domingo, 26 de julio de 2020

TRANSICIÓN...27ª


                                                                 TRANSICIÓN


                                                          



Butch y Vishous Fated

El gran día había llegado y mi cabeza no paraba de pesar. La historia entera de mi “antigua familia” y era una buena razón para pasar por la Transición y otra más buena por mi nueva familia y mi legado. Sería como desandar el camino antiguo de la vida y volver andando al nuevo de forma renacida. Como un nuevo nacimiento. Una purificación. Un bautismo de sangre. Y tenía muchas ganas de olvidar mi pasado: a la mierda mi familia que no era y la vida desgraciada que viví con ellos. Bienvenida mi nueva vida.

Vishous entró acompañado por el rey. El pecho me ardió de emoción.

— ¿Dónde lo haremos? — les pregunté.

— Abajo en el centro de entrenamiento. La sala de Equipos tiene un área nueva para primeros auxilios y tratamientos por traumas de entrenamiento físico.

— Y después tendremos que rezar — soltó Wrath.

— ¡Joder! Un plan que termina con esa frase no es un viaje a Disneylandia.

— Nunca dije que lo fuera — me contestó V — vamos compañero.

— Vamos.

Durante el camino el susto no se iba del cuerpo, no me dejaba. Este paso era más serio y peligroso que la Regresión y aunque había estado escuchando a mi compañero de Pit durante dos semanas, todo había volado de mi cerebro, no me acordaba de nada. Parecía más un reo camino de su muerte, que un humano camino de su cambio de vida.

A nuestro paso solo se oía el sonido de las persianas subiendo, señal de que la noche había llegado. Y yo solo le pedía a mi Dios que Vishous no me viera morir. Se lo rogaba con fe.

Avancé sobre las alfombras del gimnasio hacia mi destino. Una puerta de acero con el rotulo “Sala de Equipos “se abrió y se volvió a cerrar con un golpe tan frio que mi cuerpo tembló. Seguí caminando con V delante y el rey detrás, como si me fuera a escapar. Pasamos esa sala y V abrió la siguiente puerta encendiendo la luz dejando ver una sala en mosaicos blancos, armarios de acero inoxidable repletos de frascos e instrumentos médicos.

Me concentré en el centro del habitáculo donde es espectáculo iba a llevarse a cabo: había una camilla con una especie de araña sobre ella y un enorme sumidero en el suelo bajo ella. Parecía que el aire empezaba a faltarme y que me ahogaba.

Mi amigo puso los frenos a la camilla y vino hasta mí con su mueca por sonrisa.

 — Quítate la ropa compañero, toda.

Lo hice y sentí frío.

— ¿Puedes subir la temperatura de este frigorífico?

— La subiré algo durante la primer aparte, pero luego tendré que poner el aire a tope. A esas alturas no será el frío lo que te moleste.

— No me acojones.

— Vas a estar bien y todo saldrá como tiene que salir…tienes mi palabra. Ahora túmbate y cálmate.

Hice lo que me dijo en el momento que sonaba un silbido y una ráfaga de aire caliente salieron de un ventilador que estaba por encima de mi cabeza.

— Eres muy valiente poli — me dijo mi primo el rey.

— Estoy empezando a pensar que más que valiente, un estúpido.

De repente una voz que no me era desconocida acompañada de una figura familiar hizo acto de presencia. La Virgen Escribana.

— Vais a seguir adelante a pesar de mi desacuerdo con esto.

Sentí la tensión de Vishous y con la mano libre, la otra la había puesto sobre mi sexo para cubrirme, agarré su mano.

— Su Santidad es de los nuestros y tenemos el permiso de la Glymera.

— Es un mestizo.

— Como la reina. Tiene mi sangre en sus venas y mi linaje. Y es Dhestroyer, por primera vez en siglos la leyenda se ha hecho realidad. Ha demostrado con creces ser digno de nosotros.

— Ha tenido sus flaquezas.

— Como yo mismo Virgen Escribana. Como todos en algún momento.

No podía seguir callado.

— Si le prometo ser mejor de lo que he sido hasta hoy, ¿me ayudará a sobrevivir a lo que viene? Y sé que no se le puede hacer preguntas pero esto señora mía es mi camino y está mi familia.

 — No te ayudaré pero te deseo lo mejor humano. Que te vaya muy bien, de verdad. Y no vuelvas hacerme una pregunta sin mi permiso. Sigue así y puede que algún día me caigas bien. — Miró al rey — La reina y Marissa deberían estar aquí. Llamarlas antes de empezar.

Y desapareció.

— ¡Mierda poli! Pensé que te perdíamos antes de comenzar — soltó Wrath sonriendo y sacó el móvil para hacer esas llamadas.

Por un momento pensé que la zorra de mi madre iba a parar la Transición de Butch. Cogí una bandeja y me puse a trabajar. Ponía varios instrumentos estériles cuando el polo encogió las piernas y se acomodó en la camilla.

— Espero verte en el Fade si las cosas no salen bien. Si esto del cambio no funciona.

Dejé todo y me acerqué a él.

— No digas esa mierda. Nos volveremos a ver pero aquí y gracias por evitar que matara a mi madre una vez más.

— No hay de qué.

— Confía en mí. Vuelve a tumbarte.

Acerqué el instrumental a la camilla y fui hacia sus pies. Tenía un escalpelo en la mano que no debía ver. Elevé la cabecera de la camilla y esperé que Beth entrara con Marissa. En cuanto lo hicieron miré a mi amigo con mi mueca por sonrisa.

— ¿Estás listo?

— Esto va muy rápido.

— Como debe de ir.

— Hazlo ya compañero.

Alcé la mano y antes de que pudiera asimilar lo que iba a sucederle hice un corte profundo en una de las muñecas, luego otro e hice lo mismo con la otra muñeca. La sangre brotó de forma intensa y lustrosa.

Noté un agudo dolor en mis muñecas y al mirar hacia abajo vi mi sangre corriendo y saliendo de mi cuerpo a borbollonees. Las náuseas me acometieron pero respire profundo para no vomitarme encima. Sentía que el corazón se salía de mi pecho y que la sangre corría más rápido hacia fuera. El miedo me golpeó. Oía voces sin distinguirlas.

— Estoy bien…yo estoy bien…estoy bien…—repetía entre respiración y respiración.

Alguien me agarro los tobillos y salte sobre la mesa por el susto…era Wrath que me sostuvo mientras V enderezaba un poco más la maldita camilla. Me sacó los brazos por fuera de la mesa y la sangre saliente se aceleró.

— ¿Vishous? — exclamé con miedo en mi voz —. No me abandones.

— Nunca.

Le rocé el pelo en un gesto tierno al notar el miedo en su voz y bajé la temperatura de la sala. Con un reflejo de supervivencia el poli empezó a luchar y tuve que sujetarlo por los hombros para mantenerlo en su lugar.

— Tranquilo poli. Todos estamos aquí. Relájate.

— Tengo mucho fffrío. Me voy a congelar.

— Lo sé. Por favor Beth vuelva a subir la calefacción. ¿Puedes sentir mis manos sobre tus hombros?

— Sí.

— ¿Sientes mi calor?

— Sí. Me gusta…tu calor…frío…más calor, por favor— los dientes me castañeteaban, mi piel se erizo. El corazón se fue quedando sin latidos, un fuerte retumbar en mis oídos y la oscuridad.

La sangre de Butch se acumulaba en un charco en forma de piscina bajo la camilla, un charco que llegaba hasta las puntas de mis botas. Su piel había perdido el color. Su cuerpo estaba helado. Apliqué un estetoscopio sobre su pecho.

— Esto ya casi esta, Beth ven aquí por favor. —Le pasé el aparato a la reina — tienes que escuchar su corazón y que me avises cuando dejes de escucharlo durante más de diez segundos — señale el reloj en la pared — Marissa cógelo por los tobillos necesito al rey. — ¿Estás listo Wrath?

— ¿Dónde lo quieres?

— Cerca de su pecho —cogí una aguja nueva de quince centímetros nueva y tan gruesa como un lápiz— ¿Cómo va ese ritmo cardíaco?

— Cada vez más despacio pero todavía late.

— Esto es lo que vamos hacer. A mi señal voy a enderezar la mesa y mientras trabajo en Wrath vendáis con mucha rapidez las muñecas del poli.

Esperamos en silencio y cuando la reina gritó ¡YA!, enderecé la mesa al máximo nivel. Las hembras se pusieron cada una a trabajar en una muñeca. Inserté la aguja en el ángulo interno del codo del rey. Cambié de mano la jeringa y me incliné sobre Butch . Busqué el esternón con la punta de los dedos y clavé la aguja en su corazón. Media hora después la saqué agarrando las patas metálicas del desfibrilador.

— ¡Despejado! — grité para que se apartaran y reanime al poli con las palas y soplando en su boca cerrando la nariz.

Uno…dos…tres…cuatro…cinco

— Venga compañero, no dejes de volver con nosotros…conmigo.

Nueve…diez…onde…doce

Le di unos masajes en el pecho. Posé los dedos en la garganta a la altura de la yugular en busca de su pulso.

— Por favor, Butch…—más reanimación — Nada, ¡joder!

— No puedes dejarlo —me susurro preocupada Beth.

— No voy hacerlo. Marissa, ¿dónde está tu macho?

— Fuera con el resto de los Hermanos.

Fui hacia la puerta y la abrí dando una orden. Volví donde el poli.

— Dame tu brazo — al hacerlo le hice un corte en la muñeca y separando los dientes y labios del poli puse su muñeca sangrante dentro de su boca. Gruñidos y golpes vinieron de fuera.

Reanudé las compresiones pectorales. Recé para que bebiera porque no lo estaba haciendo. Ya estaba pensando que lo había perdido cuando la hembra gimió y eso significaba que el cabrón del poli estaba bebiendo y vivo. Note un leve pulso y sin más el milagro sucedió, sus costillas se expidieron en busca de aire y con sus manos vendadas pegó la muñeca más a su boca. Abrió los ojos sin ver. Por el puto Fade ahí solo había hambre. Se pegó con más brusquedad a la muñeca y bebió con furia. Los ojos duros fijos en su fuente de alimentación. Respiraba por la nariz y tragaba a grandes borbollonees.

— ¡Mierda! Está bebiendo demasiado — como pude y a pesar de que el poli se moría de hambre separé a la hembra y sellé su herida mirándola a los ojos y haciendo en silencio la paz con ella. Lamí varias veces y con un gesto de su cabeza, esa paz quedó sellada para siempre.

Estaba pensando que hacer cuando la reina habló y un oscuro perfume, un aroma animal de marcar su territorio de apareamiento flotó en la habitación…era el rey.

— Es mi turno.

Fui a por los hermanos mientras el Revenge se llevaba a su hembra en volandas y volví con ellos a la habitación. Era una situación muy peligrosa entre los machos que estaban vinculados pero siendo Wrtah la Bestia, aún lo era más. Iba a necesitar toda la ayuda posible.

— No deberías mirar Nallum.

 — Hazlo ya.

Se acercó a ella y le hizo una herida en la muñeca. Pegó su culo a la pared. Z lo agarro por un lado. Rahge por el otro. Phury las piernas y Thor de frente. La reina pego la muñeca a su boca y empezó de nuevo a beber cerrando los ojos. Esta vez controlé el tiempo.

Desperté dentro de un remolino o en el peor de los casos era una licuadora. Me di cuenta mientras tenia los músculos contraídos y agarrotados que bebía algo. Era algo muy bueno y dulce. Impetuoso y lleno de amor. Abrí los ojos y entré en pánico, estaba bebiendo de la reina, de mi amiga Beth, que era la mujer de Wrtah. El rey que estaba siendo sometido a duras penas me miraba con odio y deseos asesinos en sus ojos. Las gafas habían caído con el forcejeo. La solté enseguida y me quedé tumbado como estaba maldiciendo mi suerte.

Beth tuvo que llamarlo varias veces para que dejara de mirarme y se concentrara en ella. Lo hizo y pidió que lo soltaran. La cogió en brazos mordiéndola en la garganta. Marcó el territorio y salió con ella en sus brazos.

— ¿Vishous?

— Aquí compañero. Me alegro que hayas vuelto del infierno.

Se cogieron de las manos y apoyaron sus frentes juntas.

— Cumpliste tu promesa.

— Veras es pronto para decirlo.

Solté mis manos de la suyas y me erguí haciendo una señal a mis Hermanos para que lo ataran por los tobillos y muñecas.

— ¿Por qué me atáis?

— Hay que esperar diez minutos.

— ¿Para qué…? Mierda algo ocurre en mis entrañas.

Una oleada de dolor me acometió como clavos candentes clavándose en mi interior. Se me nublo la vista y el dolor empezó hacer insoportable. De esta sí que me moría. La cara de Vishous se cruzó delante de mí.

— Lo que estas sintiendo es la Transición amigo. Estas evolucionando de humano a vampiro.

Fui a mandarlo a tomar por culo pero no pude. Me perdí en el laberinto de la tortura que estaba pasando. Quería desmayarme pero no tuve esa suerte. Y comenzó el cambio: los fémures fueron los primeros huesos en estallar, estirarse y recolocarse. Gruñí pero me quedé sin aliento. Siguieron los antebrazos. Hombros. Columna vertebral. Pantorrillas. Manos. Brazos. Pies. Cráneo. Maxilares que evolucionaron y crecieron hasta ser unos largos colmillos. La sangre dentro de mí se calentó tanto que un fuego quemó de dentro hacia fuera. Mantuve en mi mente la voz de Vishous mientras me sometía a este padecimiento llamado Transición. Gemí.

Desde que había comenzado no había dejado de hablarle y tocarlo para que sintiera que no estaba solo en un trance tan duro. Yo sabía muy bien lo que era pasar una Transición solo y golpeado. Pero al poli eso no le iba a suceder.




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