domingo, 2 de agosto de 2015

UNA NOCHE...1ª...11ª



                                                             

                                                             UNA NOCHE
                                  



Vishous y Butch Fated

Me obligué a levantarme de la cama y me dirigí al baño. Allí me revisé la herida y cambié el apósito, desinfectando la herida antes de ducharme. Dios... no entiendo una puta mierda de lo que está pasando y estoy más que cabreado no solo conmigo mismo por haber permitido que hiciera algo así, sino también con él por obligarme a hacer cosas que realmente no debería.

Aprieto las mandíbulas y me visto con la ropa de siempre. Veo la gorra sobre la mesilla de noche del lado del poli y me acerco a ella, calándomela en la cabeza. Que le jodan. Es mía.

Sé que seguramente no me esperan, pero que les den. Estoy hasta los cojones de estar en la puta cama y la sangre de la Elegida está haciendo su jodido gran trabajo, así que les guste o no voy a bajar a comer con los demás. Aunque tengo el presentimiento de que habrá algo que no me va a gustar un puto pelo.

Sacudo la cabeza, me miro en el espejo para comprobar que más o menos los tatuajes están ocultos y salgo del cuarto.

La escena que me encuentro al entrar me deja helado. Marissa está aquí, sentada junto a mi poli. Mis dientes crujen a causa de la fuerza que ejerzo al apretar las putas mandíbulas. Los hermanos me miran y no dicen una palabra. Ni siquiera Rhage se atreve a abrir su bocaza. Mejor, porque estoy que muerdo ahora mismo.

Me siento entre Butch y Hollywood y Fritz me sirve un plato razonable. Mis ojos se desvían a mi derecha, hacia donde el castaño está hablando con la jodida hembra. ¿Qué coño hace ella aquí? Ni puta idea, pero estoy hasta las pelotas de verla rondando la casa. Se supone que ha acabado con Wrath, ¿no? Entonces no pinta una puta mierda en esta jodida mansión. Ni siquiera era familia de D.

Butch ríe a causa de algo que ha dicho ella y siento ganas de girarme y echar hasta la papilla de cuando era un puto bebé, pero me contengo y sigo engullendo la comida en el más absoluto silencio.

Vaya el Conde Drácula se ha dignado a bajar, cojonudo, a la mierda su frialdad, a la mierda con su amistad, a la mierda con todo lo sucedido entre los dos y a la mierda él. Yo tengo cosas mejores en que perder mi puto y hastiado tiempo, además la bella dama que huele a Océano y lleva por nombre Marissa.

Llevo un rato hablando con ella y riéndome, pero algo dentro de mí, no está tranquilo, me encabrona su frialdad, su tranquilidad, que yo este mal conmigo mismo y el tío cabrón este como si nada.

—Oye ropero empotrado, como sigas rechinando los dientes así el dentista se va a forrar contigo mamón. —De verdad que me gustaría haber cerrado mi bocaza, pero no lo hago y se desata un infierno.

—Es mi puto problema —le suelto en algo que parece más un puto ladrido que una respuesta. A tomar por culo. Primero me busca, me encuentra y después me da una puta patada en el jodido culo, ¿no? Pues a la puta mierda. Estoy hasta los cojones de intentar hacer las cosas bien para él, de intentar respetar sus jodidas decisiones y, al final, ¿para qué? Para que haga lo que le da la jodida gana y después me deje a mí como si fuera el puto malo de la jodida película de presupuesto barato. Coño ya—. Si no te gusta puedes mirar a otro lado y concentrarte en tu jodida hembra.

—Eso me gustaría pero tu puto ruido, molesta e incordia y no deja centrarse a uno en una interesante y buena conversación—chasqueo la lengua—se me olvidaba que tú no tienes ni puta idea de lo que significa eso, es mas no tienes ni puta idea de muchas cosas, pero es normal, que se le puede pedir a un tío frio como tu ¿verdad?

Fui consciente de que todos dejaron de comer y centraron su atención en los dos y aunque Marissa agarraba mi mano y la apretaba para que me callarla, no podía, estaba cansado de todo lo que estaba pasando entre los dos y de frialdad y de no te necesito para nada y de aparta de mi camino y no moleste y de…todo.

—Oh, claro. No tengo idea de nada... —digo destilando ironía—. De hecho, mira si no soy tan gilipollas que te operé hace dos putas noches. Síp. Soy un idiota, un anormal. Genial, de puta madre. ¿Sabes qué? Que te jodan. Quizá habría sido mejor haberte dejado en ese puto callejón para que te pudrieras y las ratas se echaran un jodido festín contigo.

A la mierda.

—Yo no te pedí ayuda, ni te dije que me salvaras hijo de puta, fuiste tú el que fue de héroe y de sabelotodo, que creías que te iban a poner una corona de laurel por salvarme, cabrón engreído. Como tampoco te pedí que me salvaras la vida, pero en algo estoy de acuerdo contigo: yo debería haber pasado de largo la noche que peleabas solo y en desventaja y debería haberte dejado morir en aquel puto callejón—joder algo se rompió dentro de mí, cuando largué esa cruel mentira, pero ya había salido de mi boca—y tu tenías que haber hecho lo mismo conmigo, ¿quién coño te pidió ayuda? cabrón.

—No. No lo hiciste. Y, si mal no recuerdo, yo tampoco te la pedí a ti esa primera noche. Es más, recuerdo haberte dicho que te largaras de allí. ¿O acaso me equivoco? —Mis palabras salen de lo más calmadas, algo que estoy muy lejos de estar y Rhage lo sabe... como los demás—. Bueno, supongo que hice eso porque pensé, qué gilipollas por mi parte, que te debía algo. Ahora veo que me equivoqué. ¿Quieres irte? Bien, haz lo que quieras. Vendré a por ti, pero eso tú ya lo sabes, así que buena suerte en tu viaje al jodido otro lado.

Dejo el tenedor y el cuchillo en el plato, miro a Wrath antes de asentir en modo de disculpa y me voy a levantar de la mesa. Hijodeputacabróndemierda.

—Para tu jodida suerte, no pienso largarme, ahora y no antes, tengo un motivo para seguir por aquí y se llama Marissa y es cierto ninguno pidió ayuda al otro, está visto que cometimos una gran equivocación. Y no estoy dispuesto de darte el gustazo de cazarme como un conejo si me largo de aquí, pero te voy a dar una buena noticia, he pedido otra habitación y me la han concedido. Cada uno en su puta madriguera cabrón.

Imbécil, pienso mientras me giro de nuevo hacia él. Mis ojos brillan como dos putas lamparillas y sé que mi mano está en las mismas.

—De puta madre. Haz lo que te dé la jodida gana. Será mejor que no te arrepientas de ello. Ah —me inclino y nuestros rostros quedan a putos milímetros—, buena suerte con la estirada de la jodida glymera. Que tengas unos felices días con tu puto cuñado a quien estoy seguro no le hará ni puta gracia que su hermanita del alma esté juntándose con un humano arrastrado como tú.

Me pongo de pie con tan mala hostia que la silla se va a tomar por culo, me suelto de la mano de Marissa, mis puños se cierran a ambos lados de mi cuerpo y me encaro a ti de forma que nuestras caras quedan tan pegadas, que respiramos el mismo aire.

—Jodidohijodeputacabrondemierdabloquedehielosinsentimientos, yo seré un arrastrado pero no huyo de lo que siento, no me escondo como tú lo haces detrás de una hermandad, y me importa una mierda el cabrón del medicucho ,porque quien me interesa es ella, no su puta familia y la próxima vez que le faltes el respeto, tú y yo tendremos algo más que palabras hijo de puta—respiro hondo y antes de morderme la lengua, lo suelto, puta lengua mía—sabes deberías darle a tus papis la enhorabuena de mi parte, han hecho de ti el mayor hijo de puta, sin sentimientos.

—Eso ya lo sabía desde hace tres putos siglos. Intenta vivir tú en ese campamento de mierda, a ver cómo coño sales, imbécil. Si piensas que emparejarte a una hembra no conlleva hacerlo con su familia también, estás muy equivocado. No sabes una jodida mierda. Pero, bueno, ¿qué se puede esperar? Después de todo eres solo un puto humano.

Mierda.

Todo esto no está bien. Joder, duele tener que decir todo esto, pero si para que abra los ojos tengo que hacer que me odie, bienvenido sea.

—Mi padre era el hijoputa más grande de la jodida historia. Es sabido por todos. Bueno, supongo que tenía que parecerme a alguien, ¿no crees? Al menos yo tengo los santos cojones de admitir mis putos gustos sexuales y no avergonzarme de correrme en manos de otro macho y tampoco me escudo en la Hermandad. Ellos no tienen nada que ver en mi puta vida privada. Tú, sin embargo, te escudas en mil y una excusas para no admitir que has disfrutado cada una de las cosas que te he hecho.

El color desaparece de mi cara y el aire se retiene en mis pulmones cuando delante de todos y de ella dejas al descubierto algo que yo pensaba era privado y entre los dos. Touche esto sí ha sido un buen golpe bajo, de los mejores que había recibido en mi penosa vida.

—Tenías que hacerlo, yo te prometí que jamás utilizaría tu secreto en contra tuya y lo voy a cumplir, pero tu hijo de puta, tenías que gritar lo que ha pasado entre los dos. —Me sentía cansado y hastiado, esto había llegado demasiado lejos—Tú ganas Vishous, tú ganas.

Las miradas de todos, mi dama incluida, me estaban quemando el alma.

—Marissa disculparme, roperos empotrados no contéis conmigo esta noche.

Fui hasta la sala del billar y cogí dos de las botellas de mi whisky y subí a mi habitación. Al entrar lo primero que hice fue quitarme la ropa, hasta quedarme en boxes, abrir una botella y pegarme media hasta la mitad, luego el puño de mi mano derecha se estrelló con tal fuerza contra la pared, que el dolor mí hizo soltar unas lágrimas y maldecir en irlandés.

—Hijo de puta, mal nacido, eso fue un golpe muy bajo, más que cuando me distes con la rodilla, en la pelea, cerca de la herida, mucho más.

Nadie dice nada. No hace ni puta falta. Sí, bueno... me he pasado, pero a tomar por culo. Él se pasó en la jodida habitación. Marissa ha desaparecido. Mejor, así sabrá con quién se quería acostar. "Mío". Geniaaaal. Aprieto las mandíbulas y me doy media vuelta, abandonando la estancia sin mirar una sola vez hacia atrás.

Entrar en la habitación sabiendo que él no está duele como la mierda, pero es mejor así. Él no es alguien que vaya a aceptar lo que puede estar sintiendo, así que es mejor que se mantenga alejado de mí. Como toda la gente. No soy bueno, se lo dije. No debería acercarse a mí, y lo hizo. No es culpa mía. Soy así. Punto.

Llevo mi mano al pecho y me lo froto. Sí, ¿entonces por qué cojones duele tanto? Me acerco a mi mesilla de noche y cojo un liado, encendiéndolo. Me quito la gorra y la tiro de cualquier manera y en cualquier parte. Siento ganas de gritar, de golpear algo hasta destrozarlo. Mis ojos se fijan en el techo.

—Virgen en el Fade, ¿qué cojones me está pasando? ¿Por qué me siento así por él? —murmuro en la Antigua Lengua.

Mi mano enguantada se eleva hasta mi cara y me tapo los ojos, pasándola después por mi pelo. Dios... tengo ganas de salir de aquí e irle a buscar, de enmendar lo que he hecho pero... soy un puto cobarde de mierda y sé que si voy ahora, la cagaré aún más porque haré de todo menos pedir disculpas. No le forzaría, eso jamás, pero me las ingeniaría para hacerle creer que es exactamente eso lo que desea. Doy una profunda calada al cigarrillo y lo apago en el cenicero. Me siento en la cama, escondiéndome...

Mierda, tiene razón. Estoy escondiéndome.

—Joder... —maldigo, golpeando mi cabeza contra la jodida pared, deseando poder abrir un puto boquete con ella.

Después de dos botellas de Whiky,un dolor de cabeza que me taladraba las sienes, un dolor de mano que me hacía ver las estrellas, seguía igual de mal y jodido y encima me sentía solo.

La nueva habitación era fría, sin olores que me gustaban y sin él, coño eso sí que era ser patético, después de todo el daño que nos hicimos, yo lo extrañaba, sin señor patético y sin amor propio.

Coño la mano se hinchaba por momentos, vendría bien meterla en hielo, pero no sabía que numero tenía que marcar, ni donde estaba la puta cocina y picar en la puerta de los demás hermanos, no era una opción. Entre al baño, me di una ducha rápida, me puse un pantalón de chándal y una camiseta y salí a pedirle ayuda al hijo de puta que me había hundido como el iceber del Titanic.

Me plante delante de la puerta de él y respire hondo antes de tocar, deje pasar unos segundos y nadie respondía, pero yo sabía que estabas ahí. Abrí la puerta, la oscuridad me trago y sin entrar pero buscándote por el olor de tu tabaco, te pedí ayuda.

—Tengo un problema y no creo que los demás hermanos estén por la labor de ayudarme, sobre todo porque estarán pateando culos albinos y no sé qué extensión marcar para tener un poco de hielo para mi mano, cabrón, no creas que me agrada pedirte ayuda pero eres el único que esta por aquí ahora mismo.

Salgo de las sombras y le miro con el ceño fruncido. Síp, definitivamente no es tan inteligente como yo. Él sí que se la ha emprendido contra la jodida pared. No digo nada acerca de ese hecho, sólo me levanto de la cama y me acerco al teléfono, marcando la extensión de Fritz. El hombrecillo contesta enseguida. Le pido que suba algo de hielo a la habitación y cuelgo.

—Fritz llegará en dos minutos —susurro, haciendo que un par de velas se enciendan para que iluminen la habitación.

Me paso una mano por la cara y suspiro—. Oye, yo... —tomo una profunda bocanada de aire y lo suelto—, lo siento. No debí decir lo que dije. Fui injusto contigo. Vale —levanto las manos cuando me fulmina con la mirada— fui un total y absoluto cabrón.

Coño eso era una novedad, el cabrón bloque de hielo, disculpándose. Pero yo aún estoy cabreado y jodido por tener que haber ido a pedirle ayuda a él, una tenue sonrisa escapa de mis labios, entrar al cuarto, es como entrar a mi hogar. Joder que contradicción.

—Fuiste un cabrón Vishous si pensabas que iba a decir lo contrario ibas listo y me distes un golpe muy bajo, no hacía falta decir a nadie lo que había pasado entre los dos, pero si lo estás haciendo porque temes que suelte lo tuyo, estate tranquilo, te hice una promesa y yo si las cumplo, jamás por muy cabreado que este contigo o por muchas ganas que tenga de matarte, diré nada a nadie. Así que no hace falta que te disculpes si no lo sientes de verdad, estoy cansado de estar siempre en tensión contigo tío. Temiendo cagarla o hacerte daño, estoy muy cansado.

Sacudo la cabeza.

—No lo hago por eso. Joder, sé que no debí decir una puta palabra. De veras que lo lamento. No te merecías lo que te hice. —Me dejo caer sobre el colchón y suspiro. Tan cansado como él.— ¿Cómo hemos llegado a esto? —pregunto, sin esperar realmente una respuesta a ella.

Entre y me senté a tu lado, pegando mi hombro con el tuyo. Y ese gesto me tranquilizo e hiso que mi enfado se esfumara, coño, yo también le debía unas disculpas, me pase con las barbaridades que le dije.

—Disculpas aceptadas y te las devuelvo, no sentía nada de lo que te dije Vishous, joder tío sacas lo peor de mí, de verdad, jamás he sido tan hiriente con una persona que sigo considerando mi amigo. No quiero perderte capullo y te lo digo en serio, además mi habitación no me gusta, no tengo con quien pelearme—respiro ruidoso y suelto el aire exhalando— Preguntas como hemos llegado a esto, no lo sé ropero empotrado, pero sí sé que cada palabra que te solté me dolió como si me arrancaran la vida en cada una de ellas. —volví a respirar hondo y mi mano dio una puntada de dolor—joder, esto de golpear la pared, no ha sido muy inteligente…sólo te equivocaste en una cosa, he disfrutado cada momento sexual que he tenido contigo y tal vez por eso mi conciencia y ni corazón tienen una dura batalla y no tengo ni puta idea de quien saldrá vencedora.

Joder agradecí la llegada de Fritz y me sentí frío cuando te levantaste a por el hielo, el hombrecillo salió cerrando la puerta y sonreí.

Una vez tengo la palangana con el hielo vuelvo a donde estás tú y me siento, colocándola sobre mi regazo.

—Ponla dentro —digo mientras te miro directamente a los ojos—. Deberías controlar esos impulsos, a ver si vas a romperte la mano. —Sonrío cuando me empujas con tu hombro—. Yo tampoco sentí nada de lo que te dije. Bueno, quizá excepto lo de Marissa, pero no estuvo bien decirlo. Siendo sincero, jamás me he sentido como lo hago ahora, ¿sabes? Nunca ha habido nadie que haya llegado a estar tan cerca de mí y, mucho menos, ha habido una simple persona que me haya hecho disculparme. No —digo cortando la pregunta que sé que vas a soltar—, ni siquiera Wrath ha conseguido que pida perdón.

Meto tu mano en el hielo con la mía buena y empiezo a acariciar el dorso de la tuya de forma casi inconsciente.

Cierro los ojos y se me escapa un suspiro, joder mi mano se siente aliviada cuando la metes en el hielo y yo también cuando siento que empiezas acariciarla. No pienso pararte, me gusta la sensación y me gusta que haya vuelto la paz a nosotros. Una sonrisa se me escapa, estoy donde quiero estar y con quiero estar, contigo Vishous. Saber que soy el único que en siglos se ha acercado a ti, me complace a la vez que me agrada tener ese honor, eres como una cebolla tienes tantas capas, que siempre me sorprendes. Abro lo ojos y te miro.

—Gracias por salvarme el culo vampiro, gracias por ser mi amigo, gracias por tu confianza y quiero volver a nuestra habitación, si no es ningún problema para ti.

Sonrío de medio lado y sigo acariciando tu mano de forma más consciente esta vez. Es extraño, pero me siento bien al estar cerca de él. Es como si hubiera estado esperándole durante toda mi jodida vida y ahora que lo tengo me es imposible dejarle marchar. Por nadie. Por nada.

—Eres bienvenido —contesto con total honestidad—. Si no volvías iba a ir a buscarte y a traerte de vuelta aquí por las malas —bromeo y se ríe, contagiándome también a mí.—Tú y tu sentido de la amabilidad ropero empotrado, es una de las cualidades que más me atraen de ti, cabrón.

Mierda esa caricia estaba calentando mi cuerpo, eso y tenerlo tan cerca. Pero hay estaba mi conciencia, que decía, que no podía ser, que no estaba bien y su corazón, que le gritaba que se tirara a la piscina y luego tomara un decisión. Y como no, su soldadito que se estaba alegrando en demasía.

—Ropero empotrado, quiero besarte, pero para ser sincero no tengo claro el porqué, solo sé que si vuelves a rechazarme me dolerá pero no sé dónde nos conduce esto. Por un lado quiero una oportunidad con Marissa, pero por otro lado no puedo estar lejos de ti y quiero besarte joder.

Mi mano buena se posó en tu nuca y apoye mi frente en la tuya, pasando mi lengua por tus labios.

—Mierda, poli... —maldigo en voz baja y ronca—. ¿No podrías decidirte?

Cierro los ojos, deseando que me bese, deseando que mande todo lo demás a la puta mierda y se decida a estar conmigo o a no estarlo y a alejarse de mí.

—Si seguimos así, no haremos más que hacernos daños, lo sabes, ¿no? —Me estremezco al sentir tu aliento contra el mío—. Es o todo o nada. Medias tintas no llevan nunca a algo bueno.

—Mal que me pese tienes razón, ropero empotrado, será mejor dejar las cosas como están. — Y me separe de ti, no sin antes darte un beso en los labios, dios como dolía pero tenías razón. No estaba seguro de poder ofrecerle lo que él quería y ya estaba bien de hacerse daño, por el bien de los dos, las cosas se quedarían como estaba. —Te mire y acaricie tu sien. —Eres como una droga Vishous, si te tengo sé que no debo tomarte, pero si no tengo mi dosis me falta algo, pero seremos solamente amigos.

Soy incapaz de decir nada ante eso. Joder. La cuestión aquí es que yo no sé qué cojones quiero. Sé que ser amigos no será suficiente para mí y tengo el presentimiento de que sea lo que sea que me está pasando, es algo mucho más fuerte que una preocupación amistosa o lo que sea que se llame a eso.

—Espero que no te lo tomes a mal. No quiero... que te arrepientas de nada, lo sabes, ¿no? Lo último que quiero es que te hagas daño o que yo te lo haga sin darme cuenta.

Amigos, bien eso estaba bien ¿pero sería suficiente para él, para el poli heterosexual, católico?, coño tenía un cacao mental que lo iba a volver loco, si no lo estaba ya. Mi maldita cabeza negaba que pudiera sentir ningún deseo por un tío, es lo que le habían inculcado desde pequeño, su corazón no quería separarse de ese vampiro jamás y su cuerpo clamaba por tener sobre mí, el cuerpo del ropero empotrado, sentir sus caricias, besarlo. Y todo yo deseaba, cuidarte, protegerte, mimarte, estar siempre a su lado.

—No me lo tomo a mal vampiro, más que arrepentirme, me estoy volviendo loco y el daño ya me lo he hecho. Pero de una cosa estoy bien seguro y pondría mi mano herida en el fuego y no me quemaría, tú jamás me harías daño, lo sé, como ni idea, pero lo sé. Como yo tampoco te lo haría Vishous, no queriendo, antes cogería mi arma y me pegaría un tiro, si me dolió como si me estuviesen pegando latigazos, cada palabra que te he soltado, imagínate hacerte daño físico o de otro tipo, me moriría vampiro, me moriría.

Saque la mano del hielo, te quite la palangana de las piernas y la puse en el suelo y sin soltar la mano tuya que me seguía acariciando, me levante llevándote conmigo y me plante frente a ti, mi mano buena seguía acariciando tu sien y la mala estaba enredada con la tuya. Definitivamente me había vuelto loco, pero lo quería.

—Solo te pido esta noche, tú y yo juntos, tú lo quieres como yo y mañana, nada habrá ocurrido y seremos los mejores amigos del mundo, pero regálame esta noche Vishous.

Loco pero un loco feliz, deseando que me dijeras que sí.

Mierda. Joder. ¿Acaso sabe lo que pide? Cierro los ojos con fuerza y siento cómo mi corazón late más deprisa. No es una buena idea, lo sé. Lo presiento. Pero... por otra parte, lo deseo. Quiero saber qué se siente al hacer algo de forma "normal", lo que se experimenta al hacer... eso... como debería hacerse. Todo lo que he probado en mi jodida vida ha sido la dominación porque era lo único que calmaba a mis putos demonios. Jamás me he planteado acercarme a nadie tanto como lo he hecho en estos pocos días con él.

— ¿Qué es lo que me estás pidiendo exactamente, Butch? —pregunto. Me hago una idea de lo que es y no quiero invadir su jodida mente, no cuando hay tanto en juego, porque podría perderle definitivamente.

No tengo los cojones para decírselo con la boca, porque ni yo mismo se exactamente que quiero. Lo único claro que tengo es que quiero estar esta noche con él y mañana, yo con Marissa si me acepta y siendo la sombra del único hombre que me ha importado lo suficiente, como para dejarlo besarme y meterme mano. Algo que no entiendo me ata a mi vampiro, coño que bien suena ese mío y lo hace de una forma que jamás he experimentado, con unos sentimientos que si me paro analizar posiblemente salga corriendo, pero fuere como fuere, estoy atado a él como él lo está a mí.

—Léeme la mente vampiro.

Lo miro con intensidad, intentando averiguar qué es lo que pasa por su cabeza sin necesidad de usar mi puto don pero ahora mismo no hay nada escrito en su rostro así que será algo imposible lograrlo sin él. Suspiro y cierro los ojos un instante para volverlos a abrir, conectando mi mirada con la suya. Desconecto a los demás inquilinos de la mansión uno a uno, desentendiéndome de sus preocupaciones o de sus boberías hasta que solamente quedamos el poli, yo y esta habitación.

Las imágenes vienen a mí con tanta claridad que es como si estuviera pasando ahora mismo. Y sé que es lo que piensa porque siento mis pies anclados en el jodido suelo. Butch está recostado sobre mi cama, yo cerniéndome sobre él, recorriéndolo con las manos y mis labios. Las suyas aprietan con fuerza las sábanas mientras se arquea a causa de las atenciones que le estoy brindando.

Las diapositivas cambian completamente, una escena diferente. Él sobre su estómago, yo detrás de él, levantando sus caderas. Ambos completamente desnudos y...

—Joder... —Me mareo ligeramente y tengo que dar un paso atrás para recuperar el equilibrio mientras el calor de mi cuerpo aumenta hasta límites insospechados y el olor a mi marcaje vuelve a salir a putas pulsaciones de mi cuerpo. El ya insistente "mío" retumba en mi cabeza y mis colmillos se alargan de forma automática... Y rujo, bajo, pero lo hago—. ¿Estás completamente seguro de ello, poli?

Joder si me seguía preguntado iba a largarme de la habitación sin mirar hacia atrás y no era eso lo que quería. Coño se supone que los tíos somos los fáciles cuando alguien nos camela para llevarnos a la cama, está visto que no conocía a mi vampiro.

Bien tenía dos opciones: o salir huyendo o ir a por el vampiro, que ahora mismo tiene cara de estar pensando que el alcohol que me bebí, se me ha subido a la cabeza y no es así.

—Escúchame bien no estoy borracho si es lo que estás pensando, sé muy bien lo que te estoy pidiendo, como también sé que después no volverá a pasar, pero deseo que pase ahora, en este momento.

Dicho lo cual, me arme de valor y me pegue a tu boca metiéndote la lengua lo más adentro que pude, mi mano paso de la sien a tu cintura, ciñéndote a mi cuerpo y la otra encima de tu culo, pegándote tanto a mí que el aire no corría y mi polla se alegró de que la tuya estuviera igual de dura que la mía. Mande tu chaqueta a tomar por culo y tu camiseta salió volando con la mía, vete tú a saber dónde, ni que me preocupara eso ahora y te lleve hasta la cama donde me deje caer encima tuyo, con cuidado, no me había olvidado de la herida.

Me senté a horcajadas sobre ti y te mire, dios tus ojos eran dos farolas en la noche, tu mano enguantada parecía decir aquí estoy, no te olvides, tu temperatura proyectaba una calidez que a mí me envolvía y ese olor a especies picantes, aromáticas pero potente volvía a la habitación.

—Dios eres condenadamente sexy colmillos— vaya si lo eras—No preguntes Vishous, solo hazlo.

¿Preguntar? Ni puta falta que hace. En un movimiento rápido le tengo contra el colchón, conmigo encima. Ni siquiera se ha dado cuenta de cuándo o cómo ha ocurrido o por qué las tornas han cambiado tan repentinamente, pero me da exactamente igual. Le tengo donde quería, donde le quiero y donde le necesito. Por puro instinto y costumbre le agarro de las muñecas, obligándole a mantenerlas contra el colchón, impidiendo así que me toque. Siseo al notar cómo sus caderas empujan contra las mías y mi cabeza se hunde en el hueco de su cuello.

Con esfuerzo consigo que el marcaje se quede escondido. Esto no va de marcarlo. No puedo hacerle esa putada, no a él, porque no es lo que quiere. Tomo una gran bocanada de aire, haciendo que el olor del poli penetre en lo más profundo de mí, intentando recordarlo para momentos futuros porque no volveré a tenerle así en la vida y sé que esto me hará aún más daño cuando lo vea felizmente emparejado a Marissa.

—Mío. —La palabra sale sola antes de morderle ligeramente sobre la vena, sin llegar a hacerle sangrar, como marcando un punto, pero que no tiene ningún puto sentido.

Bajo por su clavícula, alternando mi lengua, mis labios y mis dientes a partes iguales. Su respiración es acelerada y su olor a excitación me está volviendo absolutamente loco. Una de mis manos abandona una de sus muñecas para empezar a acariciarle, a pasarla por su piel, siguiendo el recorrido de mi boca. Le suelto la otra para centrarme en los pantalones, desabrochándolos para después tironear de ellos, llevándome los calzoncillos en el proceso, dejando su erección al descubierto, mirándola con un hambre voraz.

Sí, en estos momentos este cuerpo me pertenece solo a mí y me encantaría dejar algo para que esa zorra de la glymera sepa que yo lo he tenido antes que ella y que lo disfrutó. Pero no, me digo a mí mismo, eso sería caer demasiado bajo.

En su lugar, mis labios se cierran alrededor del capullo de su polla, succionando con fuerza, bebiendo de las pequeñas gotitas que ya empiezan a supurar mientras Butch gime y se aferra a las sábanas como si le fuera la vida en ello.

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