miércoles, 29 de julio de 2015

EL RESCATE...2ª



                                                              

                                                              EL RESCATE                

                                     





Butch y Vishous Fated

Me despierto en un callejón, con un dolor de cabeza de cojones, los puños hinchados, me levanto como buenamente puedo y me doy cuenta que mi glock no está en la funda que llevo siempre a mi costado derecho, despacio la compruebo y alucinado veo que la he disparado y todas las balas. Mis ojos vagan por el puñetero callejón de mierda y no veo cuerpos...joder la borrachera me dio por entrar al callejón y disparar a algunas botellas y latas que se veían alrededor de mí.

Joder como me duele la puta cabeza, salgo echando ostias del infecto callejón, masajeando mis sienes voy a salir para ir hacia mi coche, cuando una prostituta, me frena en seco. Entre la resaca, el hígado (ni que hubiese participado en una pelea), los nudillos y la cabeza, no estoy de humor. Amablemente le digo que otro día y por primera vez la miro a los ojos y a mi tenue memoria acuden unos ojos brillantes como piedra preciosa, linda tenía que ser la mujer que trae a mis recuerdos esos ojos.

Paro en seco mi caminar hacia el coche cuando retazos de la imagen de un hombre con esos ojos llega a mi cerebro, gruño y aparto esa imagen, mis ojos se paran en la minúscula falda de cuero que lleva la mujer y en el tatuaje encima de uno de los generosos pechos y de nuevo mi mente me juega una mala pasada asociando ojos-cuero-tatuajes con un tío enorme. Niego de nuevo de sus servicios y pensándomelo mejor giro sobre mis pasos y vuelvo al antro de donde salí, “a por otra borrachera policía de los cojones"

Vuelvo a cambiar de postura sobre la cama, gruñendo por lo bajo. Hace calor y yo nunca tengo calor. Me recuesto de espaldas y mis ojos se fijan en el techo.¿Por qué demonios he visto eso? ¿Qué significa? Coño, son veces como ésta que desearía que las visiones fueran más claras y menos metafóricas. Si Wrath se entera de lo que ha pasado, tendré que dar un montón de explicaciones que no quiero dar.

Además, qué coño, le limpié la memoria, ¿no? Entonces, ¿por qué sigue rondándome por la cabeza? Esos ojos castaños... no había alegría en ellos y como dijo, sí que parecía estar solo. A saber por qué demonios me importa eso. Es humano, me recuerdo a mí mismo, no pertenece a nuestro mundo, los de su raza no se mezclan en los asuntos de la Hermandad. Sin embargo, ¿cuándo me han importado las normas?

Pero sé cómo se siente. Puede que esté rodeado de los Hermanos, pero sigo sintiéndome solo. Ya, vale, de acuerdo. Yo me lo he buscado solito aislándome de todo el mundo, pero no significa que duela menos, ¿no? En el campamento o pensabas por ti mismo o no comías, o te ceñías a las reglas del Sanguinario o eras carroña para los cuervos si eras pretrans o te exiliaban y en el peor de los casos, acababas muerto. A mí me tocó ser exiliado, prescindido. Eso sí, me dejaron unos jodidos buenos recuerdos antes.

—Cabrón hijo de puta —mascullo, cerrando los ojos. Conseguimos los tres corazones de esos mamones más los dos que se cargó Rhage él solito. Yup. Viva. Y yo codeándome con un poli humano, no te jode.

Me levanto de la cama. Está claro que no voy a pegar ojo, hostias. Menos mal que me he afianzado una botella de Goose. La cojo de encima del escritorio y coloco el vaso boca arriba, sirviéndome un par de dedos del líquido azul cristalino. Lo bebo de golpe, adorando la ardiente sensación del alcohol quemando el pasaje de mi garganta hasta llegar al estómago.

Suspiro. Supongo que no volveré a verle el pelo, así que mejor voy haciéndome a la idea. Esa visión bien podría ser una advertencia, algo que signifique que el tipo de nariz torcida y ojos vacíos aunque ávidos por conocer no tendría que meterse en los asuntos de los vampiros.

—Síp, sigue soñando, V. A estas alturas, vas a acabar peor que tu santo padre.

Me sirvo otro trago y corre la misma suerte que el anterior. Mis ojos recaen en el espejo de cuerpo entero que hay al lado del armario del cuarto de invitados de la mansión de D. Mis ojos siguen las intrínsecas palabras en la Lengua Antigua que trazan mi ingle, mi mano hasta el codo y mi sien derecha. Yup, bonitos recuerdos de una época que no me apetece recordar, pero que sé que están allí y que es lo que me jode tanto la maldita cabeza

Abro los ojos, aunque no dormía, porque el timbre del puto teléfono se me mete tan adentro en mi neuronas cerebrales, que entre la puta resaca y el dolor de cabeza me martillean como cientos de enanos taladrándomela .Contesto a mi compañero José que parece una mama gallina, lo dejo que me dé la tabarra, me indica donde están las aspirinas y me ordena que este en la comisaria a la orden de ya, jodido mamonazo.

Me meto debajo de la ducha y unos recuerdos pocos claros y diría que hasta confusos vuelven asaltar mi memoria. Dios, esos ojos que brillaban como los mejores diamantes, valga la comparación, tío enorme como un ropero vestido de cuero y esos tatuajes que me parecieron maravillosos y bonitos, me tenían hablando solo. Coño entendería esa fascinación si hubiese sido una tía, pero quien no me había dejado casi dormir era un hombre, como yo.

Cerca de las 5 de la mañana llegue a casa, después de rechazar toda ejemplar y buenorra hembra que se me puso delante, llegue a casa, no me explico cómo, joder llevaba una borrachera del copón y me acosté, con todo di vueltas y vueltas, cuando conseguí pillar a Morfeo, resulto ser para tener sueños con esos recuerdos y a la siete de la mañana mis ojos se abrieron y ya no volvieron a cerrarse. Y ahora estaba debajo de la ducha con un acojonante dolor de cabeza que empezaba a preocuparme de verdad y una erección animal, tendría que ponerme manos a la obra si quería que mi polla entrara en los boxes y en el vaquero y olvidarme de ese tío, no volvería a verlo de eso estaba seguro.

Estoy hasta los mismísimos. Rhage ha irrumpido en la habitación hacia las nueve de la mañana y le ha estado dando al pico desde que ha cerrado la maldita puerta. Enciendo el enésimo liado del día de hoy e inhalo el humo, reteniéndolo en los pulmones durante un buen rato

—Lo mejor —dice el rubio— es que ¡no tuve que hacer nada! O sea, fue sentarme y ella ya estaba a lo suyo. ¿Sabes lo que quiero decir?

—Hollywood... tu vida sexual me importa tres pepinos, ¿sabes?

Me mira como si me hubiera crecido una segunda cabeza, de esas gigantescas y le ignoro. Vuelvo al escritorio y me sirvo otro vaso de Goose. La botella está prácticamente vacía y maldigo mi mala suerte. Tendría que haber traído un par más.

—Estás raro desde ayer en el callejón. ¿Qué paso?

Gruño mientras trago el líquido transparente.

—Me dejaste jodidamente solo con tres albinos, ¿te parece eso que no es motivo suficiente para estar cabreado contigo?

La perfecta "O" que consigue formular con su boca me saca de quicio

—Pero no pareciste haber tenido problemas. Digo, los tres volvieron al Omega, ¿no?

Siempre olvido que Rhage tiene solamente la mitad del cerebro cuando le da la real gana. Rediós.

—Eso es lo de menos. Lo que pasa es que se supone que estamos patrullando en parejas desde la mierda de Darius. No me hizo ni puta gracia que te separaras de mí por dos hijo putas que hacía más bien días que habían sido inducidos mientras me endilgabas a mí a los tres más formados en la Sociedad Restrictora, capullo.

—Oh, ¡vamos! Eres perfectamente capaz de enfrentarte a diez no-muertos tú solito. Además, tienes la ventaja de esa manita incineradora.

—Sabes perfectamente que odio usarla o tener que quitarme el guante. No es un juguete, Hollywood. Igual que tu Gozdilla interior tampoco lo es.

—Touché

El día en la comisaria empeoraba por momentos, la resaca había pasado pero el puto dolor de cabeza persistía y si no fuera porque era una locura parecía que se intensificaba cuando pensaba en el tío ropero vestido de cuero con tatuajes.

—Coño irlandés deja de pensar es ese ropero o te quedaras sin cabeza o peor sin cerebro. —digo gruñendo.

— ¿Qué te ocurre compañero? Hoy tienes peor cara que otros días

—No me jodas José.

—No eres mi tipo.

—Desembucha ¿qué carajo te pasa?

—No lo sé y no me mires como si estuviera loco. Anoche me pille una buena borrachera.

—Como todas las noches o todos los días, no me cuentas nada nuevo chaval.

—Lo curioso es que me acuerdo de salir en busca de una buena hembra o una buena pelea y al final ni una cosa ni otra, pero no sé cómo coño acabe en el callejón que estaba más abajo del antro donde estaba, sentado y dormido entre dos contenedores. Pero coño ni me acuerdo como llegue allí.

—Eso no es la primera vez que te pasa O Neal, no sé de qué te extrañas.

—Mierda lo que me tiene mosca es que no dejo de pensar en unos ojos brillantes, cuero y unos tatuajes en la sien izquierda.

Me masajeo la sienes, hay estaba de nuevo ese puto pinchazo.

—No le des más vueltas algún cabrón que habrás detenido y te ha puesto una denuncia por brutalidad policial. Anda coge la chaqueta demos una vuelta, la cosa esta tranquila hoy.

Me levante, cogí la chamarra y salí tras José, joder con el puto dolor de cabeza de los cojones.

He conseguido dormir unas pocas horas. Dios, me siento como la mierda. Me estiro sobre el colchón y miro el reloj digital que hay sobre la mesilla de noche. Quedan unos diez minutos para que el sol se ponga, así que me da tiempo a ducharme antes de la Primera Comida. Porque Wrath insistió en que deberíamos hacer uso de la mansión mientras sigamos todos aquí. Manías suyas de hacernos socializar.

Me levanto y entro en el cuarto de baño, abro las llaves del agua y me meto dentro. Síp, hoy no me va a gustar un pelo la reunión. A saber con quién me pone hoy. Además de que es posible que añada a otro más después de que nos encontráramos a esos cinco restrictores. Se reproducen como malditas cucarachas, joder.

Deje a José en su casa, saludé a Teresa su mujer y salí disparado al antro de la otra noche, a por otra borrachera a ver si se me pasa este jodido dolor de cabeza, dios me iba a dar un ictus si seguía dándome esos pinchazos. Me baje del coche, saludé al portero, entré y me senté en la misma butaca de la noche pasada. Enseguida la amable camarera puso delante de mí una botella de wisky y un vaso corto, sin hielo. Diez minutos después estaba en los baños de señoras echando un polvo que al acabar me dejo como siempre: vacío, frio y con grietas en el alma. Por cortesía invite a la mujer que me había follado y me metí entre pecho y espalda la botella, pedí otra.

Dos horas y media después salí del antro borracho como una cuba, eso no era ninguna novedad y con ganas de pelea, seguía cabreado con el mundo y con mi puta cabeza. Y coño estaba de suerte al pasar por el mismo callejón de la noche pasada tres tipos con un olor dulzón pero nada agradable me lo pusieron a huevo. Entré en tromba, me plante con los brazos en jarra, las piernas abiertas y una sonrisa cabrona delante de ellos.

—Eh machotes ¿buscáis camorra? Aquí tenéis un voluntario. —Los cuatro tipos me miraron como si fuera un jugoso chuletón de ternera y con navajas en las manos vinieron a por mí.—Gracias Diosito esta noche será muy completa.

La reunión con Wrath ha sido un verdadero coñazo. Ha vuelto con la misma perorata secundado, cómo no por Tohr, de que tenemos que permanecer en parejas, que no nos separemos, que tengamos los ojos abiertos... Bla, bla, bla. Dios, menos mal que a mitad del discursito desconecté, porque empezaba a pensar que me quedaría dormido de tanto parloteo.

Al final me ha colocado hoy con Tohr y Rhage. De puta madre. Hombre, prefiero patear culos solo. Pero, ¿Tohr? ¿En serio? Mierda si la noche no empezaba de puta pena.

Enciendo un liado al materializarnos en uno de los callejones oscuros que están cerca de la calle Trade y empezamos a caminar por los alrededores. Tohrment tiene la vista clavada en el frente, aunque sé que por su visión periférica va escudriñando los callejones adyacentes a la calle principal. Los tres nos quedamos rígidos cuando una corriente de aire nos lleva a las fosas nasales el inconfundible olor a talco para bebés.

—Hora de la fiesta —digo apagando la colilla en la suela de mi bota y guardándola en uno de los bolsillos de mis pantalones de cuero. Los tres nos echamos a correr y al girar la esquina de un callejón me congelo por completo.

Son tres no-muertos y están acorralando a alguien. Por el olor sé que no es uno de los nuestros y frunzo el ceño.

—¡Eh! ¡Cabronazos! —grita Rhage, haciendo crujir sus nudillos.

Los tres restrictores se giran hacia nosotros y mi corazón da un puto vuelco. Sé quién es. Es el mismo tipo de la otra noche. Gruño, mi mano derecha vuela a mi izquierda y me quito el jodido guante de un tirón, lanzándome a por el primero de los bastardos mientras despliego el mhis.

—Hijos de puta...

Estoy a punto de caerme al suelo cuando veo que la caballería viene en mi auxilio,joder la sangre no deja de manar del navajazo que han conseguido hacerme en el costado izquierdo y es una buena tajada. Además me duele el hígado, los nudillos están en carne viva, tengo el labio inferior partido y la cara como un mapa, la borrachera se fue a tomar por culo desde el momento uno, pero la herida del costado no me deja tenerme en pie.

Con mucho dolor y fatiga y como buenamente puedo me giro para mirar quienes han venido en mi ayuda, sé que son varios, por las carreras que se pegan hasta llegar a unos metros de mí y joder si por poco no pego un grito como una damisela, el hijo puta de cuero, compañero últimamente de mis sueños y mis pensamientos, se lanza como un demente y una mano brillando a por uno de los cabrones que me tiene acorralado. Mis fuerzas se acaban por momentos y de un momento a otro me voy a caer al suelo, me cago en la puta tengo que preguntarles a esos tíos a que gimnasio van.

Cuando mi manita diabólica entra en contacto con el cabronazo, el bastardo chilla como una puta nena. Sé que mi sonrisa es de lo más sádica y demente, pero a tomar por culo y que alguien me diga por qué siento el impulso de destripar a estos mamones por haberle tocado un puto pelo de la jodida cabeza al maldito humano.

Siento cómo Tohr y Rhage están enzarzados en sendas peleas contra los dos restantes así que me doy prisa a terminar con este restrictor porque el olor a sangre... mucha sangre humana me está poniendo de los jodidos nervios. Desenfundo una de mis dagas y sin pensarlo se la clavo al cabrón que tengo contra la jodida pared. Observo a los otros dos y compruebo que pueden apañárselas solitos, así que eso me deja vía libre a mí. Recojo el guante de cuero y vuelvo a ponerlo en su maldito lugar. Lo último que el otro necesita es que lo achicharre con ella, coño.

Me acerco en un par de zancadas y me pongo en cuclillas ante él.

—Deja que vea eso, poli —le suelto, intentando apartar su mano de la herida que está taponando de forma precaria—. Mierda. Mil veces mierda. Oh, joder. —Sin pensarlo rasgo tu camiseta y hago un ovillo de la tela, presionándola contra la herida—. ¡Hollywood! ¡Llama a Phury! Necesitamos un puto coche, ¡ya!

Quito mi mano de la herida, que sin mucho éxito he intentado taponar. Miro al ropero empotrado y lo veo en su cara, antes de chillar pidiendo un coche, estoy bien jodido, la herida como suponía es grave. Respiro hondo y hecho la cabeza hacia atrás, la calidez de su mano cuando toca mi piel herida me reconforta.

—Gracias por la ayuda, pero lo tenía controlado.

Veo su cínica sonrisa y me desmayo perdido es esos ojos brillantes.

Sí, claro. Controlado mis cojones, pienso mientras chirrío los dientes. Oigo a Rhage hablar atropelladamente por el móvil y a Tohr acercándose. Instintivamente retraigo el labio y que me jodan si sé qué cojones me pasa.

—Es un humano, V —dice calmadamente. Hombre, la voz de la lógica. No te jode.

—Se viene conmigo, Tohr. —Siento que te desmayas y maldigo—. Poli, abre los putos ojos y no te vayas a dormir la mona ahora, ¿quieres? —suelto, zarandeándote para despertarte. Joder, lo último que necesito ahora es que entres en un jodido estupor. Cuando abres los ojos, frunces el ceño y me quedo sin palabras al oír lo que sale de tu boca.

—Tú eres el puto ropero empotrado de la otra noche, el del cuero y los tatuajes en la sien izquierda. Claro que eres tu mamón por tu culpa y desde esa jodida noche tengo un puto dolor de cabeza que no se me quita, parece que me ha cogido cariño. Como me entere que tienes algo que ver con ese dolor agudo de cabeza te partiré la crisma.

De repente las carcajadas de unos de los roperos empotrados, eso sí guapo a rabiar, joder a que venía ese puto pensamiento, me hizo alzar la vista y tragar saliva con dificultad. A ambos lados del de los ojos brillantes había otros dos roperos empotrados. Uno reía a carcajadas y el otro sonreía.

—Tíos tenéis que decirme a que gym vais joder.

Entonces mire a ojos brillantes, tenía la boca abierta como si no creyera que había podido reconocerlo, como para olvidarse de unos tíos de esas dimensiones.

¿Qué cojones...? Imposible. Le limpié. Sé que lo hice y también modifiqué algún que otro recuerdo. ¿Qué coño es este tipo...?

— ¿No lo limpiaste?

El tonillo de "en-qué-coño-estabas-pensando" de Tohr me irrita de lo lindo. ¿Quién se cree que soy?

—Lo hice.

—Creo que te dejaste algo por el camino —suelta Tohrment desaprobadoramente.

—Te digo que le borré toda la maldita memoria de lo que vio, joder. Da igual. Hollywood, ¿viene Phury o no viene? Y el humano se viene a la mansión de Darius, Tohrment. Sabe demasiado y si no le he podido borrar la memoria una vez, dudo que pueda hacerlo ahorra.

Intento incorporarme y una manaza en mi hombro me lo impide, veo por el rabillo del ojo que es la mano de ojos brillantes. El cariz que está cogiendo esto no me gusta ni un pelo, no señor, no me gusta.

—Haber culturistas de tres al cuarto, yo no voy a ningún sitio que no sea un hospital, punto uno, o a este paso moriré desangrado. Punto dos soy policía así que si me matáis se os va a caer el pelo y lo que no es el pelo. Punto tres—miro a ojos brillantes—me debes una camisa y te matare como tengas algo que ver con mi dolor de cabeza, te lo dije antes y ahora te lo recuerdo, dicho lo cual os agradecería que me llamarais a un taxi.

Síp. Definitivo. Es muy posible que esa cabezonería suya tenga algo que ver con el hecho de que no consiguiera limpiarle del todo. De puta madre. No, si al final me veré obligado a noquearle...

—Punto uno, no puedes. Sabes demasiado. Punto dos, me la suda que seas poli o federal. Te. Vienes. Conmigo. Con lo cual, el chófer está en camino, además, tengo los suficientes conocimientos médicos como para tratar lo que tienes ahí y, encima, no te quedarán ni cicatrices de los puntos.

Antes de que nadie pueda decir una palabra oímos las ruedas del Escalade chirriando en la boca del callejón. Phury se acerca a nosotros y carraspea al notar que no es uno de los nuestros.

—A Wrath no le gustará —comenta por lo bajo.

—A la mierda. Rhage, ayúdame a llevarlo al coche.

En el momento que me levantan entre los ojos brillantes y el guapo las fuerzas me abandonan y antes de perder la puta conciencia, miro a ojos brillantes y le pregunto.

— ¿Qué coño es lo que se supone sé demasiado cabrón de mierda?

Veo sus labios moverse pero no atino a entender lo que me dice porque me desmayo como una nena.

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