miércoles, 18 de noviembre de 2020

SUMISO...39ª


                                                                      SUMISO

                                    






Butch y Vishous Fated

Vishous había pedido estar fuera de rotación porque llevaba días sin dormir así que esta noche tocaba apuñalar y no tragar.

— Deja de pensar poli, me tienes loco — me soltó Rhage.

— Lo siento hermano, pero estoy preocupado por V.

— Lo sé pero ya verás que no es nada. Todos tenemos días y días.

— En Vishous nada es todo.

— Una buena pelea y se te olvidará todo.

— Joder que sí.

Cinco minutos después nos topamos con una panda de cabrones albinos y nos metimos de lleno en la lucha.

Mis demonios habían vuelto y con más ganas que nunca de volverme loco y solo había una forma de calmarlos. Me vestí y salí al jardín para materializarme en mi ático. Abrí la puerta de la terraza con la mente y entro encendiendo unas velas. Me quité el abrigo y las armas. Me pongo un vodka y hago una llamada.

— Te quiero aquí en diez minutos. Desnudo y preparado para una sección de Bondage dura y sangrante. — Iba por mi tercer liado cuando el vampiro sumiso apareció en mi terraza. Abrí las puertas. Le di permiso para entrar y se quitó el largo abrigo mostrándome su perfecto cuerpo y se puso en posición de sumiso. — A la mesa.

Estábamos en el Zero Sum y V no aparecía, no contestaba al móvil. Todos me miraban.

— La ausencia de malas noticas es bueno — dijo Thor.

— Lo sé, pero mi sexto sentido me dice que algo pasa y que ese cabrón no está bien.

— Poli, ve a buscarle— soltó Z — dudo mucho que se esté dejando golpear de nuevo así que estará en su ático.

— Gracias. Nos vemos. Me llevó el Escalade.

Cogí las llaves y puse rumbo a su refugio. Algo dentro de mí me decía que no me iba a gustar lo que me iba a encontrar. Aparqué, entré dando las buenas noches al portero y subí.

La sección ya estaba empezando cuando oí la llave en la cerradura y la puerta abrirse…Butch. Nos enfrentamos con la mirada y el cabreo del poli flotó en todo el lugar.

— ¿Qué cojones estás haciendo V?

— Lo estás viendo.

— Eres un cabrón y un hijo de puta.

— No tengo que pedirte permiso.

— Ahí te equivocas…eres mi pareja y me debes un respeto.

— Esto no va de faltarte el respeto…va de calmar mis putos demonios y esta es la única forma que se hacerlo.

— Habérmelo dicho, eso como menos.

— ¿Me hubieses dejado?

— No, con un extraño.

— Lárgate y déjame en paz.

— ¡Y una mierda!

— Poli…

— Te he dicho que no te dejaría hacerlo con un extraño. Desátalo, págale y que se vaya. Y hazlo ahora antes de que mi poca paciencia se evaporé y te mate.

— No puedo…lo necesito.

— Ya tienes un sumiso… ¡YO!

— ¿Tú? No me hagas reír.

— Lo mismo me dijiste cuando me ofrecí de Amo Dominante y al final lo hice de puta madre.

Desaté al sumiso, le di su dinero y vimos cómo se desmaterializaba.

— Desnúdate. De rodillas. Manos a la espalda. Mirada baja.

Hice lo que me dijo guardando mi cruz en uno de los bolsillos del pantalón de cuero. Mientras lo hacía solo se oía el ritmo de nuestras respiraciones. Empezó a rondar alrededor de mí.

— A partir de ahora mantendrás la mirada baja y no hablarás — cerré un collar de perro en su cuello y lo levanté del suelo tirando de la argolla que sobresalía — al potro y boca arriba. Lo até fuerte y le hable mientras buscaba entre mis juguetes. — El Bondage no es solo un juego para muchos es una forma de vida que adquirimos por placer, por gusto, por voluntad propia o bien apremiado por las circunstancias de la vida y de un puto pasado que te ha tocado vivir. Significa… Disciplina. Dominación. Sumisión. Sadismo. Masoquismo. — Le puse una mordaza de bola que se ataba a la nuca y un antifaz en los ojos para que no viera venir ni los golpes, ni lo que iba a utilizar— También es respeto al sumiso que se ofrece y confianza de poner sus cuerpo e manos de su Amo.

Encendí una vela y pase la llama por sus costados para que sintiera el calor. Fui a la cocina y cogí un hielo. Lo pasé por sus tetillas y cuando se contrajeron deje caer cera caliente encima de ellos. Hice lo mismo en su pecho y estómago, así hasta que el hielo se derritió. Coloque la vela encendida en un lugar seguro y cogí una anilla de metal que cerré alrededor de la base de su polla que se había puesto dura. Agarré una fusta dura y seguí hablando mientras iba golpeando su cuerpo con rabia.

— Hay una palabra de seguridad, negro, por si quieres parar lo que está pasando. La primera vez de un Sumiso es un vaivén de emociones.

Sabía muy bien que Vishous necesitaba dar esos pasos ante mi primera experiencia como Sumiso, quería hacerme notar que lo bueno y duro estaba por llegar. El cuero del potro se pegaba a mi espalda y nalgas porque había empezado a sudar con la sensación de frio y calor. Los golpes eran duros y fuertes mientras me hablaba y yo tenía mis cinco sentidos en alerta.

— Hay que saber dónde golpear para no causar la muerte o daños irreversibles. Como bien me dijiste cuando fuiste un Amo, el juego de la humillación es algo que avergüenza, a mí no, pero hacerlo excita, eso sí, y como te excita te da vergüenza, repito a mí no. Es una reacción en cadena. — Coloqué una pinza con cadena en su prepucio, en sus cojones y dos más en sus pezones. Uní el final de las cadenas a un aparato que daba descargas de electricidad nada sutiles, lo deje funcionando. Seguí golpeando su cuerpo — Hay varios niveles de dolor, veremos cuál es el tuyo. La sumisión es el gusto por ceder el control, las ordenes a su Amo. El Masoquismo es el gusto por el dolor y si se combinan ambos la experiencia puede ser brutal. Gran parte del placer del Sumiso es complacer en todo lo consensuado a su Amo. Cuando me sacaste mis demonios hace algunas noches tomaste posesión de mí de una manera en que nadie lo había hecho nunca y hoy haré lo mismo contigo.

Mi cuerpo empezó a temblar y a cubrirse de sudor. Tenía dos emociones encontradas, aterrorizado y excitado al mismo tiempo. La sangre corría por mis venas y tenía la garganta apretada y no solo por el collar que tenía en mi cuello. Me sentía atrapado. Un chorro de cera cayó sobre mi pecho y algo punzante levantó la costra seca. A ese dolor se unió el del golpe de algo donde aún quemaba. Las descargas eléctricas eran continuadas y fuertes, hacían que mi cuerpo saltara sobre el potro. Cuando notaba que la sangre bajaba hasta mi cerebro al tener la cabeza colgando la levantaba para que pasara y volvía a dejarla caer.

Empecé por soltar cera muy caliente desde su pecho, su estómago, los genitales, el capullo de su polla y vuelta a empezar desde sus genitales hacia arriba, como extra, un fuerte golpe con la fusta donde se quedaba la rojez de la cera. Para volver a dejar caer cera y repetir la acción.

El dolor de lo que V me estaba haciendo al principio era como la picadura de un mosquito que se intensifico con el golpe y la quemazón. El sudor se deslizaba por mis sienes y cuerpo lo que hacía que notara más nítidamente las descargas. Resoplaba por la nariz y notaba como mi mente iba cediendo al maldito dolor excitante. Mi cuerpo seguía tenso.

Cogí un bastón y di golpes la cabeza de su pene primero de forma suave y luego más fuerte y seguida. Solo me centré en su tronco, glande y genitales. Luego fui dejando marcas del bastón en los muslos, vientre, piernas y pecho. Cuando termine lo levanté del potro y lo até a las anillas que colgaban del techo. Le di a un mando y tensé las cadenas hasta que su cuerpo quedo en suspenso en el aire.

Noté como me levantaba y esta vez me ataba a algo frio y de metal. Oí el ruido de unas cadenas y mis brazos se tensaron hasta que quedé suspendido en el aire. No saber que venía a continuación me tenía de los nervios y la puta bola no me dejaba tragar la saliva que se me acumulaba en la boca.

Busqué entre los látigos pequeños y con varias ramas que tenían al final unas bolas de acero con filos cortantes. Lo agarré con mi mano enguantada y empecé a golpear su cuerpo. Las ramas cortaban el aire en un siseo para luego golpear la piel y abrir una herida sangrante. Intensifiqué las descargas y seguí dando golpes a su cuerpo.

Sentía mi sangre correr de las heridas y pronto el olor de esta lleno la estancia. El dolor era agonizante y brutal pero una mierda si iba a decir la maldita palabra de seguridad. En ese espejo no se iba a ver, pero mi zorra mente ya le pertenecía por completo, la muy condenada había cedido al placer de ser golpeado y humillado.

Le até los tobillos con las argollas que salían del suelo para tensar más su cuerpo y dejarlo en un punto fijo y que no se moviera. Deje el látigo y cogí una pala de cuero duro y golpeé sus nalgas, espalda y piernas varias veces y seguidas. Apreté más las pinzas y supe que su mente había cedido a mi capricho de Amo Dominante, una parte suya ya era mía por completo, me faltaba su cuerpo que aún estaba tenso. Deje la pala y cogí la vara de madera y de castigo y volví a golpear pero esta vez todo su cuerpo.

No tenía ni puta idea de que mi umbral de dolor fuera tan extenso porque era puro y castigante dolor lo que estaba sufriendo en mi piel ya dolorida y abierta de heridas. Me preguntaba si mi mente había cedido con tanta facilidad porque mi cuerpo no. Mi mente siempre había sido más fuerte que yo mismo y se rindió.

Dejé la vara a un lado y lo solté haciendo que se doblara por la mitad para ponerle unas correas que ataban muñecas y tobillos a la vez. Coloque su cara sobre el potro y sin lubricarlo le metí la polla hasta el fondo. Mientras lo embestía con dureza le daba duras nalgadas con mis manos. Abrí en su espalda una herida con mis uñas y el olor a sangre fresca me excito como nunca y el orgasmo me cogió tan desprevenido que me corrí dos veces llenando su culo de mi leche y notando como se salía y corría por el interior de sus muslos. Me Sali y fui a por otro de mis juguetes.

Me doblo y mis vertebras crujieron. Grité de forma muda cuando se metió en mi culo sin prepararme y gruñí de la misma forma cuando mis nalgas empezaron a doler por los golpes que recibía. Noté algo punzante y el olor de mi propia sangre lleno mis fosas nasales. De no estar mi polla atrapada me hubiese corrido en ese mismo momento.

— La dominación es un gozo más allá del simple sexo físico. Te he marcado con mi semen para hacerte ver que soy yo quien manda y tú obedeces. — Le solté de la posición que estaba y lo puse sobre la mesa boca abajo. Tiré de las correas y las até de forma fuerte en muñecas y tobillos. Cogí la rueda de Wsaterman y la pase por toda su parte trasera calvando los filos de la rueda en su piel — Cuando tú te entregas. Cuando me cedes toda resistencia y dejas tu cuerpo y mente en mis manos para que yo haga con ellos lo que quiera, es en ese momento que es mi momento de disfrute. Vamos a romper la última barrera para que seas mío completamente.

Tenía toda la razón del mundo, así me había sentido yo cuando fui su Amo. Disfruté cuando me entregó su cuerpo y su mente. Cuando me cedió eso se completó el círculo.

Dejé la rueda, encendí dos velas y llene su espalda, nalgas y piernas de cera negra. Volví a coger la pala y fui rompiendo las costras a base de golpes. Al fin su cuerpo cedió y fue mío, me había costado pero lo había logrado…ya era del todo mío como Sumiso.

Con el primer golpe mi cuerpo quedó laxo y yo necesitaba correrme y disfrutar de lo que me habían hecho. Era un jodido sumiso obediente a la voz y golpes de su Amo. Dios, como necesitaba gemir y gritar de placer.

Tiré la pala al suelo y le quité el antifaz y la mordaza. Le di la vuelta volviéndolo atar y con la fusta en la mano me coloque entre sus piernas. Subí dos números la electricidad y lo miré.

— ¡Mírame Sumiso! Vas a correrte y a demostrarme que te gusta que te golpeen.

Asentí ansioso porque tenía la boca seca.

Abrí el anillo que rodeaba la base de su polla y le di golpes en su tronco dura hasta que se corrió.

No me corrí según mi polla se quedó libre, necesitaba una ayuda en forma de golpes que llegó e hizo el milagro. El orgasmo llegó de tal forma que empecé a soltar semen sin saber si podría parar el algún momento. Gemía, me retorcía y gruñía de puro y explosivo placer. Para cuando termine de correrme no podía con mi alma y estaba mareado.

Le quité lo que faltaba y le solté las muñecas y tobillos. Le di un masaje a sus brazos.

— ¿Estás bien poli?

— De…puta…madre…

— ¿Te puedes sentar o necesitas una ayuda?

— Una ayudita no vendría mal.

Cuando al fin estuve sentado eche un vistazo a mi marcado cuerpo y froté las marcas de mis muñecas. El muy cabrón se había enseñado pero ostias sino me había gustado.

— ¿Una ducha Butch? — Lo ayudé a llegar a la ducha y nos duchamos juntos en silencio. Luego lo llevé a la cama y lo acosté. Mandé un mensaje a Thor y le llevé un vaso de whisky. — Di algo, tú silencio me mata poli.

— Está todo bien Vishous. Pero si vuelves a buscar un puto sumiso teniéndome a mí, te mato a golpes.

— ¿Quieres que te siga usando?

— Cada vez que lo necesites. Y hablando de necesitar, necesito comer algo.

— Tengo unos huevos y algo de pan, voy hacerte una tortilla. — Lo deje comer tranquilo y cuando acabo le pase la botella de su matarratas. Encendí un liado y me senté en el sillón frente a la cama. — Butch, ser un Sumiso no es un juego.

— Te escuchaba cuando hablabas. Pero tú mejor que nadie sabes que un macho enamorado y vinculado y celoso es muy peligroso cuando ve a su macho con otro. No quisiera matar a uno de la raza por culpa de los malditos celos.

— ¿Estarías dispuesto a pasar por esto cada vez que mis demonios anden sueltos?

— No lo dudes.

— Estás loco.

— Por ti y tus demonios.

— Puto loco.

— Eso también. Anda ven a la cama, estoy muerto y necesito dormir.

— En cuanto acabé el liado. Deberías beber de mi vena.

— Cuando despierte.

Apagué las velas. Cerré las gruesas cortinas negras y mire a Butch que se quedó dormido con una sonrisa en la boca. Yo no dejaba de pensar en la próxima vez que fuera mi sumiso más caliente, sexy y obediente.

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