jueves, 18 de julio de 2019

UN LOCO ENTRE CUERDOS by VISHOUS FATED


                                                 UN LOCO ENTRE CUERDOS

                                                



Siempre he sido consciente dentro de mi puta inconsciencia que era un loco viviendo entre cuerdos y con pesada carga sobre mis hombros. Pero aun así presumía siempre de tener el control de mi vida e ir por esta siendo invisible. Comprobar que mi locura no era transitoria, que es eterna como yo y sobrevive al paso de los siglos y que más aun, me seguirá cuando el Fade reciba mi culo, no fue grato pero hizo que tomara las riendas de mis vida y mis pies pisaran seguro. Tomando un vaso de vodka miro alrededor y no veo más que títeres manejados por los hilos del destino y la puta vida. Oscuras sombras sin nombres. Solo cuerpos movidos por la música, el alcohol, la droga o el sexo rápido y público. Nada que se saliera de lo que los demás llaman < normal >. ¿Pero qué es lo normal para mí y lo que es para otros? Normal para mi es ese rincón en mi ático, donde guardo oscuros y pecaminosos secretos que hablan de látigos, futas y placer obtenido por golpear a otros/as. Pues eso que es normal para mí, es ofensivo para otros y es innombrable para mucha de esas personas que vivían según las etiquetas. A los que se someten al castigo y al quienes lo infringen los llaman locos. Es algo que me niego a discutir, que se jodan las etiquetas. 

Tantos siglos de vida dan para acumular muchos recuerdos y ninguno bueno. Muchas veces me he preguntado cómo no me he puesto una pistola contra mi sien o dentro de mi boca y apretado el gatillo dejando que una bola de plata sesgara mi vida para la puta eternidad que me quedara. Cobardía, miedo, no saber dónde irá a parar lo que quede de mí. ¿Cómo se tomaría mi raza un suicidio? En fin sea por lo que sea, aún sigo aquí y dejando que la vida me joda.

Miro el liado y mi maldita mano enguantada. Miro la botella de Gloose apuntalada entre mis piernas y miro mi habitación. Una jodida habitación fría, vacía y solitaria. Solitaria porque no hay otro cuerpo junto al mío y no hay calor humano que llene de calidez la estancia. Y resumo que eso es lo que soy yo o en lo que he terminado convirtiéndome: mi vida, mis circunstancias, mi pasado, mí pesado lastre de recuerdos y mi afán de mantener siempre el control en mi vida sexual. Además de ser de cintura para abajo medio hombre. Buen chiste amigo, me digo a mi mismo mientras intento que los recuerdos de ese nefasto y maldito día no me apabullen y me rompan una vez más.

Y si toda esta herencia de locura no era suficiente con mi mano maldita que chamuscabas todo, tenía visiones. Eran tan crueles que me dejaron ver como morían mis hermanos, pero no cuando, ni dónde. Súmale un insomnio que me dura semanas y tendrás la pareja perfecta, pero para irte al infierno sin billete de vuelta.

Apago el liado o lo que queda y me meto el resto de vodka entre pecho y espalda. Y mire al horizonte oscuro que se forma en las líneas de mi habitación. Una cabrona vocecita me dice que no todo es malo. Tengo un coeficiente intelectual por encima de la media alta o sea muy superior a un súper dotado. Hablo más de doce idiomas. Y soy el genio de la informática, alarmas, móviles y todo lo que se pueda manejar con electricidad. Y soy frío y un buen luchador a la hora de patear corazones albinos. Un sibarita de metal cuando me metía en mi fragua y hacía que de la nada naciera una hermosa y letal daga. Pero realmente todo eso no me hacía mejor persona o mi caso vampiro ante el resto del mundo.

La realidad es que era un perro rabioso, encabronado con la perra que me engendro y me soltó al mundo dejándome en manos del asesino más sanguinario que hubiese existido entre los de mi raza. El día que la semilla maldita cuajo en las entrañas frías de mi madre, sellaron mi destino. Me privaron de una amorosa madre que me cantara nanas y curara mis heridas y de un padre orgulloso de enseñarme con amor lo que es ser un buen vampiro. Además de una gemela a la que no conocí hasta que ya llevaba en este cabrón mundo siglos. Me privaron de sentir emociones que veía a mí alrededor en la Mansión y hacia más doloroso saber que yo nunca tendré nada de eso. Me privaron de una vida tranquila, feliz y llena del calor de un hogar.

Seque mis lágrimas con furia y tire la botella vacía contra la pared frente a mí. Sentí como los trozos caían al suelo y así era yo realmente: trozos tan rotos que no se podían volver a componer. Asqueado de mí mismo me levanté para una ducha. Las persianas ya habían caído y teníamos reunión. Bajo la ducha pensaba que ojala hoy no tuviéramos que salir de patrulla y pudiera desahogar mi mala leche y me cabreo con un buen sumiso. La pena que sentía por mí mismo me cabreaba más aun y no estaba dispuesto a llorar más por nada, ni por nadie. Sonó mi móvil en el mismo momento que volvía a mi cama y mi sonrisa cabrona salió a relucir. Alguien en ese universo tuvo piedad de mí y Wrath nos daba la noche libre. Marque un número,un solo timbrazo y contestó. Acordamos y me vestí. Mi cabreo había aumentado unos decibelios tirando por lo agudo. Ese sumiso soportaba muy bien una sección de Bondage dura y castigadora. Y se parecía mucho físicamente al poli. ¡¡Maldito!! Otra puta piedra en mi camino.

Dos horas antes del amanecer estaba de vuelta en la casa, en el pit. Castigue al sumiso duro y muy sangrante y ni aun así ese dolor en el pecho al ver a Butch reflejado en ese esclavo se me paso. Beber de su vena no fue buena idea, en mi locura de pensar que era el poli, casi lo desangro. Tan solo una vez había bebido de Butch y su sabor no se me quitaba de mi paladar. Mi sangre seguía inflamada de deseo por él. Y podría estar sin tomar más sangre días, semanas y hasta meses si fuera el quien me alimentara como vampiro. A veces la vida juega con uno de una forma muy cruel, el único macho que había amado y deseado, resulta que no le gustan otros machos y se pierde por las tetas y coño de una hembra de mi raza. Y no una cualquiera.

Gruñí entrando en el pit y fui a por otra botella de vodka. ¿Qué cojones le daba esa estirada hembra que yo no le pudiera dar? Al menos el sumiso había sacado una buena tajada de sexo y de dinero. Tardaría unos días en sanar pero estaría bien, de alguna forma me preocupo que no les pase nada después de una sección conmigo. Soy un pervertido pero no un asesino, bueno eso también pero no con mis sumisos/as. Mierda mis pensamientos se estaban liando. Hora de descansar un poco. Pero en ese momento la voz varonil de mi agonía me paro en medio del salón.

— Oye V, tenemos que hab…

Corte con un dedo en el aire lo que fuera a decir. No me interesaba, hoy no. No estaba de humor.

— ¡¡¡CALLATE POLI!!! ¡¡¡POR TU BIEN, CALLATE!!!

Me metí en mi habitación dando un fuerte portazo y volviendo a estrellar la botella, está llena, contra la pared, gritando como la bestia que era. Cerré con la mente el cerrojo y resbale por la puerta hasta que mi culo choco con el frío suelo. Subí mis rodillas y abrace mis piernas. Agache mi cabeza y sollocé con un dolor que me cortaba la respiración. El poli toco en mi puerta con saña bruta y como un cachorro abandonado me suplicaba que lo dejara pasar y hablar. Respire hondo levantando mi cabeza y esta vez ladre más fuerte las palabras.

— ¡¡¡LARGATE BUTCH!! ¡¡¡DEJAME EN PAZ DE UNA PUTA VEZ!!!

Me importaba una mierda el y me importaba una mierda todo. Como pude me levante y desnude, cayendo sin fuerza sobre la cama. Repte por ella y me abrace a la almohada libre. Escondí mi cara en ella y las lágrimas volvieron a brotar. Así me dormí.

Una pregunta me acunaba mientras las pocas fuerzas me abandonaban y mi cuerpo se rendía al cansancio, la pena y la agonía de amar a quien no te puede amar. ¿Lloraba por mi o por Butch?



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