viernes, 10 de abril de 2020

EL GRAN PADRE...15ª


                                                          EL GRAN PADRE


                               



 Vishous y Butch Fated

Entrábamos al Pit después de una noche romántica más que dispuestos a culminar una gran noche con pasión y sexo, cuando los gritos de una Jane cabreada nos dejó medios parados en el salón. Tal era la bronca que esos gritos, apostaría, se estaban oyendo en toda la casa. Nos sentamos y no pudimos evitar oír.

— Veamos si lo entiendo…Tú, mí macho, mi hombre, mi pareja, bajo el título del Gran Padre tienes la libertad para servir de semental a una serie de zorras cachondas y que en su puta vida han visto o conocido una polla, solo conocerán y catarán la tuya. ¿Es eso?

— A grandes rasgos sí. Pero no tengo libertad para elegir no hacerlo. Ellas no son unas zorras y yo no soy ningún puto semental.

— ¿Y qué nombre quieres ponerle a esa mierda? Debiste decirme esto, de haberlo sabido te aseguro que no hubiese vuelto.

— Eso es injusto Jane.

— No perdona, estás equivocado. Injusto es saber que de muy en cuando en cuando iras al otro lado a follar y engendrar hijos. Hijos por otro lado, que tú nunca has querido y que ahora yo no puedo tener. Eso sí es injusto.

— Es mi deber. Fui engendrado con ese fin.

— ¡Y una mierda! Tu deber soy yo. Y me importa una mierda para que fueras engendrado.

— Di mi palabra.

— Rómpela.

— No puedo y lo sabes.

— Estoy hasta los cojones, de tus leyes, tus costumbres y de la palabra que da un maldito vampiro y es irrompible.

— Jane…

— ¡No!...hasta aquí Vishous. Si sigues adelante no habrá ni emparejamiento, ni boda. Mi idea de estar casada y emparejada no es compatible con que te folles a otras mujeres.

— ¡Ponte en mi lugar!

— No puedo y aunque pudiera no puedo quedarme sentada mientras te vas a cumplir con tu deber.

— Debo hacerlo. Me voy al Otro Lado mañana.

— Has tomado tu decisión. Yo tomaré la mía aquí y ahora…me mudaré a una de las habitaciones y te dejo libre de mí, de tu compromiso para conmigo.

— ¿Es tu última palabra?

— Sí.

El portazo sonó tan fuerte que los muros temblaron. La Doc salió corriendo del Pit y Marissa fue tras ella. Yo me dirigí con una botella de vodka a la habitación de V.

— ¿Problemas en el paraíso amigo?

— Si, supongo que lo habéis oído todo. Gracias por la botella.

— Era imposible no oírla. De nada.

— Voy ahorrarme las explicaciones.

— No hacen falta amigo. ¿En serio no puedes negarte?

—Muy en serio.

— Iré contigo.

— No puedes, eres humano. Phury irá conmigo. Gracias.

— Estaré a tu vuelta.

— Lo sé y te lo agradezco. Eres el único al que podría contarle como me voy a sentir y el asco que me da toda esa mierda.

— Jane entrará en razón.

— No lo hará y no puedo culparla. Oye, ¿puedo hacerte una pregunta?

— Claro, dispara.

— ¿Eres adoptado?

— No, ¿Por qué?

 — Por nada, una curiosidad que tenía.

Unos golpes en la puerta de la habitación callaron la siguiente pregunta para Vishous.

— Si necesitas algo estoy en la habitación de al lado. Hazme una llamada perdida.

— Hecho poli.

Una vez en nuestra habitación yo me puse un vaso de whisky. Marissa se paró frente a mí.

— ¿No has bebido ya suficiente?

La miré con una ceja alzada.

— ¿A qué viene eso?

— Solo es una pregunta.

— De eso nada, te conozco muy bien mujer.

— Jane tiene razón,Vishous es un cerdo egoísta.

— Estas hablando de mi amigo, un respeto y tiene cojones la cosa…una costumbre arcaica tuya, de tu raza y mi amigo es el cerdo egoísta.

— Él puede negarse.

— Sabes que no. ¿Por qué lo crucificáis a él y no a la bestia de su madre, sus putas leyes y rituales?

— Un vampiro puede romper su palabra dando sus motivos.

— Se llama honor Marissa.

— No será más bien el tener un harén para él solo.

— Espera que voy a tener movida con la parienta — me bebí lo que quedaba en el vaso y lo puse sobre la mesa con un fuerte golpe, encarando a mi mujer — siempre he sabido que V no te caía bien, pero pensar que él lo hace por todas las mujeres que se va a follar me parece muy rastrero viniendo de ti. Y si te hubieses molestado en conocerlo sabrías que no soporta que nadie lo toque, excepto Jane y yo. Ahora vuelve a decirme que para mi amigo será un placer follar mujeres que no conoce, que le tocarán aunque no lo soporta y que tendrá hijos que no verá, ni educará. Ten cojones y repítelo.

— ¡No lo defiendas!

 — ¡A la mierda!

— ¡Duermo con Jane!

— ¡Lárgate de una puta vez!

Otro fuerte portazo hizo temblar los muros una vez más. Voy a la cocina a por una botella de whisky y camino al sofá una voz ronca resuena en la oscuridad.

— ¿Problemas en el paraíso Poli?

Me senté a su lado y abrí con los dientes el tapón de la botella, chocó su botella con la mía y bebo un largo trago.

— Puta Eva que se comió la manzana. Y puto Adán que no tuvo cojones de comérsela él.

Nos reímos hasta llorar y volvimos a beber.

— Gracias Butch.

— ¿Por?

— Por dar la cara por mí.

— Siempre amigo mío, siempre.

— Por las hembras con carácter.

— Por ellas.

Nos pasamos toda la maldita noche y el día siguiente bebiendo en silencio, hasta que llego la maldita noche de ir al Otro Lado.


Ir al Otro Lado no mejoro mi mal humor. Cuando Phury y yo nos materializamos lo hicimos en un patio blanco lleno de vegetación y con una fuente en el centro cubierta por un árbol donde se posaba una bandada de hermosos pájaros que emitían melodías cantarinas.

— Guerreros.

La voz de la que iba a ejercer de Madán sonó a nuestras espaldas y mi piel se enfrió. Nos giramos y la miramos, bueno la mire yo el hermano bajo la vista.

— Virgen Escribana.

— Poneos de rodillas.

Mientras que a mi acompañante no le costó y se hinco como nada a mi costó un mundo poder hacerlo. Tanta pleitesía a esta zorra ya me estaba tocando los huevos.

Mantuvo una breve conversación con el guerrero hasta que se dirigió a mí.

— Hijo, ¿no saludas a tu madre? o ¿prefieres saludar a la Virgen escribana?

— Me niego a reconocerte como madre.

— Tu reticencia a aceptar mi maternidad no cambia nada. Un libro sin abrir no altera su tinta.

Sin que me hubiese concedido permiso me levanté y la mire directamente a los ojos. Nos medimos las fuerzas en silencio.

— Terminemos con esto “mamá”, quiero volver a mi vida con…

En una fracción de segundos me encontré de espaldas en el suelo sin poder respirar y como si tuviera el peso de una enorme piedra sobre mí. Phury se estaba quedando blanco y cerraba impotente los puños porque sabía que no podía hacer nada o moriría. Notaba mis ojos a punto de salirse de sus órbitas y boqueaba en busca de aire para mis pulmones. Ella floto hacia donde yo estaba y la capucha cayó a su espalda sin mover las manos en ese gesto.

— Quiero tu promesa de que te comportaras con el debido respeto hacia mí delante de mis Elegidas. Acepto te tome algunas libertades pero no dudes que te condenaré a un destino peor que el que quieres evitar si me faltas el respeto en público, ¿estamos de acuerdo?

De acuerdo y una mierda. A lo largo de mi puta larga vida había descubierto que yo no tenía ningún libre albedrío. Que mi maldita vida se había programado mucho antes de ser concebido.

Solté aire lentamente. Relajé los músculos del cuerpo y me entregué a la sensación de asfixia. Y mientras comenzaba a morir le sostuve la mirada y pensaba en el poli. Mi cuerpo quiso reaccionar para respirar pero apreté los dientes y los labios, cerré la garganta para neutralizar el reflejo de respirar y me dispuse a dejar de vivir.

— ¡Por Dios! — no pude evitar exclamar ante lo que sucedía delante de mis ojos. A Dios gracias que Butch no había venido. Era una dantesca escena entre una madre y un hijo. Estos dos llevaban el odio de un hijo hacia un primogénito al siguiente nivel de la locura.

Cuando estaba a punto de perder el conocimiento el peso de la piedra despareció y el aire entro por la nariz hacia mis pulmones, como si una mano me lo hubiese metido a la fuerza. Mi cuerpo tomó las riendas y en contra de mi voluntad absorbí el oxígeno y me doblaba hacia un lado respirando grandes bocanadas y esperando mi visión se aclarase.

— ¿Seguimos con la presentación? o ¿tal vez quieras recibir a tu compañera en el suelo de mi patio?

Me senté mareado y dando las gracias al infierno de que el poli no me hubiese acompañado o estaríamos muertos los dos. Miré a mi hermano que se había puesto de pie, Phury estaba aterrado, con los ojos amarillos abiertos y la piel pálida. La disputa familiar no le había sentado bien.

Me puse de pie y él se acercó por detrás en el preciso momento que empezaba a escorarme hacia un lado. Me agarró y me sostuvo hasta que los mareos cesaron y a una señal mía me soltó.

— Seguidme.

Caminamos tras ella. Yo con la sensación de ser un cordero directo al matadero.

Seguimos a mi odiada madre que flotaba sobre el blanco y frío mármol hasta llegar a unas enormes puertas doradas que tenían una inscripción en una Lengua Antigua muy primitiva que venía a decir que “que ese era EL Santuario de las Elegidas, dominio sagrado del pasado, presente y futuro”. Las puertas se abrieron sin accionar ningún mecanismo dejando paso a la vista un paisaje esplendoroso que en otras circunstancias me hubiese dado tranquilidad y paz. El suelo estaba cubierto por una alfombra roja que se manifestaba por encima del color blanco impoluto que había en todo ese lugar. Al llegar a la cima del camino apareció delante de nuestros ojos un anfiteatro donde estaban todas las Elegidas.

Eran muchas hembras, un sudor frío bajo desde mi nuca por mi columna vertebral. Parecían copias las unas de las otras. Vestían túnicas blancas. Pelo recogido en un moño. Guantes altos. Cuerpos esbeltos. Morenas, rubias y pelirrojas. Eran semejantes a las cariátides de Grecia. Se situaban en dos filas a los lados del anfiteatro. Mientras las observaba pensaba si dentro de esos cuerpos corría sangre caliente o latía un corazón, porque parecían más estatuas que ni pestañeaban que personas.

Ese era el problema en el Otro Lado, había vida…pero sin vida.

— Adelante. La presentación espera.

El aire me volvió a faltar de mis pulmones. La mano del hermano cayó sobre mi hombro izquierdo y me habló en tono bajo, sólo para mi oído.

— ¿Necesitas un minuto?

— Necesitaría siglos y aun así no podría cambiar el puto destino. Cuanto antes empecemos antes acabaremos. — el guerrero asintió dándome con su silencio apoyo y compañía.

Y antes de que mis pies giraran para correr vino a mi memoria el recuerdo del ultimo vampiro civil asesinado por los cabrones talcos y con él, el pensamiento de que la Hermandad aún estaba corta de guerreros contra esos mal nacidos. De nuevo me puse en marcha.

Frente a nosotros había una silla y un sillón dorado a modo de trono, que ironía lo que había pensado era un enorme muro de ladrillos blancos, sólo era una cortina del mismo color que el lugar y de terciopelo que como todo estaba quieta, inmóvil.

— Tú siéntate en el sillón. Guerrero Phury en la silla.

La orden de la Virgen Escribana vino con tono molesto cuando se dirigió a mi persona, como si estuviera harta de mí. Nada preocupante, yo sentía lo mismo hacia ella y estaba hasta la polla de tanta mierda. Hubiese matado por un liado. Su santidad floto hacia la derecha y quedo como otra estatua más a un lado del escenario dirigiendo el drama shakesperiano que ella había orquestado bajo la batuta de unas leyes obsoletas y desde antes de mi nacimiento.

A una palabra suya la maldita cortina se abrió por la mitad, deslizándola hacia los lados para dejar ver el centro y en este a una hembra con un vestido blanco lleno de joyas y la capucha que cubría su cara. Estaba flanqueada por dos Elegidas más y fruncí el ceño al notar que parecía estar atada, ya que estaba de pie pero muy inclinada hacia delante. Poco después y supongo a que a una orden silenciosa de mi madre se puso derecha o me pareció ver que la ponían. Me parecía una hermosa mariposa pinchada para ser observada. A buen seguro la muy perra estaría pensando en los privilegios por ser la primera Elegida para el hijo de la Virgen Escribana.

Odiaba todo lo que se escondía debajo de ese esplendor.

A una orden de mi madre empezaron a desabrocharle el vestido y se hizo muy evidente que estaba atada a un trozo de madera, que bien podía ser una mesa. Quise gruñir, pero me contuve. Mire sin interés maldito cuando abrieron el vestido y debajo de un velo transparente se descubrió un cuerpo hermoso, increíblemente hermoso. Su cabeza aún estaba cubierta por la capucha, lo que interesaba en ese momento era saber si la hembra me excitaba hasta el punto de que mi polla respondiera y la verdad era que ni frio, ni calor.

— ¿Ella es de tu agrado?

— Me da igual.

— ¿Tal vez quieras elegir mejor tus palabras?

— Ella está bien.

Mientras el ritual continuaba yo me hice hacia delante en el sillón y note que el velo que cubría a mi supuesta prometida estaba húmedo. Destetaba esta puta farsa. Y note que Phury sentía como yo. Lo mire por mi vista periférica y su semblante estaba blanco como todo el lugar.
Toda esta situación no me era grata, pero había decidido estar al lado del hermano V y aguantaría hasta el final. La voz de su Santidad me saco de mis pensamientos.

— Vishous, tu testigo no ha visto la ofrenda. Phury hijo de Ahgony, debes mirar a la Elegida que se ofrece en esta ceremonia y que culminara en la siguiente generación de guerreros de la Hermandad.

Me negaba a levantar la mirada de respaldo del trono dorado. Esa hembra no se merecía semejante humillación. Todo esto era demencial, era un gran error. Era una costumbre arcaica, era cruel. El poli tenía razón, era como estar en un mercado para que te vendan la mejor pieza de carne, solo que no era carne…era una hembra.

La Virgen Escribana volvió a pronunciar mi nombre pero esta vez en un tono que no admitía una falta de respeto por mi parte. Levante los ojos y mire a la Elegida. Mi cerebro dejo de funcionar y mi polla tomo el relevo poniéndose dura. Pedí permiso silencioso para levantarme y cuando me lo dio del mismo modo me coloque detrás del trono antes de que mi pantalón blanco se hiciera una tienda de campaña visible para todos. Tenía asombro y vergüenza a partes iguales. Asombro porque mi pene no solía reaccionar así ante el cuerpo de una hembra y vergüenza porque me había excitado con la hembra de un hermano. Bastante tenía por sentirme como me sentía por tener sentimientos por la hembra de mi hermano Z.

— ¿Cómo la encuentras guerrero?

— Espléndida. Digna de la mejor tradición de las Elegidas.

Primera y segunda palabra me salieron del alma, la siguiente de la frase me pareció una aberración.

— Esa es la repuesta apropiada. Como la ofrenda ha sido aceptada, declaro a esta mujer como la Elegida del Gran padre.

De repente y cuando las mujeres empezaron a cantar percibí un olor que emanaba de la hembra expuesta…era el olor de un sentimiento de terror puro sin matices. Mi mirada se cruzó con la de Vishous. Mi erección se bajó de golpe y me puse a su lado cuando se levantó de un salto y grito.

— ¡Detened la maldita ceremonia!

La Virgen Escribana se giró y nos miró con furia.

— Tiene que terminar.

— Por encima de mi cadáver.

Mi hermano me freno cuando fui a caminar hacia él. Lo vi ir hacia la hembra, abrocharle el vestido, quitar las ataduras y cogerla en sus brazos. Me miro y grito.

— Phury, te veré en casa.

Y sin más un viento huracanado que provenía de la Santidad empezó arrasarlo todo. Vishous me volvió a gritar.

—¡¡Phury…lárgate de aquí!! Si en una hora no estoy de vuelta venir a por lo que quede de mí, si queda algo que recuperar…¡¡LARGATE!!

Antes de irme mire a la mujer en brazos de mi hermano y parecía desmayada algo que no me extrañaba con la que se estaba liando en ese momento. Corrí hasta el patio y directo al despacho del rey.

Se llevó un buen susto cuando me vio llegar.

— ¿Qué haces aquí, Phury?

— Mi rey nada ha salido bien…bueno luego no, al empezar sí, pero luego V salto y todo se torció.

— Cálmate, toma aire y habla en orden.

Calmando mis nervios explique al rey todo lo que había sucedido y la petición que me había hecho Vishous. Una hora y todos menos el poli iríamos a por el hermano y más valía que estuviera de una pieza.

Una vez que vi como el guerrero corría y desaprecia de mi vista me enfrente a mi puta madre que estaba pareciendo un huracán más que su Santidad.

— ¡Déjala donde estaba y continua con la ceremonia o cumpliré mi palabra de quitarte la vida!

— Ya te he dicho que sobre mi cadáver. Y cuidado con cumplir tu puta promesa porque te quedas sin Gran Padre.

— Buscare otro. Y si te quito la vida, tú humano se queda solo y acabaré con su vida.

Una carcajada broto de mi pecho y la mire desafiante.

— Toca al humano y me corto la polla. Y sabes que lo haré. Te quedarás sin el Gran Padre y sin tus nietos guerreros y nietas Elegidas.

El viento huracanado ceso y me señalo una puerta de color plata. Con la hembra en mis brazos traspase la puerta que se abrió como la anterior y la deje sobre la cama. Busque un cigarro entre los bolsillos y lo encendí sin dejar de mirar a la hembra.

Al fin la hembra despertó de su desmayo o de su miedo.

— ¿Quieres quitarte eso? Relájate, no voy hacerte daño. — Aun notaba y olía el terror en ella

— Voy a quitarte la capucha para que puedas respirar…abre los ojos. Así mejor, te dije que no te iba hacer daño — no podía dejar de reconocer que era muy hermosa — ¿Cómo te llamas?

— Elegida.

— Eso es lo que eres, lo que te pregunto es tu nombre.

—C…Cormia.

— Cormia — encendí un cigarro y le di una larga calada — no tengas miedo, ¿vale?

— ¿Vas a…?

— Diablos no.

— Pero entonces, ¿Cómo…?

— Habla más alto, no puedo oírte.

— Entonces, ¿Cómo has hecho para interceder ante su Santidad?

— Eso no importa. Cormia, tú no quieres aparearte conmigo ¿o sí? Vamos contesta con total libertad — el silencio de esa hembra me ponía los nervios de punta. Pase la mano enguantada por mi pelo y di la última calada. Guarde la colilla en el bolsillo y volví acercarme a ella — Te he dicho que no voy hacerte daño. ¡¡Maldición!! ¿Qué crees que soy? ¿Un monstruo?

— Nunca antes había visto un macho. Yo no sé qué eres.

Esa declaración me dejo helado y con ganas con de pegarme un tiro. La zorra de mi madre, rizando el rizo.

— He subestimado por completo lo difícil que podía resultar esto para ti y hasta había pensado que serias feliz por los privilegios que tendrías por ser la madre de mi primer hijo y prometida.

— Pero te has puesto en mi lugar.

— Tú, ¿deseas este emparejamiento? — Guardo silencio — no me hace falta que contestes, en tu cara leo la contestación. Estas asustada y con ganas de salir corriendo de lo que vamos a tener que hacer.

— No puedo soportar la idea de decepcionar a las Elegidas y a la Virgen Escribana. Yo…yo cumpliré con mi deber por el bien de todas.

— Estamos en la misma situación. Tú con tu deber para con tus hermanas y yo para mi deber como… — callé y gire la cabeza al notar que no estamos solos. — Tú, detrás dela columnas. Sal. ¡Ahora!

Otra Elegida salió de detrás de la columna con su túnica y la cabeza gacha.

— Señor.

— ¿Qué estás haciendo aquí? Sera mejor que hayas venido a consolarla y si no es así ya te estas largando.

Santo Dios, tanta sumisión y servilismo me tocaba los huevos o el huevo. Curioso cuando antaño era lo que pedía a mis sumisos y sumisas.

— He venido a ofrecerle consuelo. Estoy preocupada por ella.

— ¿Cómo te llamas?

— Elegida.

— ¡Por Dios! Tu nombre real.

— Amalya.

— Bien Amalya, quiero que la cuides hasta que yo regrese. Es una orden del Gran Padre. — mire a Cormia — te veré dentro de dos días y no volverás hacer atada y mucho menos vamos a cumplir el ritual con el resto de las Elegidas mirando. Eso te lo aseguro.

Me marché sin mirar atrás y rezando para no encontrar a mi madre de camino al patio. Por fortuna así fue. Me materialice hacia la Mansión y el primer sitio que fui fue al despacho del rey. Entre sin tocar y fui recibido con suspiros fuertes de alivio, Butch abrazándome mientras insultaba a mi madre en irlandés y palmadas en mi espalda y un choque de puños de Phury y Wrath.


Phury

Le di una profunda calada al porro y mire al hermano. Este parecía envejecido, tenía la piel más pálida de lo habitual, ya que su tez era morena, la frente arrugada y los labios apretados. No es que Vishous fuera una caja de música, pero hoy era un toque de difuntos.

Eche la columna de humo y mientras apagaba el porro mire al poli y vi en sus facciones la misma vejez, la misma rabia y algo más que no supe descifrar. Y al contrario que el otro,Butch siempre era la alegría de la huerta y estaba con bromas hoy se había apagado y parecía agotado.

No podía dejar de pensar lo horrible que era ver a dos de mis hermanos sufrir de esa manera y saber que no podía hacer nada al respeto. De repente y cuando una idea cruzo por mi cabeza, mi cuerpo se puso rígido y una misteriosa calma, que no venía de los efectos del porro, descendió sobre mí.

Ni el grito del rey me saco de esa apacible calma.

— ¡Virgen Santa!...Largaos de aquí, me estáis dando dolor de cabeza con tanto silencio. A descansar, parece que estamos a un punto de perder el puto control — no había dicho ninguna mentira estaba acostumbrado a la bulla, sus pullas y sus voces altas en este despacho y tanto silencio me estaba poniendo los nervios de punta.

De repente Phury me miro y soltó una pregunta que nos dejó a todos helados como estatuas.

— Vishous,si no fuera por la mierda del Gran Padre, ¿te emparejarías con Jane?

Entrecerré mis ojos hasta que solo fueron dos finas líneas que miraban al guerrero preguntándome a que venía esa estúpida pregunta.

— ¿A qué viene eso?

— ¿Estarías con ella?

— ¡Basta ya!...no hay ni una puta posibilidad de que eso pase, la zorra de mi madre no daría su permiso para el cambio.

— Pero… ¿y si la hubiera?

— Phury por tu bien cierra la boca porque estoy a un segundo de estallar y tirarme hacia ti para golpearte.

Rhage se movió de forma sigilosa junto con Butch para colocarse cerca de V. Zsadist y Thor hicieron lo mismo pero poniéndose al lado del otro hermano.

Wrath se puso de pie apoyando sus grandes manos sobre la mesa.

— Acabar con esta locura y hacerlo ya o tomare medidas que no gustaran.

— No, escúchame, escucharme todos. La Virgen Escribana quiere un macho de la Hermandad, ¿verdad? Para que sirva de progenitor, ¿cierto? ¿Por qué tienes que ser tú?

— ¿Quién podría ser sino? — gruñí cogiendo impulso para atacar.

— ¿Por qué no…yo?

Un silencio más oscuro aun siguió a esa pregunta absurda. Podría haber entrado en el despacho la banda de los Bastardos y nos hubieran asesinado sin problema, ni resistencia alguna. Todos miramos al hermano como si se hubiese vuelto loco o hubiese fumado más de la cuenta. Z respiro muy hondo.

— Por todos… los demonios… hermano.

— Ella solo necesita ADN, cualquier miembro de la Hermandad podría hacerlo. Mi linaje es fuerte y puro. Mi sangre es buena. No hay ninguna razón para no hacerlo.

Toda mi agresividad se desvaneció y lo mire fijamente.

— ¿Por qué harías eso?

— Tú eres mi hermano. No hay ninguna mujer que me atraiga y no estoy enamorado de nadie — dos mentiras necesarias para poder llevar mi descabellado plan a buen puerto, aunque todos sabían que no era verdad — si eres tu quien sugiere el cambio no pasara nada.

— Eso no está bien. Todo este asunto es horrible y la idea muy descabellada.

— Wrath, ¿Qué dices?

— Joder…

— Esa es la palabra indicada pero no la repuesta.

— Phury hermano…no puedes estar hablando en serio.

— Haber Zsadist…tengo que compensar años de celibato y eso sería una muy buena forma de hacerlo — era una broma pero nadie río— Vamos soy el único sin pareja. El otro candidato posible John Matthew, por el linaje de Darius no ha pasado la transición y aun no es miembro de la Hermandad.

— ¡No! — Grito Z — eso te mataría.

— Al menos moriría follando.

— Déjate de bromas. No tendrás una vida si haces eso.

— Claro que si haré lo que iba hacer Vishous, viviré aquí, lucharé a vuestro lado e iré para cumplir con mi deber y cuando vengan los niños buscare otra solución—mire al rey — convence a su Santidad.

Esto no estaba siendo muy apropiado. Uno no da órdenes al rey. Está prohibido por ley y tradición y además este podría darte una patada en el culo que te mandaría a otro estado del país. Wrath se metió la mano debajo de sus gafas oscuras y se froto los ojos un buen rato. Dejo escapar un sonoro y largo suspiro antes de hablar.

— Iré hablar con ella pero no prometo nada.

— Pues ir hablar con la Virgen Escribana, os esperamos aquí.

— Ni una puta orden más guerrero — el gruñido hizo temblar los cimientos de la casa— que así sea.

Una hora después el rey estaba de vuelta con un sí muy afirmativo.

Me arrodille junto a mi cama después de haber calmado a Jane y dejarla durmiendo, me puse el collar de perlas negras y cerré los ojos. Mientras establecía contacto con el Otro Lado con el poder de la mente pensé en el brillo en los ojos del poli ante la nueva noticia y posible emparejamiento.

Viaje desde lo anti material hasta el reino intemporal y me materialicé en el patio blanco donde estuve a punto de morir.

Ella estaba junto al árbol de pájaros y tenía uno en la mano. Al no llevar la capucha puesta pude ver con que adoración miraba a la pequeña y cantarina criatura. Cuanto amor, esa era la palabra. Jamás hubiese pensado que ella fuera capaz de semejante devoción.

— Amo a mis pájaros. Ellos me proporcionan paz cuando estoy perturbada y felicidad cuando estoy alegre. Y las dulces melodías de sus cantos me emocionan. Pero tú no has venido hablar sobre mis pájaros — me miro por encima de su hombro — ¿verdad?

— Sí.

Ella estaba serena y eso me confundía, la esperaba furiosa y yo listo para pelear pero en su lugar, solo calma y serenidad. Aunque también podría ser la calma antes de la tormenta. No es que no se liara cuando el Wrath yo fuimos con la nueva propuesta, pero mi madre y mi rey se respetaban y pudimos hablar tranquilos. Esta visita había sido una invitación para hablar los dos solos.

— Debo suponer que si me niego a la nueva propuesta y sustitución del Gran Padre, ¿no seguirás adelante con la ceremonia?

— He dado mi palabra y si has cambiado de opinión cumpliré con lo que te prometí bajo las mismas condiciones de antes.

Esto no me lo esperaba. No puede ser que la maldita perra hubiese cambiado de opinión
en horas.

— De verdad que me sorprendes.

Posó el pajarillo sobre la una de las ramas del árbol y le silbo brevemente. Este le respondió con su canto.

— No entiendo porque, los guerreros solo tenemos una palabra.

— Cierto. Estas aves son mi única felicidad, ¿sabes por qué?

— No.

— Porque no me piden nada y me dan mucho.

— Yo…

— Hace trescientos tres años que te traje a este mundo. Y por haberte abandonado a las manos de tu padre te voy a conceder dos favores. Aunque el día que oí tu llanto fui la mujer más feliz del mundo. Autorizare que el guerrero Phury te sustituya bajo tus mismas condiciones. El será un excelente Gran Padre, será amable y gentil con las Elegidas y dotará a la especie de un buen linaje.

Cerré los ojos y sentí una oleada de puro alivio egoísta porque no se hubiese vuelto atrás.

— Gracias.

— Tu gratitud es apropiada. La belleza de los regalos está en el ojo de quien lo recibe, no de quien lo da.

La vi cubrirse la cabeza y cara con la capucha y flotar hasta una puerta del mismo color que el patio y algo más pequeña que las otras.

— Si no es una impertinencia. ¿Cuál es el segundo favor?

— Renuncio a ti como mi hijo. Estas libre de mí y yo libre de ti. Que tengas una buena vida guerrero.

Me quede en el patio oyendo el rumor del agua de la fuente. Había tenido madre por un mes y no podía decir que la echara de menos. Mientras me desmaterializaba de regreso para contar la charla que habíamos tenido y que todo seguía su curso.

Ya de vuelta hablé con el hermano Phury.Al día siguiente seria la ceremonia.

— Vishous, ¿todo bien?

— ¿Estás seguro de que quieres hacer esto?

— Sí.

— Tengo la sensación de estar siendo un cabrón egoísta.

— No lo eres, es mi decisión y una forma…

— De alejarte de Bella y lo que sientes por ella.

— Si, tal vez esta sea la encrucijada que viste en mi visión hermano. Emparéjate y se feliz…ya es hora.

— Te quiero marcando mi espalda.

— Ahí estaré.

Le di otro fuerte abrazo y corrí hacia el Túnel cuando lo solté. Dentro de mi habitación Jane me esperaba con los brazos abiertos y la mejor de las sonrisas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario