domingo, 17 de mayo de 2020

ENCONTRADO...20ª

                   
                                                                ENCONTRADO


                           



 Vishous y Butch Fated

Me estaba volviendo loco, no oía la llamada de mi sangre en la suya y nadie sabía decirnos que poder o que cosa tenia al poli y podía evitar que lo encontráramos de esa y otras formas posibles. Y ese cabrón estaba muerto por haber violado a Butch. Iba a soplar sus cenizas al viento una vez que lo quemara lentamente con mi mano.

Iba por mi tercera botella de vodka cuando mi sangre rugió en la lejanía… ¡al fin! Dejé la botella y corrí hacia el despacho como alma que llevaba el diablo. Entré golpeando la puerta contra la pared y captando la atención de todos. Gruñí antes de hablar.

— Está en el cementerio donde está enterrada su santa madre. Voy para allá, os mando las coordenadas cuando este en el lugar.

— ¡¡VISHOUS!! —tronó la voz del rey que ignore.

Salí al jardín para desmaterializarme y volver armar mi cuerpo en el campo santo. Rodee el bosque hasta llegar donde estuvo su coche y a los lejos divise un cuerpo desnudo sobre la nieve…el poli. Corrí con desesperación hacia el.

Tenía frío. Mis huesos estaban helados y mis dientes castañeteaban. Un manto de frialdad estaba bajo mi cuerpo. Abrí el único ojo que aun podía abrir y vi conociendo el lugar donde estaba. Intenté moverme y no pude, mi piel aullaba de dolor. Quise vomitar y solo eché sangre por la boca.

Iba a morir solo, desnudo, torturado, golpeado y violado por un puto esqueleto. Qué triste final. Y de seguro iría de cabeza al infierno por la maldad que habitaba dentro de mí y rondaba mi ser. La sentía como si fuéramos uno. Morir estaba bien así ese cabrón no se saldría con la suya y la Hermandad no estaría en peligro por mi culpa.

Cerré los ojos y me deje llevar y en eso estaba cuando sentí en paso rápido de unas botas que venían hacia mí. Supe quién era sin verlo… ¡maldita sea! Mi cuerpo empezó a temblar.

Llegué a su altura y me puse en cuclillas. Su cuerpo parecía estar convulsionando, así que me quite mi abrigo para ponérselo.

— ¡Aléjate de mí!... ¡No me toques!...Estoy maldito. Soy un peligro para la Hermandad.

Alivio recorrió mi cuerpo cuando lo oí ladrarme y note como respiraba. Su cuerpo había sido duramente golpeado y torturado pero estaba vivo y era lo más importante.

— Me importa una mierda todo, no te voy a dejar morir como un perro. Eres uno de los nuestros.

— Por favor no me toques…la maldad está dentro de mí.

Me puse de rodillas y lo gire boca arriba con mucho cuidado. Una gran mancha de sangre se quedó en la nieve. Se quejó y le metí mi abrigo por los brazos y se lo abroché. Lo abracé pegándolo a mi cuerpo para que mi calor le llegara. Me fije en la mancha negra y mal oliente que había debajo de su ombligo.

— Estas cometiendo un error Vishous. El hijo de puta que me violo me metió dentro una parte de su cuerpo y es pura maldad lo que hay dentro de mí.

— Te voy a llevar a casa.

— ¡No!

— Vamos a ir a casa y estarás aislado del resto, sólo Jane y yo nos ocuparemos de ti. No vas a pasar por esto solo.

— La Hermandad.

— El rey y todos están de acuerdo con mi decisión tomada.

— ¡¡Maldito cabrón tozudo!!...¡¡SUÉLTAME!!

Se desmayó y me saque el guante abriéndole el abrigo para poner mi mano a su servicio y quemar la mierda que tenía dentro. En el momento que iba hacerlo mi madre apareció.

— Voy a salvarlo diga lo que digas.

— Vengo ayudarte. Aparta tu mano de esa herida. Si lo haces ahora morirá, está muy débil. Debe sanar su cuerpo para que puedas curarlo.

Como vino se fue. Lo volví a cubrir e hice lo propio con mi mano. Saqué el móvil y marque las coordenadas en el móvil de Rhage y un mensaje para que trajera uno de los coches grandes. No tardaron en llegar, Rhage y Z corrieron hasta mí entre gruñidos y malas palabras.

— Parar donde estáis. Abrir la puerta trasera y bajo ningún concepto nos toquéis. Llamar a Jane para que lo tenga todo preparado y un quirófano en marcha. Que una de las Elegidas a la que ha enseñado enfermería nos ayude pero tomando precauciones de aislamiento con máscaras, guantes, gafas y una bata aislante de enfermedades contagiosas. Necesito que aisléis la zona donde vamos a estar con él. Y nada de visitas hasta nuevo aviso.

— Todo está preparado hermano — me contestó Zhasdit.

— El olor a putrefacción llega hasta aquí —dijo Rhage. Vamos a llevar al poli a casa…ese es su sitio.

Y eso hicimos.

Una vez en el quirófano hubo que coser heridas abiertas. Vendar costillas rotas. Hacer placas y análisis. Abrir las heridas de balas limpiarlas y volver a coserlas. Colocar huesos en su sitio. Y coser su ano por fuera y por dentro con puntos que caerían solos. Hacerle transfusiones de su grupo sanguíneo y ponerle antibiótico.

Al terminar nos duchamos y cambiamos de ropa.

— He habitado una habitación para los dos.

— ¿Cómo está? Y gracias.

— No te a voy a mentir. Está muy mal, tiene hipoxia.

— Se lo que es. Disminución del oxígeno en las células de su organismo.

— Y ha entrado en coma. Vamos a ver cómo pasa la noche y el día de mañana, pero debes prepararte para lo peor.

— Haré el primer turno.

— Lo haré yo. Tienes orden del rey de comer algo, Fritz se ocupara de ello. Debes cenar y dormir un poco o te quitará de ayudarme.

— Despiértame si pasa algo.

— De acuerdo, ahora descansa un rato.

Pensé que no iba a dormirme pero el cansancio pudo conmigo y caí rendido.

— ¿Cómo sigue? —salude con la cabeza a la Elegida que lo bañaba. Un gruñido bajo y sordo salió de mi garganta. Di un beso en la mejilla a Jane.

— Igual Vishous, no hay mucha mejoría. La herida bajo el ombligo huele peor y creo que tendremos que abrirla y mirar que hay dentro. Prepararé el quirófano para mañana. Oye tengo que hacerte una pregunta un pelín personal y en privado.

Me agarró del codo y me llevo fuera de la habitación.

— Siéntete libre de hacerla.

— Verás, he notado durante la noche que algunas de las heridas han empezado a sanar con rapidez y sin dejar marca alguna y me vino a la mente un recuerdo de cuando te conocí y vi como tus heridas se curaban de dentro para fuera como por arte de magia. Me explicaste por qué y lo entendí, pero el poli no es un vampiro, tú sí. El proceso se ha parado y me preguntaba si tienes algo que ver en ello.

— Si…ha estado bebiendo de mi sangre sin el saberlo, al menos las siguientes después de la primera que si fue consciente. Tuve una pesadilla con una cruz llena de sangre y es el único que la lleva. Si el proceso se ha parado es que mi sangre ya no está en su torrente sanguíneo.

Me volvió a empujar dentro y le dijo a la Elegida que se fuera a descansar.

— Arremángate la camisa.

— ¿Para?

— Para hacerte una transfusión de tu sangre y guardar algunas bolsas. Come y duerme bien porque te voy a desangrar hasta que el poli cure del todo y eso llevara días porque al ser humano el proceso es más lento. Y te tendrás que alimentar de una Elegida, confío en la que nos está ayudando con Butch.

— Hay que hablar con el re…

— ¡No hay tiempo! El poli se muere. Más adelante se lo diremos.

—De acuerdo. Y de ahora en adelante seré yo quien bañe a Butch.

— Y eso que no estáis vinculados.

— No te hagas películas en tu cabeza amiga mía.

— Claro, claro. Soy yo que veo cosas que no hay.

Hice lo que me dijo mientras ella se reía con suavidad. Poco a poco fue recuperando su piel el color y su cara también. No me importaba dejar mi sangre a su servicio y mucho menos alimentarme de una hembra si con ello recuperaba a mi amigo y compañero. En una semana las heridas desaparecieron menos las dos de balas que se iban a quedar con cicatrices. Ya respiraba sin respirador y le sacamos el tubo para poder hacerlo, sus costillas habían sanado sin fisuras. Y su ano también. Pero no despertaba del maldito coma.

Esa misma noche le baje la sábana y dejé al descubierto mi maldita mano. Un destello de luz llenó la habitación y supe que mi madre estaba de vuelta.

— ¡Cuidado guerrero! Si lo vas hacer no debes utilizar el fuego. Pon tu mano sobre la mancha y ahora cierra los ojos e imagínate como un enorme halo de luz brillante y limpia. Proyéctala y aliviaras al humano pero recuerda que si un bisturí toca esa herida matará a ese macho.

Me puse hacer lo que me dijo y noté como mi cuerpo se encendía pero no con fuego sino con luz. Metí esa luminosidad en su interior a través de mi mano y al acabar caí doblado de rodilla. Mi mano ya apagada apoyada en el suelo y la otra en mi estómago. Empecé a vomitar.

Lo que cojones tenía el poli dentro de su cuerpo era tan maligno que hasta yo le tuve respeto. Lo sentía recorrer mi cuerpo y rechazar al nuevo ente donde estaba que era yo. Seguí vomitando hasta que no quedó dentro nada de mí y noté como la Virgen escribana acariciaba mi pelo en el proceso. Me recompuse cuando la maldad se evaporó. Limpié el desastre y fui a por una botella de agua muy fría. Me senté en uno de los sillones y me pase el protocolo por el único huevo que tenía.

— ¿Qué sabes de lo que le sucedió al poli?

— No puedo decirte nada y te voy a permitir la dispensa de la pregunta por la situación.

— ¡Y una mierda! No me creo que no sepas nada.

— Solo has de saber que el don que te fue concedido y que siempre has considerado una maldición será lo que salve al humano de una muerte segura. Él es la oscuridad y tú la luz. Os necesitáis para sobrevivir. El uno sin el otro no funciona el tándem. El fuego purifica pero no en este caso. Solo tu luz fuerte, potente y sanadora lo mantendrá vivo.

— ¿Volverá con nosotros? ¿Siempre será así para mí?

— En su debido momento. Su hora definitiva aún no ha llegado. No, para ti.

Y se largó. Hija de puta, sabia más de lo que decía como siempre. Mi zorra madre era la reina de los secretos más oscuros de nuestra raza. Acabe el agua y volví donde el poli mirando la mancha. El olor ya no estaba y la mancha se había puesto más clara. Respiré profundamente encontrando algo de alivio.

Ahora solo faltaba que despertará y tenía que hacerlo o yo no sabría que hacer sin el revoloteando por mi caótica vida. El reloj de pared dio unas campanadas y supe que me tenía que alimentar de sangre. Camine hacia la nevera donde estaban las bolsas de sangre y cogí una que llevaba el nombre de la Elegida, bebí. Ni loco iba a tomar de la vena de una hembra. Al rey saber lo que estábamos haciendo le sentó como cuerno quemado pero era lo que había que hacer. Después de gruñir y ladrar dio su consentimiento con la condición de que yo me alimentara de sangre de la forma que fuera.

Volví al lado de mi amigo cuando acabe. Le cubrí el cuerpo y mandé un mensaje a Jane para decirle que no podíamos abrir la herida o moriría. Me mando un okey y un descansa. Me senté a su lado empujando el sillón y esperando el milagro de su despertar

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