lunes, 31 de agosto de 2020

LINAJE...32ª


                                                                  LINAJE



                                           




Vishous y Butch Fated

Estaba dejando que el poli disfrutara de su gran día y dejando que el resto le mostrara el cariño y respeto que se merecía. Hasta el maldito humano ex compañero suyo se sentía muy cómodo con nosotros, como Butch en su momento. Eso era bueno, tener un enlace entre los dos mundos nos vendría bien a todos. Los tiempos estaban cambiando a pasos de gigantes y todos teníamos que avanzar en ese cambio.

Por fin era hora de llevarlo conmigo. Fui hasta él y tire de su mano hacia el Hueco. Se dejó llevando consigo una enorme sonrisa. Era cómico verlo mantener a duras penas la túnica en su sitio, éramos los únicos que no nos habíamos cambiado. Entramos y lo senté en el sofá dándole la caja que su padre había dejado para él y la llave que le había pedido a la primogénita de las hermanas.

— Ha llegado el momento y estoy algo nervioso.

Abrí la cerradura y la tapa con mucho respeto. Había un gran libro, varios pequeños. Pergaminos. Una daga en su funda. Dos sellos. Y una cinta de color oro y otra de color roja.

— ¿Alguna pregunta poli?

— Si, ¿Qué significado tiene todo esto?

— Es tu linaje y está en Lengua Antigua. Debes aprender un poco más de esa lengua pero te ayudaré en la traducción si me lo pides. El libro grande habla de los vampiros que componen tu linaje y de la antigüedad de su especie. Los más pequeños hablan de nuestras costumbres y los diferentes cargos que hay dentro de la raza. Los pergaminos es algo personal que tu padre habrá escrito para ti. Si te fijas están sellados con los dos sellos que te ha dejado en herencia y que todos tenemos. El primero lleva el símbolo que representa a tu casa y el segundo lleva la inicial de tu nombre, con ambos sellaras las cartas y misivas que mandes. La daga perteneció a tu padre y ahora es tuya. No se usa en las peleas, es hereditaria, podrás dársela a la primera de tus hermanas que tenga un hijo varón. Las cintas son los colores de la casa que representa a tu padre. De haberte enamorado de una hembra podrías habérselos dado el día del emparejamiento.

— ¿Cuáles son los tuyos?

— Oro y negro. No me hace falta una ceremonia para dártelos.

— A mí tampoco. Sé que no nos podremos emparejar pero me basta con saber que eres mío y estamos juntos. A nuestro alrededor todo está cambiando quien sabe si el día de mañana podríamos grabar nuestros nombres en nuestras espaldas.

— No hablemos del futuro. Hablemos de hoy.

— Ha sido un gran día Vishous y te lo debo a ti.

—No, te lo has ganado y esto aún no ha terminado. Ven conmigo.

Cargué la caja ya cerrada hasta la habitación y la deje sobre la mesa pequeña que había en una esquina. Volví hasta estar frente a V y lo mire sonriendo.

— ¿Va a pasar?

— Sí. Pero te aviso, no esperes caricias y dulzura. Ni amabilidad. Pero voy a intentar cambiar tus negros recuerdos por otros mejores. Voy hacerte notar que eres mío y solo mío. Haré que sea una noche especial para ti.

— Estaré contigo. Es lo único que me importa. Solo te necesito a ti.

Nos quitamos las túnicas sin apartar los ojos el uno del otro. Como polillas que son atraídas por una intensa y fuerte luz nuestros cuerpos se pegaron y nuestras bocas se devoraron. Me dejo caer sobre la cama arrastrando a V conmigo que queda a horcajadas sobre mí. Nuestras bocas se muerden y las lenguas se chupaban sedientas como gotas de agua en el desierto.

La luz de la chimenea jugaba con las sombras de nuestros cuerpos. Me separé de la boca del poli y seguí el beso húmedo por su garganta. Noté una de sus manos acariciando mi pelo y gemí. Las respiraciones se hicieron erráticas y más profundas. Las pieles se calentaron más aún. Y los cuerpos se estremecieron.

Cuando su lengua caliente mojo mi garganta subí mis caderas buscando un roce más profundo de pieles y sexos. Gemí y gemí mientras sentía a Vishous sobre mí, abriéndome a un mundo desconocido y nuevo para mí y del cual solo había conocido el lado salvaje y ruin. Aparté esos recuerdos y me concentré en sentir, sólo en sentir.

Volví a besarlo con la lengua bien adentro. Me baje hasta estar encima de él con nuestros cuerpos entrelazados que comenzaban a moverse compasadamente. Las caderas avanzando y retrocediendo. Frotándonos. No teníamos prisa.

Tener la piel de V encima de mí era gloria bendita. Era una piel dura, marcada, curtida y musculada. Mis manos viajaban por ella con mucho placer. Su cara era una erótica anticipación de lo que iba a pasar entre los dos.

Me levanté sobre él y lo hice girarse, no estaba preparado para tomarlo de frente, aún no. Le abrí las piernas y me metí entre ellas. Contemplé su cuerpo y gruñí cuando mi polla goteo espesas gotas de présenme. Subí y baje mis manos por sus costados, estaba dejando actuar a mi instinto para con él. El calor fue asfixiante cuando abrí sus nalgas y su centro latió para mí.

Iba hacer Vishous quien llevara la batuta y me deje dar la vuelta. Sus manos sobre mi cuerpo me hicieron dar gemidos ahogados de gusto y tuve que colocar mi polla entre mi estómago y el colchón. Supuraba présenme como un manantial. Un total desenfreno se apoderó de mí.

Estaba atento al poli, sus emociones y recuerdos. No quería ningún macho, ni recuerdo negro esta noche entre nosotros. Metí mi cara entre sus duras nalgas y mi lengua salió a jugar con su apetecible centro. Dejo crecer mis colmillos un poco y los meto en el juego. Lo saboreo como una fruta madura y jugosa.

Esa maldita lengua fue mi perdición, agarré la almohada entre mis brazos y la mordí mientras mecía mis caderas al compás de su lengua. Santo Dios, era el puto paraíso y el infierno a la vez. Era un abismo de locura sexual. No tenía ni puta idea de que a un hombre se le pudiera dar tanto placer solo con la lengua y la boca. Mi polla supuraba présenme sin parar.

Saqué mi lengua, retraje mis colmillos y en su lugar metí dos dedos con los que empecé a jugar y abrirlo un poco más para mí. Cada caricia era dura pero amable. Cada beso en la piel rudo pero ávido y lento al tiempo. Lo agarré por las caderas y le di una nalgada. Saqué los dedos y lo puse a cuatro piernas sobre la cama. Mordí una de sus nalgas y gruñí.

Grité cuando me dio la nalgada y di un brinco cuando me mordió una de ellas. Me hizo cambiar de posición. Acomodó su peso tras de mí y empezó a empujar su polla dentro de mí. Su gloriosa dureza me quemó y tal y como me prometió me hizo sentir como si fuera la primera vez para mí. Su entrada producía una quemazón en mi culo e intentaba relajarme para dejarlo avanzar.

Aunque hubiese querido ir más lento y tranquilo no hubiese podido. En cuanto cruce el primer obstáculo y mi polla entró se sentía maldita bien estar dentro de su culo, en lo más íntimo del poli. Estrecho, caliente, seco y abriéndose para mí a cada empuje. Lo notaba, lo sentía, lo palpaba…era tan consciente de como su ano por dentro rodeaba la dura carne de mi polla. El sudor empezó a cubrir mi cuerpo.

Mientras avanzaba dentro de mi sentía presión y alivio, una y otra vez y otra vez. Una mano suya acaricio mi espalda para darme tranquilidad y confianza y me relaje para dejarlo llegar hasta el final. Cuando al fin lo estuvo paró solo un segundo y volvió a moverse esta vez más rápido, duro y sin miramientos. Una y otra, y otra vez…un macho amando a otro macho.

Salía y entraba con una pasión que desconocía y me volvía loco, queriendo más. Más unión, más comunión. Mi pene se rindió a la forma de su interior, a su calor, a la plenitud. Butch lo captó porque empezó a moverse conmigo. Arqueó su espalda y se empujó contra mi polla haciendo que yo gritara de placer. Las caderas meneándose al unísono y vibrando muy juntas.

El aroma de las vinculaciones salió llenando toda la habitación y los cuerpos. Los orgasmos nos atraviesan como rayos en una tormenta. Un ardiente placer se encendió en lo más profundo de mí. Los músculos relampaguearon bajo mi piel que estaba empapada de sudor como la de Vishous. Aun estábamos duros los dos. Gemí.

— ¿Estas bien poli?

— No pares…

Agarré con fuerza sus caderas, lo hice caer extendido sobre la cama. Volví a follármelo de forma dura y metí mi mano enguantada bajo su cuerpo y agarré su polla. Lo estaba sintiendo de una forma que nunca había sentido a nada, ni a nadie. Una forma que nunca había conocido.

Me cabalgaba con fuerza y poder. Dejando su marca no solo fuera sino dentro de mí. Los músculos de mi vientre se tensionaban y con mi polla siendo manejada en su puño de hierro. Era una puta pasada sentirlo así tenerlo así.

En mi puta vida me podía imaginar que el jodido sexo con Butch fuera así, tan caliente, erótico y salvaje. Cerré los ojos y oí cada bocanada de su aliento. El crujido de la cama. El susurro de las sábanas mientras tenía al poli debajo de mí.

Con cada acometida me fui calentando más y más. Igual que Vishous ser vampiro tenía sus ventajas en momentos así. Sentía lo que mi macho sentía y era explosivo. Las pieles estaban resbaladizas, hirviendo y empezamos a jadear y gruñir.

— Vishous…

— Si…— gruñí de placer. Al oír su voz rota por el placer.

— Córrete conmigo. Quiero sentir tu orgasmo.

Giré mi cuello y lo lamió. En unos instantes un chispazo reventó en nuestros interiores sacudiéndonos por completo. Los orgasmos nos agitó en una serie de contracciones que se hicieron más potente cuando clavó sus colmillos en mi vena y tiró de ella bebiendo.

Mientras tragaba la sangre de Butch el orgasmo me rompió hasta el alma y la palabra mío se selló en todo mí ser. La vinculación se había sellado definitivamente esta noche sagrada y especial para mi poli. Sellé la herida y caí sobre el sonriendo. Minutos quedamos así. Me salí con cuidado y volví a dejarme caer esta vez a su lado. Estaba sin fuerzas y muy complacido. Pero el aún no había terminado.

— Muérdeme Butch.

Lo atraje hasta mí y clave mis colmillos sin sutileza alguna en su vena. Di un duro tirón y bebí gruñendo. Mi orgasmo nos bañó a los dos. Sellé la herida y devore su boca.

Media hora después nos habíamos duchado y cambiado las sábanas y volvíamos a estar en la cama el uno en brazos del otro.

— Ha sido la puta leche.

— He llegado a pensar que te habías quedado mudo con los orgasmos poli. Y si, ha sido la puta leche.

— Has cumplido tus promesas. Olvide y fue mi primera vez.

— En nuestra cama no existirán los fantasmas nunca.

— He cerrado este mágico día con broche de oro.

Lo pegué más a mi cuerpo y apagué la luz. Me quedé mirando al techo mientras el poli descansaba entre mis brazos. Una nube oscura se cruzó delante de mí y gruñí bajo.

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