jueves, 18 de julio de 2019

MI PASADO.MI FUTURO by BUTCH FATED


 
                                                            MI PASADO.MI FUTURO.

                                                                 
                                             

Poco podía imaginar yo cuando mi madre me echo al mundo en Boston que cuando nos mudáramos a Cadwell yo tendría dos vidas opuestamente contradictorias. Y que nada tendría que ver la una con la otra. Como tampoco podía imaginar que el hecho que yo me hiciera policía la tuviera un triste suceso acontecido en el núcleo familiar y de la mano de mi hermana Jane. Poco podía imaginar nada de lo que iba a suceder con los treinta y ocho recién cumplidos. Pero la vida es un juego de ajedrez y al contrario que en el juego que cuando cae la reina finaliza, esta continua caiga o no la pieza más valiosa. 

Como ya dije cambie mi futura profesión de jugador de béisbol, mi sueño pertenecer al equipo de los Red Sox de Boston, al de la de policía porque el triste azar se cruzó en mi camino siendo bien joven en forma de muerte. Tanto tiempo pasado y aun retengo en mi retina lo sucedido como si hubiese pasado ayer mismo. Mi hermana, mi ángel, se subió en un coche con tres universitarios de un curso o dos superiores y ese instinto que me salvaría en un futuro de una muerte certera por mi trabajo, me grito que no la dejara. Lo ignore y el precio que se pago fue muy alto...muerte y violación de la única de mis hermanos que me quería y se preocupaba por mí. Esa violenta muerte sin sentido trajo a una familia de por si amargada y ofuscada, mas oscuridad y más golpes para mí por parte de mi padre. Mi madre dejo de vivir aunque respiraba y el resto de mis hermanos, se casaron huyendo de una vida tan miserable. Ese día con ella se murió toda esperanza para mí, toda inocencia y toda ilusión.


Salí de esa casa de los horrores en cuanto pude y poniendo ahínco en trabajar para pagarme la universidad y dar el salto para ser un buen policía. Con el tiempo mi trabajo me creo hastío y mucha desilusión y en cuanto deje de ser políticamente correcto y lamer culos para ir escalando puesto en la comisaria, me quede en un detective de homicidios. Las normas me las pasaba por mis cojones y cabreado de que metieras la escoria entre rejas y a los días salieran en libertad, dejé de ser prudente y golpeaba a quien se pasaba de la raya. Eso me valió un expediente de gordo como mi culo por parte de asuntos internos. Las sanguijuelas de tan noble y dura profesión. Y en semanas mi despido fulminante tapado con una buena indemnización para que me fuera tranquilo. Mi lengua no sabía estar metida en la boca y no salir a pasear cuando no debía. De esa época solo dos amigos: mi compañero José de la Cruz y Beth. Al primero lo extraño. A la segunda aun la tengo en mi vida, por fortuna.

Mi lema como buen irlandés amante del buen whisky, del boxeo y de las mujeres era: Beber hasta perder la conciencia, aunque mi hígado gruñera. Buscar pelea siempre, aunque no quisieran los demás. Y no acostarme sin haber echado un buen polvo, aunque sea de pago. Eran mis tres máximas y a ellas me agarraba para no poner mis pies en el filo de un acantilado y tirarme al abismo.

No tenía a nadie que llenara mi pequeño apartamento de luz. Nadie quien recogiera los restos de mi velero cuando se perdía en la tormenta de mis recuerdos negros. Cada año por el aniversario de la muerte de mi hermana, marcaba la parte baja de mi espalda con tres rayas finas y negras. Era como un ratón dando vueltas en círculos en su jaula. Mi patética vida era como la de esas películas donde siempre se repite el mismo día una y otra vez.

Nada emocionante. Nada nuevo. Ninguna ilusión. Ningún amor decente de mujer. Solo vacío y soledad. Por no tener no tenía ni una pequeña mascota aunque si damos por valido a las botellas de whisky como mascotas, entonces si tenía. Una pequeña broma para dejar pasar el nudo que aprieta mi garganta.

En el momento que mi vida dio un giro de 180ª grados, estaba a punto de no poder volver a llevar una placa, ni un arma. Estaba en un laberinto sin salida. En total oscuridad. E importándome una mierda el mundo y sus habitantes. Dijeran lo que dijeran era un buen policía.

Aquella noche parecía ser más de lo mismo. Entre como otras veces en el antro de uno que llamaban el Reverendo,no estaba fichado pero todos la policía sabía lo que se cocía en ese lugar, pero sin pruebas, nada se podía hacer. Esperaba una buena borrachera, una buena pelea y un buen polvo, no tenía por qué ser en ese orden, pero era lo que me apetecía.

De camino a mi coche, con una tranca medianamente decente y llevando de la cintura una de las prostitutas preferidas por mí, a mis oídos llegaron ruidos de una buena pelea en el callejón a mi derecha. Pague la noche a mi amiga y le dije que si salía bien y sin un hueso roto volvería a buscarla para rematar la noche. Cuadre todo mi cuerpo y con la adrenalina como un brutal subidón corrí al fondo del callejón. Me pare al llegar y me pareció muy injusta la escena. Un tío alto y moreno se enfrentaba a cuatro delincuentes o al menos ese pensé en su momento. Me llamo la atención su fortaleza, su altura y sus ojos de un color plata. Pase de sus avisos y sin dejar pasar la oportunidad de una buena pelea, me metí de lleno en ella.

No sabía en ese momento que con ese gesto bravucón y típico de un buen irlandés estaba sellando mi destino y con ello mi nueva vida.




Mi futuro.

Cuando crucé el umbral de esa Mansión no tenía ni puta idea de las sorpresas que me iba a encontrar dentro.

Mi primer pensamiento es que eran una banda bien organizada de delincuentes que trapicheaba con armas y tratas de mujeres hermosas. Eso hubiese sido lo lógico y normal. Pero luego al ver tanto cuero, tanto musculo y tanto chulo bocazas suelto. Que eran gays aun siendo una banda. Eso también hubiese sido lógico y normal. Pero a mí no me pasaban cosas ni lógicas, ni normales.

Descubrir que los vampiros existían y no en películas, en la vida real fue todo un show demencial y cojonudo. Al primer vistazo me preguntaba si era una máxima medir más de dos metros y menos de uno noventa. Tener matas de pelos raras y unas más largas que otra. Solo uno lo llevaba a lo militar como yo y otro estaba calvo como una bola de billar. Marcar de forma provocativa con camisetas ceñidas unos músculos muy bien trabajados en gimnasio. Nada que ver con mi cuerpo. Y enfundar en cuero bien ceñido unos paquetes abultados. Cojones no soy gay, pero los ojos se fueron solos a esas partes. El pudor y la vergüenza no existían para esa panda. Bien podrían haber pasado por una banda de moteros, también lo pensé. Había hasta un doctor Jekyll y el señor Hyde en forma de un hermoso pero aterrador dragón.

Con el tiempo supe que eran como nosotros los humanos, pero solo en apariencia. Que se casaban y tenían hijos. Que marcaban la piel de su espalda alta con los nombres de sus parejas e hijos. Que esos seres llevaban la palabra amor a su máximo nivel. Que la traición se pagaba con la muerte. Que eran fieles más allá de la muerte. La lealtad para ellos no tenía precio. Y que en la lucha se trataba de proteger al hermano que tenías más cerca a costa de tu vida si fuera necesario. Y que todos como yo llevaban una pesada carga sobre sus anchos hombros de pasados dolorosos. Supe también que eran inmortales pero podían morir por culpa de una bala certera en la cabeza y en el corazón. Y que no bebían sangre de los humanos, como en las películas, porque el beber sangre era para alimentarse y chupar los nutrientes para vivir. Los humanos para ellos somos como aceitunas que calman pero no sacian el hambre. Aunque podían matar chupando toda la sangre de un cuerpo. También se alimentaban como yo lo hacía y bebían alcohol, la suerte de ellos es que no se emborrachaban.

Pero nada de eso me hacía olvidar que eran letales y vampiros. Conocí lo que era enamorarse de la mano de una mujer de su raza que olía a océano.

Empecé a entender su forma de ver la vida cuando me dieron la bienvenida a su mundo. Me involucraron en su guerra. Y me dieron su confianza. En ese instante deje de ser el raro de la pandilla y fui uno más. Dar la espalda a mi vida pasada no fue difícil, lo único que dejaba en ella era a De la Cruz y era lo único que sentía. De resto nada me unía a ese mundo donde empecé a dar mis primeros pasos.

Abrazar ese futuro ha sido el mejor paso que he dado y nunca me he arrepentido. Tengo una gran familia que me quiere. No me falta de nada. Unos amigos que valen su enorme peso en oro. Pero de todo lo más importante es haber conocido a Vishous. Sigo diciendo que no soy gay, que me sigue gustando una mujer igual que un buen whisky, pero nunca he estado tan unido a alguien como lo estoy de él. Han pasado cosas entre los dos y mi conciencia me torpedea con el hecho que es un hombre.

Pero no concibo esta vida sin su presencia en ella. Y no concibo esta vida sin él.

Este es mi futuro. ¿Que pasara? No lo sé, pero lo iremos viendo juntos.



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