viernes, 12 de mayo de 2017

HUMILLACIÓN Y GOLPES...6ª

                                                     
                                                           HUMILLACIÓN Y GOLPES



Butch y Vishous Fated

Alcancé la copa de vino con la mano temblorosa. Sangre y colmillos más asimilado, evaporarse como humo, me estaba costando un poco más, pero todo llegaría. En el mismo momento vi que me había quedado solo. Los hermanos se habían levantado y salido por la puerta sin tener en cuenta mi presencia. ¿Los podía culpar? No.

No tenía el más mínimo interés de volver a mi antigua vida. Pero no dejaba de pensar que era un extraño en este mundo nuevo. En el mundo de los vampiros. Un entrometido irlandés. Un náufrago en tierra de nadie. Ninguno de esos términos me era desconocido, ya lo había vivido con mis antiguos compañeros de comisaria. Nunca fueron amigos, solo compañeros.

Mirando platos y copas de vino medio llenas, me di cuenta de que ya no tenía donde ir. No había ningún lugar que no fuera donde estaba. La soledad nunca me había molestado, al contrario siempre me había hecho sentir seguro y protegido…hasta ahora. Estar solo no estaba siendo lo mejor del mundo.

Una voz fuerte y pasos firmes de botas me sacaron de mi burbuja de auto compadéceme.

— ¿Es que necesitas una invitación escrita? Levanta ese culo gordo y corre o te quedas en tierra.

Alce la vista al tiempo que empujaba la silla hacia atrás y me levantaba. Todos, bueno el resto de los que quedaba, menos el sin alma, parecían expectantes, como si sinceramente quería que fuera con ellos. Me encontré sonriendo abiertamente de camino hacia ellos. Era el chico nuevo que después de todo no se iba a sentar solo en el comedor.

— Claro, me vendrá bien divertirme un poco.

Me preguntaba mientras rodeaba la gran mesa de comedor si debía de cambiarme de ropa. Los muchachos se habían puesto de nuevo sus ropajes negros de cuero. Al diablo me gustaba esta ropa y le iba a dar un buen uso y muy variado. Me abotone la chaqueta y comprobé que el pañuelo seguía en su sitio. Estando ya frente a ellos.

— Vamos detective, estas estupendo — comento Rhage con una gran sonrisa que le devolví— y estoy ansioso por un poco de compañía femenina.

Riendo salimos hacia el patio donde estaba había varios coches.

— Tengo que advertiros que algunos tipos que he encerrado y golpeado durante los interrogatorios son clientes del Zero Sum y la noche puede ponerse fea, muy fea.

— Vamos poli eso no es problema, una pelea es lo mejor para acabar una buena noche—tercio Phury sonriendo.

De camino al coche no pude evitar soltar lo que pensaba.

— Vaya juego de cuerdas vocales tiene en la garganta el hijo de perra de Zsadist. Maldita voz más hermosa — todos asintieron y me di cuenta que mi nuevo amigo no participaba ni de la conversación, ni las bromas. — Joder maldición. He olvidado la cartera.

Me detuve en seco y ellos hicieron lo mismo y entonces corrí hasta llegar a la puerta del pasajero al lado del conductor. Un rosario de maldiciones me siguió mientras yo me reía y corría hasta el Hummer.



Sentí alivio al ver como el resto lo había metido en el grupo y lo cómodo que se sentía a su vez el poli entre nosotros. Pero verlo pegado al culo de la siesa de Marissa me cabreo hasta extremos que nunca imagine. Me costó contener mi empute durante la ceremonia pero verlos acaramelados y prodigándose miradas y palabras suaves durante el convite no fue mucho mejor.

Tal era mi mala leche que no participaba como otras veces de las bromas y puyas de los demás. El aviso de lo que podíamos encontrar en el club del Reverendo me hizo hacer una mueca de sonrisa. Sería un buen punto y final para mi cabreo y para la noche.

El poli se paró de pronto y viendo venir el truco de este para sentarse delante, seguí mi camino. Me apoye con mi culo sobre el capo de frente a ellos, observando la escena algo divertido.

— ¡Los humanos van detrás! — le grito Phury.

— ¡Y una mierda, sobre el capó! — le bramo Rhage.

— Chupasangres, he ganado así que callaos la bocaza de una vez.

— ¡¡V, le vamos a pegar un mordisco cada uno!! — gritaron Phury y Rahge a un tiempo.

Negué con la cabeza y sonreí en una fría mueca, mi mal humor persistía. Al fin llegaron al coche empujándose y riendo. Di al botón y los cierres se abrieron. Subí y encendí el estéreo a un volumen tan alto que el coche se movió solo.

Unos halagos de mis hermanos por el nuevo equipo y evitando mirar al poli encendí un liado y gire la llave. Al iluminarse los faros, delante de nosotros estaba Z. Phury abrió su puerta y complacido hizo un lugar a su hermano. Y nos pusimos en camino.

Un tenso silencio roto solo por la estridente música se hizo dentro del Hummer.

Una vez en el local y tal como predijo el poli, algún mal nacido que había metido en la cárcel intentó buscar pelea con él, pero al vernos a nosotros, regulaba y se daba media vuelta. Era bueno tener las pintas de cabrones que teníamos.

Un buen rato después Zsadist se perdió en algún callejón. Rhage se fue a un reservado con dos chicas del Zero Sum y Phury se fue a descansar. Quedamos solo el poli y yo. La conversación entre nosotros no fue muy fluida, así que se levantó y se sentó en la barra pidiendo una botella de buen whisky. Me levante y fui al baño.

Al volver lo vi hablando muy animado con una de las camareras, eso encendió más mi mal humor. No era porque me importara si era le era infiel a la hembra. Mi cabreo era porque había pasado de mí y de mi culo. Mi ego no lo iba a permitir Mi orgullo de macho mucho menos. Camine hacia donde estaba y me senté a su lado.

No tenía de idea de lo que le pasaba a Vishous y sin ser vampiro sabía que algo le quemaba en las entrañas y mi instinto de policía me decía que era por mi o por mi culpa. No tenía ni puta idea de lo que había hecho para ofenderlo. Se lo pregunta mañana cuando las aguas estuvieran en calma.

Pedí una copa de Lagavulin en el momento que V se sentaba a mi lado y pedía una copa de vodka Goose, bebimos en silencio hasta que Liliam llego por dentro de la barra a saludarme.

— Ostias Butch, quien te ha visto y quién te ve. Se ve que la vida se está portando bien contigo.

— No me quejo — marque mi chaqueta de Gucci —se lo debo a mis nuevos amigos.

Después de tantos ratos de silencios, Vishous hablo solo para clavarme un dardo envenenado en el culo.

— Está bien que no olvides que si tienes ese traje es gracias a nosotros, pero no es tuyo…es un préstamo.

Agarre con fuerza el vaso de whisky en mi mano, tanto que temí hacerlo añicos y herirme la mano. Muy despacio gire mi cara hacia él y fruncí mi mirada.

— Podré ser un hijo de puta, pero nunca un ladrón. Sé muy bien que esto—volví a marcar mi traje masculino — no es mío, ni lo será en mi vida, pero disfruto del préstamo mientras pueda.

Volví a centrarme en la camarera y pase una mierda de este jodido vampiro. Mientras hablaba con la chica, la rabia me iba quemando el alma. El coraje estaba construyendo una armadura y mi molestia por sus crueles palabras me martilleaba el cerebro.

—Butch ¿estás bien? —me pregunto Liliam.

—Tranquila, aun no estoy borracho.

—No vayas de listillo conmigo, no fue eso lo que te pregunte.

—Estoy bien — señale a V— pasa de este hijo de puta amargado.

— Llámame si necesitas algo, empiezo mi turno.

Casi media hora después y no pudiendo aguantar más estar cerca del jode mentes, llame a la camarera, pedí una botella de mi whisky y pague dejando una generosa propina. Me baje del taburete y sin más empecé a reírme como un loco. V se giró y me miro.

— ¿Cuál es el chiste?

La risa ceso de golpe y la humillación de hace un rato me mordió como un perro rabioso.

— ¡Qué coño te importa! …¡¡vete a la mierda!!

— Poli…

—Tranquilo, esta botella está pagada con mi dinero…tu copa te las pagas tú, estoy sin blanca — lo mire de frente erguido en mi total estatura — y no me sale de la polla pagarte nada cabrón.

Cogiendo mí botella salí del antro como si el mismo puto diablo me persiguiera.

Sentarme a su lado no había sido muy buena idea. No me había calmado mi mal humor ni pidiendo una copa de mi vodka. Sentado ahí, solo pensaba él porque estaba actuando así. Que Marissa no era de mi agrado por ser la hermana de quien era, no era algo que me molestara en ocultar y se lo dejaba bien claro a ella, siempre que podía. Verla con el poli no era algo que me gustara y pensar en ellos como una pareja, me gustaba mucho menos, pero ¿por qué? Esa era la pregunta de concurso sin respuesta.

Una voluptuosa camarera se acercó por dentro de la barra hacia donde estábamos nosotros sentados. Sus emociones me decían alto y claro que en un pasado había tenido sexo con Butch y que lo quería mucho. Atento y sin perder detalle de la conversación que mantenían seguí bebiendo de mi vaso.

Mis emociones eran una bomba muy explosiva que podía hacerme saltar en cualquier momento. Dos minutos después eso mismo paso.

— Ostias Butch, quien te ha visto y quién te ve. Se ve que la vida se está portando bien contigo.

— No me quejo — marque mi chaqueta de Gucci —se lo debo a mis nuevos amigos.

— Está bien que no olvides que si tienes ese traje es gracias a nosotros, pero no es tuyo…es un préstamo. —hable sin mirarlo y alto para que la hembra escuchara mis palabras.

La respuesta del poli no tardó en llegar.

— Podre ser un hijo de puta, pero nunca un ladrón. Sé muy bien que esto—volví a marcar mi traje masculino — no es mío, ni lo será en mi vida, pero disfruto del préstamo mientras pueda.

Debí haberme mordido la lengua y hacerla sangrar antes de humillar de esa manera a Butch. Pero no podía controlar el desbarajuste de mis emociones y eso no era bueno y no me gustaba. Lo mío era tener todo bajo control. Y eso no estaba pasando.

Puta mierda, no se merecía que lo atacara así. Bastante había tenido con no poder volver a su anterior vida y perder su trabajo. Un trabajo que amaba y como sus emociones me hicieron saber, le había dolido perderlo. Solo habían pasado veinticuatro horas y aun se estaba habituando a su nueva vida. Y voy yo y lo humillo sin ninguna necesidad.

La hembra se preocupó por él. Su última frase dejaba muy claro, por si no lo tenía, que no era, ahora mismo una persona grata para él. ¿Lo podía culpar? No.

Minutos después pago y bajo de su taburete riendo como un loco. Le pregunte.

— ¿Cuál es el chiste?

 Su abrupta respuesta se me calvo como una daga en el pecho. Lo había herido y en una profundidad que no había podido llegar a imaginar.

Pague lo mío y salí a la carrera detrás de él. Lo llame a gritos.

— ¡¡Poli!! — se metió en el callejón cerca de donde estaba el coche y al seguirlo un puño fue directo a mi cara, golpeándome con fuerza y echándome la cabeza hacia atrás.

Como se atrevía este hijo de puta jode mentes a humillarme de esa forma. No pedí nada, Se me ofreció un lugar donde quedarme y puede que hasta trabajar. Se me ofreció un ropero lleno de buena y cara ropa de hombre. Y se me ofreció un cambio de vida por el bien de su maldita raza. Y acepte por muchos motivos, pero no para que este que yo había llamado amigo me humillara en público y sin motivo.

Lo oí llamarme y pase de él. Seguí corriendo y sentía sus botas en el asfalto detrás de mí. Llegando al coche di un cambio de dirección y me metí en el callejón. Lo espere. Se paró de repente y oía su respiración mientras entraba en el lugar. Apure la ventaja que tenía y lance mi puño a su cara. Rompí contra la pared la botella de whisky y me quede con el boquete de la botella en la mano. Salí de la oscuridad y me puse frente a él en posición de ataque.

Volví a lanzar mi puño acertando en su nariz, empezó a sangrar. Lance hacia su estómago la mano que tenía el boquete de la botella y con una patada me lo quito lanzándolo lejos. Coloque mis dos puños delante de mi cara y empecé a golpearlo.

— ¿Por qué me has humillado ahí dentro hijo de puta? ¿Qué te he hecho?

Seguí golpeando su cuerpo. El mío empezaba a sudar. Me quite la chaqueta y la tire al suelo y seguí dándole golpes. No fue hasta un buen rato después que me di cuenta que no me los devolvía, mejor. Seguí dándole golpes como si fuera un saco de boxeo donde sacar mi rabia y dolor.

El cansancio fue llegando pero yo no dejaba de golpearlo. Mis brazos estaban entumecidos y mis nudillos en carne viva. El jode mentes sangraba por la nariz, por su labio inferior partido y por una brecha en su ceja derecha y en su mejilla izquierda. Pero seguía sin defenderse.

En el último golpe caí de rodillas al suelo. Apoye mis manos ensangrentadas en los muslos. Baje la cabeza entre mis hombros y mi respiración fue fatigada y cansada. Sin poderlo evitar, las lágrimas salieron.

No había sido una pelea justa y verlo tan golpeado me dolió. Minutos después me ayudo a levantar. Recogió la chaqueta y me llevo hasta el auto. Me ayudo a entrar en él y mire la chaqueta cuando me la dejo cerca. Escondí mis manos llenas de sangre de los en un cruce de brazos sobre mi pecho y seguí con la cabeza baja.

Ahora sí que la había jodido y bien. A buen seguro que ahora sí que me iban a freír como un chuletón. Mi hijo puta carácter se hizo notar y aunque la culpa no había sido mía, no estaba seguro que el resto de sus hermanos pensaran lo mismo o que Wrath siguiera pensando en no matarme.

A fin de cuentas, ¿cuándo había salido algo bien en mi puta vida? Jamás.

Lo deje que me golpeara sin devolverle ningún golpe. Era lo más que me merecía por ser un cabrón. Él no había pedido lo que había pasado. Ni había pedido conocer a Marissa. Tampoco había pedido la ropa y mucho menos dinero. Yo sabía muy bien lo que era escapar de la vida que llevas en ese momento y de lo solo que se puede estar cuando mi raza leía lo que ponía mis tatuajes. Solo mis hermanos me habían aceptado tal y como era, aunque no sabían mucho de mí, excepto Darius y Wrath. Con ellos había encontrado un lugar donde vivir y un trabajo que me gustaba. Con ellos había tenido una nueva oportunidad de empezar de nuevo.

Era lo mismo que le había pasado a Butch y voy yo y lo humillo públicamente y ni yo entendí porque lo había hecho o porque me dolía haberlo hecho. Yo no era el vampiro más sensato, pero si el más frio y antisocial, pero desde que había empezado a tener visiones con el poli, todo estaba dando un giro muy rápido que no sabía dónde nos llevaría a todos. Y en particular que papel tenía la hembra Marissa en todo esto.

Sus golpes siguieron llegando y lo dejaba. Notaba como se abría una brecha sangrante en mi labio inferior. El boquete de la botella de whisky jugo en su mano. Le di una patada para que lo soltara bien lejos. Golpear sí. Herir de muerte no.

Sus preguntas quedaron sin contestación como sus golpes. Pero a mi esa golpiza me estaba haciendo bien aunque él no lo supiera. Entendí que aunque nos calmáramos, no tenía respuesta para sus preguntas. Yo no sabía pedí perdón, pero al menos un lo siento si se lo podría dar. No era lo normal y habitual en mí, pero el poli se merecía al menos eso.

Notaba como su cuerpo se iba cansando, pero la rabia aun lo mantenía en pie. Mi cara sangraba por todos lados y mi cuerpo estaba molido a golpes. De ser humano estaría muerto ya. El irlandés golpeaba duro y seguido. Seguro de donde iba dar el golpe. Admire su forma de pelear la noche que lo conocí.

Recibí el último golpe y cayo de rodillas frente a mí. Me apoye contra la pared cogiendo aire. La respiración del poli era errática, de cansancio. En sus nudillos se mezclaban mi sangre y la suya propia, los tenía en viva carne y le debían de doler.

Entre el olor a sangre y sudor, hubo uno que no esperaba que empezó a flotar: lágrimas, sus lágrimas. Eso me encogió el pecho. Recogí su chaqueta. Lo ayude a levantar y lo lleve donde estaba el coche.

Sentí su miedo pensando que había perdido su segunda oportunidad. Nunca.

— Venga poli, vamos a casa.

Lo ayude a sentarse en el asiento de copiloto, cerré su puerta colocándole la chaqueta en sus rodillas y me di la vuelta para subirme a mi asiento. Una mueca de dolor me golpeo como un latigazo y me mordí el labio. Cerré la puerta y poniéndolo en marcha me encamine hacia la mansión.

Su pose de derrota me quemaba el corazón.

En el trayecto a la casa de estos chupa sangres, el silencio envolvió la estancia del coche. Mi cabeza daba mil vueltas. Su forma de dejarme como un poca cosa, aun me quemaba. Por mis brazos sentía calambres y un cosquilleo. Los nudillos, aun bajo mis sobacos, latían y dolían a partes iguales. Mi cuerpo estaba fatigado de golpear. Y yo no sabía dónde ir. Nadie quería a un perdedor como yo en su cómoda vida. Y amigos solo tenía uno, que a estas alturas de la película me habría dado por desaparecido en el mejor de los casos y por muerto junto con Beth en el peor. Y estaba mi amiga y Marissa, ¿pero que podía ofrecer yo a una mujer como esa? N.A.D.A, ni siquiera sé cómo se había fijado en mí.

Estaba visto que la palabra felicidad no estaba escrita para mí. Estaba visto que mi vida sería siempre la mierda que había sido desde la muerte de mi hermana. Por ella y lo que le paso, fue que me hice detective. Por eso me pasaba de la raya con los violadores y los golpeaba. Y por eso había perdido un trabajo que me apasionaba y que esperaba algún día, me llevara a la muerte. Que no me pegara un tiro no era por cobardía, era por mis creencias religiosas y porque al menos el día que me largara de esta mierda de vida, me comieran los gusanos bajo tierra y no tirado por ahí.

Eche mi cabeza para atrás y cerré los ojos intentando dejar mi mente en blanco y no pensar tanto. Lo hecho, hecho estaba y tendría que asumir las consecuencias. Debí haberme quedado dormido porque me despertaron unas voces: la de V y el mayordomo Fritz. Abrí mis ojos en el mismo segundo que Vishous habría mi puerta. Intento ayudarme a salir y me zafe de su agarre. Agarre la chaqueta y camine hacia dentro de la mansión. Subí los escalones de dos en dos y me metí en la única habitación que conocía. Al entrar en olor de un liado me freno. Respire hondo y me fui a la ducha. Ya dentro de ella, oí como se cerraba la puerta y unos ruidos. Luego silencio.

Me quede debajo de la ducha hasta que el agua empezó a enfriarse. Me seque, cubrí mis caderas y me fui directo al ropero. Saque un pantalón largo de pijama y sin sacarme la tolla me lo puse. Una vez cubierto me iba derecho a mi cama, tirando la toalla dentro del cuarto del baño cuando V me hablo.

— Tienes que curar tus nudillos y pedí una botella de tu whisky.

— No tengo un dólar.

—Lo que hay en la casa es gratis. Así que dejar de comportarte como un niño chiquito y sienta el culo aquí para curarte. O te devolveré todos los golpes que no te di en el maldito apestoso callejón.

Dude durante un rato, pero al final me senté en el filo de su cama y me deje hacer. Mis nudillos me iban a dar la lata durante al menos una semana. Mis manos estaban muy hinchadas y la verdad que el dolor era insoportable.

El silencio fue como estar bajo tierra en un ataúd y enterrado en vida. De todos los silencios que habían habido en mis vidas, este era sin dudarlo el más cruel y el más hiriente. Me lo merecía. No hacía más que preguntarme que cojones me había pasado para hacer lo que hice. El porqué de mi crueldad. No es que yo fuera un santo y la palabra piedad no estaba no en mi vocabulario. Ser cruel era un matiz de mi encanto personal. Odiaba mi mano y su poder, pero también disfrutaba como un loco demente, cuando la sacaba a pasear y convertía lo que fuera a cenizas. Tal vez no tener el control de esta situación, de mis últimas visones, me estaba volviendo más loco y desquiciado de lo que estaba.

De repente su dura forma de pensar se mezcló con la mía y mate un rugido de dolor que amenazo con salir de mi garganta. Retumbo en mi pecho y me hizo abrir la boca y coger profundamente bocanadas de aires. Que el olor de la sangre mezclada con la mía, me estaba envolviendo como una brisa de primavera. Y ese olor me picaba en la nariz y se me metía profundamente en ella. Había un matiz en la sangre del poli que no podía distinguir bien, ya habría tiempo de hacerlo y ver que era ese oloroso matiz que no descifraba.

Un puño masajeo mi pecho. El dolor y la angustia que me llegaba del poli me tenía en una cuerda floja y no llegaba entender como me afectaba tanto. Con la misma mano y dos dedos pellizqué el puente de mi nariz y negué con mi cabeza. Jamás en esta puta vida, ni en las anteriores, nadie me importo. Nadie me preocupo y el dolor ajeno me era completamente indiferente. Es más, disfrutaba causando dolor a otros, era mi forma de mantener el control de mis emociones, de mi vida y de esa casilla llamada sentimientos. Una casilla donde nunca había caído, por vergüenza a no ser un hombre entero y porque era un lujo que no me podía permitir. Por fin llegamos a nuestro destino. Cerré la llave y baje tocando en la puerta.

Cuando Fritz me abrió le dije que llevara una botella de Lagavulin y otra de Goose,le pregunte si me podía subir un botiquín completo y le quite la preocupación al ver mi cara golpeada, menos mal que no veía mi cuerpo. Veinticuatro horas de sueño y estaría como nuevo. Me fui a por el poli, se había quedado dormido durante el camino, no admitió mi ayuda y lo deje que se adelantara y se duchara en paz. Me despedí del mayordomo y amablemente le rechace la comida, con la bebida estaría bien.

Al llegar a la habitación, el poli ya estaba en la ducha. Me quite la chaqueta y las armas de encima. Prepara todo y tape la cubitera llena de hielo. Y pacientemente lo espere. Un buen rato después salió cubierto por la toalla y se puso un cómodo pantalón de pijama, yendo directo a su cama. Intente que mi voz no sonara brusca, sino curaba esos nudillos y bajaba la hinchazón de sus manos, iba a tener problemas serios.

— Tienes que curar tus nudillos y pedí una botella de tu whisky.

— No tengo un dólar.

Esa frase se me clavo en el pecho y me dolió.

—Lo que hay en la casa es gratis. Así que dejar de comportarte como un niño chiquito y sienta el culo aquí para curarte. O te devolveré todos los golpes que no te di en el maldito apestoso callejón.

Pensé que no lo iba hacer por el tiempo que paso parado en medio de la habitación. Al fin se decidió y se sentó en el filo de mi cama. Le pase la botella de whisky. Agarre su mano libre y la metí dentro de la cubitera que descubrí.

— ¡¡JODER!! Avisa, eso duele y quema.

— Lo sé, pero antes de curarte hay que bajar esa inflamación o mañana tendrás los dedos agarrotados.

De nuevo el silencio. Cogí mi botella de vodka y bebí.

Gruñí una palabrota, no tenía ni idea de cómo podía quemar y doler el hielo con nudillos en carne en viva y la mano hinchada de golpear. El silencio se volvió a cruzar en nuestro camino y bebíamos dejando pasar los minutos hasta que menguara la hinchazón. Un buen rato después, dejó su botella, sacó la mano, la seco. Dejo el whisky en la mesa al lado de la suya, ya que estaba dormida por completo, puso más hielo y metió la otra mano.

Dejo que mi mano despertara y me paso la botella, él cogió la suya y bebimos de nuevo en silencio. Para cuando saco la otra mano dormida, la mitad de los líquidos en las botellas había sido bajado por sendas gargantas. Mire mis manos después de dejar mi botella en el suelo y al menos ya no estaban tan inflamadas. Me sobresalte cuando me cogió una entre las suyas. Su voz fue un murmullo cuando me hablo.

— Solo voy a curarte poli.

Me puso un líquido rojo en los nudillos y luego una pomada en cantidades generosas. Me las vendo y le di las gracias. Me levante cogiendo mi botella y coloque los almohadones, poniéndome cómodo para beber lo que quedaba.

Lo vi levantarse e ir hacia el baño. Bebía un buen buche cuando en el marco de la puerta del baño se paró y sin mirarme y bien alto.

— Lo siento Butch, no era mi intención humillarte y por si no te has dado cuenta, la ropa es de tu talla, los zapatos de tu número. Es lo menos que la Hermandad debía hacer por ti teniendo en cuenta de que no podrás ir a tu casa a por tu ropa. Si necesitas algo mas házselo saber a Fritz.

Y entro en el baño, momento que tome para toser porque me había atragantado al oír a Vishous. Apostaba mi polla y no me quedaría sin ella, que no estaba acostumbrado a decir lo siento, ni a pedir perdón. Deje el whisky y me levante hacia el ropero. Revise y vi que tenía razón. Entonces ¿qué le sucedía?

Me acosté boca abajo, abrazando la almohada. Mi nuevo amigo era toda una incógnita.

Mordí una mueca de sonrisa ante su palabra mal sonante y tome el vodka bebiendo sin mirarlo. Una vez más puro silencio, cortado solo cuando nos movíamos. Controle el tiempo y al ver que había pasado el suficiente, la saque, se la seque, puse más hielo y metí su otra mano. Por mi vista periférica lo observaba sin que lo supiera. Me acomode un poco mejor, sus golpes en mi cuerpo se estaban empezando hacer notar y dolían. Me daría una buena ducha caliente después de ocuparme del poli. Cerré mis ojos y eche mi cabeza hacia atrás, nunca antes había antepuesto la necesidad de alguien por encima de la mía propia y eso era extraño. Gratificante, pero extraño. Los abrí y cogí su mano para secarla. Se sobresaltó. Le hable sin mirarlo.

Le puse un líquido rojo, que era en parte sangre con algo más, eso le cerraría las heridas en unos días. Luego una pomada y se las vende. Una vez en su cama, me fui a mi parte del ropero y cogí un pantalón de seda negra de pijama y una camiseta de nadador del mismo color. Me pare bajo el marco de la puerta y…

— Lo siento Butch, no era mi intención humillarte y por si no te has dado cuenta, la ropa es de tu talla, los zapatos de tu número. Es lo menos que la Hermandad debía hacer por ti teniendo en cuenta de que no podrás ir a tu casa a por tu ropa. Si necesitas algo más házselo saber a Fritz.—Entre en el baño cerrando con suavidad la puerta, dejé la ropa limpia a mano y me desnude. Puta ostia, el poli sabia donde dar para hacer daño y dejar marcas. Delante del espejo mire y tenía el pecho, costados, estomago con enormes moretones. Con razón mi cuerpo se quejaba. Deje salir el agua bien caliente y me metí bajo el chorro dejando que resbalara por mi parte superior bien golpeada. Un buen rato después, ya vestido salí a la habitación, el poli se quejaba.— ¿Te duelen los brazos? — asintió de forma lastimosa y me fui a por la pomada, puse una generosa cantidad en mis manos, dejándola bien cerca.

Me senté en el filo de su cama y empecé a darle un masaje en sus antebrazos, brazos y hombros. No sé sobresalto. No se negó. Para cuando acabe, se había dormido. Me lave las manos de nuevo. Cubrí su cuerpo hasta la cintura y me fui a mi cama apagando las luces.

Me quede dormido con la placida sensación de lo bien que se sentía la piel de Butch bajo mis manos. Y la amarga sensación, de que eso que pensaba nunca sucedería.





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