martes, 5 de mayo de 2020

CAUTIVO...19ª

           
                                                                     CAUTIVO

                                                 


Butch y Vishous Fated

Esta noche tuve que ir al cementerio solo, mi amigo tuvo que ir arreglar un asunto de seguridad en Lugar Seguro. Tardé más de lo habitual porque mi antiguo compañero, De la Cruz había ido a visitarla. Tuve ganas de ir hacia el pero la prudencia frenó mi avance. Espere hasta que el camino estuvo libre.

— Hola madre, espero que ahora estés en paz y seas feliz como te merecías. Te he traído unas orquídeas, tus preferidas. Te amo.

Me quedé un buen rato y caminé hacia el coche. Mi sexto sentido puso mi cuerpo en forma defensiva y supe que había peligro.

— ¿Tienes un cigarro, amigo?

— No y no soy tu amigo.

Di al mando para bajar los seguros de las puertas y seguí caminando hacia el coche. Sin más algo golpeo en mi pecho muy cerca del corazón, bajé la vista y vi la sangre caer y gotear…me habían disparado. Como pude saque el móvil y marqué el uno en marcación rápida.

— Amigo…me han disparado...me siguen unos cabrones…no son albinos… ¡Hijos de puta cobardes! Venir a por mí si hay huevos.

— La mascota de la Hermandad se nos pone chulo. Ir a por él.

Recibí otro disparo en el muslo derecho cuando me di la vuelta y mi teléfono cayó de la mano. Di pelea pero al final pudieron conmigo y me noquearon con un golpe en la cara. Intente mantenerme despierto pero la oscuridad me engullo.

— No tiene el móvil en la mano.

— Meterlo en el coche y buscarlo, el Amo lo pidió por algo. Y recordar que él lo quiere con vida, así que nada de divertirse con su cuerpo, eso es privilegio de nuestro señor. Y nada de golpes hasta llegar a la casa.

Lo primero que oí al despejar mi cabeza fue un insistente goteo molesto e irritante. Abrí un ojo y vi que era mi propia sangre. Lo más lógico después de los disparos, los golpes y las torturas que había recibido según llegamos. Volví a desmayadme hasta ahora. Estaba colgado y con cadenas en tobillos y muñecas y no sentía mis brazos de las horas que llevaba colgado. Intenté respirar y sentí un dolor agudo en las costillas, estaban rotas. Me dolía todo el cuerpo y la cara. No dejaba de sangrar por las heridas de balas más las que ellos me habían infligido. Pero que se jodan, no solté nada de la Hermandad, ni sus miembros y mujeres.

Abrí los dos ojos y vi con atención el lugar, era un sótano húmedo y mugriento, con un asqueroso olor. En penumbra, por lo que podía ver los instrumentos utilizados en mi dolorosa tortura y arcadas revolvieron mi estómago. Mire hacia mis pies y vi un destello en el suelo cubierto de mi sangre mezclada con agua mal oliente, era mi cruz, no me la notaba en mi cuello. Estaba bien jodido, la pesadilla de Vishous se había cumplido y sabía que no saldría de ella con vida. No me quitaba de la cabeza a ese jode mentes y eso me ayudo aguantar el dolor de todas las barbaries que me habían hecho.

Atravesé el vestíbulo y después de dar el parte al rey me fui al Hueco. Entré y me quité el armamento. Estaba algo tenso y con ganas de una buena ducha bien caliente, una botella de vodka y un buen liado.

— ¡Butch! —Grité — silencio y me pareció extraño, fui hasta su habitación y la abrí — ¿Te has quedado dormido cabrón? — La enorme cama estaba vacía y me estaba preguntando donde cojones estaba.

Salí del Pit y miré en el garaje. Algo en mi pecho se encogió…el Escalade de él no estaba. El amanecer ya estaba llegando y aunque para él no era un problema, siempre llevaba el ritmo de nosotros y el horario. Me senté frente a mis ordenadores y busque su G.P.S., su coche estaba en el cementerio donde está enterrada su madre. Eso era muy bueno. Me llevé la mano enguantada al bolsillo trasero de mi pantalón y sin más un mal presentimiento me embargo de lleno y me hizo gruñir. Lo abrí y marque mensajes, los dos primeros nada, pero el tercero me hizo respirar rápido y por primera vez conocí lo que era el miedo real.

“Amigo…me han disparado...me siguen unos cabrones…no son albinos… ¡Hijos de puta cobardes! Venir a por mí si hay huevos.” —“La mascota de la Hermandad se nos pone chulo. Ir a por él.” — Lo siguiente que se oye son golpes, gruñidos que salen de la boca del poli y un disparo más y de repente silencio.

Me pareció que la casa caía sobre mí y me enterraba. Los demonios hijos de puta que habían secuestrado al poli habían desatado al demonio de Vishous que clamaba por venganza y muerte. Me levanté tirando la silla al suelo y me puse a dar vueltas como un león enjaulado…la puta luz del día me tenía atrapado. Grité tan fuerte como puede y caí de rodillas al suelo. Así me encontraron mis hermanos y Wrath que venía con ellos.

El silencio dio paso a unos ruidos en la planta superior, pude oír como llamaban Amo a alguien. Una conversación tenue y más pasos. Otro chirrido de otra puerta y las escaleras tras de mi empezaron a crujir. Un sudor frio empaño mi cuerpo.

Delante de mí los diez tíos que habían ido a por mí y me habían golpeado. Cerca de ellos un restrictor bien conocido por los hermanos, Xavier no sé qué. Detrás de ellos y abriéndose paso una figura cubierta de pies a cabeza con una túnica negra que no dejaba nada de su fisonomía al descubierto. Cogí aire profundamente y respiré repulsión. Lo que estaba frente a mi exhalaba perversidad, pura maldad y malevolencia al máximo en su estado más puro y duro.
Ahora sí que el miedo se empezaba adueñar de mí. Podía soportar el dolor, estaba acostumbrado desde niño, pero lo que había ahí debajo ara maldad. Mis instintos me pedían correr lejos de eso pero no podía hacerlo. Cerré los ojos e hice lo único que podía hacer, rezar.

— ¿Es este el humano?

—Sí, mi señor. Es la mascota humana de la Hermandad. Lo verificamos con su carnet y con la cruz que llevaba al cuello, además tenía las balas que usa la Hermandad.

— Sé que estás despierto humano. — Abrí los ojos sin dejar de rezar. Tragué saliva copiosamente a pesar del dolor. Los ojos que me miraban eran los ojos de la oscuridad. El mal me sonrió en una mueca que me recordó a V. — ¿Le has sacado algo Capataz?

— Ni yo, ni tus hombres hemos podido. Aún no hemos terminado con él.

— Por ahora sí. Lo habéis aporreado hasta estar al borde la muerte y dije bien claro que lo necesitaba vivo. Dentro de una hora morirá si no le ponemos remedio. Hacer lo que yo os diga u ocupareis su lugar en mis planes. Ponerlo sobre la mesa, curar sus heridas, las de balas también. Darle de comer y beber agua. Ponerle antibióticos para las heridas más profundas, inyéctale lo mismo y sacarle las balas. Habrá tiempo para que os podáis divertir con más torturas.

Hicieron los que ordeno ese cabrón sin ninguna delicadeza y sacaron las balas sin anestesia. Taponaron más mal que bien las heridas. Me dejaron ducharme y me dieron de comer y de beber. No grité, ni lloré en ese proceso, pero los maldije en silencio. Respiré aliviado cuando la maldad se fue.

Después de mi arranque de ira acabamos en el despacho del rey. Les deje oír lo que me había mandado el poli y un frío tenso y helado se posó en esa habitación. No puede evitar soltar que había una forma de saber cómo llegar hasta Butch. El rey me miró serio y echando humo por las orejas.

— Vishous — gruñó Wrath — estoy esperando impaciente conocer de qué forma podemos hallar donde esta nuestro amigo. Y lo más importante, ¿por qué lo ocultas?

— Porque me va a traer problemas.

— Responde o te juro que te desuello vivo para sacarte la verdad.

Fui hacia el bar y me serví un vaso de vodka que me bebí de golpe.

— Yo lo he estado alimentando. La primera vez se lo dije, las siguientes no.

— ¿Tú qué? — esa frase fue dicha tras de mí y en mi cuello. Me si la vuelta y encaré al rey.

— Ha bebido de mi sangre.

— ¿¡En qué mierda estabas pensando!? Es un macho humano y lo podías haber matado.

— Yo ya sospechaba que Butch no era lo que conocemos, que había algo más. Quise confírmalo con la certeza de la sangre, además tuve una pesadilla con una cruz llena de sangre y es el único que lleva.

— ¡Maldito loco! Cuando hiciste eso no sabíamos nada de su verdadero padre.

— Lo volvería hacer si me ayuda a encontrarlo.

— ¿Él…él…tomo…tu…vena?

—¡¡No!! Se la di a beber en forma de vino.

— ¡Violaste la ley! ¿Qué se supone que debo hacer contigo?

— Entregarme a mi madre una vez que lo traiga de vuelta. Te prometo ir por mi propio pie para que ella me castigara.

— Has esa maldita llamada de la sangre y has pensado que sucederá si el poli es torturado y habla de nosotros.

— Moriría antes de entregarnos…te lo garantizo. Mi macho es tan fuerte como el vodka que bebo.

No se me paso desapercibidas las miradas entre los hermanos y sabia porque, me importaba una mierda. Bebí otro vaso y me concentro para la llamada.

— ¿Qué pasa V?

— No me llega ninguna llamada de sangre.

— ¿Cómo es posible?

— No lo sé. Algo a alguien impide que esa llamada me llegue.

— Estamos bien jodidos.

Estuvimos en silencio hasta que la noche cayó y fuimos hasta el cementerio y solo estaba el coche. Sangre en el asfalto y nada de su persona, ni del móvil.

— ¿No hay suerte? — me preguntó Z.

— No y ya me empiezo a preocupar, en unas semanas no la sentiré y entonces no sé cómo lo hallaremos.

— Paso, a paso hermano. ¿Quién puede tener ese poder?

— Mi hijo puta padre, pero está muerto.

— Y que siga así. Oye, te oíste decir lo que dijiste en el despacho del rey.

— Fue un lapsus.

— Lo que tú digas V.

El sonido de mensajes de móvil rompió el incómodo silencio entre Z y yo. La foto que saltó delante de mis ojos me hizo gruñir de forma violenta y salvaje.

“Tenemos a vuestra mascota humana y no intentéis averiguar quiénes somos o que queremos y mucho menos donde estamos o lo mataremos. Es una buena diversión para nosotros”

Zahdist me cogió el móvil y vio la foto.

— ¡Puta ostia! Hemos de volver a la Mansión.

— ¿Qué ha pasado? — preguntó el resto.

— Esto — Z enseño la foto y el ambiente se volvió oscuro y pestilente.

— ¿Quién cojones e será quien esconde su cara? — preguntó Rhage.

— Un puto cobarde que está muerto.

Horas, suponía que eran horas lo que había pasado desde que volvieron a dejarme solo en el sótano. La amabilidad que ordenó lo que había bajo la túnica no me la creía y estaba seguro de que lo que venía ahora no me iba a gustar nada. Me habían sacado una foto desde mi móvil y supuse que para mandarla a la Hermandad o vete tú a saber para qué. De nuevo la puerta y los pasos. Me desataron de la mesa y me pusieron de pie atando mis pies con grilletes y mis manos con esposa. Me empujaron escaleras arriba y una vez en la planta principal fui empujado a una habitación donde había más cosas con túnicas negras. También había unas cadenas que salían del suelo y techo. Me quitaron lo anterior y me ataron a esas cadenas.

La puerta se abrió y el olor de la maldad entro, tuve ganas de vomitar cuando todas las túnicas cayeron al suelo y vi que eran todos esqueletos con poca o ninguna piel. Algunos se acercaron a mí y empezaron a manosearme y rozar sus asquerosas pollas duras contra mí.

— ¡¡No me toquéis hijos de puta!! ¡¡Os mataré!!

El restrictor se acercó a mí mientras los otros me tocaban.

— Ese rico culo tuyo será del Amo.

— ¡¡Por encima de mi cadáver!!

— Cuando él te haga suyo de todas las formas posibles.

— ¡¡Dejadme cerdos!! — me revolvía haciéndome daño en las muñecas y tobillos.

Sin más me soltaron y movieron con las cadenas hasta que mi cuerpo quedo doblado en el aire. Esto no podía estar pasando. La maldad se colocó detrás de mí y agarro mis caderas con sus manos huesudas. Noté una polla helada en la entrada de mi trasero y el muy cabrón se metió dentro de mi haciéndome daño y haciéndome sangrar. Sentí arcadas y recibí de aviso un fuerte golpe en mis costillas mal heridas. Luche para soltarme y volví a recibir un toque de atención a forma de mordida en uno de mis hombros, así que me estuve quieto mientras esa cosa me violaba y el resto se prestaba a una repugnante orgia. Intenté imaginar estar en otro sitio y nada. Fui a pensar en Vishous pero me negué. Grité de impotencia y lloré por lo mismo.

Los huesos se salían de mi piel. Por más que intentaba llegar a la llamada no había forma, algo muy poderoso lo impedía. Y solo hacíamos dar vueltas en círculos.

Mi pecho se cerraba por falta de aire cada vez que la imagen de esa puta foto llegaba a mi cerebro. Mi corazón martilleaba tan fuerte que parecía que por una vez mi corazón se estaba haciendo notar y yo creyendo que estaba muerto. Vaya ironía. Un humano no aguantaría ante tanta pérdida de sangre por las balas, si le sumas los tajos que le habían hecho con dagas, menos y si le añado que en unos días no podría utilizar la maldita llamada de la sangre. Pues el poli estaba en grave peligro. Ya llevábamos dos días sin saber nada.

El rey había ido al Otro Lado para averiguar algo y llegó sin resultados pero era bien sabido que mi madre valía mas por lo que se callaba que por lo que nos decía a nosotros. Mi móvil sonó.

— Reverendo.

— Hay un forastero nuevo en la ciudad.

— ¿El líder de los Bastardos?

— No, además ese bastardo no tiene tanto poder. Va por libre y se comenta en los bajos fondos que se está divirtiendo con un humano que es la mascota de la Hermandad.

— El poli no es nuestra mascota…es de lo nuestros.

— No mates al mensajero. Y sea quien sea, guarda muy bien su rastro.

— Entiendo.

— Seguiré preguntando y pondré más hombres a vuestra disposición.

— Gracias.

Mi móvil volvió a sonar y era un vídeo. Lo abrí con el alma rompiendo mi calma y mis nervios. Butch estaba siendo violado y a su alrededor había una orgía de calaveras andantes. El cabrón que lo violaba no se dejaba ver la cara. Salí del despacho corriendo hasta el jardín cuando unas manos me lo impidieron. Le di unos puñetazos que me devolvieron y en eso estábamos cuando varios fuertes brazos nos detuvieron a Z y a mí en la pelea.



                           



— ¡Puto loco! — Me gritó Zahdist — es de día.

 — Butch…Butch…Butch — gemía mientras caía laxo sobre los que me mantenían.

— Lo sabemos hermano, cálmate.

Negaba mientras les mostraba el video. Gruñidos y gritos de venganza crujieron las paredes de la casa. Volvimos al despacho y le contaron a rey lo sucedido. Un fuerte rugido, seguido de un gruñido y un frio helado nos acompañó en la habitación.

— Falta poco para que caiga la noche. Salir ahí fuera y no volváis sino es con el poli con vosotros.

— Déjame tu ordenador, si su móvil esta encendido y no lo han apagado después del puto video podre saber dónde está.

Cuando la maldita violación acabo me volvieron a bajar al sótano y me encadenaron a la mesa. Mas golpes, más torturas y esperaron la llegada del hijo de puta de mi violador. Al que daría muerte en cuanto pudiera.

— ¿Me echabas de menos?

— ¡Vete a tomar por culo!

— Un hombre con carácter, lástima que no te pueda mantener a mi lado, te necesito en una misión fuera de aquí. Una daga por favor. Nos vas hacer muy útil a nuestra causa. — Vi a ese demonio colocar la mano sobre la mesa y cortarse y rebanarse de un tajo el dedo índice. Se inclinó sobre mí y me sonrió. — ¿Dónde lo escondemos?

Di un grito cuando por sorpresa me abrió una brecha en el bajo vientre y metió esa mierda de dedo dentro. Volví a dar un tirón a las cadenas y me hice más daño. Se agachó y sopló sobre la herida. Mi piel se selló y la carne se soldó al mismo tiempo.

Sentía que me pudría por dentro. Que el gusano de la maldad se revolvía dentro de mí. Levanté mi cabeza y vi que la zona donde estaba la herida se ponía gris.

— ¿Qué me has hecho hijo de puta?

— Hacerte más mío. Lástima que no tengamos más tiempo. Pero en el futuro habrá otras oportunidades para ti y para mí. Lo que yo declaro mío, siempre lo será.

— ¡Y una mierda! ¡Antes me pegó un tiro!

— Eres del Omega y así será toda tu vida.

— ¡¡NO!!

Cuando nuestras miradas se encontraron noté cierta afinidad entre los dos que no me gustó, un vínculo, una identidad conocida que me hizo cubrir mis ojos de agua. Su mano secó una lágrima que corrió por mi sien derecha y me dio repulsión.

— Ahora duerme.

Y como una lámpara que se apaga me quedé dormido.

— Liberarlo. Lo vais a dejar en el bosque donde lo capturasteis.

— Lo sentirán a usted Amo.

— Puede ser. Pero sus amigos no lo dejaran morir ahí fuera como un perro. Mi plan ya está en marcha y este humano me dará la victoria que tanto busco contra la Hermandad.

— Les contará quien es usted.

— No, porque no recordara nada de mí.

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