lunes, 31 de agosto de 2020

HERMANDAD...31ª


                                                             HERMANDAD


                                                    




Butch y Vishous Fated

Había intentado que el sueño me dominara y cuando lo conseguí solo había dormido unas pocas horas. Tenía pesadillas con lo que había pasado con el Omega. Demonios, no quería pensar en eso. No quería acordarme de esa mierda.

Estiré un brazo, estaba boca abajo en la cama y el hueco de V estaba vacío y frio. Con un gruñido me pulse de espaldas y al hacerlo me quedé sentado sobre el colchón. ¡Joder! Seis figuras con capuchas negras rodeaban la cama.

Wrath habló primero en Lengua Antigua y después en nuestro idioma habitual.

— No hay manera de escapar a la pregunta que se te hará esta noche. Se te hará una sola vez y la respuesta te acompañará por el resto de tu vida. ¿Estás preparado para responder?

¡La Virgen!...La Hermandad…Madre de Dios.

— Sí.

— Entonces te lo preguntaré Butch O¨Neal, descendiente de mi propia sangre y de la sangre de mi padre, ¿te unirás a nosotros?

No era un sueño, era muy real. Me fije en cada una de las seis figuras encapuchadas.

— Sí, sí, me uniré a vosotros.

Me arrojaron una bata negra.

— Ponte esto sobre tu piel y la capucha en la cabeza. No dirás nada a menos que se te pida que lo hagas. La mirada en el suelo. Tus manos en la espalda y juntas. Tu coraje y el honor de tu linaje lo compartiremos contigo esta noche y serán ponderados en cada acción que emprendas.

Me levanté y me puse la bata. Adopte la postura que me dijo y me dejé llevar.

Una mano maciza y pesada se posó sobre mi hombro. Era la de Rhage. Ninguna pesaba tanto.

— Ahora ven con nosotros — dijo el rey.

Me sacaron del Hueco y me metieron en el Escalade. Acomodaron en la parte trasera y oí puertas cerrarse. Supe que no salíamos de la propiedad y cuando el coche empezó a brincar tuve la certeza de que estábamos en el jardín trasero que llevaba al bosque de la propiedad.
Me era imposible saber que iba a suceder porque era una ceremonia secreta pero a buen seguro nada fácil y mucho menos divertido. En su línea.

Por fin el coche se detuvo y nos bajamos. Me puse a un lado esperando me guiaran y cuando alguien lo hizo vi el halo de la luna sobre la tierra. Unos metros más adelante desaparecía y todo fue oscuridad. Por el olor a tierra húmeda y las pequeñas piedras bajo mis pies supe que era una cueva. Empecé a contar mis pasos, cuarenta y una nueva frenada. Susurros y ruidos apagados. Veinte pasos más cuesta abajo. Nueva parada. Más ruidos sordos mientras abrían una puerta. Calor y luz. Un pulido suelo de mármol negro reluciente. De nuevo nos pusimos en marcha y por el eco supe que era una estancia de techos muy altos. Otra pausa. Rumor de telas…como si los hermanos se quitaran las batas.

Una mano me sujetó por la nuca y los gruñidos de Wrath sonaron en mi oído.

— Tú eres indigno de entrar aquí. Di que eres indigno.

— Soy indigno.

Las voces de la Hermandad se alzaron en ásperos clamores en Lengua Antigua a modo de protesta.

— Dado que no eres digno, tú deseas llegar a serlo esta noche. Di que deseas llegar a ser digno.

— Deseo llegar a ser digno.

Otra tanda de clamores en la misma lengua pero esta vez de apoyo.

— Solo hay un camino para llegar a ser digno y es un camino recto y apropiado. Carne de nuestra carne. Di que tú deseas llegar a ser carne de nuestra carne.

— Deseo llegar a ser carne de vuestra carne.

Comenzó un canto bajo y tuve la impresión de que se había formado una fila delante y detrás de mí. Empezaron a moverse y aunque me costó cogí el ritmo y me uní a la danza. De repente el sonido cambio y noté que habíamos entrado en otro lugar, un espacio más amplio. Una mano frenó que siguiera caminando. Las voces se apagaron. Me cogieron por un brazo y V me aviso de que había unas escaleras. Llegamos a una parte plana y mi macho me acomodó en algún lugar. Al silencio que le siguió una gota de sudor corrió desde mi nariz al suelo entre mis pies. Vishous me apretó los hombros para tranquilizarme y después se alejó.

— ¿Quién propone a este macho? — vaya por Dios hasta mi suegra estaba aquí.

— Yo, Vishous, hijo de guerrero de la Daga Negra conocido como el Sanguinario, lo presento.

— ¿Quién rechaza a este macho? — silencio. Gracias a Dios.

— Sobre la base del testimonio de Wrath, hijo de Wrath y bajo la propuesta de Vishous conocido como el hijo del Sanguinario y ambos guerreros de la Hermandad, yo renunció al requisito de la línea materna. Empezar la ceremonia.

— Vuélvete y descúbrete — me ordenó el rey — levanta los ojos.

V me ayudo a desnudarme y alcé la vista con respeto y curiosidad. Por poco me quedo sin aire, estaba sobre una plataforma de mármol negro mirando hacia el interior de una caverna iluminada por ciento de velas negras. Enfrente una calavera. Delante de mí la Hermandad alineada en toda su gloria. Seis machos solemnes.

Wrath rompió filas y avanzo hacia el altar.

— Retrocede y pégate contra la pared. — Hice lo que se me dijo y el rey se puso un antiguo guante de plata claveteado. Cogió una daga y extendiendo su brazo se hizo un tajo dejando que la sangre cayera sobre una copa de plata que estaba sobre el cráneo. — Mi carne — dijo sellando su herida y vino hacia mí.

Tragué saliva e intente respirar hondo pero no me dio tiempo. El rey sujeto mi mandíbula echando mi cabeza hacia atrás y me mordió en el cuello. Mi cuerpo se sacudió en espasmos y rechiné los dientes para impedir un quejido de dolor. Cuando Wrath terminó retrocedió y se secó la boca. Sonrió fieramente.

— Tu carne. —Crispó el puño dentro del guante y me golpeó el pecho. Los clavos se hundieron en mi piel mientras el aire escapaba de mis pulmones. Los sonidos reverberaron por toda la cueva.

El siguiente fue Rhage. Mordió debajo de la mordida del rey clavo el puño en el lugar exacto donde había dejado la marca mi primo. Después Phury, seguido de Zsadist y Thor. A esas alturas estaba mareado por la pérdida de sangre que manaba y corría desde el pecho, al estómago hasta los muslos y la del cuello bajaba hasta la marca en mi pecho.

El último fue Vishous. Nuestras miradas se encontraron mientras su sangre caía en la copa. Selló su herida y vino hacia mí.

— Mi carne. — murmuro.

La luz de una vela chispeaba sobre el duro rostro de V y se reflejaba en su iris en forma de diamante. Me quedé sin respiración, mi macho me parecía un hermoso Dios milenario.

Se acercó unos pasos y deslizó su mano desde mi hombro hasta mi nuca.

— Tu carne. — hizo una pausa y supe lo que esperaba.

Alcé el mentón muy consciente de que me estaba ofreciendo a él. Siendo también consciente del amor que sentía por el guerrero, por mi amigo, por mi todo. Era de el para siempre. La oscura cabeza de Vishous se deslizó hacia abajo. Sentí el sedoso roce de su perilla en mi garganta. Sus colmillos presionaron la vena que subía desde mi corazón y de forma lenta perforaron mi piel. Nuestros pechos se juntaron y todo a nuestro alrededor desapareció y solo estábamos él y yo. Cerré los ojos y absorbí las emociones, la calidez de nuestros cuerpos tan cerca. El pelo de él bajo mi mentón. El tacto del poderoso brazo del macho mientras resbalaba alrededor de mi cintura. Por mi propia voluntad y con el deseo a flor de piel mis manos se posaron sobre sus caderas, apreté la carne firme y las pegué a las mías. Nos fundimos por completo en ser uno solo. Un temblor nos recorrió y ambos nos estremecimos a la vez. Y paso lo que tenía que pasar. Nos miramos cuando soltó mi vena y después de sellar todas las heridas de las mordidas y supimos sin palabras que empezábamos nuestros camino juntos, como hermanos, como guerreros, como amantes y pareja. Se apartó de mí e impactó su puño con más fuerza que ninguno de ellos. Se reunió con el resto después de una última mirada cómplice.

El rey volvió al altar y cogió la calavera presentándola al resto.

— Este es el primero de nosotros. Gloria para él, el guerrero que nació de la Hermandad. — Mientras el resto soltaba gritos de júbilo y guerra el rey se volvió hacia mí con el cáliz en las manos y me lo ofreció — Bebe y únete a nosotros.

Lo hice con mucho gusto y al beber reconocí a cada uno de ellos en la mezcla de sangre. El poder neto y la majestad de Wrath. La fortaleza de Rhage. La lealtad protectora de Phury. El frio salvajismo de Zsadist. La paz y tranquilidad de Thor. La aguda astucia y fiereza de Vishous.

Me quitaron la copa cuando acabe.

— Quédate pegado a la pared y agárrate a esas clavijas. No te sueltes — me ordenó el rey.

Lo hice justo en el momento que una ola de energía caliente se abatió sobre mí. Me mordí los labios para no gritar. Mis hermanos gruñían en señal de aprobación. Mi cuerpo rebotaba una y otra vez contra la pared. Las neuronas ardieron y el corazón golpeaba en mi pecho como si quisiera salirse.

Lo siguiente fue despertar sobre el altar desnudo y con la herida en mi pecho sellada con sal. Me senté con cuidado y me fije que estaba frente a una pared de mármol negra grabada con nombres en Lengua Antigua. Eran los nombres de todos los guerreros de la Hermandad, vivos y muertos. Y de alguna forma supe que los había grabado Vishous.

Me baje y palpé y ecos de sus vidas fueron llegando a mí con mucha claridad. Busque hasta dar con el mío y cerré los ojos al ver mi antigua vida pasar por mi cabeza. Los abrí sonriendo y con lágrimas en los ojos.

— Dhestroyer, ese es el tuyo—dijo V.

Mi bata apareció delante de mí y me la puse secando mi cara húmeda.

Miré al poli hinchado de orgullo, con mi pecho expandido, mi corazón latiendo con intensidad y muy orgulloso de él.

— Lo has hecho muy bien Butch.

— Gracias…por esto, por todo.

— Tu raza debía darte tu lugar.

Marqué mi nombre con un dedo mientras la marca en mi pecho latía de dolor y el cuello se llenaba de moretones, pero no me importaba. Me levante y besé a Vishous entre las bromas y pulla de los demás.

— Eres el primer recluta en setenta y cinco años. Y eres digno de la sangre que tú y yo compartimos, de nuestro linaje — me dijo Wrath rompiendo su oscura voz de la emoción — has de mantener esta ceremonia en secreto porque si tenemos suerte eres el primero después de mucho tiempo al que seguirán otros. Se bienvenido.

Lloré de pura de felicidad. El camino a la Mansión fue alegre y muy divertido al igual que la fiesta que nos esperaba en la casa. Hasta de la Cruz estaba ahí con una muy embarazada Marissa.

Me aparté del poli para dejar que lo recibieran como se merecía y me ponía un trago cuando noté al rey a mi lado. Sabía muy bien lo que venía a continuación.

— Tu maldito padre hacia honor a su nombre.

— Sí.

— Podías haberte quedado con la bata puesta.

— No. Es una ceremonia sagrada y llena de simbolismo que se tiene que hacer correctamente.

— Jamás se volverá tocar ese tema.

— Gracias. Y sé que mis hermanos a pesar de ser viejas cotillas no tocaran nunca este tema.

— Disfruta de la fiesta.

Se fue hacia donde estaba la reina y yo miré hacia el poli que se reía a carcajadas con su antiguo compañero. En un momento nuestras miradas se cruzaron y levante mi vaso hacia él.

Bucth estaba con los suyos. Con su raza. Con su familia. Conmigo

1 comentario:

  1. Gracias por recordarme la entrada a la Hermandad. Me ha gustado mucho.

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