domingo, 25 de agosto de 2019

OCÉANO...5ª


                                                                  OCÉANO
                                                   
                                                 

Butch y Vishous Fated

Durante un momento y con la vista fija en la espalda de ese cabrón que se perdía detrás de un cuadro con ella en sus brazos, me quedé inmóvil sin saber reaccionar, atrapado entre gritar o llorar. La puerta se cerró detrás de mí y mi cabeza aturdida se despejo.

Ahí estaban los cincos bastardos, contando al que yo había empezado a llamar amigo. Eran tan grandes y fuertes que no dudaba que un solo dedo te quitase la vida.

Ojos de plata se acercó.

— Bienvenido detective. Nos volvemos a encontrar.

— Beth…

— Estará bien.

— Pero…

— Lo que sucede es algo normal entre nosotros cuando damos el cambio. ¿Has cenado?

— ¿O quieres ser la cena? — me soltó con humor el amante de las piruletas.

— Iros a la mierda, no estoy de humor para vuestras pullas y frases sin sentido.

Unos ojos negros sin alma se cruzaron con los míos y pensé que no me gustaría encontrarme con este hijo de puta una noche en un callejón. Le llamaban Z o Zsadist. Nunca lo había visto tan de cerca porque se largaba según acabábamos de pelear. No era su cara con cicatrices lo que ponía el vello de punta, eran sus ojos, oscuros y sin vida alguna.

No le sostuve la mirada un minuto más y roté mis hombros debido a la tensión que acumulaba en todo mi cuerpo. O la sacaba o se me rompería algún hueso o músculo.

— ¿Te has comido tu lengua humano? — me preguntó el que tenía el pelo de varios colores.

— No, estaba pensando como soltar la preguntita que me quemaba en la punta de la lengua sin que ninguno se diera por ofendido y solo hay una manera de preguntar… ¿Os gustan las pollas cubiertas de cuero? Y la pregunta va para todos — fui lanzado con tanta fuerza contra la puerta que mi espalda crujió. Caí de pie —Entonces, ¿cuál de vosotros va a chupar la mía? —gruñidos llenaron la estancia.

Ojos de plata se puso entre sus amigos y yo.

— Calma hermanos. Vamos a tranquilizarnos todos — se giró y me hablo negando con su cabeza —hazte un favor y cierra esa bocaza.

— Venga ya, un poco de diversión nunca viene mal — me agarre el paquete — ¿Cuál será el primero en hacerme una mamada?...tú piruleta, anímate.

Vishous o V puso los ojos en blanco y se quitó del medio. El puñetazo que llegó a mi mandíbula lanzó mi cabeza a un lado. El dolor del golpe despertó toda mi ira y frustración. Me abalancé sobre el rubio y lo derribé. En cuanto la sorpresa por mi ataque pasó nos enzarzamos en una pelea sin tregua. Un rato después quedé contra la espalda en el suelo, el bastardo sentando a horcajadas sobre mí y apretando mi cuello.

Que puta manía tenían con mi cuello, todos.

— Te voy a dejar con vida para que veas como me follo a tu esposa.

— No tengo.

— A tu novia.

— Tampoco tengo.

— ¿Tú novio?

— Antes muerto.

— ¿Y por qué me señalaste pensando que quería algo contigo?

— Solo quería enfadar alguno y pelear. Si yo hubiese atacado primero el resto me hubiese detenido o matado.

El señor piruleta se quitó de encima y yo respiré cuando soltó mi cuello. Me quitó la cartera, las llaves y el móvil.

— Me agradas un poco grandullón.

Rodé sobre mí y ojos de plata me ayudo a levantar. Sacudía mi ropa y pensé que alucinaba cuando vi llegar a un hombrecillo con una bandeja de plata con comida y unas servilletas.

— Disculpen caballeros. La cena estará en diez minutos. ¿Puedo pedirles un favor?

Alguno soltó que si lo que había en esa bandeja eran crepes de espinaca, harían lo que fuera. El hombre asintió y todos lo rodearon.

— Otra bandeja de estas delicias y mataremos a quien quieras.

La sonrisa del mayordomo me hizo sonreír.

— Si van a desangrar al humano, ¿tendrían la amabilidad de hacerlo en el patio trasero?

— No hay problema —soltaron todos a la vez.

Tragaba saliva cuando una crepe en una servilleta fue puesta en mi mano. Miré a quien me la ofreció y le di las gracias a V con la cabeza.

— Eres bienvenido a cenar con nosotros, pero antes deberías curar esa herida en el brazo.

— Es solo un arañazo que me hice intentando entrar a la casa de Beth — me introduje la crepe en mi boca — ¡maldición! Sí que son deliciosas.

Silencio seguido de fuertes carcajadas y una ligera risa que venia del hombrecillo. Lo seguimos y así fui llevado hacia el gran comedor.

Terminada la cena fui llevado a un salón donde me paseaba sin parar. Me había quitado la chaqueta y la corbata. Subido las mangas hasta el hombro y maldecía por un buen trago de whisky y un mejor habano. Escuché los ruidos que hacían al otro lado del pasillo. Un rap sonaba y a veces risotadas se oían por encima de la música. Bromas de machotes, supuse.

Cuando me metieron aquí pensé en huir y volver con refuerzos, pero no saber nada de Beth me lo impedía. Eso y una voz oscura y fría que me había susurrado al oído.

— Espero que decidas huir.

Al girarme me topé con el tío sin alma. No lo había oído llegar.

— Adelante. Abre esa puerta y corre como una liebre en busca de ayuda. Te perseguiré y cazaré.

— Zsadist, déjalo en paz— Vishous asomo la cabeza por la puerta que había entreabierto — déjalo tranquilo, Wrath lo quiere vivo…al menos de momento. Deja de asustarlo.Además si lo asustas la sangre sabe rancia y a ocre.

Los dos se fueron y yo anule la huida de momento.





Butch y Marissa

Respiré bien hondo y profundo. Fruncí el ceño. ¿Qué diablos era eso? Olía a Océano y el mar quedaba bien lejos de esa zona. Me di la vuelta y casi me caigo de culo.

Una impresionante y alta mujer se encontraba en el umbral de la puerta. Esbelta, elegante, ataviada con un vaporoso vestido color crema y un corpiño que marcaba sus senos. Cabello rubio suelto hasta las caderas. Rostro delicado y perfecto. Labios carnosos. Ojos azules, claros como el cristal.

Dio un paso atrás, con miedo.

— No — dije dando un paso hacia delante — no te vayas. No voy hacerte daño.

— ¿Cómo puedo estar segura? — su sutil acento erizo el vello de mi nuca. Extendí mis manos hacia arriba.

— Soy policía. —Ella recogió su falda con intención de irse y yo no quería que se fuera—no estoy aquí en misión oficial por eso no llevo ni placa, ni pistola.

Soltó el vestido y enderezó los hombros avanzando un poco hacia mí. Sus movimientos eran ligeros y gráciles. Traté de no parecer tan amenazador.

— Él no permite que los de tu especie vengan aquí.

— Estoy esperando a una amiga. —Ella inclinó la cabeza y su perfume se coló por mi nariz, extendiéndose hasta mi cerebro. ¿Qué hacía una mujer como está con ellos? Tal vez era la puta de esos bastardos y por eso la casa estaba tan bien custodiada — ¿Cómo te llamas?

— Marissa.

— Butch. Bueno mi nombre real es Brian O´Neal, pero todos me llama Butch.

— ¿Por qué me miras fijamente?

— Lo siento, no quería hacerte sentir incómoda. Estarás harta de que los hombres te miren embobados.

— Ningún macho me mira.

— ¿Por qué?...Por Dios, eres tan hermosa y elegante. Voy a cerrar esta bocaza antes de que te sientas más incómoda. Aunque tú deberías dejar de mirarme así. — Bajé los ojos a la alfombra del suelo— Ves ya no te miro. Vaya alfombra más bonita y cara.

Ella rió suavemente y avanzó hacia mí.

— Me gusta cómo me miras, pero no estoy acostumbrada.

— ¡Santo Dios! No puedes ser real.

— Pues lo soy.

— ¿Puedo tocarte el cabello?

Ladeó la cabeza haciendo que su cascada de oro cayera a un lado. Toqué un mechón que descansaba sobre su hombro, era como seda. Deslicé con un dedo ese mechón a un lado y toda mi mano le rozó el hombro.

— No puedo respirar.

¡Santo Cristo! Ella me deseaba. Mi polla dura presionó contra mi pantalón y mi cuerpo se encendió. Marissa respiraba con dificultad. Se lamió los labios y yo hice lo mismo con los míos. Joder, la punta de su lengua era de color rosado. Mi dedo recorrió la curva de su cuello de piel tan blanca y suave.

Tragué saliva y recé para que mi voz sonara calmada y no ronca.

— ¿Vives aquí?

— No, vivo con mi hermano.

— Eso está bien — sentí alivio ante esas palabras. Le acaricié la mejilla con dulzura sin dejar de mirar sus labios y preguntarme que sabor tendrían.

— Me miras como si estuvieras sediento.

— Lo estoy…de ti.

— Yo creía que los humanos no se alimentaban. ¿De qué tienes sed Butch?

— Que raro habláis aquí. De tus labios, de tu boca.

— ¿Te he hecho daño? Has cerrado los ojos.

— Si consideras el deseo ardiente un dolor, si — mi voz bajó unos decibelios.

Dejé a mi shellan descansando y salí a ver que hacíamos con el poli. Una estúpida sonrisa de satisfacción cruzaba mi boca y por ella mis hermanos se iban a burlar, qué me besen el culo. Empujé el cuadro y salí al salón.

No podía creer lo que veía. Marissa y el humano que la miraba embelesado. En la maldita estancia la fragancia a sexo flotaba por toda la habitación. Rhage entro en el cuarto daga en mano. Di un salto hacia delante.

— ¡Rhage! ¡Espera!

La pareja miraba la escena con cara de desconcierto y el hermano tiró la daga hacia mí. La atrapé y se la devolví mientras le daba una orden.

— Regresa a la mesa Hollywood y ni una palabra más.

Miré a los tortolitos en cuanto Rhage salió gruñendo que era un aguafiestas. Si tenía que ser justo aprobaba la forma en que Butch había utilizado su cuerpo para protegerla. Ese tipo a lo mejor era algo más que un simple humano y contrincante. Me hizo gracia que la protegiera de mí. Ella salió de su espalda y se me enfrentó en Lengua Antigua. Le pregunté por dos veces  y contesto lo mismo.

— Que así sea—dije sonriendo.

Ella volvió junto a mí y tuve la sensación de que algo había sido decidido. En un rápido movimiento el bastardo aferró mi garganta, una vez más. Ella gritó.

— ¡Wrath!

— Por alguna extraña razón ella parece interesada en ti —le dije al oído, aflojé mi agarre de la garganta — así que te permitiré que sigas viviendo. Pero hazle daño y te desollaré vivo. ¿Entendido?

Asentí como pude e hice un amago de sonrisa, por cómo le gritaba y gesticulaba mi bella dama bien podría estar maldiciendo al bastardo que tenía por costumbre cogerme del cuello…él y todos, maldita sea.

— Ella no tiene nada que temer de mí.

— Que así sea.

— Pero tú, esa es otra historia. ¿Dónde está Beth?

Lo solté, alise su camisa y le mostré una amplia sonrisa, dejando ver un poco la armadura que tenía por colmillos.

Que el diablo me llevará, algo en esa dentadura no estaba bien.

— A salvo y en perfecto estado.

— No gracias a ti.

— Únicamente a mí.

— Quiero verla. Y no comparto tu opinión.

— Mas tarde y solo si ella quiere verte.

— ¡Bastardo!

— Cuidado detective. Ahora estas en mi mundo y aquí la única ley que hay es la mía.

— ¡A la mierda contigo!

Gruñí dispuesto a tirarme contra el cuándo sentí una suave mano sujetar mi brazo. Baje la vista. El miedo brillaba en sus ojos azules.

—Butch, por favor — me susurró — no lo hagas.

— Está bien. Por ti.

— Se más amable y quédate con ella. Es feliz en tu compañía y se merece esa felicidad. Más tarde hablaremos de Beth.

Salí del salón dejando a ese par de tórtolos juntos.

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