no tuviera salida. Al fin llegué y abrí la puerta. La oscuridad me recibió, solo habían dos velas negras encendidas. Cerré la puerta y me fui hacia el centro.

— Vishous.

— Aquí.

Me giré y lo vi parado en la parte de sus juegos.

— ¿Qué haces?

— Jugar conmigo mismo.

La imagen era muy perversa. Mi macho estaba sin camiseta, con la polla fuera y jugaba con la cera caliente que soltaba una vela. Esa cera negra estaba por su torso y por el largo de su sexo y también sobre su capullo y glande.

— Parece divertido.

Supe que el poli había llegado antes de que la puerta se abriera. Lo miré e hice mi mueca por sonrisa. Vertí más cera sobre la punta de mi polla dura y el ardor me hizo echar la cabeza hacía atrás al tiempo que dejaba escapar un silbido a través de los colmillos.

— Excitante y algo perverso como yo.

— Pues por mí no te cortes, sigue. Me gusta mirarte.

No había nada sexual en lo que V estaba haciendo…era pura, cadente, soberbia rabia. Iba a dejar que continuara si con eso sus putos demonios se calmaban un poco y le daban un poco de paz.

Volví mi cabeza a su lugar y abrí lo ojos para clavarlos en los del poli. Mi mano enguantada seguía soltando la cera caliente por mi polla, el ardor y el dolor eran calmantes.

Más cera. Más gemidos. Más jadeos. Más dolor. Más perversión.

El dolor era magnifico, cada vez que caía sobre mi verga una gota de cera hirviendo causaba un impulso eléctrico que es estimulaba mi testículo, los músculos de los muslos y mi trasero. Hice lo mismo sobre el único testículo que tenía. La cera cayó sobre el punto más sensible y fue una agonía placentera y muy dolorosa…el orgasmo fue lo que evito que me cayera al suelo. Fue brutal y caudaloso. Me tuve que agarrar con las manos sobre la mesa de metal en forma de X y lo dejé salir.

Aun así había sido una experiencia vana y vacía, como en los viejos tiempos. La diferencia era que antes no sabía que podía haber algo más…algo mas como Butch. Estaba felizmente emparejado pero estaba en mi escondite de perversión, masturbándome delante de él.

Mi macho estaba a un tiro de caer en el pozo de la desesperación y yo no sabía cómo ayudarle. Tal vez debía decirle que se trajera a un sumiso para que suelte toda esa rabia que estaba acumulando.

El espectáculo, en otra ocasión y de otro modo hubiese sido muy caliente y hasta yo me hubiese puesto duro y hubiese participado del juego. Pero lo que había pasado no era por el sexo por el sexo…era algo más grande y peligroso.

— Cuando te duches vuelve a casa. Tu hermana ha preguntado por ti y por favor intenta no matar al doc. Te amo Vishous y confío en ti.

— No te merezco poli.

— Si me mereces. Ven a casa cuando acabes y si necesitas algo más, úsalo.

— Siento haberme portado como un idiota.

— Tenías derecho a desahogarte. Saber de tu hermana y la operación ha sido muy estresante.

— Butch…

— Sé de quién me enamoré. Sé quién eres. Sé a quién le he entregado mi corazón. Nada puede horrorizarme de ti… ¡nada! Te estoy esperando en casa.

Lo vi marcharse y yo me fui a la ducha con sus últimas palabras rondando mi cabeza y clavadas en mi corazón. Era un cabrón con mucha suerte por tener un macho de valía como tenía a mi lado. Muchas veces no lo valoraba pero agradecía en silencio que nuestros destinos se cruzaran.

Vishous estaba tocando fondo y lo peor de todo era que ni el mismo se estaba dando cuenta. No me iba a separar de el para nada. No podía estar solo cuando se hundiera del todo. Necesitaría mi mano para salir a flote.

2 comentarios:

  1. Ufffff espero con ganas el siguiente. Besos y gracias.

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  2. Ya lo tienes y esperamos que te guste como el resto. Un beso grande Sioamara.

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