miércoles, 10 de marzo de 2021

CAMPAMENTO...3ª by VISHOUS FATED


                                                                CAMPAMENTO 3ª

                                                     



Pasé por la transición unas pocas semanas después de que el macho con el que había peleado cayera al rio muerto y lo que vi se cumpliera. En ese momento supe que sería un paria toda mi vida al ver a otros muchachos hombro con hombro siendo solo uno. Ya no solo eran rivales a la hora de conseguir comida, sino mis enemigos por lo que habían visto de mi mano en el agua.

Llevaba varios días notando algunas diferencias en mi cuerpo: dolor de cabeza constante y agudo. Hambriento pero con náuseas. No podía dormir pero estaba exhausto. La única cosa que seguía igual era mi instinto agresivo. Me convertí en macho en las profundidades de una violenta tormenta de nieve que llegó antes de tiempo. El frio se calaba tan profundamente en los huesos que parecía que se iban a romper.

Mi padre apareció, parecía saber lo que estaba sucediendo. Tuve que mentir diciendo que había matado al muchacho del rio para que me consiguiera una hembra para alimentarme o no sobreviviría al cambio. En cuanto me la trajeron y me pude alimentar lo que vino fue brutal, largo, agotador y casi mortal. Aunque ansiaba follar, otro síntoma del cambio, la hembra me dejo claro que sangre toda la que necesitara de lo otro nada de nada. Mis huesos crujieron y los músculos se estiraban hasta romperse. Nadie me cuido y entre tan brutal dolor tuve un sueño de que mi madre venia, acariciaba mi pelo húmedo y me decía que todo estaba bien y que era su amado lewlhen (regalo) con todo su amor.

Me hubiese gustado ser el regalo de alguien porque los regalos eran algo que se valoraban, cuidaban y protegían… como el diario de Darius. Me quedé dormido con ese pensamiento cuando mi transformación acabo. Desperté con hambre y cubriendo mi cuerpo con mi manta fui a la cocina para roer un muslo de pollo, algunas hogazas de pan duro y un puñado de harina. Terminaba de comer cuando mi padre llegó avisándome de que era la hora de combatir.

Me sentía exhausto para una pelea pero el orgullo era lo único que me mantenía en pie. Me dirigí detrás de él hacia la arena donde se realizaba los combates. El olor a sangre fresca golpeó mi cerebro cuando respiré y entró por la nariz. Miré a mi alrededor y mi estómago se revolvió…pelear en ese lugar no tenía honor. El Sanguinario me quitó la manta y expuso mi cambiado cuerpo a público que estaba en las gradas. Hubo murmullos y alguna carcajada y las hembras hicieron referencias obscenas a mi miembro viril. De mala manera me mantenía en pie.

Nunca hasta ese momento había estado en la arena sucia para pelear. Los olores eran fuertes y producían arcadas cuando al respirar se mezclaban las heces, con los orines y la sangre seca y la nueva. También flotaba el olor a semen en ese lugar. Mi padre tenía una forma muy cruel y humillante de castigar a los perdedores y supe con certeza que eso era lo que esperaba para mí y por eso me mandó a combatir recién pasada la transición cuando tenía que haber estado descansado.

Antes la muerte.

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