sábado, 26 de septiembre de 2015

ES DESTINO SE PONE EN MARCHA...1ª


                                               EL DESTINO SE PONE EN MARCHA

                                          


Butch y Vishous Fated

Camino hacia donde estaba el cautivo, joder ese tío sí que las estaba pasando realmente jodidamente mal, no sabía que había hecho ese pobre diablo para tenerlo de la forma que lo tenían, más teniendo en cuenta de que era el sobrino del rey. Jamás había sentido pena por nadie pero por ese tío si. Algo lo tenía que atar a este asqueroso mundo, porque con todas las humillaciones, golpes, veneno y dolor recibido seguía vivo.

Sacudí la cabeza con dolor, aún recordaba como me habían dejado tirado a mi, en el suelo de la sala de los espejos después de la brutal violación, mal herido, sangrando, llorando lágrimas de sangre y dolorido en mi cuerpo y en mi alma. Otros esclavos sexuales se ocuparon de sanarme y cuidar de mis heridas, anales y las de su cuerpo...porque las del alma ya no tenían cura.

Llego a la cueva donde está el reverendo hago lo que siempre hacia cuando estaba solo, sacaba a relucir mi poder de symphath y alejaba de su cuerpo las miles de arañas, escorpiones y serpientes que lo cubrían, inyectándole el veneno...hija de puta de la zorra de la reyna, ese era su juego preferido. Te inyectaba veneno directamente de los animales y luego tú comprabas el antídoto con sexo. Dios se podía ser más perverso y cruel, claro que sí y yo lo sabía por experiencia.

Después de apartar los bichos de él, hago algo que me acostumbre hacer, le toque una de las piernas para darle un poco de calor y consuelo. Aunque era una tontería, sabía que el reverendo mataba su lado symphath con drogas, yo lo hacía a mi forma.

Una forma que me degradaba más de lo que ya me habían degradado esos hijos de puta. Dios me odiaba a mi mismo de una forma bestial y mira si era un puto indeseable que ni la muerte acudía en mi ayuda.

Tres horas después de estar de carcelero, volví a colocar los bichos encima del sobrino del rey y por primera vez lo mire a los ojos y un tenue gracias salió de su boca y de sus ojos gratitud, no supe que decir.

—Eh, esclavo la reina te llama.

—Voy.

Volví a tocar su pierna llena ahora de bichos y de la misma forma tenue de dije.

—Siento no poder hacer más por ti reverendo.

Y camine hacia la salida de la puerta, a los aposentos de la reina, cuando la explosión de una bomba hizo un boquete desde fuera.

Odio a los putos symphaths. Odio todo lo que tiene que ver con ellos, pero esto lo estoy haciendo porque Wrath lo ha ordenado y que me jodan si voy a empezar ahora a desobedecer al rey de la jodida raza. Bueno, por Wrath y por la shellan de Z. Y Phury que parece estar bastante pendiente del Reverendo de los cojones. Manda huevos.

Aprieto las mandíbulas cuando Z parece tomar el puto mando. Xhex ya estaba tocándome las putas pelotas con tanto mangoneo, como si ella supiera más de guerras y luchas que los hermanos. Coño. La presencia de dos hembras en esta lucha me está mosqueando cada vez más.

Entraron en el granero y Xhex les descubrió una entrada secreta bajo una losa. La luz rojiza me hizo fruncir el ceño y no puedo evitar el comentario que hice.

—Siento como si estuviera entrando en una película porno —mascullo mientras empiezo a bajar los escalones con cuidado.

— ¿Eso no requeriría de más velas negras para ti? —se burla Z e ignoro su comentario.

Lo que se nos revela al final del pasillo al cual nos ha llevado Ehlena, la hembra de la cual hace apenas un mes el Reverendo se alimentó, es deplorante, es peor de lo que yo viví en el campamento de mi padre. ¿Cómo alguien puede ser tan jodidamente retorcido?

Me quito el puto guante y les abro paso para que puedan descolgar al desgraciado que cuelga de las cadenas, pero en un momento dado, un fuerte golpe hace que pare y me gire.

Hombre, comitiva de bienvenida y todo. Antes de darme cuenta, oigo cuatro disparos y la princesa symphath cae mientras es agarrada por el puto relamido lesser de Lash.

La que se desata ahí dentro es descomunal. Una lucha de poderes entre Rehvenge y la princesa. Y una vez los tenemos a salvo, yo y Z vamos a ayudar a los demás.

Hay una parte de la zona residencial de la colonia que ha volado por los aires y la lucha es encarnizada, pero hay algo que me llama la atención. Un macho que hace por lo menos unos diez años que ha pasado la transición y al verle acercarse a mí, noto lo que es... medio symphath.

Joder me alegraba por el reverendo, habían venido en su busca y con un poco de suerte su salvación. En cinco minutos se había liado una buena y me quitaron el privilegio de matar a la hija de puta de la reina, pero no de llevarme por delante al rey. Con sigilo me acercó hasta él por la espalda, sacando de mi cintura un cuchillo, el mismo que el cabrón utilizaba para hacerme marcas mientras me follaba, sin tener en cuenta lo mal herido que estuviera...hubiese preferido una muerte más lenta, pero no había caso. Se me presentaba una estupenda oportunidad de acudir a las manos de la muerte. Degollé lentamente y como un cerdo al rey y luego me agazape un poco en las sombras, no voy a matar a nadie de los que habían venido a por el reverendo, si acaso me llevaría uno a uno a todos los cabrones que habían abusado sexual y mentalmente de mí y mi cuerpo. Estaba mirándolo todo como un mero espectador, no estaba por la labor de meterme con la Hermandad de la Daga Negra, cuando vi a uno de los tíos, más altos y más fornidos de todos, quitarse el guante con que cubría su mano derecha y deshacer las cadenas y los ganchos que ataban al sobrino del rey. Ahí estaba la oportunidad. Madre muerte, ven a mis brazos por favor.

Con paso firme y en zancadas fui a su encuentro.

Dejo a uno de los atacantes fuera de combate, siguiendo el consejo de Xhex —la cual no veo por ninguna jodida parte, por cierto— de no derramar sangre, aunque, qué coño, anda que no se ha derramado la suficiente ya. Mis ojos se fijan en ese par de iris prácticamente dorados que me miran como si fuese la puta salvación. Observo que ya han metido a Rehvenge en el Escalade por el rabillo del ojo y vuelvo mi atención al macho que se va acercando a mí de forma demasiado decidida. Separo las piernas en posición de combate. Coño si voy a dejar que mi guardia se baje entre tanto puto symphath, y me pongo a pensar en cualquier cosa para evitar el yuyu que hacen con sus putos poderes. Sin embargo noto que sus ojos no están puestos en mí en sí, sino en mi mano. ¿Qué cojones...?

Satanás, delante de mí tenía mi salvación, la muerte, la paz, la tranquilidad de mi espíritu y el fin de mis sufrimientos. Lo veo ponerse en posición de defensa y ataque y casi sonrió, me da igual como lo haga, pero quiero esa mano encima de mí acabando con la puta y degradante vida que llevo. No podría aguantar un siglo, que coño, un día más así. Me freno delante de él y lo miro a los ojos, joder yo tengo los ojos de color raro, pero este vampiro me gana, son como los diamantes y son raros de cojones.

—No temas no voy atacarte, quiero —joder que difícil —quiero tu mano sobre mi cuerpo, quiero que me mates, ahora. He visto de lo que eres capaz, así que por favor hazlo… ¡¡¡Mátame!!!

Mis ojos se desvían de él a mi mano que sigue brillando como una puta lamparilla de queroseno y después vuelvo a él. Joder, no me hace falta ser un puto symphath para poder leer sus emociones o la mierda que lo debe de estar consumiendo por dentro. La desesperación es evidente en esos ojos casi dorados, la forma en la que sus hombros están ligeramente encorvados hacia delante y la cabeza algo agachada en señal de una derrota tan absolutamente aplastante que hasta me da escalofríos a mí...

— ¿Por qué? —pregunto—. ¿Por qué alguien tan joven como tú desearía una muerte tan horrible como ésta?

Tengo los hombros encorvados y la cabeza gacha entre ellos, cuando su doble pregunta me hace mirarlo, joder este tío es raro de cojones, soy su enemigo, le estoy pidiendo la muerte y me pregunta... ¿por qué?

—Por favor, jamás en mi miserable vida he rogado, ni suplicado, aun cuando el dolor...no me preguntes cosas que no te puedo contestar, sólo te vuelvo a suplicar utilices tu mano contra mí y no temas no estas cometiendo ningún error, tu conciencia si la tienes jamás volverá acordarse de mí. Tú solo hazlo.

Conozco perfectamente bien el sentimiento que carga, las ganas de desaparecer de la faz de la tierra. Las mismas que he tenido yo durante tres putos siglos. No hago más preguntas, levanto la mano y doy un par de pasos hacia él —los que me separan— y aun mirándolo a los ojos, dejo que mi mano entre en contacto con su piel. Cierro un instante los ojos, pero vuelvo a abrirlos, frunciendo el ceño. No está pasando absolutamente nada. A estas alturas tendría que estar chillando y retorciéndose pero... No. Hay. Nada. De repente siento cómo mi ojo izquierdo se dilata, comiéndose la parte blanca. Le veo a él, contra mi espalda, dos dagas negras en cada mano, me mira de reojo y sonríe y el aire a nuestro alrededor es... ligero, es de total confianza y de... algo más que no consigo descifrar. La complejidad y el entendimiento que hay entre nosotros me descoloca por completo y no es hasta que no salgo de la visión que no me doy cuenta de que me estoy tambaleando.

Joder un enorme suspiro escapa de mi garganta cuando lo veo acortar la distancia que nos separa y poner su mano encima de mí sin apartarme la vista y no sé porque cojones se lo agradezco en silencio, morir solo no es bueno. Cuando vuelve abrir los suyos que los había cerrado un segundo, yo sigo vivito y coleando y me dan ganas de reír si no fuera porque parece que le ha pasado algo. Veo como su ojo derecho se dilata y se tambalea, lo agarro por la cintura, coño yo había visto lo que su mano era capaz de hacer, ¿por qué en mí no funcionaba?

—¿Estas bien vampiro?

Y al volver a mirarlo a los ojos, mi lado symphath toma la delantera y me quedo helado ante las sensaciones de ese tipo.

Tomo aire, intentando volver a mi puto autocontrol. Sentir ese brazo sosteniéndome por la cintura no hace más que confundirme y cabrearme más. A partes iguales.

Como puedo me deshago de su agarre y le miro. ¿Qué es lo que he visto? ¿Por qué? ¿Qué cojones significa? Sé que ahora mismo soy un puto hervidero de emociones y puedo notar cómo las está leyendo. De puta madre. Sus pensamientos son conectos, intenta descifrar cada una de las sensaciones que nota en mí.

—Deja de hacer eso —gruño, enseñando los colmillos.

Se suelta de mi agarre de malos modos, joder un gracias para variar estaría bien, pero por lo que percibo este tío, el gracias y el por favor no están en su vocabulario y que cojones los aros de oro en las muñecas, los pies y el cuello delataban mi estatus de esclavo sexual o de puto como más guste al cliente llamarte.

—Perdona, no era mi intención —y era verdad, ese tío había hecho más por mí, en unos minutos, que nadie en su jodida vida —bien ya que tu mano no funciona conmigo, ¿podrías utilizar una de tus dagas? Quiero morir, la forma me da igual.

No sé por qué, pero algo me dice que este medio symphath no es del todo lo que parece. Sí, todo el mundo sabe lo que significan sus ropajes y sus brazaletes, aunque yo los llamaría más bien cadenas del horror. El poder que noto en él no es el de un simple hibrido, hay algo más y está el hecho de que mi mano no le haya reducido a putas cenizas, aparte de la visión que acabo de tener. Tengo que decidirme y hacerlo ya.

— ¿Deseas la libertad? ¿La libertad definitiva? —Mi boca es más rápida que mi cabeza y eso es algo que jamás, en la vida, me ha pasado. Hombre, soy uno de los más razonables después de Tohr, pero hay algo en él... algo que parece unirme a él.

—Libertad, hermosa palabra, pero jamás seré libre vampiro, no son estos brazaletes solamente, es todo y la puta vida que he tenido que llevar. Además la misma vida me ha enseñado que nadie da nada por nada. ¿Qué me pedirías a cambio de esa libertad?

Me separo de él, me queman sus sensaciones jamás mi lado symphath se había despertado de esa forma delante de otro ser y me tenía descolocado y lo miro a los ojos, cerrando mi mente, quería oír de su boca lo que me iba a pedir a cambio de mi libertad.

Libertad, saboreaba esa palabra con gusto amargo.

—¿Pedir? —Vale, quizá está más jodido de lo que pensé en un principio. Le miro por un instante y después miro mi mano. Libertad. Yo también, en cierta medida, la obtuve, pero a un precio bastante alto—. La libertad no debería comprarse, ni pedir nada a cambio por algo como eso. Sacudo la cabeza y cierro mi mano maldita en un puño. Mi libertad me costó demasiado y sería incapaz de pedir un precio —ni aunque este fuera mínimo— por la de otra persona. Fuese symphath, vampiro o humano.—No hay ningún precio. Estoy seguro de que incluso podría ofrecerte un lugar en el que estar... hasta que te adaptases. Sólo habría una cosa que tendrías que hacer para dejar atrás este basurero. Ocultar tu lado symphath, intentar ser un vampiro más. Nada más.

—Eso no sería difícil, sólo que cuando mi lado symphath quiera imponerse tendré que salir solo a buscar un sexo específico para mantenerlo a raya. Solo tengo una pregunta que hacerte... ¿Por qué me ayudas, sin pedirme nada a cambio? Tú no eres así, tu naturaleza no es así.—Libertad me permito por un momento soñar con ello y poco a poco mi sonrisa va apareciendo.—Vampiro... ¿podrías hacer algo con estos aros de oro?—Si iba hacer libre no quería seguir llevándolos, aunque en el fondo jamás dejaría de ser un mísero y repugnante puto.

¿Por qué? Ni siquiera yo mismo lo sé. Pero supongo que veo más de mí en él que en ninguna otra persona. Quizá porque el hecho de haber tenido una visión sobre él... sobre ambos, también esté influyendo y ver la sonrisa que va formándose en su cara es suficiente como para acabar de aceptar el hecho de que... tal vez deba hacer esto.Vuelvo a acercarme a él y le cojo una de las manos haciendo que mi mano diabólica funda el maldito metal precioso. Hago lo mismo con la otra muñeca y nuestras miradas se encuentran por un breve instante. El contacto de su piel es... extraño. Es como si le conociera de siempre y, sin embargo, no le conozco de nada. Es... eléctrico. Miro a nuestro alrededor. La lucha parece a punto de acabar pero sé que hay más esperando fuera de la maldita colonia.

—Vamos —Saco una de mis Glocks y se la pongo en una mano—. Espero que sepas disparar. Ahí fuera nos esperan albinos a los que patear. Apunta al corazón, sino la cagarás.

Cuando lo veo andar hacia mí y coger una de mis muñecas para fundir uno de los aros, al tocarme, algo que no me gustaba un pelo, un sudor frio empieza a instalarse en mi nuca y un vello que no tengo parece erizarse. Es como si ya nos hubiésemos visto o tocado y joder recordaría a un tío así si lo hubiese tenido de cliente, no es fácil de olvidar, todo lo contrario, lo hubiese recordado toda mi puta vida. El contacto no me repudio y su calor traspaso el frio de mi cuerpo, pero no pude evitar soltarlo según el aro se fundió, me ponía de los putos nervios. Disparar, usar el látigo, los cuchillos, las espadas, ni las armas, ni las peleas cuerpo a cuerpo eran nuevas para mí, las aprendí en silencio por el gusto de no recordar mientras lo hacía.

—Tu guíame y yo haré el resto, no le debo nada a nadie aquí dentro y ahí fuera, sólo te lo deberé a ti vampiro.


Asiento una vez y me vuelvo a colocar el guante antes de meter mis manos bajo la chaqueta de cuero y desenfundar mis dagas. Le hago una señal con la cabeza y empezamos a dirigirnos hacia donde el ruido de pelea es más fuerte, seguro de que si seguimos ese sonido nos llevará fuera de la colonia, donde mis hermanos están peleando contra los lessers. Mis ojos vuelan de tanto en tanto al medio symphath. No sé si mi decisión es la correcta, pero es evidente que nada lo ata aquí y que sólo va a obtener más dolor si se queda. Prefiero no pensar en la visión que he tenido. Eso ya llegará a su debido tiempo, ahora tengo que ayudar a la Hermandad con los malditos albinos si queremos salir todos vivos de esta.

Joder no tengo ningún puto pudor en matar a los que se hacían llamar mis congéneres y hermanos hacia cinco minutos, cada gota de sangre de esos malnacidos que cae sobre mi cuerpo, vale por una maldita lagrima derramada en silencio, por cada grito ahogado de dolor, por cada palabra humillante que he tenido que aguantar y disfrutaba matando a esos hijos de putas con olor asqueroso a talco.Ese olor me traía a la memoria cuando el cabrón de Lash reclamaba mis servicios sexuales, era al único que se le levantaba de esos cabrones, pero cuando expulsaba encima de mi ese líquido negro y apestoso, las arcadas me atacaban con fuerza y más fuerza hacía para no potar, y cuando no podía seguir corriéndose empezaba el dolor, la humillación y los abusos. Aparto todos esos negros pensamientos y me centro en lo que estaba haciendo cuando de repente uno de los hermanos de la Hermandad, corrió hacia mí, con las dagas en sus manos y el odio en sus ojos. Me prepare para recibir el ataque, intentaría no dañarlo o no matarlo, sabía que eso me costaría la vida. Estaría bueno aún no había disfrutado de su estrenada libertad y ya querían su muerte. Como puedo esquivo el primer ataque y el segundo, tiro la pistola, necesitaba mis manos libres para una lucha cuerpo a cuerpo, me gire para darle una patada en el estómago y al darme la vuelta y gritarme, supe lo que había visto...la marca en forma de estrella en mi omóplato izquierdo que me marcaba como esclavo sexual con dueño de alta gama y estatus.

—Tú eres un puto esclavo sexual.

Me fije en sus tatuajes y le sonreí cabrón.

—Le dijo la sartén al cazo, no te jode. ¿Es que acaso esos tatuajes te hacen mejor que yo hijo de puta?

Y con rabia y coraje me tire hacia el hijo puta de la cicatriz en la cara y tatuajes de esclavo sexual como yo, a la mierda si me mataban, estaba visto que mi asqueroso y cruel pasado, iría conmigo.

Me deshago del lesser con el que estoy enfrentándome y guardo las dagas a toda prisa al ver que Zsadist va a por el medio symphath. Rhage me sigue, junto con Tohrment. Entre los dos pillan por banda a Z y yo me interpongo entre los dos.

—Joder, hermano —suelto mientras intento retener al castaño—. No es ningún jodido enemigo. No está con ellos. Ni con los symphaths ni con los lessers así que cálmate. Sé lo que has tenido que pasar con Bella después de que creímos que el Reverendo estaba muerto, pero no todos los... malditos son iguales y tú, baja esos humos, ¿vale?

—Joder empezó él, coño pega bien duro el cabrón. Además no hace falta que me grite lo que soy, teniendo en cuenta que somos los mismo.—Me quedo mirando a ojos de brillantes y paso mis manos por el pelo. Mierda por primera vez en siglos mi pecho dolía como si una mano invisible me lo estuviera estrujando.—Mira vampiro te agradezco lo que has intentado hacer por mí, pero creo que me vuelvo al lugar de donde no tenía que haber salido...en serio muchas gracias pero lo mejor para todos es que me quede donde estoy.

—No es algo discutible —le digo. Z se desprende de las manos de Rhage y Tohrment y mira al recién llegado con intensidad. Sé que lo que ha dicho le ha dolido porque él ha estado luchando contra lo que le hicieron durante siglos y sólo al encontrar a Bella ha sido capaz de salir del puto pozo en el que se metió él solito y por propia voluntad.

—No te confundas —dice en un siseo—. Puede que lo hayas pasado mal, pero al menos a ti no te usaron como un puto donante de sangre. —Con esas palabras el hermano se da la vuelta y vuelve a la pelea.

Aprieto las mandíbulas y los otros dos siguen a Zsadist para asegurarse de que vuelve entero al complejo. Por mi parte suelto al medio symphath.

— ¿Cuál es tu nombre? —pregunto, sacando un liado de uno de los bolsillos traseros de mis pantalones de cuero.

Qué coño sabía ese cabrón lo que yo había tenido que soportar y tragar, solo yo lo sabía y esos recuerdos morirán con mi persona.—Como gustes llamarme tu, ojos brillantes.—Me arrepentí al segundo de decirle eso a la única persona que ha querido ayudarme sin pedirme nada en siglos de vida. Metí mis manos en los bolsillos traseros de mi vaquero y lo mire.—Discúlpame, me llamo Butch O Neal o por lo menos es el nombre que me pusieron mis padres adoptivos y son sus apellidos. De verdad no quiero causarte problemas y no sé si seré capaz de estar bajo el mismo techo con otro que ha sido lo mismo que yo...yo me quedo.

Dejo salir el humo del cigarrillo y sonrío de medio lado.

—Nadie ha dicho que vayas a vivir bajo el mismo techo que él —le corrijo—. Vivo en un lugar aparte del de mis hermanos, así que por eso no hay de qué preocuparse. Eso sí, la decisión es tuya. No creo que lo que busques ahora mismo es seguir en una vida de mierda como la que has tenido hasta ahora. Zsadist —señalo con la cabeza hacia donde los demás han desaparecido— fue esclavo de sangre durante un siglo. No habla de ello, supongo que sabrás el porqué, pero no fue bonito y odia recordar lo que fue.


Camino unos pasos y me quedo mirando el lago, donde solía bañarme para limpiar no solo mi cuerpo, si no mi alma también. Nadar me tranquilizaba, me dejaba en paz conmigo mismo.

—Yo no he sido esclavo de sangre, pero se lo que es, conviví con algunos ahí dentro —señale con la cabeza la colonia —pero no se trata de medir quien lo ha pasado peor y quién no. Se trata de que ningún ser humano debería pasar lo que ambos hemos pasado y créeme entiendo que no quiera hablar de ello, hacerlo te humilla como hombre, como ser humano.—Me di la vuelta y volví a encarar su mirada, me daba paz hacerlo y a la vez me cabreaba. Yo nunca podía mirar a los ojos a quienes pagaban por mi servicio.Delante de mí tenía la única oportunidad de hacer que mi vida fuera un poco mejor, aunque su pasado caminara junto a mi, hombro con hombro.—Está bien iré contigo...

—No te preocupes, al ser mitad vampiro estarás bajo la protección del Rey de la raza. Él es más importante que cualquiera de los symphath y lo que él diga es ley.—Apago la colilla en mi bota y me la guardo en uno de los bolsillos, justo en ese momento el campo de batalla se ilumina por completo.—Mierda —mascullo—. Joder, Hollywood, ahora no.


Corrí detrás de él hasta donde estaba el resplandor y por poco me como su espalda cuando se frena en seco. Delante de nosotros había un enorme Dragón que se zampaba a los talcos a pares.

— ¿Me vas a decir que tú conoces a esa bestia? vampiro...joder ¿dónde guardáis esa enorme mole?—Y me quedo sin palabras cuando la bestia, aun masticando unos talcos, se fija en nosotros y empieza andar hacia donde estábamos.

—Joder... No la "guardamos", es la maldición de Rhage. —Me quedo absolutamente quieto cuando se fija en nosotros—. Mierda.

Me pongo entre el vampiro y la bestia y con temor a que eso cambie la situación, saqué mi lado symphath, haciendo que la bestia, que resulta que es uno de los hermanos se fije solo en mí persona. Me aparto unos pasos y el animal me sigue, simpatizo con él y me acerco con cautela. El dragón ruge y da un paso hacia mí, por el rabillo del ojo, veo al vampiro que va a dar un paso y niego con la cabeza.Me es difícil creer que esa bestia,sea el bonito rubio,que se veía mas como modelo,que guerrero.

—Quédate donde estas vampiro, no me hará nada mientras esté tranquilo.

Doy dos pasos más y me centro en sus ojos, fijo los míos en la bestia que me mira como si fuera su próximo bocado y mentalmente busco ahí dentro, el raciocinio del hermano que está en algún lugar dentro se ese animal enorme. Doy con él y profundizo.

—Tu no quieres comerte a tus hermanos, ni siquiera a mí, te aseguro que te daría ardor de estómago, así que ya que has acabado con lo que quedaba de talcos porque no te haces un favor y nos lo haces a nosotros y deja que vuelva el hermano.

La bestia me miro, puso sus patas en el suelo, se sentó y de repente en el lugar del dragón, estaba uno de los guerreros de la Hermandad. En dos zancadas estaba de rodillas ante él y como no tenía nada para cubrirlo, lo envolví entre mis brazos para que el calor de mi cuerpo le llegara y dejara de temblar.

—Gra...ci...as.

—Tranquilo ya vienen a por ti.

Jamás había abrazo a nadie por el placer de hacerlo y me sentía extraño, fuera de lugar. Dios porque tenía el vago presentimiento que algo llamado destino se estaba poniendo en marcha y yo no sabía si eso sería bueno o malo.

—Toma cúbrelo con nuestras chaquetas.

Miro hacia la mano extendida y vi que quien había hablado había sido el llamado Z, su mano portaba tres chaquetas enormes de cuero. Las cogí , con mucho cuidado metí los brazos del hermano y cerré los botones, volví a colocar la cabeza sobre mi muslos y le cubrí el resto del cuerpo con las otras dos.

Nadie dijo nada, ayude a subirlo al coche cuando llego y espere sin atreverme a subirme en el...ya todos sabían que era mitad vampiro, mitad symphath.

Di media vuelta para empezar andar hacia la colonia.






































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