domingo, 21 de julio de 2019

ECLIPSE...1ª


                                                                      ECLIPSE

 

                                                     




Bucth Fated

Maldito eclipse lunar que traía a todos los lunáticos y delincuentes de cabeza y a toda la policía de culo con el triple de trabajo de una noche habitual. Doy un golpe en el último furgón que hemos llenado o al menos eso esperaba sin mucha esperanza, aunque mi turno acababa en unos cincos minutos, paso las manos por mi cara y gruño, de un tiempo acá lo hacía muy a menudo y no lo entendía pues eso lo hacían los animales. Despejé mi cabeza con una fuerte sacudida y respire profundo.

— He guapo.

Me giré y miré hacia la mujer que me lanzo el piropo. Caminé hacia ella con una sonrisa en la boca.

— Misti, ¿cómo estás?

— Aburrida.

— Vaya, pensé que con el puto eclipse no pararías de trabajar esta noche.

— Es una noche para ser prudente y más con ese asesino de prostitutas suelto.

— Estamos en ello, pero es escurridizo como una serpiente.

— Sé que estáis haciendo todo lo posible por capturarlo. ¿Te apetece pasar un buen rato detective?

— Hoy no — saqué unos dólares y se los di — vete a casa con tu niño.

— Eres un buen hombre — me beso y le pedí un taxi.

— ¡Casanova!

Me reí conocería esa voz entre miles de personas. Me di la vuelta para encarar a mi compañero de faena José de la Cruz.

— ¿Qué tripa se te ha roto amigo?

— He acabado el turno, ¿te hace una copa?

— Quien dice una, dice dos. El Zero Sum está a la vuelta de la esquina. Por cierto gracias por hacer que me sacaran de la penalización y me quitaran de patrullar con el uniforme azul.

— No es nada, me debían una muy grande, pero mantén el perfil bajo por un tiempo se me están acabando las oportunidades de pedir más favores para salvarte el culo. Y lo digo muy en serio por lo que te voy a decir ahora.

— Dispara.

— Han capturados a los cabrones del intento de violación de Beth.

— Mañana les haré una visita en el calabozo.

— No hagas ninguna gilipollez Brian, uno de ellos es hijo de un concejal del ayuntamiento.

— Me importa una mierda, pero solo hablaré con ellos.

— Eso no te lo crees ni tu amigo. Y “ese me importa una mierda” si me importa a mí porque estas en el ojo del huracán y te quieren fuera de la policía.

— Mientras no me cueste la cartera.

— ¡Por Dios!, tomate algo en serio en tu vida.

— Lo hago. Ya hemos llegado. Adentro que tomarse unos tragos es una cosa muy seria. Pongamos el broche de oro a una noche de locura.

— Mañana bajo contigo a los calabozos, no me fío de ti Brian.

— Hombre de poca fe.

Entramos con los brazos por los hombros y riendo al local.




Vishous Fated

Odio las noches como estas tanto como las de Halloween, dejaban salir lo peor de las personas y de los putos talcos. Llevábamos una noche de pelea sin parar y sin un miserable descanso lo que hacia que nos faltara el aliento y las fuerzas. Cuanto más matabas, mas salían a luchar y nosotros habíamos tenido una baja en la Hermandad y la falta de esas dos manos se notaban.

— ¡Joder! — Gruño Rhage — entre la falta de Darius, que somos pocos y esos cabrones miles y no dejan de salir esta noche de su apestoso agujero…

— Estamos metidos en la mierda.

— Odio los eclipse, odio a los talcos y odio al puto asesino de nuestro hermano.

— Odiar no va a solucionar nuestro cansancio, parece que este eclipse pasa más lento, ya tenía que haber acabado y esta como frenado.

— ¡Mierda! ¿Hueles eso?

— Si, en el callejón tras de nosotros.

Nos echamos a correr mientras yo daba las coordenadas al resto Mientras corríamos Rhage me grito.

— Estas muy raro esta noche. Bueno más de lo habitual. ¿Qué te ronda?

Lo mire con la mueca que hacía por sonrisa en boca.

— La muerte de Darius traerá consecuencias.

— ¿Lo viste?

— Sí.

— Pues cuando lleguemos a esa casilla jugaremos ahora hagamos lo que mejor sabemos hacer…matar hijos de puta restrictores.

Hacia las tres de la mañana el puto eclipse terminó y el ambiente se calmó haciendo que nuestros enemigos se metieran en sus guaridas, lo que nos dio un respiro a nosotros y pudimos parar para tomarnos unas copas en el Zero Sum.

Rahge y yo fuimos de los últimos en llegar pero los vasos con nuestras bebidas estaban ya sobre la mesa y gruñí al sentarme y revisar el local. Me topé con la figura del detective que hacía unas noches se había metido en un callejón en una pelea que no iba con él y al que tuve que borrar la mente al finalizar.

— ¿Por qué gruñes V? — me pregunto Thor.

— Mirar hacia la derecha de la barra que está en el centro del local.

— El humano de hace unas noches — terció Rhage.

— Querrás decir el puto entrometido humano de hace unas noches. — puntualizó Phury.

— Si le borraste la mente no hay problemas — gruño Wrath — ahora tengo más interés en saber dónde está el desquiciado de tu hermano.

— No lo sé, salió corriendo en cuanto el eclipse pasó.

— Como haya una prostituta más muerta, lo despellejo vivo…es una promesa.

— Se alimenta de ellas, no las mata.

— Ya lo veremos. ¿Por qué ese maldito humano no deja de mirar hacia aquí?

— Nuestras pintas no son de angelitos con alas — se río Rhage.

— Más bien parecemos una banda de motoristas delincuentes. Es policía y llamamos su atención, eso es todo. Ignorarlo. — acabo Thor la absurda discusión.

Pero aun así pase de mis compañeros y enfrente la mirada del policía humano que miraba sin pudor y directamente, para mi sorpresa levanto su vaso de chupito de whisky y brindo, mi mano se movió sola e hice lo mismo con mi vaso de vodka, lo levante y le devolví el brindis. Gruñendo me lo bebí del todo y me serví otro prestando atención a lo que mis hermanos hablaban.

Hablamos de la venganza por el asesinato del hermano. Qué pasaría con su hija, de la cual desconocíamos su existencia hasta hacia unas semanas, tema que Wrath zanjo con un fuerte golpe de puño en la mesa que hizo saltar vasos y botellas que estaban encima.

Nos quedamos en silencio cuando Zhadist llegó.




Butch y Vishous Fated

— ¿Qué miras con tanto interés Brian?

— Al grupo de aquella mesa.

De la Cruz miró y con la misma volvió su interés al whisky delante de él.

— ¿Una banda?

— No lo sé, pero tengo la sensación de conocerlos. El melenas es amigo de Beth, lo vi una vez saliendo de su apartamento.

— ¿Celoso?

— No digas tonterías, te preocupas por ella tanto como yo.

— Como un padre por una hija. A ti te gusta.

— Cambiemos de tema, me quedo claro que no le gusto como hombre de una noche que la invite a cenar y la besé.

— Lo sé, me lo contó porque se sentía mal.

— Porque no me extraña. Voy a sacarles una foto con disimulo y veremos que canta Internet mañana.

— Recuerda no meterme en líos por un tiempo.

Hice la foto y aunque intentaba no mirar mirar la mesa no podía evitar que mis ojos volaran hacia ella de vez en cuando, sobre todo al que tenía una gorra calada hasta los ojos. Cuando alzó un poco la vista y sin saber porque lo hacia subí en el aire mi vaso pequeño de whisky y brindé. Me devolvió el brindis con su vaso y presto atención a sus amigos.

Que tenía esa puta mesa que llamaba tanto mi atención. Algo se me estaba escapando.

— Brian, olvídate de esos por favor.

— Lo haré por ahora.

Seguimos bebiendo y hablando hasta que me levante, un rato después, para ir a los servicios.

Salía a lavarme las manos cuando el que acepto el brindis entro y lo hizo directo hacer sus necesidades. Le di su intimidad y cuando se lavaba las manos y yo secaba las mías lo abordé.

— ¿Nos conocemos?

— No.

— ¿Seguro?

— Sí.

Se secó sus manos y me dio la espalda para irse.

— Si es así. ¿Por qué me aceptaste el brindis silencioso?

— Porque me gustan los machos y no estas nada mal…un polvo fácil nunca se rechaza.

Salió hasta el vestíbulo que llevaban a los baños y lo enfrente cara a cara dentro de lo que la gorra me permitía ver. Me puse a la defensiva.

— No soy un polvo fácil cabrón y no me gustan los tíos.

— Pues no vayas brindando a lo loco…mira, no quiero líos, sólo quiero volver a la mesa con mis amigos.

— Me importa una mierda lo que tú quieras, soy detective de policía y puedo arrestarte.

— Pues debería importarte, no tienes ni puta idea de con quien estás hablando y no te he dado motivos para ese puto arresto….eso si lo permito — lo mire por encima de mi gorra calada — el arresto.

— Puto delincuente.

— Que puede acabar con tu vida antes de que vuelvas a pestañear.

Nuestros cuerpos casi se rozaron cuando me pegue a él. Me ganaba por unas cabezas de altura pero eso nunca me había achantado.

— ¿Me estas amenazando? — le empujé la gorra hacia atrás del todo y lo mire a los ojos. Su color me llamo la atención, eran color plata y tenía tatuajes en la sien derecha.

— Avisando — cabrón, en un descuido me tiro la gorra hacia atrás y nuestras miradas se encontraron.

Un agudo dolor de cabeza me martilleo haciendo que agarrara mi cabeza con las dos manos y me doblara por la cintura, parecía que fuego me atravesaba el cerebro. Respire hondo y seguido hasta que pude soltar la cabeza y ponerme firme. Lo agarre por las solapas de su abrigo y lo empuje de nuevo dentro del baño hasta que su espalda choco con una de las paredes. Alguien fue a entrar.

— ¡Aguanta la ganas de mear!

— No quiero hacerte daño, por tu bien más vale que me sueltes, no me gustan que me toquen.

— Eres un miserable asesino.

— ¿Qué estás diciendo?

— Hace unas noches en un callejón al norte de la ciudad, te ayude a matar a unos cabrones con un cuchillo y al finalizar tus amigos de la mesa llegaron.

Puta ostia estaba recordando y eso no era bueno. ¡Mierda! Y de la grande. Había ignorado lo que me había costado borrarle de la mente sus recuerdos de esa equivocada noche, un gran fallo por mi parte y estaba poniendo a un humano en peligro, sin olvidar que era policía.

— Es una daga, no un cuchillo.

— ¡Me importa una mierda lo que fuera!

— Si soy un asesino, ¿por qué me ayudaste?

— Di por hecho que eras poli como yo.

— ¿Y quién dice que no pueda serlo?

Lo solté separándome un poco de su cuerpo que emitía mucho calor.

— ¿Qué comisaria o cuerpo?

— Eso no importa. — me arregle el abrigo y me cale de nuevo la gorra como estaba al principio.

— Significa que trabajas de incógnito.

— Saca tus propias conclusiones. Pero para tranquilizar tu conciencia lo que ayudaste a matar son hijos de putas que matan inocentes. ¿Estás bien?

— Este dolor de cabeza me está matando y dando arcadas.

— Puedo hacer que pase.

Levantaba mi mano para borrarle sus recuerdos una vez más cuando el reverendo entró.

— ¿Todo bien por aquí caballeros? Sus amigos están preocupados por su tardanza y lo que pudiera estar pasando aquí.

— Todo va bien.

— Menos mi cabeza que va a estallar.

— Avisare para que te traigan unas aspirinas detective.

Mire a Rehvenge, asintió con la cabeza y le borre los recuerdos que no tenía que haber recordado nunca. Se desvaneció y lo agarre antes de que su cuerpo besara el suelo.

— No entiendo cómo pudo recordar después de la limpieza de recuerdos que no debería tener.

— Vuelve a la mesa, yo me ocupo de él y avisa a mi jefa de seguridad que traiga unas aspirinas.

Salí en el momento que su amigo entraba y divisaba a Rhage levantándose para ir en mi busca cuando me vio.

— ¿Qué cojones ha pasado aquí?

— Tu compañero se desvaneció y ese amable caballero que salía me aviso.

— ¿Le han robado? Joder no hemos bebido tanto.

— No. Ha sido una noche complicada y todo estamos cansados.

Xhex entro con agua, dos aspirinas y un tarro de esencias para despertar al poli humano. Cuando abrió los ojos lo ayude a levantarse y se tomó lo que le di.

— ¿Qué me ocurrió?

— Te desmayaste y me avisaron.

— ¡Joder! — Gruñí y vi como el Reverendo me miraba con interés— me duele la cabeza como si tuviera una migraña después de beber como un cabrón irlandés.

— Te golpearías a caer. La última copa es invitación de la casa.

— Se dice penúltima Reverendo. Y mejor nos vamos a casa compañero.

— Si, es lo mejor. Gracias por todo.

— De nada.

Desde la mesa lo vi salir del baño ayudado por su amigo y después de coger la chaqueta se fue. Rahge que era el único que quedaba en la mesa me observaba.

— ¿Qué paso en el baño?

— Recordó la pelea de unas noches donde se metió ayudarme.

— ¿Cómo?

— No lo sé, ¡joder!

— ¿Estamos en un apuro?

— Se la volví a borrar. Mientras nuestras miradas no se crucen no será un problema.

— Pues no lo vuelvas a mirar y menos como lo estás haciendo ahora.

Miré al hermano con una ceja alzada.

— ¿A qué te refieres?

— Lo has mirado como si te lo quisieras comer o en su lugar follar.

— ¡¡Jodete Rhage!!

— A eso voy.

Me levanté dejando dinero sobre la mesa y salí a la calle marcando para pedir un macho para jugar.




























1 comentario: