jueves, 18 de julio de 2019

LA FRAGUA by BUTCH FATED


                                                                LA FRAGUA

                                                             


He acabado en el gimnasio mi machaque de entrenamiento. Secándome el pelo, tecleo el código del Pit y entro, respiró fuerte y no encuentro ni rastro de mi vampiro. Llevaba tres días en la fragua y sin comer, ni beber sangre, me tenía un poco intrigado lo que lo tenía tan absorto en ese lugar. Tiro la toalla, sacudo mi cabeza y voy hacia el mueble bar, mientras jugueteo con una botella de whisky, una idea se va fraguando en mi cabeza y una sonrisa, se pone en mi boca. Al topar mi mirada con una botella de gloose, la idea se hace una imagen y agarrando esa botella de vodka, salgo resuelto y decidido hacia el escondite de mi vampiro. Era una locura lo sabía, reí negando, mi vida era una absoluta locura, desde que mi macho, me saco de la Colonia, pero me gustaba. Me planté frente a la puerta, escondí detrás de mi espalda la botella y toque fuerte con la mano libre.

– ¡¡DEJARME EN PAZ!! – enseguida ladró.

– Soy yo Vishous.

Al momento se abrió la puerta y mi sonrisa se hizo más grande. Me dejo pasar, cerró y se volvió a la fragua y lo que estaba haciendo. Mientras caminaba hacia el sofá, miraba ese lugar, donde solo había estado una vez y poco tiempo, el calor era insoportable. Escondí la botella tras un cojín viejo y me senté, contemplando en silencio al que era mi marido. Solo vestía sus botas de combate, su pantalón de cuero, un delantal de cuero duro, negro y tan viejo como el lugar. Los guantes que cubrían sus brazos hasta el codo eran del mismo material, pero más nuevos.

Dios mío que excelente y duro culo, un poco respingó, lo que a mis ojos lo hacía más atractivo, mi boca se hizo agua. Sonreír, era un depravado por fijarme primero en esa parte de su anatomía, pero es que me volvía loco. Froté las palmas de mis manos sudorosas contra mis muslos cubiertos con el algodón de mi pantalón de chándal, mis dedos hormigueaban, recuerdos de como de duro se sentía, cuando pegaba mi pene ahí o como se abría a mí, cuando lo penetraba, me hicieron revolverme en el viejo sofá de cuero. Mi mirada bajo por sus formidables y largas piernas, que se agarraban a mi cintura como tenazas cuando... tosí con disimulo y me hice hacia atrás, sin dejar de mirarlo. Subí hasta llegar a su estrecha cintura, seguí subiendo por esa ancha y musculada espalda, hasta llegar a la altura de sus hombros donde mi nombre, Dhestroyer, estaba grabado con tinta de un hombro a otro, cuantas veces había besado, lamido y mordido esas letras, mientras me lo follaba o me ponía dulce y le hacia el amor. Yo llevaba entre los míos, Vishous. Unos minutos y seguí con mi recorrido. Su pelo, pura hebras de seda negra, que se deslizaban entre mis dedos como agua, me gustaba acariciarlo y olerlo. Acaricie mi paquete sobre la tela y mordí mi lengua por no soltar un gemido. No me podía olvidar de su frente, unos muslos grandes, pero sin grasa, todo músculo, unas recias caderas con signos que yo besaba como un loco siempre que podía, porque me gustaba y sobre todo para que supiera que su pasado me importaba una mierda. Una polla que a mi uffffff,me gustaba tener en todos los orificios de mi cuerpo, siempre que tenía ocasión. Un estómago plano que marcaba una buena tableta de ocho piezas. Un ancho y firme pecho donde yo reposaba siempre que me limpiaba o acaba de estar sexualmente con él, era mi refugio en los malos momentos de pesadillas, aunque ya eran menos. Unos anchos hombros que ya no cargaban pesada mochila de recuerdos, ahora llevaban a cuesta, una ligera mochila de amor, respeto, lealtad y fidelidad, al igual que yo. Una cara que a mí, me volvía loco, una perilla que cuando me besaba me hacía cosquillas, pero eso me encantaba mucho, unos labios gruesos, carnosos y rojos, mi delirio. Una nariz de adonis, unos tatuajes que tocaba o besaba siempre que podía y el me dejaba. Unos ojos color, bueno como diamantes sin pulir, fríos y amenazantes cuando defendía o mataba, pero cálidos y llenos de amor y pasión cuando estaba conmigo. Pestañas tupidas, cejas pobladas y un pelo negro que caía en mechones sobre sus ojos, bien mirado, le hacía falta un pequeño recorte ya. Una visualizada de arriba, abajo y viceversa, las palabras impresionante, maravilloso, sexy y caliente, se quedaban cortas, para definir a mi esposo, al macho que amo, como nunca me creí capaz de hacerlo y el merecía. Vestido era un guerrero fiero y un asesino frio. Desnudo era un Dios y un amante tierno.

Dos náufragos que nos encontramos en un punto loco, lleno de sangre y dolor, en este mar de la vida. Supimos llegar a la orilla de una mar llena de obstáculos y ser quienes hoy somos. Todo un gran reto conseguido y que nos ha unido hasta después de la muerte, y eso me gustaba, porque no sería capaz de dejarlo ir, llegado el momento y yo vivir, sé que a él le pasaba lo mismo.

Negué con la cabeza, hora de empezar lo que había tramado en el Pit, tres días sin V, eran una locura.

– ¿Has comido?

Silencio.

– ¿Has bebido sangre?

Doble silencio.

– ¿Has dormido algo?

Triple silencio.

– ¿Qué coño te mantiene alejado de mí, tres malditos días?

Lo vi como paraba.

– Es una sorpresa.

– ¿Para mí?

– Si y para los críos – una breve pausa, donde lo vi coger algo – no preguntes mas,Butch...un día más y habré acabado.

– El problema es, que un día más sin ti, no es una opción viable.

Nuevamente el silencio y unos golpes secos y seguidos, como si martillara algo. Siguiente paso, me levante y saque toda la ropa, playeras incluidas. Deje todo en un montón, a un lado y me volví a sentar. Abrí mis piernas, saque la botella, el tapón con los dientes y lo escupí en el suelo, bien lejos. Subí un poco el tono, para dejarme oír, por encima de los golpes y llamar de nuevo su atención.

– ¿Un trago? Mi vampiro.

Silencio de nuevo. Me miro por encima del hombro derecho y alzo la ceja. Con su atención en mí, bebí un buche grande y le sonreí, mientras lo tragaba.

– Aún me pregunto cómo te gusta este mata ratas – muevo la botella de lado a lado. – Coloque el filo del vodka sobre mi cuello y empuje hasta que hilos del líquido transparente, empezaron a correr por mi cuerpo, llegando a mi polla y mis cojones – hace calor aquí, ¿no estas sediento?.

Se giró del todo, se quitó los guantes y el delantal. Camino hacia mí y se dejó caer de rodillas entre mis piernas. Agarro con fuerza mi nuca y me pego a su boca, con un beso feroz y voraz. Nos separamos, cogió la botella y dio un largo trago, la dejo a un lado en el suelo y volvió a besarme duro, haciendo que yo me derritiera como un helado en verano. El calor de la fragua, su cuerpo pegado al mío, su boca en la mía, me hicieron gemir y se tragó mi gemido. Volvimos a separarnos faltos de aire, agachó la cabeza y empezó a lamer y chupar todo el gloose que se había pegado en mi cuerpo, hasta llegar a mi polla y tragársela entera en su maravillosa boca. Eche mis manos hacia atrás, agarrando el filo del sofá, mi nuca sobre el respaldo, afiancé mis piernas y subí mi culo, que hizo un seco ruido cuando se despegó del viejo cuero, moviendo mis caderas,follándome esa boca que yo amaba, cuando me tomaba de esa manera. Mordió mi capullo y gruñí, él sabía lo que eso me gustaba. Respiro fuerte cuando volvió a tragarme y su nariz choco con mi base. Se metió un dedo en la boca, que se froto con mi falo, lo saco y sin miramientos lo empujo dentro de mi culo, sisee por el dolor, empujo un segundo y empezó abrirme en tijera.

– ¡¡¡DIOS!!! V, vas a lograr que me corra ya, si sigues así.

Un rato más y paro mis caderas son sus manos, haciendo que jadeara cuando saco sus dedos con dureza, y soltó mi pene sin más, el frio acaricio mi húmeda polla. Apretó donde esta acababa y empezaba mi base, cortando toda posible corrida. Gruñí y me vi alzado por mi nuca, hasta estar de pie. Su boca volvió a la mía, mientras me empujaba contra una mesa, a un lado de la fragua. Me agarro por las caderas y sentó mi culo, empujándome hacia atrás, después de tirar al suelo todo lo que había encima de esta. Se desabrocho los botones del pantalón y lo bajo a medio muslo. Su polla se liberó y yo salive más seguido.

– Mi Sympath...esto será duro.

Agarro mis caderas de nuevo y me arrastro hasta que mi culo, estuvo en el filo de la mesa, subió mis piernas a sus hombros, apuntaló su polla y sonrío de medio lado.

– Agárrate a los lados del tablero, no quiero que te caigas.

Eso hice, extendí mis manos y me agarre con fuerza a los filos, no había terminado, cuando el cabrón se clavó en mis entrañas, de una embestida pura y dura.

– ¡¡¡CABRÓN!!!

– Si, pero te gusta.

Eso había dolido, pero el mamón tenía razón, me gustaba y lo sabía. Cerré mis puños con fuerza, para agarrarme bien y rece para que la madera no cediera. Antes de que me acostumbrara a su invasión, empezó a moverse. Con cada embestida abría más mi canal. El calor de la fragua hacia que nuestros cuerpos sudaran más de lo habitual. Sus manos afianzaron mis caderas con fuerza, al acabar tendría moretones. Sus gotas de sudor, caían de su cara y frente sobre mí. Los gemidos y jadeos se acompasaban con el chisporroteo del fuego de la fragua. El sonido de nuestras carnes, golpeando la una contra la otra, sonaba con eco, en esa habitación. Agarre mi polla y empecé a darme un buen meneo, al mismo ritmo que marcaban sus caderas. Sus embestidas eran duras y fuertes. Sin preámbulos, sin compases de tiempo. Mi orgasmo estaba a punto de cubrirme, el cuerpo brillante de V, me decía que el suyo también. Me miro, lo mire y estalle como un rio que se desboca en plena tormenta, caudaloso y sin control. Cerré mis nalgas y aprese como un torno, su polla dentro de mi culo. Empujo dos veces más y la tercera, clavado en el mismo fondo de mi infierno, se corrió de la misma forma.

Nuestros orgasmos nos vaciaron o al menos eso pensaba, hasta que cayó sobre mí, solté la mesa y lo abrace fuerte y mordió con dureza mi cuello, cuando lo ladee y empezó a beber. Una vez en mi vena, giró mi cara y me ofreció la suya, clavé mis colmillos y tire bebiendo. Y así, bebiendo el uno del otro, remontamos unas nuevas olas de placer y nuestras esencias de machos vinculados, salieron y flotaron sobre nosotros, cubriendo todo el cuarto. Fui el primero en dejar de beber y cerrar las heridas en su cuello, baje mis piernas, apoyándolas sobre la mesa y acariciando su pelo y espalda, mientras él seguía bebiendo, estaba famélico. Pasados unos minutos, soltó y cerró mis heridas y se quedó como estaba un buen rato. Levanto su cara del hueco de mi cuello, me beso y sonrió.

– Eres el mejor, mi macho.

– Que va, solo te amo y tres días con sus noches sin ti, es un tormento.

– Uno más y habré acabado.

– Uno más o vengo a por ti y te llevo de la polla al Pit.

Riendo se separó, buscó su camiseta y me limpio, comprobó que no había hecho destrozos ahí abajo, siempre lo hacía y me ayudo a levantarme. Al abrazarme vi la bandeja que le lleve, antes de ir al gimnasio, sin tocar.

– Ahora serás un buen niño y te comerás la comida o tu papi te castigara.

Me abrazo por la cintura, cogió la bandeja y juntos nos sentamos en el sofá. Mientras él comía y bebía lo que quedaba en la botella, yo me vestía, ninguno quitaba el ojo de encima al otro. Volví sonriendo a su lado y lo bese, cuando vi los platos limpios, hasta el de postre.

– Buen niño, cuando vuelvas al Pit, tendrás tu recompensa.

– Mamón.

– Pero me amas.

– Lo sabes cabrón, lo hago.

Me levante, lo volví a besar, cuando el hizo lo mismo, le cogí la bandeja de sus manos y camine hacia la puerta, me la abrió y lo mire enamorado.

– Un día más o vendré en tu busca y no te gustara.

– Te lo prometo.

– Te amo.

– Ídem.

Salí más que feliz, camino a la cocina, para llevar la bandeja vacía del todo.

– Puto loco,Sympath.

– Te he oído.

El sonido de su risa, me hizo reír a mí.





Vishous Fated

Lo vi alejarse camino de la cocina, riendo por mí y cerré cuando ya no lo divisaba. Me coloque el delantal y los guantes y volví al fuego. Mire las dagas que ya estaban hechas y alargue mi sonrisa, la de los críos eran maravillosas, pero las de mi cabrón bicho raro, reí más fuerte, eran espectaculares. Mire el fuego y me perdí en mis pensamientos. Aunque me costaba ponerlo en palabras, estaba loco enamorado por mi Sympath. Lo amaba, algo que no era pensable cuando lo encontré en la Colonia y como las palabras no me salían, para decirlo, se lo expresaba con hechos y con mi cuerpo. Siempre sabia cuando lo necesitaba y lo más importante, lo que yo necesitaba y eso sí que no tenía precio. Respetaba mis momentos de soledad. Me cuidaba en mis pesadillas. Se preocupaba por mí y aunque me costara la vida, algún día haré lo mismo por él.

Había llegado el día, cuando le diera las dagas que había hecho con todo mi amor y pasión, que oyera de mi un “Te amo,Butch” en vez de un idem,si ya había llegado el momento. Sacudí mi cabeza riendo, miré la mesa y el estropicio hecho a sus pies, menos mas que no había nada importante sobre ella. El recuerdo de mi Sympath, entregado a mí, me hizo gemir y acariciar mi polla dura de nuevo. También lo había extrañado estos tres días e iba a ir esta noche a por él, pero se me adelanto, como si me leyera el pensamiento, como si supiera que lo necesitaba, en todos los sentidos. Maldito loco, pero que me achicharren, si sus locuras no me volvían loco y me encantaban.

Con energías renovadas, no me di cuenta del hambre que tenía, hasta que metí el primer trozo de mi filete en la boca, el calor de la fragua, había mantenido los alimentos. Si hasta el postre me comí y no era de dulces. Subí mi mano hasta mi corazón y lo acaricie. Siempre pendiente de mí, siempre, antes yo que él, eso jamás en mi vida de siglos lo había tenido. Y mi Sympath me lo regalaba todos los benditos días, desde que nos conocimos.

Cuando sentí su escrutinio, no imagine, lo que me tenía preparado. Agarre el martillo y la pinza que había mantenido la daga en las brasas y empecé a golpearla. Cuanto antes empezara, antes terminaría y volvería a los brazos de mi esposo.

Jamás volvería a ver la fragua, como antes, eso es seguro.



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